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Sin Direccion a Casa
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Libro electrónico256 páginas3 horas

Sin Direccion a Casa

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Información de este libro electrónico

En esta evocadora historia de ficción inspirada en los titulares de hoy, la familia inmigrante de Emma Cabezas, de trece años, es destrozada. Su hermano mayor se enfrenta a la deportación luego de intentar renovar su permiso del DACA y sus padres son arrestados y esposados por agentes de inmigración. La amiga de la familia, Sandi Moreno, la acoge, pero pronto Emma es testigo de la verdad abusiva del esposo de Sandi y sus hijos adolescentes. Desesperada y con miedo, toma la decisión de reunirse con sus seres queridos deportados en Honduras. 

Su peligrosa odisea redefine su comprensión de la familia y de su hogar, ya que se ve obligada a crecer más rapido para sobrevivir.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 dic 2018
ISBN9781547562220
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    Vista previa del libro

    Sin Direccion a Casa - Diane Winger

    Sin Direccion a Casa

    Diane Winger

    ––––––––

    Traducido por Alexandra Jimenez 

    Sin Direccion a Casa

    Escrito por Diane Winger

    Copyright © 2018 Diane Winger

    Todos los derechos reservados

    Distribuido por Babelcube, Inc.

    www.babelcube.com

    Traducido por Alexandra Jimenez

    Diseño de portada © 2018 Christine Savoie

    Babelcube Books y Babelcube son marcas registradas de Babelcube Inc.

    Sin Dirección

    a Casa

    Diane Winger

    Esta es una obra de ficción. Nombres, personajes, organizaciones, lugares, eventos, e incidentes son productos la imaginación del autor o son utilizados de forma ficticia.

    Copyright © 2018 por Diane Winger

    Todos los derechos reservados.

    Ninguna parte de este libro puede ser reproducida, o guardada en un sistema de almacenaje, o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, mecánico,  fotocopiado, grabado, o de alguna otra manera, sin permiso expresamente escrito del autor.

    Dedicatoria

    Para todos los que sueñan y luchan por un mejor futuro.

    ––––––––

    Para Charlie,

    Que siempre me apoyo con mis sueños.

    Table of Contents

    Dedicatoria

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 20

    Capítulo 21

    Capítulo 22

    Capítulo 23

    Capítulo 24

    Capítulo 25

    Capítulo 26

    Capítulo 27

    Capítulo 28

    Capítulo 29

    Capítulo 30

    Notas del Autor

    Agradecimientos

    Sobre la Historia – Sin Dirección a Casa

    Sobre el Autor

    ¿Cómo se siente?

    Como se siente

    Estar a tu merced

    Sin dirección a casa

    Como un completo desconocido

    ¿Cómo una piedra rodante?

    ––––––––

    How does it feel?

    How does it feel

    To be on your own

    With no direction home

    Like a complete unknown

    Like a rolling stone?

    Bob Dylan

    Capítulo 1

    Por un instante, estamos congelados como estatuas por el sonido del timbre. Yo rompo filas primero, poniéndome de pie con un grito. ¡Raúl!

    Antes de llegar a abrir la puerta principal, mi papá bloquea mi camino. Espera aquí, mija. Tu hermano no tocaría el timbre. El frunce el ceño y sus ojos miran a mi madre, luego a la puerta.

    ¿Pero qué tal si perdió sus llaves? Tal vez por eso no vino a casa. Perdió sus llaves y no pudo manejar de regreso y tal vez su teléfono está dentro del carro y por eso no llamo y –

    Mamá se acerca y tira de mi mano, sacudiendo la cabeza. Siéntate, Emma. Papá se ocupara de esto.

    Pero –

    ¡Siéntate!

    Hay una tristeza en su voz a la cual no estoy acostumbrada y se me revuelve el estómago mientras trato de imaginar lo que sucedió a mi hermano. Se fue para ir a la oficina de inmigración antes de ir a la escuela esta mañana. En cuanto mi última clase termino, Mamá me mandó un mensaje para que Raúl le hablara, porque no le estaba respondiendo a sus mensajes. El debió haber regresado mucho antes que yo, pero regrese a una casa vacía. Ambos, ella y Papá regresaron a casa temprano del trabajo e hicieron muchas llamadas, tratando de localizarlo.

