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La receta del éxito
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Libro electrónico239 páginas6 horas

La receta del éxito

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Todos los seres humanos anhelamos tener una vida exitosa; de hecho, se han escrito miles de libros al respecto; sobran cursos, seminarios, encuentros y talleres que nos hablan de este gran tema. Y, aunque muchos llegan a creer que existe un “gran secreto” sobre cómo lograrlo, ¿qué sucedería si supieras que no es una fórmula como tal sino una receta, que para salir adelante también debemos fallar? Adrián Guiérrez Ávila regresa con una nueva entrega, y con un audiolibro lleno de preguntas y respuestas entorno a este fascinante tema. Las personas exitosas no nacen con una llave maestra o un manual, pero sí desarrollan algunas características, hábitos y habilidades que el autor se dedica a explorar y a compartirnos en esta obra.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento26 sept 2023
ISBN9781094456041
Autor

Adrián Gutiérrez Ávila

Adrián Gutiérrez Ávila es un eterno estudiante. En 2001 se graduó de Comercio Internacional en el ITESO Guadalajara, donde estudió Lectura y Escritura, Negociación Profesional, Desarrollo Humano e hizo una maestría en Mercadotecnia Global. Ha tomado cursos online de universidades extranjeras como la Universidad Stanford, la Universidad Liberty de Virginia y la Universidad de California en San Diego. Es adicto a la lectura y apasionado por la historia de México, de Guadalajara y de los grandes acontecimientos del mundo. También ha sido empresario por más de una década en el ramo textil, emprendedor y asesor en el área de mercadotecnia de equipos nacionales de futbol y compañías de otros ramos.

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    La receta del éxito - Adrián Gutiérrez Ávila

    La receta del éxito

    LA RECETA DEL ÉXITO

    ADRIÁN GUTIÉRREZ ÁVILA

    Una historia de fracasos con un final feliz

    Adrián Gutiérrez Ávila

    Para Fernanda, André, Lucca y Marcel

    Para mi familia, quienes han estado conmigo a través de esta aventura: Fernanda, André, Lucca y Marcel.

    Para mi mamá, Rocío Ávila, y para mi hermana, Rocío Gutiérrez.

    Para mi papá, Adrián Gutiérrez Barrera, hasta el cielo.

    Para mis suegros, Ricardo y Lety.

    Para Vicent, Valeria y Anel, hasta Francia. Para mi tía Evelin, mi tío Alex, Celina y Fabricio en Los Cabos; para Ceci y Chuma en Nueva York; para Ana Pau, Fer, Romina, Nicole y Sofía Solís, Richard y Alice en Playa del Carmen.

    Para Eduardo, Dany, Alex y Cristóbal Torres.

    Agradecimientos

    A mi equipo de trabajo, Gil, Jay, Zule, Guadalupe, Kim, Renata. Cada vez somos más y seguiremos creciendo.

    A mi equipo de ventas, Nadia, Marie, Adriana, Ale, Caro, Gerardo, Adrián, Irene, Alfonso, Lourdes, Johan, Adriana Márquez, Margarita, Magaly, Pau Luévano, Nini, Adriana, gracias por tener la confianza de promover mis conferencias.

    Para mi editorial en Estados Unidos, Giron Books y Manuel Giron; a Pamela, de Penguin Random House.

    A todos los medios de comunicación que han tenido confianza en mí: Martha Debayle, Rebeca Mangas, Ana Galán, Luisa, Yuriria Sierra, Wendy Roa, Hilda, Laura y Giovanna de Imagen radio. A Yordi Rosado, Manolo y Christian de Yordi en Exa; a Ferndanda Familiar, Avith Gutierrez y Emilio de QTF; a Paulina Greeham, Pedro Ferriz, Manuel Angelino, Janett Arceo, Carmelina, Ivett de la Mujer actual; a Pamela Cerdeira, Azucena Uresti, Ana Francisca Vega, Daniel Guerra, Arely Paz, Viviana del Norte, Ciro Procuna, Mariazel, Marisol González (gracias por todo tu apoyo); a mi paisana Ana Barbara, Marisa Lara, Lili de la Vega, Liliana Suasol (gracias por tu amistad, por ser tu libro favorito), gracias a VLA, a Hoy y Sale el Sol que me han dado la oportunidad de estar con ustedes, Luz de ya párate, Facundo, Bazuca, Ale, Adriana Corona, a Rafa en Vox Villa Hermosa, Cesar Lozano y Joel Garza.

