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Más Allá Del Arco Iris: Una Historia Que Descifra La Espiritualidad Humana…
Más Allá Del Arco Iris: Una Historia Que Descifra La Espiritualidad Humana…
Más Allá Del Arco Iris: Una Historia Que Descifra La Espiritualidad Humana…
Libro electrónico877 páginas14 horas

Más Allá Del Arco Iris: Una Historia Que Descifra La Espiritualidad Humana…

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Información de este libro electrónico

Diego es un hombre que injusta y falsamente ha sido involucrado con
un movimiento armado que opera en el sureste de Mxico. Sealado
como un peligroso criminal ser perseguido y sentenciado a morir para
que con su desaparicin cargue con la responsabilidad de ciertos hechos
que l jams cometi. Ser el amor lo que se convertir en su nica
opcin de vida para enfrentar una verdad que avergonzar a toda una
nacin.
Laura es una mujer cuya existencia ha sido marcada por la desgracia y la
fatalidad. Militar de carrera y psicloga de profesin ahora tendr que
incursionar en una zona de confl icto armado para realizar una misin
que la llevar a descubrir lo que ella nunca crey que existiera. El amor
y la maldad humana sern el marco referencial donde ella descubrir su
verdadera identidad as como el sentido real de su existencia.
Los destinos de Diego y Laura se entrelazan para crear una historia de
amor sublime suscitada entre los bellos e inmensos parajes de la selva
lacandona. El amor que nace entre ellos ser un acontecimiento tan
inesperado como fuera de toda lgica pero el amor es as Impredecible
e inesperado.
Ms All del Arco iris es una novela que ensea el camino del amor,
el perdn, la humanizacin y desentraa, adems, la espiritualidad
humana. Esta maravillosa historia te ayudar a comprender y a admitir
que Dios es amor y Dios existe dentro de cada ser humano manifestndose
en el momento en que cada quien decida conocerle.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento6 ago 2012
ISBN9781463332822
Más Allá Del Arco Iris: Una Historia Que Descifra La Espiritualidad Humana…
Autor

Guillermo Aguilar Álvarez

GUILLERMO AGUILAR ALVAREZ.- Escritor nacido y radicado en México, D.F. Es el nuevo suceso literario que promueve un claro perfi l humanista y contemporáneo de alta sensibilidad emotiva a través de cada una de sus obras. Su estilo logra descifrar la espiritualidad humana y contempla soluciones reales, desde su muy particular punto de vista, para superar condiciones de alta crisis existencial. Investigando, creando e imaginando, GUILLERMO AGUILAR ÁLVAREZ desarrolla, con una manera de escribir totalmente innovadora, una perspectiva diferente pero siempre referente a solucionar confl ictos de la personalidad como: DEPRESION, DUELO AGRAVADO, DIVORCIO COMPLICADO, TENDENCIA SUICIDA, ANGUSTIA, ANSIEDAD, SOLEDAD EXISTENCIAL, ADICCIONES, DESAHUCIO, VIOLENCIA INTRAFAMILIAR, RELACIONES DESTRUCTIVAS y muchos otros trastornos que afectan la personalidad humana. En México, GUILLERMO AGUILAR ALVAREZ impulsa un proyecto de alto impacto social denominado: ROJO VOLUNTAD el cual consiste en benefi ciar a: MADRES SOLTERAS QUE VIVIENDO EN CONDICIONES DE POBREZA EXTREMA, TENGAN UN HIJO, MENOR DE 18 AÑOS, AFECTADOS POR UNA DISCAPACIDAD SEVERA y/o IMPSOIBLEPODEROBTENERUNMINIMO DE REHABILITACION O SE ENCUENTREN EN SITUACION DE DESAHUCIO A CONSECUENCIA DE PADACER UNA ENFERMEDAD INCURABLE. Este es un nuevo grupo vulnerable que es descubierto y propuesto a través de una labor intensa de investigación de campo que éste activista social realiza como parte de una labor altruista en benefi cio directo de aquellas mujeres que más necesitan de ayuda y comprensión.

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    Más Allá Del Arco Iris - Guillermo Aguilar Álvarez

    Copyright © 2004, 2012 por Guillermo Aguilar Álvarez.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

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    Palibrio

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    ventas@palibrio.com

    417839

    Índice

    Agradecimientos…

    Nota Del Autor

    Capitulo I

    Capitulo II

    Capitulo III

    Capitulo IV

    Capitulo V

    CAPITULO VI

    CAPITULO VII

    CAPITULO VIII

    CAPITULO IX

    CAPITULO X

    CAPITULO XI

    CAPITULO XII

    CAPITULO XIII

    CAPITULO XIV

    CAPITULO XV

    CAPITULO XVI

    Capitulo XVII

    Capitulo XVIII

    Capitulo XIX

    Capitulo XX

    Capitulo XXI

    Capitulo XXII

    Capitulo XXIII

    Capitulo XXIV

    Capitulo XXV

    Capitulo XXVI

    Capitulo XXVII

    Capitulo XXVIII

    Capitulo XXIX

    AGRADECIMIENTOS…

    Indudablemente, primero Dios.

    Porque con su infinito amor y maravillosa sabiduría supo llevar el transcurso de todos los acontecimientos permitiendo que llegarán a mí las personas, las oportunidades, las circunstancias, los recursos, los tiempos, la paciencia, la inspiración y todo cuanto sucedió para que esta obra se hiciera realidad y pudiera llegar a las manos y al corazón mismo de todos aquellos que buscan la fortaleza de su espíritu así como un consuelo real en momentos de desdicha y de oscuridad. Gracias Dios, por ser mí mejor y más admirado amigo.

    Gracias también a quienes creyeron y apoyaron éste proyecto literario uniéndose así a la más noble y bella labor del espíritu a través del esfuerzo compartido. La buena voluntad de todos ellos me llevará, indudablemente a conocer lo que existe mucho más allá del Arcoíris. Estas personas significan para mí la luz que alumbra mi propio camino.

    … También gracias a ti, Celia, porque llegaste a mi vida amorosa y mágicamente. Debo darte las gracias por darlo todo a cambio de tan poco. Con tu presencia, mi amor pudo encontrar lo que siempre estuvo buscando. Gracias pues a la vida misma por haberme permitido conocerte y compartir contigo tantos y hermosos sucesos que llenaron de alegría la realización de este bello oficio de ser escritor profesional. Donde estés, deseo para ti lo mejor y también deseo que hayas por fin encontrado aquello que te haga sentir plenamente realizada y en armonía con el amor verdadero.

    En memoria de…

    Sonia Nayelli Flores Aguilar. Porque su presencia y a su paso por esta vida, ella dejó en mi, como legado, la concientización de que una discapacidad o enfermedad incurable, por muy severas que éstas puedan ser, significan, con buena voluntad, la semilla que habrá de convertirse en el más hermoso proyecto de amor y de ayuda desinteresada para aquellos que más necesitan apoyo, comprensión y asistencia.

    Tu vida, amada Nayelli, no fue en vano… Aquí comienza la lección de vida que solamente tú me pudiste proporcionar. Dios y tu recuerdo estén conmigo por siempre…

    NOTA DEL AUTOR

    Durante los primeros años de mi vida, justo antes de cumplir los seis, recibí un regalo que habría de marcar mi vida entera. Bien puedo recordar aquella tarde cuando mi hermana Irma puso sobre mis manitas un libro titulado: Mis primeras letras. Aquel texto era educativo e instructivo y no olvidaré nunca la alegría que me produjo aquel singular obsequio. Esa tarde me la pase hojeando las paginas de mi libro descubriendo así tantas y nuevas cosas que me mantuvieron fascinado y entonces la curiosidad por el aprendizaje surgió en mí como una pequeña flama que un día se habría de convertir en fuego vivo.

    Con el paso de los años puedo decir con mucho agrado que los libros han sido para mí algo así como buenos amigos y compañeros de vida. Ellos han estado y permanecido en cada momento y en cada etapa de mi existencia. De la lectura logré hacer un sano hábito tan importante para mí como la meditación y la oración.

