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Cuando uno despierta
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Libro electrónico185 páginas2 horas

Cuando uno despierta

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Cuando uno Despierta, es un libro que plantea cuestiones hasta comunes de la vida que casi no se hablan, temas que se refieren a acontecimientos que le pasan a uno como parte del crecer y del propio vivir, pero que igualmente afectan e invitan a reflexionar transformando así la visión de las cosas, de la vida misma e inclusive hacia una renovadora apertura interior. Es una aventura de transformaciones y despertares, es una invitación a mirar desde otra perspectiva a las experiencias de la vida, la perspectiva del aprendizaje y del regalo que cada una trae consigo.

 

Con un estilo reflexivo y empático, este libro nos exhorta a mirar diferente a los avatares de la vida, sobre todo por aquellas donde el tiempo generacional no dan tregua, animándonos a vivir con más felicidad, caminar más ligeros por la senda de las culpas y las comparaciones, abrazando al perdón y a la gratitud como el primer escalón en las cuestas de la vida.   

IdiomaEspañol
EditorialInés Perina
Fecha de lanzamiento24 jun 2020
ISBN9781393743811
Cuando uno despierta

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    Cuando uno despierta - Inés Perina

    Cuando uno despierta - Portada

    Cuando uno despierta, es un libro que plantea cuestiones hasta comunes de la vida que casi no se hablan, temas que se refieren a acontecimientos que le pasan a uno como parte del crecer y del propio vivir, pero que igualmente afectan e invitan a reflexionar transformando así la visión de las cosas, de la vida misma e inclusive hacia una renovadora apertura interior. Es una aventura de transformaciones y despertares, es una invitación a mirar desde otra perspectiva a las experiencias de la vida, la perspectiva del aprendizaje y del regalo que cada una trae consigo.

    Con un estilo reflexivo y empático, este libro nos exhorta a mirar diferente a los avatares de la vida, sobre todo por aquellas donde el tiempo generacional no dan tregua, animándonos a vivir con más felicidad, caminar más ligeros por la senda de las culpas y las comparaciones, abrazando al perdón y a la gratitud como el primer escalón en las cuestas de la vida.

    Inés Perina

    CUANDO UNO DESPIERTA

    © Inés Perina, 2020

    Cuando uno despierta

    Edición digital: Matías Cardozo

    Composición tipográfica:

    Cormorant, de Christian Thalmann

    ISBN digital: 9781393743811

    Junio de 2020

    Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial, en cualquiera de los métodos o formas, electrónica o mecánica, incluyendo el sistema de fotocopias, registro magnetofónico o sistema de alimentación de datos, sin expreso consentimiento de la editorial. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.

    Prefacio

    Muchas veces me pregunté qué se necesitaba para escribir un libro. Al escuchar la pregunta tal cual se la formula pareciera que intento convertirme en una dramaturga literaria; sin embargo, mi deseo es solo plasmar en escritos mis experiencias, apreciaciones y reflexiones que, a fuerza del proceso de crecer y de otras cosas, la vida te da.

    Siempre me ha gustado leer libros, novelas, los de línea espiritual o los llamados de autoayuda. Leyendo me hice amiga de mucha gente interesante que, les aseguro, ni saben que existo, pero que al compartir conmigo sus libros y experiencias me han ayudado a entender o tratar de entender los diferentes momentos y situaciones que atravesaba en mi vida.

    Me aventuré a escribir este ensayo de libro, porque es lo primero que escribo en mucho tiempo bajo el concepto de «libro». Internamente sentía la necesidad de hacerlo, de expresar y plasmar en líneas toda la fuerza interior que me movía. Mis decepciones, mis alegrías, las reflexiones que a costa de mucha meditación lograba, y hay que tener en cuenta que al decir meditación no me refiero a realizar un mantra, o sentarse en una posición clave de «meditación» y canalizar la respiración para lograr la «iluminación», no, no; uno puede meditar de muchas maneras, rezar es una forma de meditar y hablar con uno mismo también es meditación.

    La meditación a la que yo me refiero son las infinitas conversaciones que he tenido conmigo misma sobre una situación, tristeza o dolor que me tocaba en ese momento. El hablar conmigo como si estuviese hablando con otra persona, en silencio y en mi mente o en voz alta inclusive; tanto que a menudo mis colegas de trabajo y hasta mi familia me decían: ¡Otra vez hablando sola! A esto siempre seguían las risas y bromas porque resultaba simpático verme sola en una habitación o en mi oficina con mi ordenador como mi único testigo, hablando ofuscada o emocionada como si estuviera hablando con alguien. En realidad estaba hablando con alguien, conversaba con la única persona que siempre estará a mi lado y nunca me dejará sola, que buscará de mil maneras sostenerme y protegerme: estaba hablando conmigo.

