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Sombra, El Asesino De La Oscuridad
Sombra, El Asesino De La Oscuridad
Sombra, El Asesino De La Oscuridad
Libro electrónico287 páginas4 horas

Sombra, El Asesino De La Oscuridad

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Información de este libro electrónico

Sombra, el asesino de la oscuridad se centra en un mundo donde la oscuridad ha invadido absolutamente todo, los autos han sido reemplazados por el tren y queda estrictamente prohbo salir de noche por las criaturas que se encuentran al acecho.
Afortunadamente, existen jvenes que tienen la capacidad de devolverle la luz al mundo: los caballeros de la oscuridad. Ellos son la esperanza de la humanidad.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento22 jul 2016
ISBN9781506514925
Sombra, El Asesino De La Oscuridad
Autor

Pamela Díaz

Pamela Díaz Amante del anime, el K-pop, el dibujo, la lectura, la actuación y la música. Considerada orgullosamente loca, creativa y talentosa. De mente profunda y filosófica, esta chica es una soñadora despierta que lucha por lograr cada una de sus metas. Desde los doce años se marcó un objetivo: escribir libros para ayudar a otros. Es la Teresa de Calcuta de los marginados, los frikis, los raros y los locos. Admiradora de los creativos, los originales y los innovadores. Su epitafio dirá algo como “viva entre las letras, eterna en la imaginación”.

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    Vista previa del libro

    Sombra, El Asesino De La Oscuridad - Pamela Díaz

    Copyright © 2016 por Pamela Diaz.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2016908785

    ISBN:   Tapa Blanda            978-1-5065-1493-2

                 Libro Electrónico   978-1-5065-1492-5

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 22/07/2016

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    ÍNDICE

    1. NOCTIS, LA CIUDAD OSCURA

    2. ¿ILUSIÓN O REALIDAD?

    3. HIKARI

    4. LOS CABALLEROS DE LA OSCURIDAD

    5. MI PEQUEÑO RAYO DE SOL

    6. EL PODER DE BUTTERFLY

    7. RIVALIDAD

    8. EL PORTAL

    9. EL REINO DE SINIESTRO

    10. IGNORANCIA

    11. EL AMOR ES LA RESPUESTA

    12. LA MARCA DE SINIESTRO

    13. RETORNO

    14. MI MEJOR AMIGO

    15. VIDA, OSCURIDAD Y ESPERANZA

    16. LA BOCA DEL LOBO

    17. TAN SÓLO UN MOMENTO

    18. TRAICIÓN

    19. LOS DOS HERMANOS

    20. LAGRIMAS

    21. EL ARCOIRIS

    EPÍLOGO

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    1

    NOCTIS, LA CIUDAD OSCURA

    Dobló la esquina, divisando los postes de luz con los candiles de aceite que acababan de prenderse, lo que indicaba que ya iba bastante tarde y no parecía que esa noche se libraría de un buen castigo por parte de Elise.

    Exhaló aire y cruzó la calle, escuchando sus pasos sobre el pavimento encharcado. Era la única ahí afuera, no había nadie más, y la idea comenzaba a ponerla nerviosa, no es que tuviera miedo a los rumores sobre las famosas criaturas oscuras más bien, temía de las personas con malas intenciones que pudieran estar por ahí a mitad de la noche, asechándola.

    De pronto, creyó escuchar algo corriendo tras de ella, por lo que miró arriba de su hombro, tratando de visualizar a ese algo, o en todo caso, a ese alguien. Pero no descubrió nada, provocando que su nerviosismo aumentara y acelerara el paso.

    Dos calles más, dos calles más, sólo dos calles más. Se repetía Hikari internamente, mientras que se encaminaba hacia su hogar a toda velocidad, sintiendo una mirada clavada en su espalda.

    Volvió a alzar la mirada por arriba de su hombro y esta vez pudo ver la clara silueta de un hombre. Eso le fue suficiente como para comenzar a echarse a correr, escuchando los pasos de aquel sujeto acelerar a su misma velocidad.