    Puedo decir, sin lugar a dudas, que el contenido de cada obra leída ha repercutido en mi imaginación, en mi creatividad y en mi deseo para llegar a ser escritor profesional. Nada más hermoso para mí que lograr escribir para ayudar.

    Mis temas favoritos en cada charla sostenida con las buenas amistades toman un particular e interesante matiz cuando se conversa de libros, de los temas, los autores y por su puesto, de las novedades editoriales. Es a través de la buena literatura la manera en que yo pude descifrar, tan solo un poco, el enigma y el misterio humano. Luego de muchos años de ser un ávido lector puedo sentir que soy un mejor persona pues leyendo he podido obtener mucho de mi propia realización.

    Más allá del arcoíris es mi primera novela y ha sido escrita especialmente para todos aquellos seres humanos que necesitan un aliciente que los ayude a enfrentar y a superar condiciones existenciales consideradas como de grave sufrimiento existencial. El desconsuelo y la tristeza humana siempre resultar ser tan injustos como inmerecidos. No es nada fácil vivir soportando pesadas cargas con las que a veces la desdicha y la adversidad parecen obligarnos a soportar. Menos fácil es aún permitirnos existir en un estado de lucha desproporcionada contra la fatalidad y la desgracia.

    De forma muy especial, ésta obra ha sido diseñada para ayudar a trascender los estados emocionales que se sufren y se padecen en relación directa con niños desahuciados y/o afectados por una discapacidad severa o imposible poder obtener un mínimo de rehabilitación. En ésta empresa también incluyo a toda persona que busque hacerse más consciente respecto del dolor y el sufrimiento que aqueja a nuestro prójimo.

    El contenido literario de ésta obra está sustentado en una realidad que pretende conducirnos hacia la verdad. Más allá del arcoíris intenta desentrañar la espiritualidad humana para ofrecernos así una y mil alternativas que nos ayuden a conocer y comprender los alcances del amor. En cada página, en cada párrafo, en cada renglón, ésta obra proporciona un sentido real de la existencia humana y pretende aportar una fortaleza anímica que colabore para liberarnos de estados alterados de la personalidad como lo son: La tristeza, la envidia, el egoísmo, el rencor, el odio, la amargura y tantas otras condiciones tan deplorables que afectan la esencia misma de nuestro ser.

    Fue y ha sido el trato directo, -a través de la investigación y el testimonio-, con madres de niños afectados por la parálisis cerebral lo que me ayudó a comprender la heroicidad que muestran algunos seres humanos día con día. Gracias a muchas mujeres que compartieron conmigo sus experiencias de vida, he podido llegar a creer que el ser humano es la más sublime creación de la naturaleza. Gracias a ellas fue que también llegué a creer que vale la pena colaborar para que alguien en condiciones de depresión severa recupere aquella condición. La vida en un mosaico de múltiples opciones y debemos estar preparados para elegir la mejor alternativa. Será pues la espiritualidad y su amplio espectro de concientización lo que hará de ésta novela todo un suceso que puede cambiar, para bien, el rumbo de nuestra existencia.

    A través de los años me he convencido que los conceptos nunca están por encima de las experiencias. Más allá del arcoíris es una recopilación de sucesos y acontecimientos que denotan amargas vivencias. Quizás puede llegar a suceder que al finalizar la lectura de ésta obra tú puedas sentirte capacitado para enfrentar con valor los límites que te han marcado la confusión y el desaliento. Serán el amor, el perdón, la voluntad, la paz, la tranquilidad, la fuerza del espíritu y una promesa más que maravillosa, los legados que podrás encontrar en esta historia, por cierto, nacida y creada a través del sufrimiento humano. Nadie está exento de posibles hechos que puedan ensombrecer nuestro bienestar y hasta la vida entera.

    Felizmente puedo asegurar que en el trabajo literario que le otorga contenido a ésta novela incluye una estructura narrativa que ayudará a cada lector a encontrar una alegría y una concientización respecto a lo que significa vivir en plenitud y será así la manera en que se logrará hacer que tú obtengas un renovado y fortalecido estado emocional muy cercano al máximo optimismo que jamás hayas experimentado.

    Espero, amigo lector, que cuando tengas ésta obra en tus manos y sepas de lo que aquí se trata, sientas tanta alegría y tanta felicidad como la que yo sentí al recibir mi primer obsequio.

    Si cuando termines de leer más allá del arcoíris nace en ti el deseo de amar desinteresadamente, no te niegues a ti mismo y ama tanto como puedas hacerlo. No existe más y mejor dicha que experimentar ese sentimiento tan hermoso y encantador. El amor, desde mi punto de vista, es la más noble y bella labor del espíritu a través, siempre, del esfuerzo compartido.

    Deseo sinceramente que mi labor como escritor profesional pueda llegar a significar para ti un recurso que ayude a encontrarle solución a tus conflictos y a tus tormentos internos. También es mi intención hacerte saber que aún en la más negra y oscura realidad siempre existe una respuesta maravillosa que nos indica que nada sucede por casualidad y que todo tiene un porqué. Será así en que a partir de este nuevo día no te preguntes más porqué, mejor cuestiónale a la vida… ¿Para qué?

    Será, con toda seguridad, que el espíritu divino nos proporcione las contestaciones adecuadas y precisas, siempre en su justo momento y circunstancia. Mientras tanto, yo te invito a que eleves una oración y seas parte del universo. Al fin y al cabo podrás saber que la liberación del alma estará siempre mucho más allá del arcoíris.

    Guillermo Aguilar Álvarez

    Escritor.

    Verano del 2012

    CAPÍTULO I

    Sureste de México

    La desesperación y la desesperanza se habían apoderado completamente de Diego. La extrema fatiga y el poco aliento que le quedaba lograron hacer que por su mente cruzara la idea de que al fin había llegado el momento de rendirse, de afrontar las consecuencias de ser un hombre injustamente perseguido tal y como lo había sido los últimos años de su vida.

    Bien se daba cuenta aquel rebelde que las posibilidades para lograr escapar eran cada vez menores. Seguro estaba que sí lograban apresarle para él no habría un nuevo amanecer. ¡Indudablemente que a su vida se le había fijado un precio y ante la inmensa necesidad de seguir en el intento, aquel hombre se propuso defender su vida hasta el último soplo de esperanza y con la mayor dignidad posible tal como lo había aprendido a través de su propia experiencia de vida!

    Debido al intenso esfuerzo realizado, un dolor permanente, casi insoportable aquejaba su cabeza que parecía querer estallarle en cualquier momento pero la adrenalina seguía corriendo por sus venas a cada segundo obligándolo a continuar buscando la mínima posibilidad de lograr ponerse a salvo mientras que su cuerpo emanaba un sudor helado como síntoma inequívoco del enorme temor que estaba soportando ante el inminente y grave peligro que lo acechaba.

    El clima de aquel amanecer era frió y húmedo. El cielo reflejaba una triste tonalidad grisácea matizada con suaves pinceladas violáceas, rosadas y aperladas. Hacia el oriente, negros nubarrones se desplazaban lentos arrastrados desde la cumbre montañosa por fuertes rachas de vientos encrespados. ¡La presencia de aquellas amenazantes nubes presagiaba una descomunal tormenta y en punto de las siete de la mañana la neblina inundaba aún la parte baja de la cordillera y prácticamente todo el inmenso valle; entre la opacidad de aquella impresionante floresta, los arbustos y los enrramajes denotaban figuras espectrales como mudos testigos de aquella obstinada cacería humana.

    Cuando Diego logró llegar a un pequeño claro luego de dejar atrás la parte más intrincada de la selva detuvo su apresurada huida y tomándose solo el tiempo necesario trató de ubicar la ruta que más le convendría seguir en un afán, más que desesperado, de poner a salvo su vida una vez más. Echando mano del paliacate que llevaba atado alrededor del cuello limpió el sudor de su rostro; quizás también limpió sus lágrimas. Con los dedos de su mano izquierda buscó por debajo de la camisola el pequeño amuleto que pendía de su cuello y lo besó tiernamente.

