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El blues del no-me-olvides: Los misterios de Abby Foulkes
El blues del no-me-olvides: Los misterios de Abby Foulkes
El blues del no-me-olvides: Los misterios de Abby Foulkes
Libro electrónico349 páginas4 horas

El blues del no-me-olvides: Los misterios de Abby Foulkes

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Dos mujeres en una isla griega descubren un cuerpo que ha llegado a la playa antes de la sesión matutina de yoga. Son requeridas para dar declaraciones como testigos a la policía local pero ambas están escondiendo algo.

Invitada de vuelta por el Teniente Angelo Christophis, el jefe de la policía local en Scíathos, Abby Foulkes regresa a Grecia para seguir una pista en el asesinato de un conocido allí, a finales de los 90. Pero la pareja de Angelo tuvo recientemente un bebé y Abby siente que algo no está bien. Cuando no puede ponerse en contacto con él, ella se descubre sola en otra isla griega, siguiendo una pista, fuera de su jurisdicción. Ella debe de mantener su cordura mientras investiga crímenes viejos y nuevos al mismo tiempo.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento2 mar 2020
ISBN9781071533000
El blues del no-me-olvides: Los misterios de Abby Foulkes

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    El blues del no-me-olvides - Alison Gray

    SOBRE EL LIBRO

    Dos mujeres en una isla griega descubren un cuerpo que ha llegado a la playa antes de la sesión matutina de yoga. Son requeridas para dar declaraciones como testigos a la policía local pero ambas están escondiendo algo.

    Invitada de vuelta por el Teniente Angelo Christophis, el jefe de la policía local en Scíathos, Abby Foulkes regresa a Grecia para seguir una pista en el asesinato de un conocido allí, a finales de los 90. Pero la pareja de Angelo tuvo recientemente un bebé y Abby siente que algo no está bien. Cuando no puede ponerse en contacto con él, ella se descubre sola en otra isla griega, siguiendo una pista, fuera de su jurisdicción. Ella debe de mantener su cordura mientras investiga crímenes viejos y nuevos al mismo tiempo.

    SOBRE EL AUTOR

    Alison Gray nació y creció en Escocia durante los 60 y 70. Ella obtuvo un título en Literatura y Lengua Inglesa en St. Andrews University, graduándose en 1982. Después de una mezcla de trabajos en universidades, se volvió una autora técnica y ha trabajado en la industria de la computación por casi treinta años. Ella escribe de manera creativa en su tiempo libre. El blues del no-me-olvides es el tercer libro en la serie de los misterios de Abby Foulkes.

    DEDICATORIA

    para Joe

    Abril 1975

    Grecia

    ––––––––

    PRÓLOGO

    ––––––––

    El líquido caliente descendió por sus piernas y formó un charco a los pies de él. Estaba sucediendo de nuevo. Los gritos eran lo peor. Sonaban como si animales estuvieran siendo tortura­dos. Pensó en lo que su madre le había dicho una vez:

    —Solo es un sueño. No es real. Vuelve a dormir. En la mañana te sentirás mejor de nuevo.

    Pero el podía escuchar las voces. Rogando, gritando, implo­rando, gimiendo, susurrando. Y luego, silencio.

    Se quedó parado, congelado en el lugar, por lo que parecie­ron horas pero quizás solo habían sido unos minutos inseguro de que hacer, recordando las otras veces. ¿Era un sueño? Ya no lo sabía. Pero sabía que sus padres querían que se mantuviera lejos. No estaba seguro si eran sus sueños de lo que ellos tenían miedo, o si eran los sueños de ellos de los que él tenía miedo, o si tenía miedo de que no fueran sueños del todo.

    Su padre lo había llevado a su trabajo una vez cuando era pequeño y le había mostrado lo que él llamaba su laboratorio. Era desde ese entonces que él había tenido estos sueños... pesadillas. Su padre había sacado cuidadosamente los huesos del tanque para mostrárselos. Le habló sobre que la matanza era fresca y la idea del sabor de la carne le cosquilleaba en el paladar. Dijo que los huesos estaban prístinos. No sabía que significaba esa palabra pero para él, los huesos solo lucían grises y aburridos. No había dicho algo. Solo se quedó y observó mientras su padre hablaba del joven antílope que había matado. Pero en su mente, incluso mientras su padre hablaba, había visto a una cierva corriendo y saltando por la ladera como si ella aún estuviera viva. Eso era en lo que se había concentrado durante toda la visita al laboratorio.