    Giró en una esquina, divisó su casa a lo lejos y volvió a mirar hacia atrás, llevándose el gran alivio de no ver a nadie siguiéndola, pero justo cuando posó la vista al frente, un joven de cabellera roja y notorias ojeras, apareció ante ella, dándole un tremendo susto que la hizo dar un respingo.

    —Dios mío… ¡Dan! Por poco y me matas de un susto— replicó Hikari con una mano en su pecho, sintiendo los alocados latidos de su corazón.

    —Lo siento— se disculpó el chico encogiéndose de hombros—. No era mi intención asustarte, de hecho— se inclinó hacia su amiga y susurró—: tu tía me mandó a buscarte.

    Hikari soltó un suspiro y frunció los labios, prediciendo que le esperaría un buen castigo en cuanto llegara a casa.

    —Debí suponerlo— comentó la joven, al tiempo que Dan asentía con la cabeza—. Aprovechando que estás aquí ¿te gustaría acompañarme? Claro, te irías en cuanto me encontrara en la puerta, no creo que quieras quedarte para presenciar el gran castigo de todos los tiempos ¿o sí?

    Dan soltó una pequeña risilla. Su amiga era muy simpática, incluso en esos momentos cuando estaba en serios aprietos, esa era una de las cualidades que más le gustaban de ella, porque demostraba su valentía al no temerle a las reprimendas que podrían estar esperándole.

    —Lo que ordene— respondió el chico—. Sería un placer acompañarla señorita— añadió haciendo una reverencia ante ella.

    Hikari esbozó una cálida sonrisa y tomó la mano que su mejor amigo le tendía.

    —Y para mí un honor, caballero— dijo ella, comenzando a caminar junto a su pelirrojo amigo en dirección a su casa.

    Mientras tanto, en la esquina, una misteriosa silueta observaba atentamente aquella escena, manteniéndose tenso de pies a cabeza al ver a la bella joven de melena azabache de nombre Hikari, charlando y riendo con aquel pelirrojo, su mejor amigo. Al menos agradecía que el chico hubiera aparecido, o lo habrían descubierto y habría perdido control de sí mismo; ya podía sentir los ojos arder en ese color rojo carmesí.

    Se dio la vuelta, y al detectar movimiento en un callejón, inmediatamente lanzó su espada en aquella dirección, recibiendo un gemido de dolor como respuesta. Había realizado su cometido.

    Se acercó al callejón rodando lo ojos con fastidio y extrajo su espada de aquella bestia semejante a un enorme lagarto que era la mitad de su tamaño, soltando un gruñido.

    —Ni se te ocurra volver a molestarla ¿oíste? Esta vez te dejaré vivir, porque no estoy en mis mejores condiciones, pero si te vuelvo a descubrir persiguiéndola— apuntó el cuello de la criatura con su espada—, te va ir muy mal.

    Le dirigió una mirada amenazante, completamente asesina, provocando que la bestia soltara un chillido y saliera cojeando lo más rápido que sus patas se lo permitieran.

    Y en cuanto la criatura desapareció, sintió una punzada en el ojo derecho, llevándose una mano hasta éste, al tiempo que emitía un gemido de dolor. El tiempo se le estaba agotando, debía salir de ahí antes de hacer algo de lo que luego se arrepentiría.

    A lo lejos, Hikari llegó ante la puerta de su casa y se volvió hacia Dan para agradecerle con una sonrisa de oreja a oreja.

    —Muchas gracias, eres el mejor— dijo la joven.

    El pelirrojo abrió la boca para decir algo, despedirse, pero Hikari le interrumpió al rodearlo en un tierno abrazo que lo tomó por sorpresa, obligándolo a que sus mejillas se tiñeran de un ligero color rojizo y correspondiera al gesto con una leve sonrisa en los labios.

    —Nos vemos mañana— añadió Hikari, justo antes de plantarle un beso en la mejilla al chico y adentrarse en su casa con una amplia sonrisa.

    En cuanto cerró la puerta tras de sí, borró su sonrisa, tragó saliva y se mordió el labio inferior. Se separó de la puerta, tomó aire y en cuanto puso un pie en el interior de la casa, la vela que se encontraba en el centro de la mesa se prendió y alumbró el rostro de la mujer que se encontraba ahí sentada con los brazos en jarras.