    Conociendo a la perfección aquellos inmensos parajes supo que poco faltaba para llegar al río y una nueva esperanza renació en él pues seguro estaba que si lograba llegar a el otro lado del cauce mucho se le facilitaría poder alcanzar el punto geográfico donde comenzaba la zona serrana y con ello, la inmensidad del bosque le brindaría una mayor protección, mucho mayor libertad de acción pues si alguna parte conocía tanto como la palma de su mano era precisamente la zona esmeralda que comenzaba justo después del impresionante afluente.

    Una gran pena intentó abrumarlo al sentirse acorralado en aquella paradisiaca zona que lo rodeaba porque ahí mismo había vivido sus primeros y más felices años de una niñez esplendida, resuelta y ahora tan lejana. Fue un suceso providencial lo que sacudió la mente del rebelde en esos precisos momentos y su aflicción no tuvo cavidad cuando echó mano del recuerdo. ¡Del cúmulo de experiencias vividas en el pasado supo enfrentar las adversidades que le mostraba el presente y de la evocación surgió un poco de entereza y aplomo porque había sido en esos mismos linderos y en esos mismos collados donde aprendió a sentir y a conocer la vida en plena libertad! ¡Fueron aquellas veredas y todos esos parajes, fue el canto de los jilgueros, los árboles y la frescura de los arroyos los que naturalmente compartieron con él un lugar y mil sucesos para comenzar a poner de pie su incipiente espíritu de niño! ¡Porque jugando, corriendo y creando sonrisas a granel fue como comprendió que para él existía un lugar y un destino entre aquella maravillosa manifestación de perfecto equilibrio natural! ¡Diego, siendo todavía un pequeñito, logró cautivar las sutiles fragancias de los pinos, las rosas y la campiña para conocer así el aroma que impregna la alegría de vivir y persiguiendo el vuelo de las mariposas descubrir un horizonte más allá de la razón!

    ¿Cuántas veces y cuantos años disfrutó de aquellas aguas cristalinas sumergido en la búsqueda de su propia identidad? ¿Cuantas fueron las tardes que sobré él cayeron chorritos acaramelados de sol para darle forma y sustento a miles de juegos concebidos a través de una inagotable y fascinante imaginación encarando con feliz ternura aquella maravillosa aventura llamada niñez?

    ¡Y tras aquellas inolvidables correrías acariciar el deseo inconmensurable de atrapar entre sus manitas el arcoíris para derramar sobre su propia existencia las cálidas y siempre bellas tonalidades de un fenómeno cromático que lo condujo hacia la ensoñación! ¡Fue con inocencia con lo que Diego sintió ser parte de todo aquello que sus ojos veían, sus oídos escuchaban y su corazón amaba!

    ¡La niñez de aquel guerrillero estuvo siempre llena de curiosidad! La búsqueda de respuestas a su propio dilema existencial lo indujo hacia la investigación del conocimiento de su exacta personalidad y comprendió que la vida es como un esquema infinito de múltiples opciones. La misión de vida que Diego tomó para sí la obtuvo a través de la consciencia, pero ahora, bajo semejantes circunstancias, más por instinto que por lucidez hizo un esfuerzo por reorganizar sus pensamientos mientras que una tupida llovizna comenzaba a precipitarse provocando de inmediato grandes aguazales sobre aquellos terrenos tapizados y recubiertos de follaje seco. De inmediato, un exquisito aroma a tierra virgen humedecida inundó por completo cada espacio de aquella región selvática y hacía las alturas, parvadas de copetones, jilguerillos, abejeros y clarines volaron despavoridos buscando refugio en medio de las impresionantes copas de aquellos gigantescos sabinos y huanacastles. Más que de la lluvia, aquellas aves huyeron del peligro latente que se podía sentir en aquel recóndito lugar. Diego recapacitó entonces en aquellos sucesos y comprendió que solo el hombre es capaz de alterar tan perfecta armonía cuando en sus intenciones agrega la mala voluntad y el salvajismo.

    Fue en esos precisos momentos cuando se escucharon las primeras ráfagas de metralleta. Sin perder un segundo más, aspiró grandes bocanadas de aire puro y echando un vistazo hacía atrás logró darse cuenta que aún ganaba un poco de ventaja sobre sus perseguidores y entonces reanudó la huida. Al poco rato había logrado recorrer casi cuarenta metros a través de la corriente helada y eso significaba que estaba llegando a la mitad del imponente río que, para su fortuna, el cauce fluía tranquilo pero no por ello el afluente dejaba de ser menos peligroso. ¡Dentro de las pesadas aguas, el rebelde realizaba un esfuerzo descomunal tratando de que sus piernas, con la poca fuerza que aun les quedaba, siguieran rompiendo la corriente al tiempo que procuraba mantenerlas firmes sobre el fondo fangoso evitando así que la fuerza del agua terminará por arrastrarlo dejándolo indefenso, a merced de aquellos criminales mientras que el miedo amenazaba ahora por convertirse en pánico! Ni siquiera supo cómo logró mantener un mínimo de calma pues conforme logró avanzar, el nivel del agua había ido en aumento obligándolo a mantener los brazos completamente extendidos hacia lo alto tratando de poner a salvo el pesado fusil pero manteniendo así una posición de completa vulnerabilidad pues a poco menos de cincuenta metros aquellos siete sujetos no dejaban de dirigir hacia él la mirilla de impresionantes armas que, desquiciadas, escupían interminables ráfagas de balazos rozando con furia la desvalida existencia del rebelde sin lograr, por fortuna, lesionarlo. ¡Era tanta la angustia que sentía y lo desigual de aquella batalla que justo en esos momentos imploró una plegaria tratando de tranquilizar así el desajuste emocional que lo estaba consumiendo!

    ¡La lluvia para entonces se había convertido en una imponente tempestad!

    Ya eran más de dos horas las que habían transcurrido desde que comenzó aquella despiadada persecución y Diego seguía en el intento de dejar atrás el rio para encaminar sus pasos montaña arriba. Quizás, con un poco de suerte, podría llegar hasta el paraje conocido como el sendero de Bruno. ¡De lograrlo, seguramente habría ganado la batalla!

    Pero el infortunio no le concedía tregua ni mayor oportunidad. Los antebrazos parecían romperse en cualquier momento y los músculos de la espalda estaban tan tensos que comenzaron a provocarle un dolor paralizante, casi incapacitante. ¡Realmente eran el cansancio, la incertidumbre y el temor lo que más complicaban su anhelo de libertad! ¡Tenía que alcanzar el otro extremo del rio antes que rendirse!

    A poca distancia de alcanzar la orilla, nuevas detonaciones irrumpieron el silencio. ¡La selva entera enmudeció y el silencio era un silencio que lastimaba el alma! Las descargas eran impresionantes y por cada disparo de aquellas armas, de los ojos de Diego se derramaron lágrimas de impotencia mientras que todos sus sentidos se mantenían en máxima alerta logrando escuchar cuando uno de aquellos hombres, seguramente quien llevaba el mando, gritó varias veces llamándole por su nombre. A lo lejos le ordenaba que se entregara pacíficamente, que todos sus derechos serían respetados, que en esa promesa, aquel sujeto empeñaba su palabra de militar.