    Para todos los medios en EUA que me han abierto sus micrófonos, Chayan Ortuño, Darwing Salas y su familia; Doña Mago, Tony, Carlos, Coco, Claudia Gonzalez la coqueta, Gaby Moreno, Juan Tapia (Yogi), a los hijos de su Jefa, Lobito y Frank Q, a Joshua el Bronco, al Pollo Aceves en Las Vegas, a Cesar Procel y Octavio Rivero de TDN, para Erazno y la Chocolata, para Raul El Diablito, Hessler, Dogy y el Garbanzo, para Don Cheto, Gisselle Bravo y Christian García, para Zujaila Mohamed, Máyela Villalpando, Cesar el Raton, Jimmy Pérez, Hugo Sainz y Miguel Urquiza, para Abel García y su esposa Moni.

    A mis amigos, Adolfo Tanda, Gabriel del Toro, Paul y Alexa, Alejandro y Alma, Juan y Edith, Alex Gomez, Mario Gonzalez, Nuria Buxo, Denisse Ramos, Ale Sedano, Olga Gil, Sergio Negrete (econokafka) Kerem Muñoz, Iker Santoscoy, Giselle Restelli, Jorge Cuevas, Ari Pulido, Luisa López Madueño, a todos mis padawans, Javier Villanueva, a librerías Gonvill y Porrua, Claudia Villaseñor por todo el apoyo, y Viridiana Garcia, para Sara y Éli, mis primos Gutierrez, Chava, Marcelo, Juan, Michelle, Cony, Marcela, Titi, Ana Cecilia, Rosa Elena.

    Y para todos los que han leído mis libros anteriores y han colaborado para que llegue hasta donde estoy el día de hoy.

    Introducción

    Sobre la búsqueda del éxito han sido escrito cientos de libros en todos los tiempos. Sobran los seminarios, conferencias, cursos y talleres que nos hablan del tema. Todos ansiamos descubrir el secreto que existe detrás de tal o cual persona y buscamos seguir sus pasos con la esperanza de conquistar la tan atractiva meta. Sin embargo, ¿no sientes que la mayoría de las veces falta algo?

    Algunos gurús venden el éxito como algo místico. Lo presentan como si ellos fueran los iluminados y tú, el elegido. Claro, esto luego de que pagas las elevadas sumas de dinero que cuestan sus seminarios. Te advierten que el éxito implica pruebas. Que, si las superas, te subirán a un nivel donde accederás a los secretos mejor guardados. Y, de nuevo, ese nivel es de los más costosos. Uno que solo pocos pueden comprar. Te dirán que, si muestras que has trabajado lo suficiente, incluso más que los demás, llegarás a la cima. O, mejor dicho, a la cumbre del éxito, como le llaman.

    ¿La fórmula del éxito es un secreto? No. Y lo primero que te puedo decir es que, posiblemente, ni siquiera existe una fórmula como tal. Más bien es algo parecido a una receta de cocina. Las personas exitosas no nacen con una llave o un manual que los lleva a lograr sus metas de una manera más fácil que el resto. Sin embargo, sí te puedo hablar de una serie de características, factores, hábitos y habilidades que, si aprendes a lo largo de tu vida, te pueden llevar a conquistar el éxito.

    La mayoría de las personas exitosas cumplieron sus metas a base de prueba y error. Y los que decidieron compartir su manera de lograr el éxito, la explican a partir de lo que a ellos les funcionó. Sin embargo, replicar ese método, tal cual, paso a paso, no siempre nos dará el mismo resultado. Si así fuera, entonces cualquier persona podría tener el éxito garantizado con tan solo seguir las instrucciones al pie de la letra. Como quien instala un televisor.

    ¿Las personas exitosas nacen o se hacen? Una creencia popular es que nacen exitosos quienes vienen al mundo con estrella. Con una suerte diferente a la del resto de los mortales. Tanto así que todo les sale bien sin esfuerzo. Como si fueran por la vida poniéndose metas y, atrás, los acompañara su hada madrina para cumplirlas. Yo te puedo decir que, detrás de cada historia de éxito, aparecen dos, tres o más vivencias de muy dolorosos fracasos. Solo que, la mayoría, casi siempre pone atención en el resultado final; y no, en el proceso.

    A quién no le gusta hablar del negociante que reportó atractivas ganancias; del atleta que obtuvo el primer lugar de la carrera; del becado que ingresó a una universidad de prestigio. Son pocos los que se preguntan qué necesitaron estas tres personas para lograr resultados sobresalientes.

    Pues, precisamente, porque es necesario conocer cuáles fueron los desatinos, caídas, errores, obstáculos y miedos al crear la receta del éxito, el subtítulo de este libro es "Una historia de fracasos con un final feliz".