    Escribir este ensayo me resultó un tanto difícil. Primero, porque nunca escribí un libro; en épocas de secundaria escribía poemas que se los mostraba a mi profesor de literatura, el profesor Damián Dávalos, para que me los corrigiera y me orientara sobre la escritura. Cuando cumplí quince años, mi padre me había regalado una enciclopedia de poesías, Antología Poética Universal, que me encantaba porque contenía los poemas más dulces y hermosos de poetas eminentes. Todos los domingos, mi madre escuchaba un programa de radio de un periodista muy perseguido en la época de la dictadura de mi país, y en medio de su programa, el locutor leía los poemas muy probablemente del mismo libro que yo tenía; me encantaba escuchar cómo los recitaba, solo que al terminar la secundaria, se acabaron el bullicio y los poemas y también el programa dominguero.

    Segundo, porque no sé si cuento con la habilidad y capacidad de conectarme con el que se encuentre del otro lado, y como dicen ciertos libros de mis amigos escritores: No pienses en el que está del otro lado, simplemente siéntate y escribe. Así que les hice caso y simplemente me senté y empecé a escribir.

    Sea a uno solo o a mil, siempre habrá alguien que necesite leer estas líneas y le signifique un valioso aporte. No sé en qué línea catalogar este libro, no sé si es de autoayuda o un simple compendio de las reflexiones y despertares de la vida. Lo cierto es que todos, sin excepción, necesitamos de ayuda en algún momento y aunque no haya propiamente un grito de socorro, esa ayuda puede venir de lugares y espacios inesperados, más aún si son de nuestros padres o de la misma familia (esto me lo dijo sabiamente un primo, cuando iba a emprender un nuevo proyecto de vida en otro país y yo no sabía qué hacer con la mía). Y si un libro (aunque no sea tan bueno), un escrito o un corto poema contiene tan solo un párrafo, una línea o simples palabras que signifiquen alguna verdad o muestren una senda de sentimientos y despertares compartidos y sirva de cierto apoyo o simple guía, entonces valió la pena el esfuerzo que se hizo para escribirlo. En mi caso, agrego el esfuerzo por ganarle al miedo de descubrirme desde mi interior, porque cuando uno escribe se muestra desde adentro como cualquier arte, como pintar, como actuar o como bailar. Uno se muestra con transparencia y yo ahora lo estoy haciendo escribiendo.

    Y en tercer lugar, me cuesta escribir porque hablar de las decepciones, de las frustraciones y del propio dolor no es fácil, de las cuestiones que hasta podríamos llamarlas comunes y propias de la vida que le pasan a uno como parte del crecer y que casi no se hablan pero igual afectan y duelen. Mirar hacia atrás y plantearme transmitir experiencias mías y otras prestadas, plasmar en estas páginas el discernimiento y comprensión sobre cada despertar y el cambio mismo de mi propia línea de pensamiento en cuanto a esos despertares, es un verdadero reto; principalmente, cuando llegaba al punto de encarar las incoherencias de la vida, pues está visto que siempre la primera impresión es resistirse a ello porque al carearte con esas contradicciones, con esas disparidades, te enfrentas a tus miedos y resistencias y yo no he sido la excepción.

    Todos, en el intento de alcanzar nuestros anhelos y metas, en el impulso que nos lleva a pedalear los sueños y cuando llegamos al punto crítico de pensar que eso malo pero pasajero que nos está pasando, lo empezamos a sentir como eterno; tropezamos y nos frustramos o decepcionamos por la caída, sintiendo que se ha fracasado. Particularmente, no me gusta llamarlo fracaso; uno puede cometer errores, equivocarse, pero no fracasar. Creo que nadie fracasa en la vida, sino que simplemente las personas dejan de intentar.

    Y es en ese derrumbe donde el problema no es la caída, el problema es saberse levantar, porque lo que realmente hace que te cueste levantar, lo que realmente duele no es lo que te hacen, no es lo que te han hecho, sino el quién te lo hace. Eso es lo que duele y resulta una verdadera contienda levantarse más fortalecidos, más aprendidos de las caídas, más sabios, invitándote a reflexionar transformando así la visión de las cosas, de la vida misma e inclusive hacia una renovadora apertura interior; al menos, eso sería lo ideal, aunque al principio no sepamos cómo hacerlo.

    No soy psicoanalista ni terapeuta, pero para animarme a escribir este ensayo de libro no solo acudí a Freud, a la corriente Gestáltica y a algunos especialistas en el crecimiento interior y terapeutas propiamente, sino también a sabios pensadores y algunos que, como yo, han hurgado en el rigor de su experiencia y crecimiento personal: a mi propia familia, personas conocidas y amigas; vínculos muy cercanos cuyas vivencias y experiencias me han hecho transitar con ellos desde mi lugar, aprendiendo y acogiendo todo aquello que la situación tenía para dar.

    Acudí a mi propia vivencia de niña, adolescente y mujer; a mis despertares de madre, hija y esposa y ser humano, que me han llevado a profundizar sobre temas tan corrientes que a todos nos ocurre pero que no se acostumbra a hablarlo, sobre todo por aquellos que se refieren a los acontecimientos que le pasan a uno como parte del crecimiento y madurez o por tratarse de cosas normales y naturales, como la pérdida de un ser querido, y de las posibles transiciones que conlleva cada etapa o momento de la vida que se está viviendo, pero que sin embargo igual pesan en el proceso y duele superarlo.

