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Nada que perder: Perdiendo la cabeza
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Libro electrónico211 páginas3 horas

Nada que perder: Perdiendo la cabeza

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Información de este libro electrónico

Dos jóvenes en un lío, en un viaje ¿Qué podría salir mal?
Un hombre, un pasado, venganza.
Maya seguirá al amor de su vida metiéndose sin querer en la boca del lobo, descubriendo un mundo que le haría perder la cabeza.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 may 2019
ISBN9788417741808
Nada que perder: Perdiendo la cabeza
Autor

Katalinna Hernández

Katalina Hernández. Nació en Santiago de Chile, en Julio 10 de 1997. Amante de la literatura suspense y fantástica , además de las lenguas y su historia. En 2011 publicó algunas de sus novelas en foro Onlyone, en 2012 escribió su primer libro en un cuaderno, hasta llegar a su primer lanzamiento de la trilogía "Nada que perder"

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    Nada que perder - Katalinna Hernández

    NADA QUE PERDER

    Perdiendo la cabeza

    Katalinna Hernández

    Siempre esperas mucho de la persona equivocada

    Y de pronto esperas nada de todos

    Y alguien te da todo sin pedir nada.

    - Katalinna.

    1.

    El chico cogió la mano de la castaña y corrió, ella estaba confusa, no sabía cómo sentirse, necesitaba una explicación y no entendía por qué le seguía.

    El chico tiró de la delgada mano de la joven pero no tuvo éxito en correr, ella se detuvo bruscamente, se miraron para hablar, ella exigía respuestas y él solo quería escapar, soltó su mano molesto y la dejó allí, siguió caminando apresurado; ella sabía que esta vez él no volvería, sabía que si no lo seguía hasta ahí llegaría todo y por primera vez en su vida fue tras él, corrió y lo tomo de la cintura por detrás, pese a ser mucho más baja, incluso usando unos altos tacones, le susurró al oído <<¡puto imbécil!, te amo>> y tomó su mano para entrelazarla. El chico negó con su cabeza, pero luego sonrió, caminaron hasta llegar a una especie de calle cerrada, la acorraló en un pasaje escondido y la aprisionó entre sus brazos << ¿me dirás?>> preguntó ella suplicante, él cogió su mejilla con brusquedad, su mano era grande y cubría aquel fino rostro, le acarició unos segundo para sostenerla bruscamente antes de besarla.

    Luego de caminar por horas, llegaron a un Motel ubicado en las afueras de Santiago, Chile. El motel no era del mejor lujo pero servía; la castaña subió tras su chico, él le abrió la puerta educadamente como siempre solía hacer cuando de esta se trataba, la chica colocó la tetera y él buscó café.

    -¿Me dirás ahora?- preguntó mirándolo fijamente a los ojos, expectante, apoyando sus manos en el mesón.

    -¡¿Qué no tienen café en estos lugares?!- bufó evadiendo su pregunta, la castaña suspiró molesta, dejó bruscamente la taza sobre la mesa y se fue a la cama que había allí, se sentó, paso sus manos sobre su rostro y suspiró nuevamente.

    El joven la miro, miró el techo, respiró y la volvió a mirar secretamente tras la puerta, demasiado pensamientos pasaron por su mente << ¡voy por café! >> gritó antes de salir, caminó hacia el negocio al lado del edificio, pidió dos sobres de café y azúcar y subió. Abrió la puerta, dejó todo sobre la mesa, había tardado 10 minutos, no iba a dejar ir a esa chica, la amaba y le dolía mentirle tanto, sin embargo, tenía miedo, miedo a perderla.

    -¿Amor?- habló suavemente, vio la cama y allí estaba ella, acurrucada en el borde de esta, un mechón de cabello caía sobre su rostro, sus labios se veían tan suaves, su respiración estaba tranquila, se agachó en frente y paso sus dedos por sobre sus labios.

    -¿Qué haces?- se sobresaltó, el chico se incorporó lentamente y la evadió yendo a la cocina. Se preparó café y se sentó a beberlo, la castaña llegó a su lado minutos después.

    -¿No me dirás nada?...te sigo si es algo a que aventurarse...pero debería saber ¿no?- dijo molesta.

    - Amor, confía en mí-repitió. Se  formó un silencio en la habitación, la castaña bufó y se fue a la cama, ahí estuvo jugando con su celular, el joven llegó una hora después, se recostó a su lado y trató de dormir, ninguno lo hizo, se escuchó movimiento a las cuatro de la madrugada, el chico se sobresaltó, la castaña alzó una ceja, unía las piezas del rompecabezas recordando cosas.