    Lo primero que te puedo compartir es mi definición de una persona exitosa: se trata de un fracasado profesional. Tal como lo lees. El éxito es el último eslabón en una cadena de fracasos. No conozco una sola persona exitosa que no haya fracasado varias veces antes de lograr su meta máxima. Y es aquí donde, precisamente, yo me uno al selecto grupo de exitosos.

    Cuando fracasamos, lejos de lamentar y llorar por la pérdida —y jurar que nunca más nos volveremos arriesgar— aun sobre nuestras cenizas comenzamos a planear cómo conquistar nuestro siguiente objetivo. Las personas exitosas tenemos una vacuna contra las consecuencias fatales del fracaso. Claro que nos duele perder. Por supuesto que nos afectan las caídas. Pero solo frenamos un poco para luego remontar. Nos levantamos las veces que sean necesarias. A fuerza de vencer el fracaso es logrado el éxito.

    De vuelta a la pregunta, ¿los exitosos nacen o se hacen?, la respuesta es directa: se hacen. Una constante en muchas personas exitosas tiene que ver con las dificultades que enfrentaron en su niñez. La orfandad, la pobreza, el maltrato, los abusos son algunos ejemplos. No quiero decir que, para lograr el éxito, forzosamente tengamos que pasar por situaciones similares. Pero si quienes pasaron por momentos tan difíciles, y tenían todo en contra, lograron el éxito, pues tú, que quizá tienes un entorno más favorable, ¡con mayor razón! Si es posible para alguien, es posible para ti.

    Para mí, la vida tiene tres caminos. Uno es el camino fácil, en el que te dejas llevar y no llevas a cabo algo distinto para mejorar tu condición. Otro es el camino que muchísimas personas siguen y donde te esfuerzas un poco más, pero no vas a intentar nada que alguien muy cercano no haya intentado antes. Y el tercer camino es el difícil porque en él te arriesgas a hacer lo que nadie más se había atrevido a realizar. Y este camino número tres, el más complicado, es el del éxito. Es donde necesitas trabajar más. Una vez que lo conquistas, se vuelve el más fácil a seguir por el resto de tu vida. Te puedo asegurar que el camino sencillo —y por el que tantos quieren andar— no te llevará a ningún lugar extraordinario.

    Si, como te comentaba, el éxito no tiene una fórmula secreta, sino, más bien, existe algo parecido a una receta de cocina para lograrlo, podrás encontrar una infinidad de ingredientes que, al combinarlos, te darán una muy rica gama de platillos. Cuando cocinamos no siempre nos gusta un mismo menú y no todos tenemos las mismas preferencias. Así como existen personas que siguen dietas vegetarianas o regímenes alimenticios veganos, también a otras les gustan las carnes blancas y algunas más disfrutan de la carne roja. Con el éxito sucede lo mismo. Cada quien lo busca en rubros diferentes porque no todos tenemos las mismas metas.

    Al disponerte a cocinar te planteas tu objetivo —el platillo final— y revisas la lista de ingredientes para después seguir la receta. También para preparar nuestra receta para el éxito es primordial saber cuál es nuestro objetivo y con cuáles ingredientes contamos para ponernos en acción.

    ¿Que si vamos a fracasar? Sin duda. A los mejores chefs, en un principio, también se les quemaron sus platillos y tuvieron que experimentar con combinaciones de ingredientes para innovar. Les llevó tiempo encontrar su propia sazón para diferenciarse de los demás. El éxito también te va a causar algunas quemadas y varios platillos con mal sabor. Pero, al final, si eres perseverante, lograrás cocinarlo como los mejores.

    Este libro es el trabajo de años de estudio sobre el éxito. Es, además, en parte, mi historia personal. ¿Me considero una persona exitosa? Claro que sí y la primera prueba de ello es que tú me estás leyendo. Para que este libro llegara a tus manos primero fue un sueño; luego, un objetivo; después, mucho trabajo y un largo camino recorrido. En tus manos tienes el quinto de mis libros.

    La receta del éxito también es tu historia. Mucho de lo que leerás ya lo has vivido. Sus contenidos te ayudarán a reflexionar y a sacar algunas conclusiones sobre tu vida para seguir adelante. Este libro es la historia de decenas de personas exitosas que he estudiado o que han compartido conmigo sus experiencias más significativas para llegar al éxito. En las páginas que vienen conocerás una serie de características, hábitos, aprendizajes o ingredientes para que tú tomes lo que consideres necesario para lograr tus propias recetas, para que alcances tus objetivos y para que después de algunas pruebas y errores, encuentres tu personal receta del éxito.