    Cada uno tiene su momento y tiempo de recogimiento personal, desde una reflexión que nos lleva a un retiro tácito en nuestro propio interior, en nuestro adentro, disparando una necesidad y un querer acurrucarse y cobijarse de uno mismo y en uno mismo, y quedarse allí todo el tiempo que sea posible porque desde ese lugar te sientes seguro, apartado del mundo, y desde esa quietud simplemente despertar.

    Todo lo que intenté plasmar en estas páginas son procesos de crecimiento y transformaciones internas muy profundas; es inevitable que el dolor y ciertas situaciones lleguen a nuestras vidas, pero la elección de cómo sufrirlas depende solamente de nosotros. Sé que hay una diferencia tremenda entre hablar de un tema porque los libros y la lectura te instruyeron y hablarlo porque lo has vivido y sobre todo por las reflexiones, que yo llamo Despertares, y que me atrevo a discernir pero que las he adquirido porque la vida le enseña a uno a ser un poco psicólogo-terapeuta y reflexivo de su propia vida. Pero me hicieron contemplar y despertar hacia una nueva conciencia marcándome una nueva ruta, un nuevo camino, cargando con mi mochila vacía para llenarla de experiencias y reflexiones y un nuevo mapa de viajero que aún sigo descubriendo.

    Capítulo I

    La felicidad

    Un regalo hecho a medida

    La felicidad. Una cuestión tan trascendental en la existencia del ser humano, un anhelo de todos. Todos queremos ser felices, pero ¿qué es realmente la felicidad?, no existe ser humano (considero yo) que no se haya planteado esta pregunta.

    La eterna discusión filosófica y psicológica sobre qué significa la felicidad nos sumerge en un sinfín de conceptos y apreciaciones que nos lleva a plantear si la misma existe o no, si realmente uno puede ser feliz en la vida, e inclusive plantearse uno mismo cómo encuentra su propio ikigai, que en la cultura japonesa se refiere al «motivo de existir», lo que traduciendo para este lado del Continente es la respuesta a la gran interrogante que llegado un punto nos hacemos todos: Cuál es mi objetivo en esta vida, cuál es el sentido de mi existencia y para qué vine a ella, pero que además tiene mucho que ver con aquello que llamamos felicidad. Por mi parte, me permito compartir esta pequeña y muy personal apreciación sobre la felicidad.

    Creo originalmente que vinimos a este mundo para ser felices. El sentido de la existencia de uno es ser feliz, y para empezar a abrirnos a esa felicidad, el descubrir el verdadero significado del amor nos hará converger en un solo camino, ruta que se transita en íntima conexión, donde los despertares te inician en el desafío de peregrinar tu propio camino, acompañado de tu lado claro y tu lado obscuro, porque todos tenemos nuestras luces y nuestras sombras. Salvando las vallas de las contradicciones de la vida, esta está nublada de contrastes.

    La sociedad en la que hemos crecido nos ha enseñado un concepto de felicidad un tanto novelesco. Tendemos a creer que la felicidad es ausencia de problemas, conflictos y desgracias, que es encontrar a la pareja ideal y vivir un idilio pintoresco lejos de obstáculos y decepciones. Me recuerda a las novelas que en esos tiempos veía mi madre, casi todas, por no decir todas, con el típico argumento de la muchacha humilde (Cenicienta) que se enamora de un buen mozo de sociedad (el Príncipe Azul). Y aunque muchos noten lo ilusorio en este cuento, seguimos soñando consciente o inconscientemente con esa convicción, incluso envidiando y comparándonos con personas que aparentemente han logrado ese mágico sueño de haberlo conseguido todo sin tener que luchar con nada.

    Muchos dirán que la felicidad son momentos donde se siente satisfacción o alegría por algún logro; unos dirán que es un estado de ánimo que por lógica no puede perdurar para siempre, entonces consideran que no se puede ser feliz todo el tiempo; otros expresarán tal vez que tiene que ver con la toma de decisiones, o sea, tomar la decisión de ser feliz; unos la relacionarán a la alegría y ganas de reír o tal vez digan que tiene que ver con la gratitud; y seguramente habrá otros cuantos que la vincularán con las posesiones materiales y estatus social. Pensaba yo antes que posiblemente algo de todo esto pudiera ser asertivo, que tal vez la felicidad fuera un poco de todo eso, y aunque la alegría también es parte de la felicidad creo que ser felices es algo más que estar contentos por algo o alguien.

    Vivimos buscando la felicidad en el lugar equivocado porque la buscamos fuera de nosotros y en realidad hay que buscarla dentro de nosotros; todo está siempre dentro de nosotros y no afuera. La felicidad tiene que ver con el estado interior, es un proceso muy particular y

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