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Reunión sagrada: Una guía de 40 días para fomenter el poder de la oración personal  y en gru
Reunión sagrada: Una guía de 40 días para fomenter el poder de la oración personal  y en gru
Reunión sagrada: Una guía de 40 días para fomenter el poder de la oración personal  y en gru
Libro electrónico155 páginas2 horas

Reunión sagrada: Una guía de 40 días para fomenter el poder de la oración personal y en gru

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¡Una práctica de oración de 9 pasos que transformará tu vida!
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento1 feb 2012
ISBN9780871597229
Reunión sagrada: Una guía de 40 días para fomenter el poder de la oración personal  y en gru
Autor

Jim Rosemergy

Jim Rosemergy is an ordained Unity minister, author of ten books on the spiritual and mystical way of life, and noted international speaker. His life¡¯s purpose is to support the spiritual awakening of the human family and the birth of the new species of human being for the 21st century.

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    Reunión sagrada - Jim Rosemergy

    Dios.

    Paso 1

    Dejo ir mi necesidad humana

    La mayoría de las oraciones comienzan con una necesidad humana. No soltamos la necesidad; más bien se la presentamos a Dios con la esperanza de que Dios haga algo y el cuerpo sea sanado, la relación restaurada, el trabajo logrado o la decisión tomada. La esperanza yace en que la necesidad será resuelta satisfactoriamente para nosotros. Hemos tratado de superar el reto y resolver el problema, mas hemos fallado. Tal vez, Dios prevalecerá.

    Centrarnos en la necesidad es razonable, mas aquello en lo que ocupamos nuestra mente tiende a llenarla. Obviamente, una necesidad expresa carencia; algo que no tenemos y, si pensamos en aquello que no tenemos, la mente estará llena de pensamientos de carencia.

    La humanidad ha descubierto que los pensamientos que mantenemos en la mente producen según su género. Los pensamientos de carencia se multiplican. Temprano en la mañana, pensamos acerca de aquello que no tenemos; luego durante el día, pensamientos similares se unen a estos y llegan a ser tan numerosos que nos mantienen despiertos por la noche. Día a día, noche a noche, los pensamientos se apoyan unos a otros. Lo que una vez fue un pensamiento, ahora se convierte en una creencia en limitación. La creencia se esparce en nuestra conciencia y genera actitudes que se convierten en lentes por medios de los cuales vemos nuestra vida y el mundo. Los sueños mueren, y con ellos la posibilidad de una vida significativa y satisfactoria. Por esta razón, tenemos que tener cuidado con nuestras necesidades y aprender acerca del papel positivo que pueden desempeñar en nuestras vidas.

    Considera las necesidades de la familia humana que clama por una resolución. Una hambruna azota un gran porcentaje de la población de la tierra y casi 20 millones de personas mueren por la malnutrición y sus complicaciones cada año, y la mayoría de ellas son niños. La epidemia de SIDA devasta el continente africano, matando el mayor recurso natural de la región —los niños. Estos tipos de calamidades están presentes por doquier, y prevalecen en el clamor: ¿Por qué no hace Dios algo al respecto? La respuesta es inquietante: una necesidad no es el modo como Dios puede obrar.

    Lo que Dios puede hacer

    Este inquietante hecho es obvio. Sea lo que sea que Dios hace, Dios siempre lo está haciendo. El Espíritu no descansa de Su creación. No hay vacación ni permiso para Dios. Si Dios pudiese terminar las guerras que plagan la tierra, sería hecho. Si el Todopoderoso pudiese terminar las pandemias, éstas no existirían. La dura verdad es esta: Dios no satisface necesidades. Sin embargo, esta verdad no significa que las necesidades no puedan ser satisfechas. Las guerras pueden cesar. La hambruna puede ser reemplazada por abundancia y la cura para el SIDA y para todo mal del cuerpo puede surgir. No poder comprender las ideas precedentes, ha llevado a la humanidad a desilusionarse de Dios y a perpetuar una calamidad detrás de otra. Continuamos insistiendo en que una necesidad es una avenida para el poder de Dios, y eso no es cierto. En vez de insistir en que Dios obre por medio de nuestra necesidades, lo mejor es descubrir la avenida a través de la cual la presencia y el poder de Dios pueden ser expresados. Antes de terminar este capítulo, sabremos cuál es dicha avenida y qué hemos de hacer.

    Recuerda, la labor de Dios no es resolver nuestras necesidades. Si fuera así, entonces cada vez que apareciera una necesidad ésta sería satisfecha, pero obviamente eso no es lo que sucede. En vez de preguntar por qué Dios no actúa, mejor sería que descubriéramos lo que Dios está haciendo y cómo debemos actuar.

    Joel Goldsmith, un místico y sanador del siglo 20, respondió muy bien esta pregunta. Lo que Dios puede hacer, Dios está haciendo.¹ Y ¿qué está haciendo Dios? Dios está siendo; Dios está siendo nuestra fuente, y cuando estamos conscientes de que Dios es nuestra fuente, nuestras necesidades son satisfechas. Dios está siendo vida, y cuando experimentamos esta vida, somos sanados. Dios está siendo sabiduría, y cuando experimentamos esta luz, nuestro sendero se hace claro y tomamos decisiones sabias.

    Una pareja que conozco ambos perdieron sus trabajos en el mismo mes. Me dijeron que en años anteriores ellos hubieran sentido pánico y hubiesen comenzado a buscar trabajo inmediata y desesperadamente. Hubieran afirmado empleo perfecto porque el estar empleados era la respuesta a su dilema.