    Hay una fluidez en el movimiento en el acceso porque mucha gente vestida con camisas negras con ICE en letras blancas y en negrita empujan a mi padre hacia nuestra sala de estar. Voces gritando comandos y hombres agarrando los brazos de mi padre, tirándolos hacia atrás y esposándolo. Escucho un grito agudo y empiezo a cubrirme mis oídos antes de darme cuenta que provienen de mí.

    ¿Qué están haciendo? Grito mientras una mujer me rodea con sus brazos y trata de llevarme  hacia la cocina. Me retuerzo fuera de su alcance, pero en un instante me tiene otra vez. Giro la cabeza alrededor mientras me saca de la sala de estar. ¡Mama!

    Otros agentes sostienen los brazos de mi madre y la esposan también. Grita por encima del ruido, ¡No! ¡Yo soy ciudadana! ¡No pueden hacer esto!

    ¡Mamá!

    ¡Enséñales la carpeta roja, Emma! Ella grita, pero casi no la puedo escuchar. La debieron haber llevado afuera.

    Estoy sentada en la mesa de la cocina, la agente femenina me sostiene firmemente en el lugar por mis hombros. Cálmate, dice ella. Tu estarás bien. Tendremos a alguien aquí de los Servicios de Protección Infantiles en unos pocos minutos.

    ¡¿Cómo voy a estar bien?! ¡Están llevándose a mi familia! Comienzo a llorar, abrumada por esta pesadilla. Primero Raúl se pierde y ahora arrestan a mis padres. ¿Por qué? ¡Papá! ¡No dejes que hagan esto! ¡Mamá!

    Me doy cuenta que la sala de estar se ha quedado en silencio, salvo el crepitar del radio. Un agente entra en la cocina y me mira.

    ¿Todo bajo control aquí? pregunta el.

    Estamos bien. ¿Verdad, Emma? Suelta la presión en mis hombros y me mira fijamente.

    Asiento y el hombre me da un pañuelo. Después de sacudirme la nariz y limpiarme mis ojos, se lo ofrecí de regreso. Quédatelo.

    Emma, soy el Oficial Delgado. Puedes llamarme Kim.

    La miro a ella sin decir una palabra. Delgado. No la había tomado por hispana, pero tal vez sea su apellido de casada.

    Ella suspira y gira hacia su compañero. ¿Están en camino?

    Si. Tal vez están en cinco minutos fuera.

    OK. Así que, Emma. Una trabajadora social vendrá aquí en un momento y nos aseguraremos que tengas un lugar seguro para quedarte esta noche.

    ¡Espere! No quiero ir a ninguno otro lugar. Quiero quedarme aquí. No necesito una niñera. ¡Tengo trece!

    Ambas tienen una expresión tonta en su cara. Vaya, es impresionante, pero no puedes quedarte aquí sola. Es la ley – sigues siendo una menor.

    Planto ambas manos sobre la mesa de la cocina y fuerzo mi voz para dejar de sonar quejumbrosa, como Raúl le llama cuando me enojo. Mi hermano vendrá en cualquier momento y él tiene dieciocho así que puedo quedarme aquí con él.

    Intercambian miradas. El hombre mueve la cabeza, mirándome con lastima en sus ojos. Lo siento, niña. Tu hermano no vendrá aquí esta noche o cualquier otro día en el futuro cercano.

    Puedo sentir mi labio inferior que empieza a temblar y mis ojos se empiezan a llenar de lágrimas. ¿Por qué hacen esto? ¿Qué creen que hicieron? No entiendo.

    Tus padres, tu hermano – todos son ilegales.

    Detesto esa palabra. Robar es ilegal. Pasarse una luz roja es ilegal. Las personas no son ilegales. ¡No! Raúl esta en DACA. Él fue a renovar sus papeles hoy. Y mi Mamá nació en Arizona. ¡Están equivocados! Ellos pertenecen aquí. Me atoro con mis palabras, mis lágrimas no se detienen.