    Su padre había murmurado sobre que los machos eran más cartilaginosos que las hembras y de como la carne no se separaba tan fácilmente. Ni que sabía tan tierna. Pero era buena en los pasteles de carne. Su madre no pudo entender por qué él odió esos pasteles desde ese momento y su padre le había jalado las orejas por no comerse la buena comida que ella preparaba.

    Recordaba observar a su padre retirando la carne de los huesos. Hebras se separaban. Cuando él vio eso, sintió la carne fibrosa de las tartas de su madre en su boca. Otras veces, la carne explotaba del hueso, como un durazno muy maduro o una sandía partiéndose en dos. La carne su padre la ponía en un lado, los órganos en otro. Y el esqueleto, una vez tan limpio como fuera posible, era colocado en el tanque. Luego su padre se giró y abrió la puerta del horno, aventando los órganos dentro sin pensarlo.

    Esto es lo que pensó cuando se despertó ante los gritos. Su padre torturando a los animales cuyos huesos había despojado de la carne en el laboratorio. Solo que en los gritos escuchó palabras. Por favor. Deténgase. No haga esto. Pero los animales no hablan. Se preguntó si tenía una afinidad especial con los animales que podía escuchar sus palabras, su dolor, tan claramente.

    Finalmente se dio cuenta que los gritos había parado y en el silencio, se quitó los pantalones de la pijama y los usó para limpiar el piso para que sus padres no supieran que lo había hecho de nuevo.

    Los metió en el fondo del armario y cerró la puerta para no poder oler el olor desagradable de su miedo. En la mañana, los metería de contrabando con el resto de la ropa para lavar. Ahora que ya tenía diez, lavar la ropa era su responsabilidad. Nadie necesitaba saber. Juró mantenerlo en secreto, mantener todo en secreto desde ahora.

    Abril 2015

    Newcastle upon Tyne

    ––––––––

    UNO

    ––––––––

    Solo eres un esqueleto.

    Abby Foulkes pensó sobre lo que el instructor de Pilates había dicho. Inicialmente, lo sintió como un ataque personal hacia su delgadez. Sabía que era muy delgada. Había perdido peso después de que su pareja, Rafe Bardo, el amor de su vida y padre de su hijo, Johnny, había sido asesinada.

    El tapete de Pilates se resbaló de su brazo y ella lo subió de nuevo. Mientras lo hacía vio su mano como si solo fuera puros huesos en lugar de una parte viva de su cuerpo cubierta de carne, de sangre caliente. Ella imaginó una radiografía de su mano: huesos tenues parecidos a ramitas extendiéndose desde su muñeca, dándole la impresión de ser una forma de vida alienígena.

    Sin embargo, mientras lo hizo, recordó las siguientes palabras del instructor.

    —Son tus músculos los cuales soportan tu esqueleto y te permiten moverte.

    Puede que ella fuera delgada pero era fuerte. Abby pensó en la dureza de sus músculos moviendo su figura mientras caminaba de su clase de Pilates a su casa. Ella había comenzado una variedad de clases durante los meses pasados – Pilates, Chi Kung y yoga. Inspirada por el baile y las terapias de movimiento de las cuales había leído en su último caso, el asesinato de una joven terapista de movimiento, había decidido intentar algunas de esas. Eso había sonado amenazador – su último caso. ¿Terminaría siendo su último caso para siempre?

    Ella se sonrojó ante el recuerdo de su llamada la semana pasada con el Inspector Detective Markham.

    —Estoy lista para regresar a trabajar, señor.

    —No ha estado asistiendo a las sesiones de terapia, Sargento Detective Foulkes. Sabe que son parte de las condiciones que necesita completar antes de regresar a trabajar. Sé que está ansiosa de regresar, así que no lo estropee. Solo vaya y la veremos de vuelta de nuevo cuando se le permita regresar.