    -¿En qué te metiste?- preguntó con voz sexy y se acercó de rodillas sobre la cama hacia él quien se había incorporado para observar por la ventana, volteo a verla y sus ojos marrones brillaron, odiaba cuando hacía eso, lo ponía duro. La castaña colocó una mano sobre su cuello y con la otra llevó las manos del chico a su trasero y cintura, beso el cuello lentamente y le abrió la camisa.

    -Detente- dijo serio, reunió fuerzas y la alejó de él, abrochó su camisa y la tomo de la muñeca bruscamente.-Debemos irnos- avanzó a la puerta, pasos se escucharon, alborotos, voces reclamando, la castaña tironeo hasta soltarse, él lucía nervioso, le tomo la mano nuevamente y esta vez, ella lo tironeo hacia la ventana.

    -Vamos por aquí- dijo seria- No es alto, bajamos afirmándonos de la enredadera apoyando los pies en la pandereta ¿Sí?- abrió la ventana, se cogió de la pared y los huecos que esta tenía, sus pies apenas tocaban el borde de la ventana, se afirmó de la enredadera y verificó que estuviese bien enganchada a la pared, sonrió victoriosa y comenzó a bajar, con sumo cuidado ayudándose de la pared mal hecho, el chico hizo lo mismo, al menos lo intentó ya que terminó dañado, cayendo de una altura considerada.

    -Levántate Javier, ¡vamos! viene gente- susurró, le ayudó a pararse y salieron hacia el bosque en frente del motel, se introdujeron en el centro del bosque, completamente oscuro, caminado por horas que se hicieron eternas, empezaba a amanecer, el frio aumentó, la castaña usaba un short y una polera suelta de algodón, era verano pero el clima estaba extraño, mientras que él llevaba unos jeans y una polera ajustada manga corta con su camisa encima. La abrazó por detrás para darse calor y caminaron hacia afuera, a la carretera.

    -Maya ¿Qué haces?- preguntó molesto al ver como su chica se ajustaba la polera para que sobresaliesen sus pechos.

    - Pararé un auto para que nos lleve a algún sitio- habló con obviedad.

    - ¿Es necesario hacer eso?- preguntó fastidiado. La castaña lo ignoró, comenzó a hacer dedo para que algún auto se detuviese, paró un camionero, un chico presumiendo un camaro del año, lo que sí impresionó a la chica porque amaba ese modelo de auto. Pasó también una pareja de ancianos en donde no se subieron porque solo había espacio para uno. La espera se les estaba haciendo demasiado larga para su gusto, hasta que un hombre de mediana edad se detuvo, parecía de clase, ambos subieron en los asientos de atrás, el auto era un pequeño Audi.

    -¿A dónde van?-preguntó amable el hombre observando los rostros cansados de los jóvenes, encendió la calefacción para dar más confort a sus pasajeros. Maya rio mentalmente, << ¿Por qué no pedí un uber? >> pensó.

    -¿Dónde va usted?- preguntó Javier mirándolo fijamente a los ojos, el hombre sonrió amable ocultando sus intenciones, para responder <> volviendo a tomar el volante y continuar con su camino.- Allá será entonces- susurró, suspiró aliviado, sacaría dinero de la tarjeta de  un amigo, dinero que repondría tiempo después, su chica se acurrucó entre sus brazos y apoyo su cabeza en su hombro, cerró los ojos y se sumió en un sueño. Javier acariciaba el cabello de la joven cuando el hombre se detiene en el semáforo y gira para observarlo...

    -es una linda chica-dice sonriendo, Javier asiente devolviéndole la sonrisa, el hombre retoma la vista en frente  avanza lentamente.- Se nota que la amas...- dijo en un tono serio, el chico se tensó.- pero yo no entiendo...si la amas tanto ¿Por qué le mientes y la arriesgas a todo esto?- soltó en tono burlesco. Javier se tensó aún más.

    -¡¿Quién es usted y qué sabes de mí?!- se alteró, pero qué estúpido había sonado eso; el hombre soltó una carcajada, su mandíbula se cerró, evitó responder, Javier se empezó a poner cada vez más nervioso, estaba cansado, Maya se movió para acurrucarse más en sus brazos, quizá el hombre tenía razón, no debía involucrarla en esto pero sabía que ella sería de gran ayuda...no la iba a dejar ir. El hombre llegó al aeropuerto y se estacionó.

    -No la despiertes aún- dijo el hombre.- la policía te está buscando, ¿qué te hace pensar que al salir del país te dejarán tranquilo? Estás bastante metido ya ¿No lo crees?-preguntó, el chico se asustó, su nerviosismo era notorio ahora, ¿cómo él sabía todo eso?...tenía razón, pero no se iba a confundir, respiró mentalmente para responder con seguridad en su tono de voz.