    La Oficial Kim Delgado pone su mano sobre mi hombro otra vez, esta vez de manera gentil. Su voz se suaviza. Las cosas han cambiado. Solo estamos haciendo nuestro trabajo – hacer cumplir la ley.

    Aquí están, dice el otro oficial.

    Gracias a Dios.

    Me dan a un hombre y una mujer vistiendo ropa regular en vez de uniformes. Miro las espaldas de las camisas de los oficiales de ICE mientras se retiran, ignorando el intento de los trabajadores sociales de conversar conmigo.

    ¿Por qué está pasando esto? No he hecho nada malo.

    Capítulo 2

    ¡Deja tu maldita lloriqueadera! El Sr. Moreno me mira por el espejo retrovisor mientras la Sra. Moreno – no, ella me dijo que la llamara Sandi – saca otro Kleenex de una caja colorida enfrente del centro de la consola y me lo da. Me sacudo la nariz otra vez y sostengo el pañuelo en mi puño. La pequeña bolsa de basura cuelga de la parte trasera del asiento del pasajero está casi desbordando con tantos colectores de mocos empapados que he depositado. Pero no estoy llorando. No de verdad. Llore todo durante el fin de semana largo en el hogar de niños. En vez de ir a la montaña para cocinar y luego ver el desfile en el centro con mi familia, como teníamos planeado.

    Sandi se gira para ver mi cara. Emma, sé que esto es difícil, pero lo peor termino. Estas fuera de ese...lugar. Estoy segura que todo se va a arreglar pronto con tu Mamá, también. Estarán juntas otra vez en poco tiempo. Me muestra lo que parece ser es una sonrisa alentadora en su cara, ¿pero a quien engaña?

    El verano antepasado, mi hermano me grito por llorar. Aquella fue la primera vez en la que él no me abrazo o hizo algo loco para hacerme reír. Dijo, Tú no tienes problemas de verdad, Em. Solo problemas de niños. Pero cuando crezcas, sabrás que son los verdaderos problemas. Problemas de verdad que no se pueden solucionar así nomás, Raúl dijo, chasqueando los dedos. Él se alejó, moviendo la cabeza. Yo deje de llorar.

    Así que, ahora que ya soy una adolescente, soy lo suficientemente grande para tener problemas de verdad.

    La Sra. Moreno está hablando otra vez, y me doy cuenta que está hablando conmigo. Me ajusto a su voz. ...tu propia habitación. Solo hasta que tu Mamá vuelva a casa. Los chicos están ansiosos por verte.

    Claro que lo están. Las pocas veces que los he visto en la iglesia, Tyler ni siquiera hacia contacto visual. Logan tenía una mueca permanente en sus labios. Estoy segura que está molesto por compartir habitación con su hermano pequeño por una catracha – una chica hondureña – que han separado a su familia.

    Intentaremos llamar a tu madre otra vez cuando te acomodes. Estoy segura que la dejaran hablar contigo, ahora que estas fuera de esa instalación.

    Me estremezco, a pesar del calor del sol a través de la ventana del carro. La instalación, como Sandi la llama, se sintió como una prisión para niñas con la desafortunada maldición de haber nacido aquí en vez de allá mientras nuestros padres son encerrados en la versión para adultos porque nacieron allá en vez de acá. Excepto que se equivocaron con Mamá. Ella debe estar conmigo. Sandi dice que ha tratado de llamar a mi madre todos los días, pero siempre hay alguna razón por la que no la dejan responder a la llamada. No saben adónde tienen encerrado a Papá. O a Raúl.

    Una voz enfadada interrumpe mis pensamientos. Tú te quedaras sentada atrás en el carro todo el día, ¿o qué? El Sr. Moreno tira la puerta de la cajuela del carro y camina hacia el garaje abierto, cargando una gran bolsa de lona. Desabrochándome el cinturón de seguridad, me tropiezo fuera del carro y sigo a Sandi por el garaje hasta una iluminada cocina. Incluso el jarrón rebosante de fragantes flores de color lila encaramado en el alféizar de la ventana sobre el fregadero no me levanta el ánimo.