    Ella estaba molesta con él. Cuando él le había ordenado un tiempo fuera antes de navidad, no había dicho que tenía que ver a un consejero. Pero ahora el procedimiento estándar la había alcanzado y sabía que tendría que cumplir. Había ido un par de veces, pero odiaba ver a esa mujer y ahora no había ido en unas semanas.

    La manera en que su enojo aparecía tan rápido cuando la gente estaba intentando ayudarla solo le mostraba cuánto necesitaba un espacio para respirar. Eso era lo que la consejera había dicho. Abby estaba considerando alejarse de la fuerza policiaca del todo. Quizás era tiempo de retirarse y aprender una manera diferente de ser. El problema era que ella no sabía qué, y luego estaba ese pequeño asunto del dinero. Aunque Rafe había heredado dinero y la mayor parte de su casa estaba pagada, aún tenía una pequeña hipoteca y necesitaba un ingreso para sostenerse a ella y a Johnny.

    En casa, ella guardó su tapete de Pilates, llenó el hervidor y lo encendió. Mientras esperaba a que hirviera, puso algunas cucharadas de las hierbas que había comprado del Centro de Medicina Herbal China. Alguien en su clase de Chi Kung le había recomendado una mezcla herbal china para ayudarla a calmarse y ¿qué era? Desintoxicarse. Ella realmente se abrió a un mundo completo de posibilidades diferentes desde que había sido liberada de su trabajo. Vertió el agua caliente sobre las hierbas y comenzó a mezclar la bebida.

    Mientras lo hacía, observó la tarjeta de presentación que el Inspector Detective Jack Markham le había dado. Estaba clavada en el tablero de corcho en la pared con otros apuntes y contenía el número de celular del policía Teniente Angelo Christofis, con quien había trabajado en Scíathos el año anterior. Pero en los cuatro meses y medio desde que el Inspector Detective Markham había sugerido que ella contactara el Teniente Christofis, no se había sentido como para levantar el teléfono y llamarle. La luz del sol se reflejó sobre las tachuelas. Recordó como ella y Angelo habían comenzado como colegas reacios pero terminaron como amigos. Había sido intenso. Si él no hubiera estado con alguien y ella no hubiera sido un desastre, extrañando a Rafe. Suspiró. Angelo le había llamado al celular varias veces y le había mandado mensajes. Ella había copiado los archivos de los asesinatos de los círculos de huesos que él le había enviado a su computadora. Pero hasta ahora, ella no había tenido la energía o la voluntad para leerlos.

    Mientras colocaba su taza sobre la mesa, vio sus dedos largos envolver la taza de café e imaginó los huesos en su mano haciendo las cosas que hacían bajo la capa de músculo y piel. No podía olvidar al Teniente y los asesinatos del círculo de huesos en el Egeo debido a un joven hombre con cabello negro atado en una coleta. Él había estado con Rafe cuando ella lo conoció en Scíathos en 1998. Recordaba el rostro de Joe Tranter del momento en que lo conoció hace tantos años. También recordaba la  sensación de sus entrañas revolviéndose cuando le dio la vuelta a la página en los archivos de la policía en Scíathos el año pasado y vio su fotografía mirándole.

    Ella subió las escaleras hacia lo que una vez fue la habitación de invitados pero ahora era más como un almacén para todas las cosas de Rafe, de las que ella no podía soportar separarse. Comenzó a revisar las cajas por lo que había escrito en las tapas, moviéndolas a un lado una por una para localizar aquellas que había puesto en la parte de atrás. Eventualmente, ella encontró lo que estaba buscando – la caja con las cosas de cuando ella y Rafe se conocieron en Scíathos. Ella lo abrió, la volteó y dejó que todo cayera al suelo. Guijarros, conchas, corchos de vino, pedazos de papel, una botella de arena de la playa y algunos libros que ellos habían estado leyendo en ese tiempo. Luego las fotografías. Ella y Rafe abrazándose como los nuevos amantes lo hacen y fue Joe quien había tomado las fotografías. Él había estado estudiando fotografía, así que eran buenas. Mejores que las fotos vacacionales usuales. Pero esa no era la foto que estaba buscando. Era otra. ¿Dónde estaba? Ella la había tomado: Una instantánea de los dos. ¿La había visto cuando había revisado las cosas de Rafe? No podía recordar. Se sentó sobre sus talones y de repente se sintió muy cansada, mirando el desastre que había hecho.