    ¡Nunca un hombre se escuchó más falso!–Pensó para sí Diego.-

    Seguro estaba que aquellas palabras significaban una mentira más. ¡De lograr darle alcance, su vida en manos de aquellos mercenarios, no valdría un centavo! ¡Apenas unas horas antes, por cierto, muy cerca del amanecer se había consumado la traición que se convirtió en masacre! ¡Tropas fuertemente armadas, bajo el mando del general Bonfilio Ezquerra Treviño actuaron bajo el amparo de una conducta traicionera y homicida violentando e ignorando el estado de derecho y los acuerdos previamente establecidos que implementaban la tolerancia, el libre tránsito y la pacificación en las zonas de conflicto! Sin embargo ese día decidieron tender el cerco y no dudaron en efectuar la matanza. Casi todos los miembros de una comisión pacificadora y representativa del movimiento rebelde cayeron asesinados en los albores de aquel siniestro amanecer; otros muchos más, a partir de ese día, permanecerían en calidad de desaparecidos, sin esperanza alguna de poder encontrarlos con vida.

    Consciente estaba Diego que la muerte y la fatalidad habían llegado para profanar la pureza de esos valles sembrando terror y sangre para acallar de esa manera la voz de quienes intentaron obtener una forma de vida diferente y una condición menos excluyente. Muchos años de persecuciones y abusos habían padecido los miembros de aquellas comunidades por el simple hecho de ser legítimos dueños de aquellas tierras ahora motivo de disputa entre criminales y otros grupos de poder y sin hacer caso a las advertencias del militar, siguió en el empeño de poder llegar hasta la cumbre misma de aquella impresionante montaña teñida de un bellísimo color verde humedecido.

    ¡Los soldados no se daban por vencidos y continuaban tirando a matar!

    Fue la adversidad y tan complicadas circunstancias lo que provocaron en el rebelde una carga enorme de dudas y confusión. Ambas condiciones casi lograron eclipsarle la fe y sin embargo, Diego quería vivir ¡Recién comprendía que no podía dejarse morir así! ¡Un repentino brote de fortaleza surgió desde lo más profundo de su ser y entonces decidió poner su vida en las manos del Dios de su fe! ¡Y a ese Dios de su creencia le pidió una nueva oportunidad para seguir con vida! ¡Aún quedaba algo por hacer y ese faltante le estaba proporcionando un nuevo sentido a su existencia! ¡Sí algo deseaba realizar aquel hombre era el hecho de poder compartir la historia de su vida!… ¡Una historia sublime con rasgos de fascinación!

    Y entre tanto que el mundo seguía girando inventando acontecimientos y dramas que conforman la historia de nuestras propias vivencias cierto era que en pleno corazón de la selva lacandona, una realidad más que amarga insistía en hacerle sentir a ese hombre el peso de la derrota a cuestas y real era también que aquel rebelde que vivió pagando el precio de su propia libertad y determinación comenzaba a descifrar los verdaderos motivos que hicieron que sobre él cayera una sentencia manipulada y cobarde que lo condenaba a morir asesinado para justificar así secretos, muchos secretos que pronto se convertirían en evidencias tan horrendas como impostergables.

    Y en el ocaso mismo de una lucha de consciencia, bajo el cobijo de un cielo plomizo y entristecido, aquel rebelde llamado Diego, pudo discernir que el destino, caprichoso como a veces suele proceder, comenzaba a traslucir una verdad tan inconcebible como repugnante; una verdad que, de llegar a conocerse, se convertiría en la vergüenza de toda una nación.

    ¡Ahora ya no le quedaba duda! ¡Detrás de todos aquellos espantosos sucesos estaba la ambición desmedida y la obsesiva búsqueda de poder de un General cuya mente desquiciada y enferma lo llevó a conocer la parte más depravada, envilecida y oscura de si mismo!

    ¡Sí verdad había una, ésta comenzaba a tomar forma y sustento y cuando ya nada pudiera ocultarse, aquellas evidencias estarían a la espera de un veredicto!

    CAPÍTULO II

    ¡Llegar al otro extremo del río fue casi como un milagro! Tan pronto como su mano logró aferrarse a la hierba que nacía sobre el borde de tierra firme deslizó el fusil hacia adelante logrando un oportuno reposo para sus brazos completamente entumecidos. ¡A punto del colapso físico, logró recargar la mitad del cuerpo sobre él herbaje y entonces comenzó a llorar sin poder comprender realmente el porqué!

    El viento soplaba impresionantemente convertido en un incontrolable y furioso vendaval; el torrencial aguacero casi no permitía distinguir y cuando Diego al fin logró normalizar el ritmo de su agitada respiración alzó su cara hacia el cielo y permaneció así, como embelesado y ausente sintiendo con agrado el golpeteo de la tormenta. El movimiento del agua estancada en el recodo comenzó a jugar con él bamboleando suavemente su cuerpo y sin embargo el rebelde permaneció totalmente absorto en sus propios pensamientos y cavilaciones. Su aspecto denotaba la postura de alguien que busca consuelo en lo infinito e imperceptible mientras que la lluvia lograba disimular algunas lágrimas que corrieron por sus mejillas. Su llanto no era de tristeza. ¡Ese hombre estaba conmovido por seguir con vida!

    Pareciendo que el tiempo se hubiera detenido en aquel lugar, verdad era que el tiempo nunca se detiene ni pospone lo que tiene que suceder; Diego sabía que aquel instante de reposo era suficiente para poder entregarse al amparo de aquel quien para él era la solución perfecta a su impotencia y desesperación. Lo que estuviera por venir era parte de su destino y solo deseaba obtener la fortaleza necesaria para afrontarlo aún y cuando el futuro pudiera traer consigo un tanto de penalidades y otro tanto de dolor.

    Un suceso repentino propiciado por la naturaleza logró sacar de su aislamiento a aquel afligido sujeto. De pronto se vislumbró un destello majestuoso que iluminó la cúpula celeste y el estruendo que produjo el impresionante relámpago retumbó desde el centro mismo de la montaña demostrando así tan solo una diminuta fuerza que concentra el universo y entonces Diego abrió los ojos y al hacerlo, observó con calma hacia sus alrededores; recapacitando, supo que la naturaleza nunca llega a producir ni tanto miedo ni tanta destrucción como la que es capaz de producir el hombre mismo. El recuerdo de un hecho muy significativo para él, vivido en ese preciso lugar, agudizó la parte sensible de su ser y una extraña manifestación de sentimientos encontrados se revolvieron en lo más profundo de su alma; tristeza y melancolía se combinaron con una placentera añoranza provocándole un llanto conmovedor y discreto al darse cuenta que con sus manos sujetaba el tronco de un bellísimo árbol que él mismo y en compañía de sus mejores amigos de la infancia habían sembrado muchísimos años atrás y que decidieron colocarlo en ese lugar para distinguir el sitio exacto donde quisieron enterrar, dentro de un cofrecito de madera, sus más bellos anhelos infantiles. La emoción nuevamente lo sensibilizó y recargando su frente contra el grueso tallo, supo que era el momento de despedirse de aquel, su viejo amigo y con toda la capacidad afectiva que ese hombre podía sentir quiso colocar un beso sobre la cubierta rugosa y humedecida de aquel hermoso eucalipto.

    –Adiós querido camarada- susurró despacio Diego casi seguro que nunca más volvería a verle.

    Enseguida logró aferrarse a la hierba para impulsarse con fuerza y al fin logró salir del agua. ¡Entre lo tupido de la borrasca apenas pudo darse cuenta que ellos comenzaban a cruzar el cauce!

    Echando nuevamente a andar siguió la ruta que formaba una interminable hilera de bellísimos flamboyanes y cuando intentó acelerar el paso, sintió que las botas de campaña parecían pesarle el doble debido al agua que había absorbido la piel del calzado mientras que su cuerpo había perdido verticalidad a causa del tremendo desgaste físico y al agotamiento acumulado.

