El oro de la corona
Por Sara Bertrand
3.5/5
()
Información de este libro electrónico
Lee más de Sara Bertrand
El animero del desierto Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Otelo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Relacionado con El oro de la corona
Libros electrónicos relacionados
Misterio en el campamento Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Policarpo en Manhattan Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ester y Mandrágora 2: De amor y de magia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesA la sombra del Terevaka Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMi mamá es un hámster Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Querido Milo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cuentos chilenos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl ascensor de la vida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos chinos y de sus vecinos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Todo por una amiga Calificación: 2 de 5 estrellas2/5Mis vecinos los ogros Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La decisión de Ema Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Policarpo y el camino del diablo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un viaje inesperado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Aventuras de Romeo Palote, detective Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El Castillo negro en el desierto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El fabricante de risas Calificación: 1 de 5 estrellas1/5La época de las semillas Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Todas las botellas y todos los mares del mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sin recreo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Rey de los atunes Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Tribrujas Calificación: 1 de 5 estrellas1/5Cuentos de terror, de magia y de otras cosas extrañas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRockeros Celestes Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El desafío de don Pantaleón Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Sietecolores Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dónde estás, Constanza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El camino más largo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los pecosos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Cucho Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Para niños para usted
Cuentos Cortos Para Noches Largas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Meditación y Mindfulness para Principiantes: Aprende a Meditar desde cero en la vida cotidiana y donde quiera que vayas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Heartstopper - Tomo 4 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Heartstopper - Tomo 1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La fuerza de Sheccid: Una novela de amor, juventud y ética Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Manual de Curación Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Serás Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Miranda la Sirena y Algo Mágico: Libro de Cuentos Para Niños Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCartas de amor a los muertos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mi Primer Libro de Lectura: Lectura Inicial para Niños que Desean Aprender a Leer Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNick y Charlie Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Inglés (Inglés Sin Barreras) Vocabulario Inglés Basico (8 Libros en 1 Super Pack): Las 850 palabras del vocabulario esencial en inglés, con traducción y frases de ejemplo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSiddhartha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Voluntad de Dios Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Proverbios para niños Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Renegados Calificación: 4 de 5 estrellas4/51000 Consignas Para Una Escritura Creativa, Volumen 2: Más Ideas Para Blogs, Guiones, Historias Y Más Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Guerra Del Fin Del Mundo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Inglés Español Diccionario Temático IV: 850 Palabras Base Del Inglés Calificación: 5 de 5 estrellas5/51 - Familia - Flash Cards Imágenes y Palabras Inglés Español: 70 tarjetas de aprendizaje con las primeras palabras para aprender Inglés fácil Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa La copa envenenada del Príncipe Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Serendipity: El amor como nunca lo has visto Calificación: 3 de 5 estrellas3/5El libro salvaje Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Comentarios para El oro de la corona
4 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
El oro de la corona - Sara Bertrand
Viento Joven
ISBN edición impresa: 978-956-12-2978-5
ISBN edición digital: 978-956-12-3174-0
1ª edición: julio de 2017.
Gerente Editorial: Alejandra Schmidt Urzúa.
Editora: Camila Domínguez Ureta.
Director de Arte: Juan Manuel Neira Lorca.
Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.
© 2012 por Sara Bertrand Donoso.
Inscripción Nº 216.355. Santiago de Chile.
© 2017 de la presente edición por
Empresa Editora Zig-Zag, S.A. Santiago de Chile.
Editado por Empresa Editora Zig–Zag, S.A.
Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.
Teléfono (56–2) 2810 7400. Fax (56–2) 2810 7455.
E–mail: zigzag@zigzag.cl
www.zigzag.cl
Santiago de Chile.
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
info@ebookspatagonia.com
El presente libro no puede ser reproducido ni en todo ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia, microfilmación u otra forma de reproducción, sin la autorización escrita de su editor.
Índice
I La máquina de escribir
II Alice Petersen Brown
III Hecho humo
IV Las sospechas de Brown
V La más linda de la clase
VI De vuelta al Cerro Barón
VII Brown no estaba solo
VIII Las sospechas de José
IX La Gringa
X Mentiras, mentiras
XI El Flaco
XII Castro: Búsqueda aparte
XIII El parque de Tepual
XIV Nada fue un error
I
La máquina de escribir
–Debí suponerlo –se lamentó Martín mientras se dejaba conducir por las calles semi oscuras.
–¡Chist!
–Por qué fui tan tonto –se quejó entre dientes.
–Deja de cuchichear mocoso y ándate tranquilo mejor será –gruñó el hombre que lo conducía y el niño sintió la presión de sus dedos incrustados en los hombros.
No intentó arrancar. ¿Para qué? Era inútil pelear contra esa mole de dos metros de alto si apenas le llegaba al pecho.
Subieron uno de tantos cerros del puerto, estaba oscuro y el chico lo miró de soslayo intentando reconocer en su rostro grueso y anguloso la cara de alguno de los jóvenes de su villa. Siempre lo molestaban. Lo paraban en la calle y le decían:
–Yo soy tu padre –imitando la voz de Darth Vader.
Se reían porque no tenía papá. Al menos, no a la vista. Su padre –¿cuántas veces se lo habían repetido?– se había ido a trabajar en las minas de cobre y no volvió. No que él recordara y que sirviera para decir que existía de carne y hueso. De todos modos, su mamá se empeñaba en remarcar que tenía que estar agradecido –¿agradecido de qué?, se preguntaba él– porque pagaba su colegio y enviaba puntualmente dinero para su alimentación.
–¿De qué sirve si no viene? –le preguntó una vez y su mamá le estampó una bofetada en la mejilla.
–¡Malagradecido! –dijo y él no volvió a preguntar ni a decir nada, pero su rabia creció revolviéndole el estómago, apretándole la garganta para finalmente salirle por los ojos cada vez que lo escuchaba nombrar. ¿Qué le costaba aparecer una vez? Con eso bastaría para callar a tantos y demostrar que él no era un hijo de nadie.
–No tengas miedo, mocoso, no te voy a hacer nada –dijo el hombre; Martín no tenía miedo, más bien, curiosidad.
Lo alcanzó cuando venía del puerto, en plena calle. Le gustaba ir a mirar a los pescadores limpiar sus redes al atardecer, la quietud de las grúas, y los botes y barcos meciéndose flojos. Se sentaba en las escalinatas y esperaba que oscureciera. Le gustaba estar solo. Su madre insistía que era porque estaba creciendo; que pronto tendría la cara llena de acné, cambiaría la voz y odiaría al mundo. Pero su mamá no entendía, a él no le importaban las espinillas ni los gallitos en la voz, por el contrario, ansiaba crecer, largarse si fuera posible. Valparaíso estaba bien, pero no conocía Antofagasta ni Santiago ni los bosques ni lagos ni menos los volcanes del sur.
Los pescadores le decían gringuito porque tenía el pelo rubio y los ojos azules, igual de intensos que los de su padre, según su mamá. Se lo repetía cada vez que le tomaba la cara para darle un beso y él hervía de rabia por esa ausencia que se hacía más pesada.
¿Cuántas veces le advirtió que el puerto era peligroso y que no anduviera solo? Su madre se pondría furiosa de saber. Porque venía distraído, pensando en el día en que llegaría a Antofagasta buscando a un señor de apellido Ramírez y de nombre Pedro, sí, porque a su padre lo buscaría y le diría unas cuantas palabras. De su padre invisible había heredado esa delgadez raquítica, sus ojos azules y la rabia que anidaba en sus venas. ¿Todos los padres donarían cosas inútiles?
Entonces, no se percató que lo seguían y cuando escuchó