    Ven a ver tu habitación, dice Sandi mientras continua entrando a la casa. Miro rápidamente la sala de estar mientras pasamos, notando un televisor pantalla plana grande en una pared, un voluminoso sofá oscuro, un reclinatorio negro que se parece al que Papá se sienta para ver sus partidos de futbol, y, en el lado opuesto del sofá, una silla sorprendentemente delicada con cojines floreadas que parece estar totalmente fuera de lugar. 

    Mi habitación es así de masculina como la sala. Hay posters de superhéroes de tiras cómicas – mayormente masculinos, pero incluyendo unos cuantos personajes femeninos en disfraces súper pequeños y grandes tetas – compiten por espacio en la pared con posters de atletas reales gigantes, frunciendo el ceño a la cámara. Pero la cama está hecha y no tengo que compartir habitación con otras cinco chicas como me toco en la instalación.

    Tyler dejo un poco de espacio para tu ropa en el closet y la gaveta de arriba, Sandi dice, señalando un espacio de doce pulgadas de ancho en el closet e indicando el gavetero con figuras de acción, una bola de béisbol gastada, un control de videojuego, un vaso plástico, auriculares con el cable deshilachado, y una envoltura de papas fritas. Ella hace un sonido con su lengua.

    ¡Tyler! ¡Limpia el resto de este desorden! ella grita.

    Genial. Vi una pila de ropa debajo de la cama. Incluyendo lo que parecía ser ropa interior de niño. ¡Qué asco!

    Un chico un año mayor que yo asoma su cabeza en la habitación. ¿Qué desorden?

    Se ha vuelto más feo desde la última vez que lo vi. Flaco, con mucho acné en su cara, cabello negro fibroso. Como en el pasado, ni siquiera me mira.

    No le contestes a tu madre, muchacho. Entra ahí y limpia tu desorden.

    Por el sonido de la voz de su padre, Tyler corre dentro de la habitación, arrebata una bolsa de gimnasio del piso a una esquina de la habitación, y barre todo del gavetero dentro de él. Cuando sus ojos pasan por mí, me muerdo los labios en dirección a su cama. El entiende mi señal, cayendo sobre sus rodillas y recogiendo la ropa y los conejos de polvo en sus hombros, luego guardando todo en la bolsa.

    Mucho mejor, su madre comenta mientras él se retira hacia el pasillo. Girándose nuevamente a mí, agrega, El baño esta justo en la puerta de al lado. Los chicos han dejado espacio libre para tus artículos de aseo ahí. Una vez que te hayas refrescado, ven a la cocina. La cena está casi lista.

    OK.

    Al quedar sola, cierro la puerta, aliviada de por lo menos tener un momento por mi cuenta. La primera vez que estoy sola desde que entraron a nuestra casa y esposaron a mis padres.

    ¡Están cometiendo un error! mi madre seguía insistiendo. Puedo probarlo. ¡Dejen que saque mis papeles!

    Pero no la escuchaban. Emma – muéstrales la carpeta roja, dijo ella mientras la llevaban hacia la puerta.

    La carpeta roja.

    La carpeta Si-Algo-Alguna-Vez-Nos-Sucede roja.

    Por eso estoy aquí en la casa de los Moreno. Mama conoce a Sandi Moreno de la iglesia, y ella acepto tomar custodia temporal de mí si algo les ocurría a mis padres y a mi hermano. No puedo imaginar que el Sr. Moreno haya aceptado, pero supongo que tenía que o no estaría yo aquí.

    Deseo poder viajar en el tiempo – solo un año atrás. No sería una adolescente y no tendría verdaderos problemas y mi familia estaría junta de nuevo.