    Entre la espesura y la frondosidad vegetativa de aquellos corredores y laberintos naturales Diego recapacitó en algunos detalles que hasta ese momento no había tomado en cuenta y el recuerdo de sus compañeros caídos durante la emboscada llegó a su mente y con su recuerdo llegó también una rápida reflexión que lo hizo estremecer de miedo; recién caía en cuenta que aquellos sucesos no habían sido casuales y que seguramente el ataque perpetrado en contra de la comitiva era el resultado de un operativo mucho más complejo resultando lógico y hasta obligado pensar que existía la posibilidad de que el refugio central de las fuerzas rebeldes también hubiera sido atacado; sí eso resultaba cierto entonces se habría efectuado una acción paralela a la emboscada y que de seguir intentando llegar al campamento estaría dirigiendo sus pasos directamente hacia el enemigo y por consecuencia, hacia una muerte segura. Tal impacto le causó sus propias conjeturas que se fue deteniendo poco a poco sin reparar siquiera en sus perseguidores. Un total desconcierto bloqueaba su buen juicio impidiéndole tomar una decisión rápida y acertada acerca de lo que más le convenía hacer y sin pensarlo se encaminó hacía una brecha que lo llevaría hacia la parte oriente de la montaña con la intención de llegar hasta la cañada vieja. La intensidad de la lluvia amainó en ese momento casi por completo y al mirar de frente y hacia lo alto de la colina logró distinguir un gran número de militares que lentamente se abrían paso pendiente abajo a través del accidentado terreno a una distancia no mayor de quinientos metros del sitio donde se encontraba inmovilizado; por reflejo quiso retroceder de inmediato y al voltear se dio cuenta que el grupo que llevaba a sus espaldas había alcanzado más de la mitad del río y entonces se sintió perdido entre dos fuegos! ¡El refugio central sí había sido atacado y ahora se encontraba prácticamente a la deriva porque sabía con certeza que decenas de soldados estaban maniobrando por distintos puntos de toda aquella zona y tarde o temprano cerrarían el cerco para llegar a él! En un impulsivo intento para corregir la ruta decidió dirigirse hacia la hondonada con la intención de tomar un atajo pendiente abajo pero consciente estaba de que intentarlo era más que arriesgado y peligroso debido a que él despeñadero era prácticamente inescrutable. ¡Con todo y eso, la opción era totalmente ineludible! La arcilla se había convertido en lodazal haciendo de la ladera un tobogán hacia el precipicio y al colocarse al filo del ribazo un vértigo estremeció al rebelde y perdiendo el equilibrio comenzó a rodar sin poder evitar una caída estrepitosa y violenta. ¡Diego y su vida estaban rodando cuesta abajo hasta que llegó el momento en que sintió tocar el fondo! Por varios minutos permaneció tirado sin mover absolutamente ninguna parte de su cuerpo casi aniquilado por los golpes y una que otra herida de poca consideración. Solo cuando estuvo seguro de que nadie estuviera cerca se fue incorporando lentamente percatándose de que en la caída había perdido su arma pero eso poco le importó. La verdad era que si había llegado a utilizar un arma de fuego era como mero simbolismo para no caer en contradicciones con la operatividad del movimiento rebelde pues seguro estaba que con balazos no podría defender ni exponer su propio concepto de la libertad ni su búsqueda de legalidad. ¡Lo que realmente le importaba era encontrar una salida de aquel sitio ahora atiborrado de militares!

    Y sin más alternativa que la opción que le brindaba su instinto de conservación siguió por el corredor paralelo a la ladera del rio con dirección al sur queriendo llegar a la frontera, pero eso significaba un esfuerzo sobrehumano tomando en cuenta la distancia que mediaba entre los dos puntos y no esperó más. Comenzando a trotar notó que las fuerzas comenzaban a abandonarlo y avanzando solo unos cuantos metros escuchó varias detonaciones; ni siquiera supo de donde provenían, solo pudo sentir un fuerte impacto seguido de un intenso dolor e hincado cayó sobre él lodazal. En su cara se dibujó una mueca de dolor y mordiéndose los labios contuvo un grito que se ahogó en un silenció obligado; con su mano tocó donde sentía quemársele la piel y al intentar levantarse se dio cuenta que le habían herido una pierna y la lesión provocó de inmediato una hemorragia impresionante, entonces, arrastrándose pudo llegar a la cimiente de un enorme árbol y recargó en él todo el peso de su humanidad. Con premura comenzó a explorar el área que había sido lastimada dándose cuenta que el balazo le había rozado la pierna justo arriba de la rodilla derecha dañando la cara exterior del muslo. ¡Desesperadamente comenzó a detener el flujo y desgarrando el pantalón dejó totalmente al descubierto la herida! ¡Con cierta rapidez y habilidad echó mano de su cinturón y el torniquete le dio resultados logrando controlar en mucho la pérdida de sangre aunque él dolor aumentaba poco a poco! ¡La condición de Diego ya era francamente lamentable y con grandes esfuerzos se podía mantener consciente pero temía perder el conocimiento en cualquier momento pues la falta de alimento y agua también comenzaban a hacerle estragos! ¡Ahora lo invadía una fuerte sensación de desvanecimiento por una súbita baja de la presión arterial! ¡El cuerpo le temblaba sin poder controlar los espasmos y su vista comenzó a nublarse! Antes de perder el conocimiento logró escuchar algunas voces e hizo el esfuerzo para poner toda su atención pero sin lograr ubicar de donde provenían.

    ¡Seguro eran militares!-pensó-

    Y utilizando más la fuerza de voluntad que la fuerza física tuvo la intención de asomarse por entre los matorrales para poder distinguir a alguien pero de pronto su mirada se topo de frente con la figura amenazante de un soldado que poco a poco se fue acercando a él apuntándole directo a la frente con el fusil ametrallador. Cuando el militar estuvo seguro que Diego estaba desarmado, asestó un golpe seco en plena cara utilizando para ello la culata de la pesada arma provocándole de inmediato una prolongada conmoción.

    Un militar más llegó apresurado y mirando el cuerpo inerte del rebelde cuestionó a su compañero:

    -¿Esta muerto?-

    Sin palabras el oficial negó con la cabeza.

    -¿Y qué esperas? ¡Mátalo de una vez!-

    Entonces aquel soldado descansó la correa del fusil sobre su hombro. Con la mano derecha retiró la tapa de la funda que pendía de su fornitura y sacando la pistola escuadra cortó cartucho colocando el dedo índice sobre el percutor; dando un paso hacia adelante apuntó directo a la cabeza de Diego pero un grito roncó lo hizo titubear. La voz endurecida del Coronel Larios retumbó y acercándose apresuradamente dio la orden para que el subordinado guardara su arma. Ambos soldados se miraron entre sí como queriendo comprender aquello que acababan de escuchar.

    -¡No dispare, soldado! ¡Le estoy diciendo que se aleje de ese hombre! ¡Obedezca!-

    -Pero mi General Ezquerra dijo que… -

    -¡No me obligue a disparar en contra de usted! En su momento daré las explicaciones necesarias a mi General Bonfilio Ezquerra. ¡Pero ahora obedezca y aléjese de ese hombre!- Remarcó tajante Larios con su pistola ya en la mano.

    -¡Esto no le va a gustar nada a mi General! ¡Usted sabe muy bien a lo que me estoy refiriendo Coronel!- Rebatía el militar de mala gana visiblemente confundido mientras enfundaba su pistola.

    -¡Asumo las consecuencias de lo que estoy haciendo!- Dijo Larios mientras se acercaba todavía más- Ustedes venían detrás de este sujeto, ¿no es así?

    -¡Sí mi Coronel!- Contestó el otro militar- Junto con nosotros, vienen cinco elementos más.

    -Pues bien, debido a eso no saben que un destacamento de tropas especiales enviado desde la zona militar llegó a esta región hoy por la mañana. En estos momentos el Capitán Carlos Coronado, comandante en jefe de ésta sección está realizando, junto con su tropa, un recorrido de reconocimiento e inspección por estos lugares y les aseguro, sin temor a equivocarme, que en este preciso instante nos está observando a través de unos binoculares. No es conveniente terminar ahora lo que se había planeado porque nos estamos exponiendo a que éste capitán y su gente sean testigos presenciales de nuestros propósitos, así que no queda más remedio que esperar una nueva oportunidad para liquidar este asunto y mientras, haremos creer a todos que este hombre no será juzgado por hechos que jamás cometió. En tanto, sé que el Capitán Coronado se irá de aquí esta misma tarde porque debe regresar a la zona militar para rendir su informe. Ahora solo nos resta trasladar a este sujeto a nuestra base de operaciones… ¿Comprenden ahora mi postura?-

    Pero el soldado que estuvo a punto de disparar en contra de Diego ya casi no escuchaba. Haciendo un gesto de fastidio miró con ojos de fuego a su Coronel y dando media vuelta para alejarse, solamente murmuró:

    -Allá usted, Coronel… Allá usted.