    —¿Podrías explicarme la causa de estas horas de llegar?— preguntó la mujer de cabellera rubia y ojos jade, poniéndose en pie.

    Hikari soltó un sonoro suspiro.

    —Lo siento, es sólo que… se me hizo tarde, no vi la hora y me retrasé— respondió la chica.

    Comprendía las muchas razones que tenía Elise por preocuparse por ella cuando llegaba a casa a altas horas de la noche, pero simplemente no podía quedarse en casa todo el tiempo, para ella era inevitable salir a las calles, querer saber más sobre aquel mundo y obtener respuestas a todas sus incógnitas.

    —¿Y se podría saber qué es lo que te retrasó tanto como para llegar a estas horas?— exigió saber su tía Elise.

    Hikari frunció los labios, mostrándose un tanto nerviosa ¿qué podría responderle? No podía decirle que se había metido en lo que llamaban La línea del tiempo ¿o sí? Para nada, eso la alteraría de sobremanera y le daría un castigo de por vida.

    —Estudiar con Dan para su examen de mañana— mintió la muchacha.

    Como odiaba mentirle a Elise y es que la conocía tan bien, que su tía podía descubrir con gran facilidad cuando ella no hablaba con la verdad, no tenía idea de cómo, pero más de una vez la había descubierto haciéndolo, y eso le ponía los pelos de punta.

    Elise entrecerró los ojos, sospechando que no le estaba contando del todo la verdad. Conocía a esa muchacha desde que usaba pañales, no había forma de que le mintiera.

    —Sea cual sea la razón, no quiero que vuelvas a llegar tarde y menos ahora que han llegado nuevas noticias— dijo Elise dejando su tono severo a un lado para mostrarse preocupada, cosa que llamó la atención de Hikari.

    —¿Nuevas noticias? ¿A qué te refieres?— preguntó la chica un tanto curiosa.

    —Parece que hay un asesino en serie, sospechan de las criaturas oscuras, pero todavía hay muchas incógnitas sin resolver. No están totalmente seguros de quién o qué es el responsable de estos asesinatos— respondió Elise. A continuación soltó un suspiro—. Será mejor que vayas a dormir. Y no te preocupes, sea quien sea, el asesino sólo sale durante las noches.

    Hikari simplemente se limitó a hacer un gesto afirmativo con la cabeza y subió las escaleras, en dirección a su habitación para darse una tranquila ducha.

    El agua cayó sobre su cuerpo, tranquilizándola, relajándola hasta los huesos, haciéndola olvidar el mundo de oscuridad en el que vivía, dejando atrás los sucesos del pasado que la atormentaban día a día. Sólo se dejó llevar, masajeando su larga cabellera azabache son sus dedos, mientras que la espuma del shampoo iba resbalándose hasta caer al suelo.

    Y de pronto, sintió una caricia en su hombro izquierdo, haciéndola dar un respingo, abrir los ojos de golpe y volverse para descubrir al intruso, pero detrás de ella no había absolutamente nada, estaba completamente sola.

    Diciéndose a sí misma que sólo había sido producto de su imaginación, terminó de darse un buen merecido baño, se cubrió en su toalla y salió de la regadera, plantándose ante el espejo para cepillarse el cabello, descubriendo unos profundos ojos negros reflejados en el cristal.

    Nuevamente se giró hacia atrás y como la vez anterior, no descubrió a nadie. Esa sensación de estar siendo observada comenzó a perturbarla y la obligó a salir del baño inmediatamente, ingresando a su habitación, asegurándose de que las ventanas, cortinas y la puerta, se encontraran serradas.

    Finalmente, se despojó de su toalla y comenzó a vestirse con la incómoda sensación de estar siendo observada por esos penetrantes ojos negros que había visto reflejados en el cristal del espejo del baño.

