Todas las botellas y todos los mares del mundo

Por Ricardo Chávez Castañeda

Los cuentos del mexicano Ricardo Chávez que se reúnen en este libro no son cuentos “redondos”, porque los desborda algo que podríamos llamar “humanidad”. En ellos se busca poner en palabras no un misterio si no cierta cotidianidad que nos permite abrir algunas cerraduras que muchas veces nos impiden llegar a la verdad, una verdad que en ocasiones la literatura quiere dejar fuera. La mirada de los niños protagonistas descoloca con ternura y sorpresa a los lectores y les muestra o enseña una nueva forma de mirar las cosas.

• Idioma: Español
• Editorial: Zig-Zag
• Fecha de lanzamiento: 11 nov 2015
• ISBN: 9789561227149

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e-I.S.B.N.: 978-956-12-2714-9

1ª edición: abril de 2014.

Gerente editorial: José Manuel Zañartu Bezanilla.

Editora: Alejandra Schmidt Urzúa.

Asistente editorial: Camila Domínguez Ureta.

Director de arte: Juan Manuel Neira Lorca.

Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.

©2014 por Ricardo Chávez Castañeda.

Inscripción Nº 239.037. Santiago de Chile.

© 2014 para la presente edición por

Empresa Editora Zig-Zag, S.A. Santiago de Chile.

Editado por Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

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Santiago de Chile.

El presente libro no puede ser reproducido ni en todo

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Índice de contenido

Buenavidista

El niño que todos los adultos llevan dentro

Los vendedores de besos

La mirada de la naranja o El último domingo para siempre

Todas las botellas y todos los mares del mundo

A mi hermano Alejandro

y a su boca de corazón.

Buenavidista

Para todas las mamás del mundo.

Empecé a inventar una palabra nueva que también significara mamá, después de que en la radio hicieron aquel concurso para saber cuál era la palabra más bonita de nuestro idioma español. Durante días llamaron por teléfono personas mayores de todo el mundo a la radiodifusora hasta que los niños protestamos porque también queríamos participar en el concurso.

–Es que nosotros también somos personas –dijo una voz infantil en la radio cuando estábamos comiendo mi mamá, mi papá, mi hermana mayor, mi hermanito pequeño y yo en la mesa de la cocina–, somos personas porque en la palabra persona del diccionario no dice nada acerca del tamaño de la gente.

Y entonces en la estación de radio hicieron dos votaciones: la de los adultos y la de nosotros, los niños.

Cuando se cumplieron los treinta días del plazo fijado para votar y sumar los votos, una voz cristalina y fluida como un río salió del aparato de radio para dar a conocer los resultados.

Todos estábamos comiendo otra vez en la cocina.

–En los adultos –dijo la voz de la radio, y mi mamá y mi papá dejaron de cortar la carne para no hacer ruido– hubo más de trece millones de votos para la palabra ganadora, y la palabra es… A M O R –deletreó lentamente la bella voz como si chupara un caramelo.

Mis papás se miraron y sonrieron, y así supe que ellos habían participado en el concurso y que su palabra había ganado.

–Y para las niñas y los niños –prosiguió la voz radiofónica, y esta vez fuimos mi hermana y yo quienes dejamos de comer, no así mi hermanito que daba