    CAPÍTULO III

    ¡No supo cuanto tiempo estuvo en la inconsciencia pero tan pronto como recobró el sentido sintió como si hubiera vuelto a nacer! ¡Inesperadamente tenía ante sí una nueva oportunidad para descubrir lo que la vida aún esperaba de él a partir del momento en que volvió a abrir sus ojos y supo entonces que a su historia todavía le quedaban hechos por agregar! ¡Seguir expresando los motivos que le dieron sustento a su existencia era un prodigio que no él tenía contemplado pero se llenó de alegría! ¡El mundo seguía girando y Diego junto con él!

    Al paso de unos cuantos minutos por fin logró aplacar su desbordado y comprensible entusiasmo teniendo que volver al dilema que le marcaba su crítica realidad.

    Aturdido y embotado logró ponerse de pie abandonando el pequeño camastro donde lo habían recostado. Trastabillando logró salir de la pequeña casa de campaña y afuera se dio cuenta que ya la noche había caído. Echando un vistazo supo que el sitio donde ahora se encontraba estaba lejos del lugar donde había sido aprehendido. Una ráfaga de viento fresco llegó por sorpresa desde los pinares chocándole en pleno rostro pero ayudando a que Diego pudiera despejar un poco su atribulada mente; cuando tuvo mayor lucidez reconoció plenamente la zona donde se habían levantado provisionalmente aquellas instalaciones militares. Sin duda, el sitio no era otro que el paraje conocido como el paso de los misioneros, un lugar de ensueño, muy cerca de la cumbre montañosa, pero alejado de toda comunicación humana.

    A través de la distancia, del follaje y de la oscura noche, pudo distinguir la luminosidad de lo que seguramente era una fogata y sin medir las consecuencias caminó hacia ella a través de la angosta brecha. No había alcanzado la mitad de la senda cuando su presencia fue descubierta por uno de los centinelas quien sigilosamente se escondió entre la maleza con la intención de ganarle sorpresivamente la espalda. El claro de luz plateado que emanaba de una luna llena y hechizante guiaba los pasos de Diego cuando éste recapacitó dándose cuenta que había cometido una imprudencia al querer llegar a la fogata pero cuando quiso reaccionar sintió el leñazo sobre sus pantorrillas y dobló inmediatamente las rodillas. Un empujón bastó para que cayera de bruces luego de doblar las rodillas y el soldado colocó su bota sobre la espalda del rebelde; luego realizó un disparo al aire con la intención de alertar a los otros guardias. Pronto aquel infeliz cautivo fue maniatado y los brazos le fueron colocados por detrás del cuerpo; antes de ponerlo en pie uno de aquellos sujetos le echó una soga al cuello y tiró con fuerza hasta casi provocarle asfixia; el militar, enfurecido, lo arrastró unos cuantos metros y luego dejó que Diego se levantara por sí solo mientras que los demás soldados se retorcían a carcajadas haciendo más baja y cruel aquella infame humillación. Lentamente fue conducido hacia un espacio despejado de terreno y ahí la soga fue atada al macizo de un árbol marchitado; aquel desalmado tensó la cuerda desde lo alto con la intención de que Diego permaneciera siempre de pie, casi de puntillas, dando la espalda a las llamas de la hoguera y mientras lo ataba, entre gritos y ofensas le dejaba muy en claro su condición de procesado. Otro soldado más le advertía una y otra vez que cualquier actitud sospechosa sería considerada como intento de fuga y de suceder esto, no dudarían en hacer uso de las armas.

    -¡Más te vale quedarte quieto y acatar todo lo que se te está ordenando si es que deseas mantener una esperanza de salir con vida de este lugar! –Amenazó sin lugar a dudas aquel desalmado militar-.

    Lo que menos quería Diego en esos momentos era moverse. Todo el cuerpo le dolía espantosamente pero no tanto como el dolor que sentía en el alma porque allí todo el ambiente olía a pólvora y a desolación. No le fue difícil imaginar lo que había sucedido con muchos de sus compañeros quienes seguramente habían perdido la vida tratando de alcanzar una manera más justa y digna para vivir en paz. Tristemente se daba cuenta que ahora estaba cautivo en medio de esas esplendorosas tierras donde alguna vez vivió el sueño más maravilloso y esperanzador de toda su vida. Allí donde alguna vez pudo respirar las más sutiles fragancias que lo inspiraron a disfrutar la vida en una completa libertad Diego sintió la amenaza abrumadora que impone el miedo atormentador, la desdicha y las consecuencias de su proceder. Pero su dignidad aún estaba intacta y fue por ello que aceptó el costo de su persecución y lo que aún le esperaba. Su manera de ser y su forma de pensar, lo llevaron, a través del tiempo, a romper con esquemas impositivos convirtiéndose en una consecuencia lógica y contrapuesta al abuso de poder. Aquel rebelde era producto de una sociedad lastimada y ofendida hasta la saciedad; era el rostro de un país en agonía y por eso, también representaba un peligroso factor de inestabilidad para un sistema dominado por los vicios de la corrupción. En aquel lúgubre escondrijo militar, un sentimiento de aislamiento le estaba carcomiendo lentamente la calma y la tranquilidad pero el miedo no iba ser motivo de sufrimiento para ese hombre. Fue entonces como logró comprender que su vida estaba respaldada por los hechos del amor. Un poco de paz llegó en el momento preciso como un suceso antecedente al dolor que inexorablemente estaba a punto de soportar.

    Fueron algunas horas las que transcurrieron en aparente calma pero al rayar la media noche comenzó un verdadero martirio en contra del rebelde. No vale la pena siquiera mencionar las bestialidades que son capaces de realizar un puñado de de mal llamados servidores de la patria. La verdad era que aquellos asesinos sólo dieron muestras de un salvajismo mental que no tenía límites. Aquella despiadada tortura comenzó cuando Diego fue sometido a un interrogatorio y a muchas preguntas que no tenía razón de ser; aquellos cuestionamientos solo fueron el justificante perfecto para someterlo a una agresión brutal dejándolo al final prácticamente molido a golpes, con un sabor a sangre impregnado en su boca y una lacerante sensación de desamparo.

    ¡En la soledad de su cautiverio, el sufrimiento de aquel hombre alcanzó entonces su máxima expresión y el crepúsculo fue testigo de que a Diego no lo estaba consumiendo tanto el dolor físico producido por la golpiza! ¡Su derrumbe moral era consecuencia de lo impredecible de su inmediato porvenir! Creyendo que su suerte estaba echada pensó que no le quedaban más que dos opciones, una de ellas era la cárcel siempre y cuando se llegará a difundir la noticia sobre el desmantelamiento total de las tropas rebeldes y las posteriores detenciones de los miembros activos que militaron en el movimiento insurgente y si esto no era así, definitivamente que su vida se encontraba en grave peligro. Con toda seguridad iba a llegar el momento en que atentarían contra su integridad y esa era su segunda y más cruda opción.

    A pesar de la penosa condición del rebelde luego de tan severo ultraje, fue el extremo agotamiento lo que le hizo implorar que aflojaran un poco la cuerda. Un joven teniente se compadeció de él y accedió, quizás conmovido por la deplorable imagen que reflejaba aquel pobre desdichado; tan pronto aflojó la soga, Diego cayó sobre su propio peso chocando pesadamente el cuerpo ya sin fuerza contra el piso y al caer boca arriba, su mirada quedó puesta fijamente en aquella nítida y brillante luna de verano; después cerró sus ojos y una triste reflexión saltó de lo más recóndito de su fatigada mente.