    En cuanto tuvo su pijama puesta, se metió bajo las sábanas de su cama, dispuesta a dormirse lo más rápido posible, sin imaginarse el sueño que le esperaba en cuanto cayera rendida sobre la almohada.

    Se encontró dentro de un sueño, ella caminaba descalza por una calle oscura, llevaba un delgado y corto vestido negro con una capucha del mismo color sobre éste. No tenía idea de a dónde se dirigía, sólo caminaba, pareciendo conocer el camino que la llevaba a su destino.

    Finalmente, se encontró ante un lago, ligeramente cubierto por la neblina. Avanzó hasta la orilla y justo allí, dejó caer su capucha negra y comenzó a ingresar lentamente a esas aguas oscuras con la tenue luz de la luna sobre su cabeza.

    El vestido comenzó a mojarse e inesperadamente, alguien tomó su mano y la jaló hacia abajo, en dónde ella entre abrió sus ojos y sintió sus labios unirse a los de alguien más, produciéndole una sensación inmensamente agradable.

    Sus ojos chocaron contra los de un intenso color negro, alarmándola de momento, pero de pronto, supo que se encontraba segura y se dejó llevar, correspondiendo al beso que aquel joven le brindaba, mientras que entrelazaba sus dedos con su negro cabello y abrazaba su cintura con sus piernas.

    El aire se escapó de sus pulmones y al no tener tiempo de volver a la superficie, se desvaneció siendo jalada hasta las profundidades de ese oscuro lago en el que comenzaba a sumergirse lentamente.

    Pero no se ahogaría tan fácilmente, no mientras él se encontrara allí.

    La tomaron por la cintura y la subieron a la superficie, la sacaron a la superficie y la recostaron para hacerla expulsar el agua que había ingerido, obligándola a volver a respirar por medio de un boca a boca.

    La joven se incorporó. Tosiendo, expulsó toda el agua que había ingerido, para luego arrodillarse y tomar entre sus manos el rostro del joven, besándolo desesperadamente.

    Y al poco rato, volvieron a encontrarse dentro del agua, intercambiando besos y suaves caricias, sin recurrir en ningún momento a las palabras, o al menos eso fue hasta que él se acercó a su oído y le susurró con voz ronca y aterciopelada:

    —Te necesito.

    Hikari abrió los ojos de golpe y se incorporó sobre la cama, sintiendo que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento. Aquella sensación había sido tan real, que hasta creía tener los labios hinchados de tanto besar y ser besada por… por alguien a quién no conocía.

    Alarmada, corrió hasta el baño y se miró al espejo, sus labios estaban intactos pero ¿húmedos? ¿Eso era algo normal? ¿cabía la posibilidad de que alguien hubiera entrado en su habitación a hurtadillas y le hubiera robado un beso?

    Hikari resopló, se cruzó de brazos y soltó una pequeña risita. Su imaginación solía volar demasiado lejos en ciertas ocasiones ¿cómo podía siquiera pensar que alguien podría haberle robado un beso? Pero qué incrédula, ella tenía muy mala reputación en el instituto, ni en sueños podría ser besada por alguno de sus compañeros.

    Pero entonces… ¿quién era el joven del sueño que acababa de tener?

    Una sonrisa afloró en sus labios; ahora tenía una nueva pregunta entre manos y haría cualquier cosa para responderla.

    Dobló otra esquina y trato de desviar la mirada de La línea del tiempo, una única zona de Noctis, la ciudad oscura, en dónde las épocas parecían estar revueltas: había una casona abandonada, una carreta a la que le faltaba una rueda, un auto que carecía de ruedas, un granero, entre otras cosas, pero lo más asombroso, era ese enorme castillo abandonado que se encontraba al final de esa calle.

    Meneó la cabeza y continuó con su camino, recordándose internamente que el tren debía estar por partir y si no lo tomaba, llegaría bastante tarde a sus clases, cosa que no le agradaría en nada a Elise.

    Abordó el tren a toda velocidad y tomó asiento en el primer lugar disponible que vislumbró. Era posible que Dan ya hubiera abordado el tren, pero prefería reservarse su búsqueda para cuando bajara, así podía tener un poco de tiempo para ella y ponerse a leer un rato uno de sus libros favoritos.