    Por último, el éxito no es logrado en un día, ni es un proceso rápido, fácil y sin esfuerzo. Así como cocinar un buen platillo no se logra mágicamente, así también el éxito no surge en automático. Requiere mucho más esfuerzo de ti y menos de mí. Al éxito es necesario trabajarlo todos los días, con constancia, disciplina y dedicación y, claro, pagar el precio. ¿Estás dispuesto? Espero que este libro te dé uno o varios ingredientes para seguir adelante. Deseo que te motive hasta la siguiente parada y te prepare para continuar en la creación de tu propia receta del éxito.

    Adrián Gutiérrez Ávila

    ¿Qué es el éxito?

    Para lograr ser personas exitosas, primero necesitamos comprender qué es el éxito. La mayoría tiene un concepto erróneo de lo que es el éxito y no podemos planificar ni lograr algo que no entendemos.

    Según la Real Academia Española de la Lengua, éxito es, simplemente, el resultado feliz de un negocio, actuación o el fin o terminación de un negocio o asunto (dle.rae.es/éxito). Por lo tanto, éxito es terminar algo que nos propusimos.

    Cuando presento mis conferencias, en un momento especial de la exposición, pregunto al público, ¿quién quiere ser exitoso?. ¡Todos levantan su mano! Pero cuando me acerco a alguno de ellos y le digo, ¿y en qué aspecto, en específico, quieres ser exitoso?, comenzamos a entrar en conflicto.

    No cabe duda que una inmensa cantidad de personas deseamos ser exitosos. Por eso buscamos libros, seminarios, talleres y conferencias. Tenemos el anhelo de ser mejores, pero nunca nos han explicado el concepto del éxito. De ahí que tengamos una idea errónea sobre lo que significa ser exitoso y lo asociamos con tener mucho dinero, poseer una gran empresa, ser dueños de lujosos carros, viajar por el mundo. Una de las consecuencias de pensar así es que seguimos páginas en Facebook donde nos presentan frases motivacionales combinadas con fotos de hombres y mujeres guapos, vestidos con elegancia, con relojes costosos, en jets privados y frente a sus mansiones. Ese modelo de persona exitosa, según las redes sociales, lo usamos como fuente de motivación.

    También podemos caer muy fácil en uno de los tantos seminarios que nos venden el éxito como una manera de generar dinero rápido y fácil, cuando, en realidad, un éxito sostenible exige una fuerte cimentación por años. Al no conseguir tan fácil lo que creemos que es el éxito, nos frustramos. Sentimos una profunda decepción al creer que nuestro destino es no trascender. Pensamos que nuestra vida es mediocre y seguimos en la eterna búsqueda del gran secreto que alguien más nos venda para conquistar el éxito fácil y rápido.

    Claro que un viaje, un carro, tu propio negocio pueden ser metas que te propongas lograr. Es válido, también, ganar más dinero. Después de todo, el éxito es ponernos una meta y cumplirla. Pero, para llegar a ella, es necesario tener una planificación, una estrategia y adecuarla a nuestra realidad. Paso a paso.

    Todos hemos tenido un éxito, pero aquí quiero presentarte una diferenciación entre una persona promedio y una persona exitosa. Una persona promedio es la que, de cuando en cuando, tiene un éxito. Tal como lo mencioné ya, en esta vida, todos hemos tenido varios éxitos: aprender a caminar, andar en bicicleta, terminar nuestros estudios básicos, conseguir trabajo, casarnos, entre otros más. Son metas que, alguna vez —consiente o inocentemente—, nos trazamos y las hemos cumplido a nuestro ritmo.

    Sin embargo, existen personas que siempre tienen un nuevo reto. Siempre tienen una nueva meta. Siempre aparecen con una nueva ocurrencia. Un día los ves realizando una actividad y, tiempo después, otra. Jorge Valdano, en su libro Los once poderes del líder (Ed. Conecta, 2003), define el éxito como un escalón feliz rumbo a nuestra siguiente conquista. Me gusta mucho su definición porque ilustra perfecto a una persona exitosa y la diferencia con una persona promedio. La persona promedio logra su meta y pueden pasar años sin ponerse un nuevo objetivo. Sin embargo, las personas exitosas, una vez lograda su meta, buscan una meta nueva. Siguen caminando y suben escalones. Vuelven del éxito un hábito. Es una constante en sus vidas.

    En mi primer libro, Cómo ser un mexicano exitoso (Ed. CSME, 2015), definí el éxito de la siguiente forma: Ser hoy mejor que ayer; y mañana, mejor que hoy, en lo que tú decidas hacer. La competencia es contigo mismo. Cuando retrocedes, debes tener la capacidad de recuperar los pasos perdidos.