    -¿Porqué tener que terminar así?- Se preguntó a sí mismo más de una vez. El proceso del recuerdo emergió entonces y la memoria comenzó a darle las respuestas que él necesitaba.

    Poco antes de ser considerado como criminal y prófugo de la justicia, en una de sus últimas investigaciones periodísticas Diego logró comprobar y dejar al descubierto un sistema político totalmente en descomposición. El crimen organizado había logrado penetrar las más altas esferas del servicio público involucrando, incluso, a funcionarios encargados de impartir justicia como jueces y magistrados quienes debido a su degradación profesional, terminaron por ejercer una ley ofrecida al mejor postor, si, una ley prostituida. La corrupción evidenciada había llegado a tales niveles que no pudo ocultarse la desfachatada y delictiva complicidad de los cuerpos policiacos vinculados con las principales redes del narcotráfico, todo ello ante el displicente y comprado silencio de los grupos religiosos lideres en el país. Las estructuras del estado habían llegado a una plena degeneración y aún así el deterioro iba en aumento mientras que una interminable cadena de homicidios perpetrados en contra de periodistas había llegado a sobrepasar todo límite. El asesinato se implementó como práctica común y la impunidad como estilo de vida donde la ley y mucho menos las demandas de la sociedad fueron tomadas en cuenta y sí, en cambio, como signo distintivo de nuestra sociedad predominaron el miedo y la impotencia como consecuencia lógica de un gobierno cómplice e inútil, rebasado totalmente por una delincuencia generalizada, violenta y fuera de todo control.

    Un estilo de escribir y una gran necesidad por denunciar fueron incomodando poco a poco a poco a la clase más nefasta y podrida de la política nacional. Nombres de encumbrados empresarios y narcotraficantes también salieron a relucir y fue por ello que Diego comenzó a pagar el costo de cada hecho denunciado. Entonces llegaron las amenazas, muchas de ellas cumplidas no solo en contra de Diego mismo, sino también en contra de la gente más cercana a él familiar o profesionalmente hablando sin que ninguna autoridad fuera capaz de darle solución a estos intimidantes hechos. Con el paso del tiempo se orquestó en contra de él una bien maquinada campaña mediática de desprestigio y difamación con la intención de manipular a la opinión pública y justificar así toda una farsa de supuestas investigaciones oficiales pero que en realidad habían sido inventadas dentro de los más altos círculos de poder culminando tal simulación con la vinculación de Diego con del movimiento rebelde allá por el sureste. A partir de ese momento fue considerado como enemigo del gobierno y prófugo de la justicia; una justicia a toda vista desviada y distorsionada por aquellos a quienes les convino colocarle la etiqueta de criminal a un hombre que buscaba la verdad y cuyo único delito fue el hecho de traslucir el momento histórico que vivió el país bajo un sistema político y social que sufrió su más severa descomposición.

    Esa era parte de la historia de Diego por la cual asumió cada consecuencia derivada de su manera de existir. La libertad que él buscó para su propio espíritu se reflejó en cada uno de sus actos y en cada suceso que hilvanó tan bellísima historia de vida; su propuesta desató en contra de él mismo los más férreos conflictos buscando la verdad pero siempre manteniendo intacta su firmeza y decisión dispuesto a enfrentar la soledad, la persecución y la muerte misma porque supo que ese papel le tocó desarrollar en el drama inherente de su propio destino; Diego nació para entregarse al más necesitado y para ser un rebelde creado de la necesidad más pura de una sociedad más que oprimida, despojada, violentada y engañada. Su talento y la necesidad de ser fue lo que lo convirtieron en un peligro latente que perturbó al más poderoso grupo de poder que estaba en manos de unos cuantos facinerosos de vulgar presencia en el colapso de toda una nación. Por ser un hombre que no jugó el juego de la codicia compartida estaba preparado a pagar el precio que se le cobra a un hombre con dignidad. Sí el precio de su liberación lo debía pagar con la vida misma cierto era que estaba más resuelto porque sabía que morir por lo que amó era un privilegio de aquellos que trascienden la más espantosa mediocridad. Sabía que al morir, su espíritu volaría en busca de su tan anhelada libertad.

    Afortunadamente fue que por el resto de la noche Diego ya no fue molestado. A pesar del enorme malestar que laceraba todo su cuerpo se recostó sobre la yerba y logró conciliar un sueño profundo y tranquilizador. A través de un grato fenómeno onírico pudo visualizarse siendo todavía un niño y evocó aquel viejo cuento de hadas y ratones que mamá solía contarle antes de darle las buenas noches; también soñó a su hermana y en sueños la veía feliz pareciendo disfrutar enormemente de aquel bellísimo lugar y rodeada de todos los amigos que conocieron en aquella noche donde vivieron su gran aventura. Hermoso sueño aquel, sin duda, donde después llegó una especie de remembranza y la vida de Diego se le presentó a través de pequeños fragmentos, los más significativos, los más emotivos. Aquellas exquisitas sensaciones provocaron un caudal de gratas emociones que, con todo y que permanecía dormido, logró sentir una paz interna cuando se miró que al fin lograba alcanzar los colores de su entrañable arcoíris y que al asirlo, de éste se derramaban sutiles burbujas de colorido ensueño y las esferitas, retacadas de colores vivos oscilaban a través del viento afable y protector; luego, lentamente las pompas terminaban estrellándose contra aquel inmenso bosque salpicando de tonalidades vivas y extraordinarias su vida en sueños alegrando así el entristecido espíritu de aquel hombre a quienes muchos conocían como Diego, el profesor.

    Sería cuando despertó el momento en que Diego recordaría que aquel extraño sueño también trajo consigo una clara revelación. Él no moriría asesinado porque no podía morir sin haber despertado el más puro amor en una extraña mujer que a su vida estaba por llegar. En su letargo, ella lloraba desconsoladamente pero él nunca pudo mirarle completamente el rostro; solo recordaría unos ojos fascinantes con mirada de imploración.

    Y la noche fue pasando tranquilizadoramente y con el amanecer llegó el más bello espectáculo que jamás Diego haya podido disfrutar en semejantes circunstancias. El estado de alerta al que había estado sometido provocó que su sentido del oído se agudizara al máximo logrando percibir hasta el más sutil sonido emitido por la imponente naturaleza y así, como un enorme carrusel, la alborada le brindó todo un bello concierto de perfecta y armoniosa sonoridad donde los riachuelos, las avecillas, los pequeños roedores y hasta los más sofisticados ejemplares de la fauna silvestre que habitaban en la hermosa selva emitían infinidad de hermosas tonalidades que daban vida y alegría a aquellas primeras horas de día. Sin perder detalle de lo que escuchaba se dio cuenta que todos y cada uno de los seres vivos que poblaban la maleza despertaban a un nuevo amanecer haciendo notar su propia existencia a través de su singular manera y forma de expresión; Diego, tratando de armonizar con todo aquel maravilloso suceso de resonancia excepcional elevó una plegaria y nuevamente dos nuevas lagrimas rodaron por sus mejilla. ¡Qué hermoso le resultó al rebelde en esos precisos instantes sentirse parte de un mundo mágico y por demás maravilloso!

    Cuando decidió ponerse de pie comenzó a hacer movimientos circulares con el cuello; su vista capto el entorno y el ambiente continuaba húmedo y la mañana seguía agrisada pero ya sin ninguna amenaza de lluvia. La temperatura era poco menos que tibia y ese clima que se dejaba sentir era el favorito de Diego. Ante sus ojos reinaba un magnifico contraste de colores pues entre el cielo y la espesura vegetativa oscilaban tonalidades que variaban desde el verde esmeralda hacia los matices azulados con débiles toques de gris acaudalado; mientras, el fresco rocío al contacto con el aire, emanaba la exquisitez de un olor silvestre y de frescura que otorgaba un confort gratificante en el ambiente; luego de aspirarlo. Esa frescura matinal hizo revivir al rebelde cuando sintió que el aire frio llegaba hasta el fondo de sus agotados pulmones.