    -¿Cómo sabes eso?-le dio una mirada severa, el hombre volvió a reír, una leve conversación nació, para cuando Maya había despertado se encontraba en un ambiente tenso. Despertó por tanto silencio, el ambiente estaba incómodo y lo notaba. Temía por ambos, ¿y  si ese señor los descubrió? ¿Qué era exactamente lo que descubriría?

    -y... ¿De qué me perdí?-preguntó curiosa e incómoda, Javier le sonrió y beso su frente ignorándola, bajaron del auto sin hablar, sabía que su chica se había enojado, lidiaría con eso más tarde, el hombre caminó tras ellos observándolos con una sonrisa sobre sus carnosos labios. Al entrar, el hombre se dirigió a comprar boletos para abordar, Maya empujo a su chico y le miró seria.

    -¿A dónde iremos?- preguntó con un tono brusco, el chico tomó su mano pero esta se zafó, cruzó sus brazos por debajo de sus pechos y volvió a preguntar.- ¿a dónde vamos? Respóndeme mierda- estaba furiosa, tenía frío, su estómago sonaba debido al hambre, se sentía confusa y ¡Quería respuestas!

    -Cálmate y deja de tratarme mal- enfureció, Maya se resistía a sus intentos de acercarse con reproche- vete a la mierda.- casi gritó ya harto de su comportamiento y sus malas palabras.

    -Eres un imbécil.- bufó antes de salir por la puerta de entrada, frustrado, Javier pateo el asiento a su lado. El hombre le dio una mirada de advertencia, el chico suspiro, tendría que dejar su maldito orgullo y rabia para después e ir tras ella pero una oficial de la PDI de cabello largo y enrulado lo detuvo, oculto su rostro mirando un papel que recogió del suelo.

    Maya caminaba hacia donde se estacionan taxis, molesta, frustrada, ¿por qué no fue tras ella? No tenía dinero, esperaba llegar a casa y que alguien estuviese allí para pagar...su familia...se había olvidado de ella, pensaba abandonarlos para ir detrás de un estúpido al cuál quería de una manera que no podía comprender. Se detesto a sí misma, pese a que nunca se llevó bien con su familia la quería. Alguien tocó su hombro y se sobresaltó, por dos segundos, los que tardó en voltear, su mente imaginó un sin fin de escenas junto a Javier, pero se desilusionó al ver a un apuesto chico de lentes grandes mirándola expectante.

    -¿Qué?- preguntó a la defensiva.

    -La policía te está buscando, creo que deberías volver.- dijo, se notaba que solo le mandaron a decirlo.

    -maldita sea-susurró, el joven se había ido, caminó de regreso y entró bruscamente, algunas personas la observaron curiosos, era una chica rara. Estaba furiosa y se notaba en su rostro.

    Javier suspiró aliviado al verla. El hombre yacía a su lado, se sentó a observar la escena que veía venir.

    -¿en qué mierda me metiste hueón?- disparó empujando el pecho del joven.

    -Para con las malas palabras ¿quieres?- gruñó parándose, mirándola hacia abajo para que se intimidara.

    -Ya habla- exigió, el hombre la miró curioso, le agradaba esa actitud violenta, Javier suspiró, le entregó sus documentos, los cuales había robado, y luego se sentó.

    -Te…te contaré luego, lo prometo-dijo exhausto. Miró al hombre y dudó, se sentó al lado de javier y le arrebató los papeles en sus manos. Leyó atentamente, el avión salía en veinte minutos más, el vuelo iba a estados unidos, sus ojos se iluminaron, todos sus sueños volvieron a recrearse, por más rotos que hubiesen estado, habían renacido, sonrió, odiaba ser bipolar.

    Abordaron el avión, silencio, iban en primera clase, más silencio, el avión despegó, silencio.

    Maya descansaba sobre su cómodo asiento, sin quitar la mirada del chico, observando cada detalle hasta que Javier comienza a balbucear.

    -Yo...no sé por dónde empezar...- la chica clavó sus intensos ojos grises en él.

    -Primero que todo... ¿Qué tiene que ver el conductor...el hombre que nos trajo?-esa duda la inundaba, se acomodó en el asiento y lo miró detenidamente.