    Ser exitoso debe ser una constante en tu vida. A diario tendrás que superar tu última versión y competir contigo mismo. ¿Por qué? Porque, en todo momento, tendemos a compararnos con otras personas: hermanos, primos, vecinos, compañeros de la escuela, amigos, compañeros de trabajo, parejas. Medimos nuestro éxito de acuerdo a incesantes preguntas: ¿qué tan exitoso soy en comparación con ellos? ¿Qué más tengo yo que a los demás les falta?. Y mi pregunta para ti es la siguiente: ¿y qué tal si la persona con la que te estás comparando es poco exitosa y tú solo eres poquito más competente en una cierta área con respecto a ella? Tu base para medir el éxito sería muy limitada.

    Cada quien tiene su propio camino y comienza su andar en lugares distintos, con una cierta formación, y con oportunidades y entornos de lo más variados. Por eso es importante que ya no compitas más con otras personas. Deja de compararte con los demás y comienza a medir tu éxito con base en tu logro más reciente para que lo puedas rebasar. Recuerda: supera, siempre, tu última versión.

    ¿Dónde comenzó mi camino al éxito?

    Nací en Irapuato, Guanajuato, México y, antes de cumplir dos años de edad, me fui a vivir a Rioverde, San Luis Potosí. Aquella era una ciudad que, en 1980, no contaba con más de 15 mil habitantes. Para llegar hasta allá era un suplicio recorrer 135 kilómetros de una carretera llena de curvas, ubicada entre la capital del estado y aquella imborrable entidad.

    Recuerdo la tremenda impresión que me dio la casa que nos esperaba. Era muy sencilla. Su entrada, también utilizada como cochera, era de tierra. No tenía la puerta que daba a la calle. Tenía dos recámaras, un baño, la sala y el comedor. Mi papá construyó, años después, varias mejoras al hogar donde pasé mi primera infancia.

    Rioverde solo tenía un colegio privado y cuatro planteles de educación gratuita. Llegaban dos canales de televisión casi todo el día y, un tercer canal, comenzaba a transmitir a las 4 p. m. Era el canal cinco, el de las caricaturas.

    Muchas de las calles de los alrededores de nuestro hogar potosino no estaban pavimentadas. Solo había un semáforo. Las carretas jaladas por caballos o mulas eran algo común. Ahí crecí. Puedo decir que muy felizmente, pero desde ese momento comencé a aprender lecciones de vida. Entre ellas, la definición del éxito.

    Para mi papá, el éxito era tan sencillo como hacer dinero. Se frustró muchas veces al no lograrlo. Siempre buscaba conseguir capital de manera rápida, sin preparación. Al ahí se va y, muchas veces, tranzando a alguien.

    Más de una vez, desde chico, me dijo que me fijara en compañeras de escuela con papás adinerados. Su meta era que yo me casara con una hija de familia rica y que me juntara con amigos de posiciones económicas pudientes. Mi mamá, por otro lado, era más mesurada y dura. Aunque ella no me inculcó un concepto de éxito como tal, sí hubo algo que mi mamá quiso dejarme bien claro desde pequeño: tú puedes lograr cualquier meta que te propongas.

    Mi mamá insistía en que, juntos, cumpliríamos cada uno de mis objetivos. Nunca mencionó frases como No se puede, No podemos, Es imposible, No lo vas a lograr, Ni lo sueñes, Eso no es para nosotros, No tenemos dinero y demás etcéteras. Su diálogo conmigo era, más o menos, de la siguiente manera, Vamos a ver cómo le hacemos para lograrlo, pero nunca lo resolvía ella sola. Siempre nos involucraba a mi hermana y a mí en el proceso y nos enseñó a trabajar por ello. Así de simple: desde pequeño entendí que el éxito consistía en no tener límite con mis metas, pero que también necesitaba cumplirlas. Me quedó claro que conseguir el éxito dependía de mí.

    Diagnóstico de nuestra realidad

    ¿Qué hace una empresa al terminar el año? Un análisis de resultados. Los directivos, acompañados de sus equipos de trabajo, llevan a cabo reuniones para evaluar el desempeño laboral, las metas logradas y los objetivos no alcanzados. Analizan cuáles tareas fueron bien ejecutadas para replicarlas el siguiente año, pero también analizan los errores para corregirlos. No debemos tener miedo a que, en alguno o muchos rubros, hayamos tenido pérdidas. Recordemos que el éxito es el último eslabón en una cadena de fracasos y, al reconocer que fracasamos, es posible encontrar el detonador para crear una mejor estrategia. Con base en dicha evaluación que muestra a la empresa su realidad se proyectan las metas y objetivos del siguiente

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