    Extrajo el libro de su morral, lo colocó sobre la mesa que tenía frente a ella, lo abrió dónde había colocado su separador y se puso a leer, restándole poca importancia a todas esas miradas acusadoras por parte de unos cuantos compañeros.

    Mientras tanto, en otro vagón, un joven lanzaba una pelota contra la pared que tenía ante él, realizando una aburrida rutina de lanzar y atrapar que comenzaba a desesperarlo.

    El chico atrapó la pelota y soltó un resoplido. Era pelirrojo y de ojos jade.

    —Hubiera preferido el vagón de los estudiantes que este sitio cubierto de asqueroso metal— refunfuñó.

    —No podíamos arriesgarnos a ser descubiertos.

    Su acompañante era un joven que aparentaba su misma edad, poseía ojos azules y cabellera rubia.

    —Ni siquiera entiendo qué haces tú aquí, esta es una misión que podría haber

    —Sombra me pidió que viniera.

    —Claro, era de esperarse, cómo eres su maldito perro faldero…

    La discusión entre ambos chicos se detuvo en cuanto el tren se detuvo. Ambos intercambiaron una mirada y sin mencionar palabra, se pusieron de pie para salir del vagón de un salto.

    El rubio contempló maravillado los copos de nieve que caían del cielo con tanta majestuosidad. No recordaba la última vez que había visto nevar, era algo casi mágico.

    —Raccoon, mueve tu maldito trasero, no tenemos todo el día— le espetó su malhumorado compañero.

    Saliendo de su estupor, el chico emprendió la caminata hacia el instituto, justo detrás del pelirrojo.

    2

    ¿ILUSIÓN O REALIDAD?

    Al poner los pies en la nieve, Hikari soltó un resoplido, pues se había percatado que eso de ponerse falda para ir al instituto había sido una de las más tontas y peores ideas que se le habían ocurrido en su vida ¿cómo es que se le había pasado por la mente cuando nevaba ahí todo el tiempo?

    La chica dejó escapar un suspiro y se encaminó hacia su aula, en dónde todavía no debía haber nadie presente. A esas horas, los chicos de su edad deseaban matar el tiempo lanzándose bolas de nieve, hacer ángeles en el suelo y los típicos muñecos de nieve.

    Pero ella no, lo que se dedicaba a hacer mientras que las clases comenzaban era leer y dar un pequeño paseo por los corredores del instituto, además de darle una corta visita a la biblioteca de vez en cuando. No tenía mucho por hacer o una rutina diaria de la que tuviera que preocuparse.

    Ingresó a su aula de clases, dejo su morral junto a una silla y tomó asiento con el libro que se disponía a continuar leyendo entre sus manos.

    De pronto, el sonido de una mochila cayendo contra el suelo la sobresaltó y al alzar la cabeza, se encontró con el rostro sonriente de Dan, su mejor amigo, aquel chico que siempre había estado junto a ella, incluso la noche anterior cuando se había sentido tan sola y un poco asustada.

    Sabía que siempre podía contar con él, pasara lo que pasara, no importaba qué. Dan, nunca se separaría de ella, ni en las buenas ni en las malas, estarían juntos hasta el final de los tiempos; amigos para toda la vida.

    Él la comprendía mejor que nadie.

    —¿Quieres dar un paseo antes de que inicien las clases y la cursi despedida del ciclo escolar?— preguntó el pelirrojo con una encantadora sonrisa.

    Hikari ya se había pensado varias veces que Dan era un chico muy apuesto, amable, tierno, alegre y por sobre todas las cosas, comprensivo. Pero a pesar de eso, ella siempre lo vería como su mejor amigo, como el hermano que nunca pudo tener.

    —Claro— respondió ella con una cálida sonrisa.

    Cerró su libro, se puso de pie y salió del salón de clases en compañía de Dan, a quién comenzó a platicarle su experiencia con Elise y los sucesos extraños que había vivido después de hablar con su tía.

    Él siempre la escucharía y trataría de darle una solución a sus problemas, era su trabajo como mejor amigo.