    -Gonzalo era su nombre...Maya, ¿recuerdas las fotografías que nos tomamos hace dos años?- la chica asintió, ¿Cómo olvidarlo? fue una noche erótica, llena de lujuria y pasión. Fue la razón por la que se alejaron. Javier esperó unos segundos antes de seguir.-Bueno, después de todo lo que sucedió con la hija del alcalde, quién acusó de acoso sexual, este me hizo borrar toda la información de la municipalidad porque tenían ocultos de pedofilia, nos interrogaron a todos y nuestras fotos se filtraron, entonces yo ya estaba involucrado en eso, el alcalde me pidió que los eliminara, no sé…no sé realmente por qué lo hice pero estaba dolido y bueno, ellos desaparecieron del mapa, el alcalde me pagó un buen dinero por lo que seguí trabajando para él…por eso saben que estás conmigo y creen que yo tengo que ver en esto, además de saber cosas que no debo...Gonzalo, de alguna forma se enteró y me ofreció ayuda, nos envió a Nueva York, Estados Unidos.-respiró, Maya lo miraba atenta, muchas cosas pasaban por su cabeza, se acomodó hacia el otro lado y suspiró.- Maya...-quería una respuesta, una opinión, resignado se acomodó en su asiento y miró el techo del avión, no era toda la verdad, pero ni él la sabía, ese hombre también viajaba, seguramente a vigilarles, pero ¿mandado por quién? Maya esperó atenta sin voltear que la respiración de Javier se normalizara y se volteó a verle, dormía plácidamente. Sonrió. Se desabrochó el cinturón y caminó hasta el baño, se mojó el rostro y se secó con su polera sin percatarse que había papel para ello. Javier era un estúpido, sabía que el tal Gonzalo sabía más de lo necesario. Quizá estaba involucrado y su salida era alejar a Javier, su mente daba vueltas pero no perdería la oportunidad de estar en Estados Unidos. Caminó de vuelta a su asiento pero se paró al lado de su chico, acarició su cabello pese a que sabía que odiaba que lo tocaran.

    -Maya- se sobresaltó, la chica puso su dedo índice sobre los labios de él y lo silencio.

    -ya hablaremos- lo beso rodeando el asiento con sus piernas, el chico dejó escapar un gemido involuntario. Una azafata entró sobresaltándolos, Maya se acomodó en su asiento y miró por la ventana, no había mucho que ver.

    Javier tenía puestas sus gafas de sol, como acostumbraba, miraba un punto fijo en la pared, sentía culpa por atraer a su chica en medio de todo y tenía miedo de alejarla, Gonzalo estaba involucrado, de eso estaba seguro, pero le ayudó...o eso creía, debía ser inteligente, quería a Maya fuera de todo pero se dio cuenta de cómo el maldito hombre la miraba, una mirada extraña, no de deseo sino que misteriosa, se arrepentía de haberla metido en esto pero la necesitaba cerca, necesitaba sentirla, quererla...porque la amaba, de eso estaba seguro.

    Luego de horas arduas de viaje, descendieron del avión, Javier leyó el papel que Gonzalo le había dado, Estados Unidos era frío, estaban en pleno invierno, sus atuendos no eran adecuados. Paró a un taxi, abrió la puerta para Maya y luego subió a su lado, le entregó el papel al chofer y este los condujo hasta allí. Javier pagó consciente de la mirada de Maya, tomó su mano y observó la casa, era pequeña y sombría. Vivirían allí por un año...

    Entraron al oscuro lugar, lo inspeccionaron por separado. Javier yacía acostado sobre la gran cama, con los dos brazos bajo su cabeza, sobre un pequeño cojín. Maya se acercó cautelosamente, se recostó a su lado y apoyó su cabeza por sobre su brazo.

    -Oye...-habló con una voz sexy- amor...-sus dedos comenzaron a jugar con la polera del chico, este la miró, sus ojos se volvieron negros de excitación.- Gonzalo nos prestó esto ¿no?- Javier asintió.- y nos ayudará monetariamente por un año...-prosiguió, Javier volvió a asentir.- y tu deberás pagarle ¿no?- Javier dudo unos segundos antes de asentir.- Aclárame todo cariño-hizo un puchero con sus labios, Javier de un salto se colocó sobre ella atrapando sus manos para afirmarlas por sobre la cabeza. Sus labios estaban a centímetros pero Maya lo empujó. Frustrado se sentó y la observó.

    -Gonzalo dijo que limpiaría todo mi historial, que arreglaría el asunto si yo trabajaba para él por este año, el me ayudaba y me daba todo lo que necesitara a cambio de eso...

    -¿y luego de eso te dejará tranquilo?-preguntó sonriendo, Javier sonrió.- amor... ¿Usted es estúpido? ¿La presión comprime tu cerebro o qué?-dijo molestosamente en un tono tierno.- Imbécil, si trabajas para él no sales, hasta entonces sabrás demasiado...-golpeó su nuca, Javier se quejó.

    -Como... ¿Por qué crees eso?

    -Aparte de ser obvio...yo si pienso. Ahora, espero que esto tenga agua caliente y alguna manta, comienzo a sentir frío.-le lanzó un beso y se metió al baño. Sabía perfectamente

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