o que realmente me inspiró a ser actriz fueron los musicales. En concreto, los de Judy Garland y Bob Fosse. Cualquier cosa que viniese de Bob para mí era como ‘Oh, Dios mío, tengo que estar en este mundo’. De cría me sentaba en mi habitación y soñaba, y escribía y cantaba. Tengo una mente artística y creativa. No me metí a actriz para llevar una vida normal. No hay nada tradicional en mi vida». Así define su vocación Kate Hudson (Los Ángeles, 1979), un faro de carisma y de ánimo. Como intérprete y empresaria, entiende las expectativas que tienen los demás sobre cómo debe ser su existencia y su carrera. Después de todo, su imagen es la de una mujer burbujeante y optimista que siempre parece que acaba de ingerir una botella de sol. Igual que su madre, o –ella es–, Kurt Russell. Hudson ha dividido su tiempo entre la actuación, la crianza de sus tres hijos, el lanzamiento de un imperio empresarial, que incluye su marca de ropa activa Fabletics y el con su hermano Oliver, tomar las decisiones correctas y hacer cosas que le apasionen, como su próximo estreno (23 de diciembre, Netflix) donde comparte protagonismo con Daniel Craig, Kathryn Hahn y Janelle Monáe.