    —Fox, creo que tienes que venir a ver esto— dijo el chico que anteriormente se había encontrado en el vagón, quién sostenía una carpeta entre sus manos.

    Volviendo a guardar su pelota, se acercó a su compañero para tomar la carpeta que él le tendía. Arqueó una ceja y le echó una mirada al archivo que habían descubierto.

    —¿Butterfly? ¿El sello de Butterfly? Sinceramente no creí que existiera, me parece imposible— dijo en voz alta. A continuación, alzó la mirada a su compañero— ¿Crees que la hemos encontrado?

    El joven se encogió de hombros y tomó la carpeta entre sus manos, observándola con una sonrisa.

    —No estoy seguro, pero creo que Sombra debe saber esto— respondió él.

    Hikari ingresó en la biblioteca. Les había dejado en claro a sus dos amigos que no necesitaba compañía y que abordaran el tren sin ella, puesto que tenía unas cosas que hacer antes de abordar y partir a casa: tenía que descubrir la razón por la que había tenido aquel sueño, pero sobre todo, quién era el joven que protagonizaba en él.

    —Buenos tardes señorita Claire— dijo Hikari, al llegar al recibidor en dónde se encontraba la bibliotecaria—. ¿Me permite tomar uno de sus libros?

    —Por supuesto ¿buscas algún título en especial querida?— preguntó la señorita Claire ajustándose sus lentes con una ligera sonrisa. Ella siempre había sido muy amable con Hikari, a comparación de todos sus compañeros que siempre la habían juzgado como un bicho raro.

    —Pues la verdad es que buscaba un libro que pudiera ayudarme a comprender los sucesos extraños que me ocurrieron anoche—. la bibliotecaria puso una expresión interrogatoria—. Supongo que tuve una alucinación o algo por el estilo porque puedo jurar que capté unos ojos negros reflejados en el espejo de mi baño y… tuve un sueño en dónde me encontraba con el mismo joven de los ojos negros. Todo me parece muy extraño… necesito respuestas ¿podrías ayudarme con alguno de tus libros?

    Tan sólo escucharse a sí misma le causaba escalofríos ¿Cómo podía ser tan sincera? Algún día alguien la tomaría como loca.

    —Sí, me parece que sí tengo algo que podría ayudarte— asintió la señorita Claire, saliendo del recibidor para guiar a Hikari hacia el libro que necesitaba—. No me extraña que seas tú quien haya tenido esas ilusiones, después de todo, eres una niña especial.

    La bibliotecaria le sonrió tan cálidamente, que Hikari sintió que se encontraba hablando con alguien realmente cercano, como si aquella mujer tuviera algún enlace especial con ella, como si formara parte de su familia.

    Hikari le devolvió la sonrisa y se detuvieron ante un grande estante repleto de libros empolvados acomodados en largas hileras.

    —Veamos— meditó la señorita Claire en voz alta, buscando con su dedo índice el título del libro que se encontraba buscando—. Aquí está— anunció sacando el libro de una dura pasta negra. Y leyó en voz alta el título del libro:— Ilusiones durante la noche, las sombras.

    —Muchas gracias ¿cuándo puedo devolvérselo?— preguntó Hikari recibiendo el libro entre sus manos.

    —Oh no, por favor, consérvalo, tengo muchos otros ejemplares de ese libro por ahí— respondió la mujer para luego agregar en un susurro—: Además de que no creo que a nadie más se le ofrezca.

    —¡Oh! Muchísimas gracias señorita Claire, es la mejor— exclamó la chica emocionada, estrechando a la no tan anciana mujer en un abrazo—. Bueno, supongo que debo irme, mis amigos deben estar esperándome.

    La bibliotecaria hizo un gesto afirmativo con la cabeza, le deseó unas buenas vacaciones, Hikari le dio las gracias una vez más y la joven salió de la biblioteca con una amplia sonrisa, dirigiéndose directo a abordar el tren.

    Sin recordar que aquel día llevaba una falda, salió rápidamente al exterior, siendo sorprendida por una fuerte

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