    Logrando al fin asimilar su posición respecto al tiempo y al espacio procuró, sin llamar la atención, con la mirada ya más nítida y ayudado por la luz del día a efectuar un rápido reconocimiento del lugar así como de todo y cuanto estaba sucediendo logrando percatarse de que la mayoría de los ahí reunidos eran militares que violentamente se daban a la tarea de formar filas con cada una de las personas que habían sido aprehendida durante los operativos realizados los días anteriores. Entre la gente pudo reconocer a no más de nueve miembros los que realmente participaron de manera activa dentro del movimiento rebelde; la gran mayoría nada tenían que ver con el conflicto armado y no pasaban de ser individuos ordinarios que habitaban las comunidades aledañas. Al fondo, muy cerca de donde nacían los primeros arbustos y la arboleda, Diego descubrió un apilamiento de cadáveres y al verlos, sintió un vació en el centro del estomago; los labios se le resecaron en fracción de segundos y palideciendo le sobrevino una nausea sintiendo que iba a vomitar. Comprendió que no era el momento para reaccionar de tal manera y clavando su mirada en la tierra tuvo que tragarse su dolor y su coraje y dio la espalda a tan horrible imagen y se alejó de ahí. Diego comprendió entonces que la vida siempre nos exige estar preparados para lo que venga, incluyendo la muerte misma y al pensar en esto aceptó que debería estar listo para poder superar lo peor; entonces se prometió a sí mismo que encontraría la forma de ponerse en paz con la vida y decidir la manera en que viviría lo que él creía, serían sus los últimos momentos de su existencia, de esa maravillosa existencia que le permitió ser partícipe de todos sus contrastes y que incluso le permitió saber y conocer de ese algo que se encuentra más allá de este proceso que llamamos vida.

    Y mientras llegaba el momento de afrontar lo que el destino tenía preparado para él, reafirmó su decisión de disfrutar y percibir, pese a todo, aquellos pequeños detalles y todos esos maravillosos sucesos que llenaban a cada instante de aventura y ensueño, su extraordinaria existencia.

    CAPÍTULO IV

    Cd. De México. Un día después.

    Eran las cinco en punto de la madrugada cuando el timbre del reloj despertador sonó de manera desquiciante irrumpiendo la absoluta tranquilidad que había prevalecido dentro de la cálida y confortable habitación. Por entre la tibieza de los edredones y de las finísimas mantas de color blanco inmaculado ella alargó el brazo deslizándolo lentamente. Con la mano buscó a tientas el pequeño interruptor para desactivar el mecanismo de alarma; de paso encendió la lamparita de buró y por un rato Laura permaneció yacente y adormecida deseando que el tiempo no transcurriera. Un suave e inesperado bostezo provocó que en su linda cara se dibujara tiernamente un gesto picarón aunque casi siempre la faz de aquella mujer denotaba una soledad callada y una tristeza incomprensible. ¡En el inicio de ese nuevo día, ella no imaginó que su vida, a partir de ese despertar, de ningún modo volvería a ser la misma!

    Al poco rato, muy en contra de su voluntad, abrió los bellísimos ojos color miel y somnolienta se destapó para sentarse en la orilla de la cama. Lentamente se fue quitando el listón que le sujetaba la abundante y rizada cabellera y sacudió la cabeza. Con cierta gracia buscó las pantuflas con sus pies hasta que logró calzarlas y enseguida caminó directo hacia el ventanal. De un tirón corrió las cortinas y al abrir de par en par las dos hojas del mirador, de inmediato la estancia se inundó de un viento fresco impregnando la estancia con aroma de violetas y jazmines.

    Laura permaneció de pie mirando hacía la lejanía un amanecer de extraordinaria belleza mientras que poco a poco desabotonó la chaquetilla de satín que le cubría la parte superior de su cuerpo. Cuando ésta se deslizó hacia abajo cayendo con ligereza sobre la alfombra, los pechos de la mujer quedaron al desnudo mostrándose así la exquisita delicadeza, perfección y belleza que la naturaleza proporcionó a aquella solitaria mujer y sin querer renunciar a aquel improvisado idilio con el amanecer, Laura cerró con fuerza los puños y alargó los brazos hacia lo alto para relajar cada musculo de su espalda. Realmente aquella mujer poseía un cuerpo finamente delineado donde cada parte presentaba una proporción de ensueño; la piel trigueña, discretamente bronceada, resaltaba una figura por demás atractiva y cautivadora. La personalidad de Laura era enigmática, templada con un temperamento sobrio pero un tanto introvertido.

    A esa hora de la mañana, el silencio envolvía por completo a la magnífica residencia; al subir la escalera, los pasos del viejo se escucharon lentos pero hicieron restallar la duela. El anciano tocó suavemente la puerta y con voz gastada pero con tono de ternura atrajo la atención de la bellísima mujer.

    -¡Corazón, buenos días! ¡Es hora de que despiertes, mi niña!- Se escuchó decir.

    -¡Si abuelo! ¡Ya he despertado! ¡Enseguida bajo para darte los buenos días!- Fue la contestación de Laura con voz de dulzura.

    -Mientras, ordenaré que te preparen un desayuno ligero. Algo de fruta y jugo de naranja, mi cielo.- Insistió el anciano.

    -¡Gracias abuelo! ¡Eres un ángel!- Agradeció ella desde el interior de la recamara.

    Y fue precisamente en medio de esa recamara donde Laura se quitó con rapidez el pantalón de la pijama y se dispuso para preparar la ducha. Con premura abrió las dos llaves de la tina y con la mano jugueteo con los chorros tratando así de mediar la tibieza del agua; enseguida agregó aceites, esencias y fragancias; también derramó el contenido de una esferitas de goma que al contacto con el agua comenzaron a producir espuma en abundancia. El baño diario era como un ritual imponderable y místico en la rutina de la bella Laura y cuando al fin la bañera estuvo lista recibió aquel cuerpo encantador y entonces ella disfrutó de todo un hallazgo de humedad reconfortante. Un suspiro repentino de ella provocó que una pequeña burbuja de jabón escapara desde la palma de su mano yéndose a perder en la nada y mientras Laura la observaba flotar, una reflexión arrebató toda su atención como si de pronto tuviera la necesidad de comprender un dilema que desde hace mucho tiempo entristecía su impenetrable corazón.

    -¡El amor! ¿Realmente existirá el amor?- Pensó para sí sin poder evitar que un sentimiento inexplicable se arremolinara en su pecho causándole un poco de dolor.

    La vida afectiva de aquella mujer resultaba ser todo un misterio. Quienes la conocían y la estimaban, no comprendían la razón de que, siendo tan bella, no había podido conocer la manifestación autentica del amor. Solo ella sabía que no iba a ser la soledad lo que le provocara una búsqueda frenética y desaforada de ese noble y sublime sentimiento. En tanto, Laura había encontrado un poco de compañía y afecto en los brazos de otra mujer. A veces había llegado a creer que era tanto el aislamiento hacia su verdadera personalidad que terminó seducida por los artificiosos placeres de una falsa identidad sexual. Por consecuencia, los halagos de alguien a quien ella nunca pensó no poder resistirse terminaron por atraparla en una relación sustentada en el placer momentáneo y producido por las trampas de la soledad haciendo de ella una mujer indefinida, arrinconada y confundida en su propia debilidad e insatisfacción. Quizás aquella homosexualidad latente estaba relacionada con hechos de su pasado que ella nunca había querido afrontar.

    Al poco rato, con el cuerpo totalmente empapado se alejó de la bañera y pronto envolvió su cuerpo cuando alcanzó la toalla; otra más colocó enredada en la melena color azabache. Con pasos apresurados

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