    Capítulo 3

    Dormí mejor la noche anterior que cuando dormí en el refugio, pero eso significa que me aleje por unas horas en el tiempo. He estado despierta desde las 4:30, pero me quede en mi habitación, lista para la escuela, hasta que escuche que alguien más se movía alrededor. Cuando llamamos a la cárcel la noche anterior, dijeron que podría hablar con mi mama entre cuatro y cinco de la tarde. Afortunadamente, con solo esta semana para ir a la escuela antes de las vacaciones de verano, no importara que no preste atención en mis clases. Lo importante es que veré a mis chicas, mis mejores amigas, Shanika y Alex. Apuesto que han estado mandándome mensajes sin parar desde el viernes por la noche. Sandi dijo que podría regresar a mi casa al final de la semana y recoger más cosas, como mi teléfono. No puedo creer que nadie pensó en traer mi teléfono cuando me trajeron mi ropa.

    Te ves muy bien esta mañana, Sandi dice cuando entro a la cocina.

    Gracias, murmuro. Si ella esta impresionada por mis pantalones capris y la blusa suelta, imagina lo que diría si me pusiera un vestido. O si me pongo el pelo para arriba, en vez de mi cola de caballo.

    ¿Cereal está bien para ti? pregunta.

    Asiento. Sandi abre una gran puerta del gabinete para mostrarme que está llena de comida. Elije a tu gusto, dice, apuntando al área que está llena de cajas de cereales secos, todos recubiertos de azúcar o con sabor a miel. Ninguno de los sabores que tenemos en casa, por la pre-diabetes de Mamá. Elijo uno que no se ve tan asqueroso y me sirvo un poco en el plato hondo que me entrega Sandi.

    ¿Dónde están todos? pregunto. En casa, tratamos de comer juntos en el desayuno y en la cena. Algunas veces eso no funciona con el horario de alguien, pero usualmente si funciona.

    Sandi ríe. Oh, los chicos pasaran por aquí en el último momento posible antes de ir a la escuela. Adam solo toma café y compra algo al llegar a la oficina. Así que, solo somos tu y yo, niña.

    Me trago la basura azucarada del plato mientras Sandi sorbe su café y lee el periódico. En ese momento decido que no quiero más, ella se levanta y pone un pedazo de pan en la tostadora. Emma, si todavía tienes hambre, ¿quieren un pedazo de pan tostado?

    ¡Si, por favor! Si tan solo me hubiera preguntado antes.

    Justo en ese momento, el Sr. Morales llega, con el maletín en la mano, y arrebata una taza para viaje que asumo que su esposa ya ha llenado con café caliente. Tengo que irme. Tengo una reunión temprano. Sale de la casa, sin decir otra palabra. No le da un beso de despedida ni nada.

    Oh, pensé que él me llevaría a la escuela.

    Un pliegue aparece entre los ojos de Sandi. ¿Escuela? No pensé que te sentías bien para regresar a la escuela, con todo lo que has pasado. De cualquier forma, solo quedan poco días.

    Bueno, sí. Ya perdí un día, y quiero estar ahí. Necesito ver a mis amigos, y esta será la última semana que tendremos en la preparatoria, así que hay asambleas especiales y otras cosas sucediendo. ¿Me puedes llevar? 

    Oh, cariño, no puedo hoy. Sabes que coordino la misión de comida en nuestra iglesia – tu mamá ha sido voluntaria con nosotros desde hace muchos años. Tengo que estar en el otro extremo de la ciudad esta mañana.

    ¿Bueno, como llegan Tyler y Logan a la escuela?

    Ella sacude su cabeza. Logan los lleva, pero está en la Secundaria Sabin. Tu todavía estas en la preparatoria, ¿verdad? ¿En Speer? Asiento. Es en la dirección opuesta de aquí.

    Puedo sentir que mis ojos queman otra vez. No voy a llorar. De verdad ocupo ver a mis amigos y hacer algo que se sienta normal. ¿Puedo usar tu teléfono? Tal vez puedo conseguir aventón con alguien.

    Sus ojos se mueven  a la puerta cerrada en el garaje. La abre un poco, luego la mueve para que se abra más. La luz del techo está encendida, pero puedo ver desde donde estoy sentada que uno de los carros ya se fue.

    Está bien. Puedes intentarlo.

    Pero no hubiera dicho que si su esposo siguiera aquí. Qué bueno saberlo.

    Tengo que entrar a mi cuenta para buscar mis

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