    Mas ellos decidieron enfrentar esta situación retadora de un modo distinto. Primero, hicieron una pausa. No sintieron pánico, porque sabían que tenían que hacer una labor interna. Comprendían que un empleo no era la respuesta al reto; que la respuesta era estar consciente de la Fuente. La necesidad de trabajo hizo que acudieran a Dios, no que buscaran trabajo. Estuvieron dispuestos a experimentar a Dios como su Fuente. Continuaron practicando el principio de dar y sintieron la actividad del Espíritu divino como su fuente. Ahora, ambos tienen trabajos placenteros y que satisfacen abundantemente sus necesidades humanas. La respuesta no fue encontrar dos trabajos, sino descubrir que Dios era su Fuente.

    Las necesidades sirven un propósito

    Las necesidades sirven un propósito; ellas hacen que acudamos a Dios.

    Casi todo milagro en la Biblia comenzó con una necesidad. La viuda con un pequeño recipiente de aceite cuyos hijos estaban por ser vendidos como esclavos para pagar las deudas de ella, experimentó provisión abundante; su milagro comenzó con una necesidad. Jesús alimentó a 5000 personas con cinco panes y dos peces, mas su milagro comenzó con una necesidad —alimentar a personas hambrientas. Siempre ha sido de esta manera. Las necesidades no son avenidas para la expresión de Dios, mas ellas hacen que acudamos a Dios. El siguiente paso es apartarnos de la necesidad.

    Identificamos la necesidad, mas dejamos de enfocarnos en ella. Acudimos a Dios y soltamos la necesidad. Esto hace que nos acerquemos a la verdadera avenida del poder de Dios, porque así como es obvio que la humanidad tiene necesidades, también es obvio que las necesidades son satisfechas y, en algunas instancias, por medio de expresiones increíbles de poder divino.

    La mecha de una vela

    Por un momento considera una vela. Durante talleres que presento, a veces les pido a dos personas que me acompañen en la tarima. Le doy una vela a una persona y a la otra una caja de fósforos. Pido que enciendan la vela. Entonces, yo tomo otra vela y le pido que también la enciendan. Raspan el fósforo y la persona que lo tiene intenta encender mi vela; mas no puede.

    Entonces le pregunto: ¿cuál es el problema? La persona que estaba tratando de encender mi vela se da cuenta de que mi vela no tiene mecha. No tiene mecha, dice. ¿Es eso un problema?, digo. , responde.

    Una vela sin mecha es un problema. Le digo a la audiencia que la vela contiene suficiente combustible para producir luz y calor por horas, pero no podemos tener acceso a este porque no tiene mecha. Esa es la verdad acerca del reino de Dios. Todo lo que necesitamos está disponible. Todo el amor que jamás podamos necesitar está en nosotros, ya que Dios ha hecho una morada en nosotros. Si necesitamos sabiduría, provisión, paz o fortaleza, estas están a nuestro alcance. Están más cerca que nuestro mismo aliento, mas necesitamos una mecha.

    Tú, querido amigo, has sido creado para ser la mecha de la vela de Dios. Puedes pensar que la persona es la mecha, mas no es así. La mecha es realmente una persona que está consciente de la presencia de Dios. Los pasos de Reunión sagrada nos preparan para convertirnos en una avenida para la expresión de Dios. Seremos bendecidos, mas también nos convertiremos en avenidas por medio de las cuales otros serán bendecidos.

    Recuerda el papel de la necesidad: hacer que acudamos a Dios. Dios te llama a través de la necesidad. Existen principios poderosos que gobiernan nuestras vidas. Hoy hemos descubierto que la necesidad no es una avenida para la expresión de Dios. Sabemos que Dios no obra por medio de la necesidad, mas que cuando nos volvemos conscientes de la presencia divina, llegamos a ser la mecha de la vela. Es entonces cuando ocurren los milagros.

    Un principio más

    El primer paso de Reunión sagrada revela otros principio: Su Padre ya sabe de lo que ustedes tienen necesidad, antes de que ustedes le pidan (Mateo 6:8). La mayoría de las personas sienten alivio cuando recuerdan que Dios sabe lo que les hace falta y necesitan, que desean ser sanados o que quieren un empleo. Esta es la comprensión natural de la frase de Jesús. Pensamos que Dios es sabio y que Él conoce nuestros problemas. Mas existe otra interpretación lógica y surgen preguntas adicionales cuando examinamos profundamente que Dios sabe de nuestra necesidad antes de que le pidamos.

    ¿Necesitamos realmente pedirle a Dios algo que creemos necesitar? Verdaderamente no le estamos dando a Dios información nueva. Tal vez el pedir es algo que hacemos para nosotros. Puede que nos ayude a estar receptivos para recibir. Tal vez tengamos una necesidad que es conocida por Dios más no por nosotros. Otra extraña posibilidad puede ser que el Espíritu divino desconoce nuestra necesidad.

    En Habacuc 1:13, está escrito: Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal (Nueva Versión Internacional) ¿Será posible que los ojos de Dios sean tan puros que no pueden ver nuestra necesidad? Lo cierto es que en Dios no existen necesidades. Cuando una persona experimenta la Presencia, no existen la carencia, la enfermedad ni el conflicto.

    En su libro, Cómo usé la Verdad, Emilie

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