    Barney le empujó la mano y bufó un poco. Eso hizo que ella se moviera. Era hora de su paseo.

    —En un minuto —ella dijo, levantándose y recogiendo las cosas del piso para acomodarlas de nuevo. Fue cuando levantó los libros que Rafe había leído ese verano que la encontró. Dado que Rafe era un escritor sobre viajes, Abby no estaba sorprendida de que leyera Bill Bryson, pero la novela le sorprendió. Era una copia de prueba de Un gran chico de Nick Hornby, la cual había sido publicada ese año. Además de escribir sus propios libros, Rafe también había sido un editor independiente por lo cual él habría recibido esta copia de prueba. Cuando ella hojeó la copia, registrando las arrugas en el lomo, lo rugoso del filo de las páginas, la fotografía cayó. No era muy buena. Estaba sobreexpuesta y la calidad era pobre comparada con la resolución que se puede obtener de las cámaras de los teléfonos hoy en día.

    En la fotografía, los muchachos estaban riendo y el brazo de Rafe estaba puesto alrededor del cuello de Joe. Joe era curioso sobre eso. Usaba una cadena de oro con la medalla de San Cristóbal, la cual sus padres le había dado. y él siempre estaba cuidando que nada la dañara. Joe estaba sosteniendo el brazo de Rafe para que no jalara del collar y Abby recordaba cómo se había burlado sobre eso. Ella tocó la medalla en la fotografía y se preguntó qué habría pasado con ella. Pero era lo que le había sucedido a Joe lo que quería saber.

    Rafe era como 30 centímetros más alto que Joe y Abby los recordaba diciéndole que se apurara porque el sol les daba en los ojos. Mirando a la foto, aún podía oler el sudor sobre sus pieles tras haber jugado sobre la playa y antes, en el agua. Ella se sonrojó, sintiéndose caliente como si estuviera parada justo ahí en Scíathos tomando la fotografía de los dos.

    Fue raro como una vez que ella y Rafe se habían juntado, Joe había continuado sin ellos. No hablaron con él de nuevo. Pero luego, ella se había cruzado con su fotografía en los archivos de la policía. Había muerto no mucho después de que ella y Rafe lo vieran por última vez. Ella no había podido entenderlo en ese entonces, y aún no podía. No en verdad.

    Dejando la caja ante la insistencia de Barney, ella se llevó la fotografía al piso inferior y la clavó al tablero en la cocina, junto a la tarjeta con el número telefónico del Teniente Angelo Christofis. Ella la miró y sintió algo cambiar dentro de ella. Como si estuviera de vuelta en el cuarto de operaciones en el trabajo – ella tenía la fotografía de dos víctimas del crimen ahí en su tablero. Rafe, acuchillado sin sentido hasta la muerte cerca del Three Mile Inn en Gosforth en abril del 2014. Y Joe, a quien ella y Rafe habían visto por última vez en el verano de 1998, y cuyos restos óseos habían sido encontrados el 13 de junio en el año 2000 por un turista alemán de Alónnisos.

    DOS

    Esa noche, antes de la cena, ella y Johnny se sentaron en la mesa de la cocina para hacer su tarea de matemáticas. Distraído, Johnny apuntó a la foto que estaba en el tablero de corcho.

    —¿Quién es ese?

    Abby pensó rápidamente, deseando haber anticipado que esto sucedería pero no lo había pensado cuando había puesto la foto ahí hace rato.

    —Él es solo un viejo amigo. Alguien a quien Mami y Papi conocieron hace mucho tiempo, antes de que nacieras.

    —¿Por qué está Papi abrazándolo?

    Abby se rió.

    —No lo está. Solo... ellos eran jóvenes, jugueteando. Eso es todo —pero la pregunta de Johnny causó que mirara la fotografía de una manera diferente. Y estuvo confundida momentáneamente.

    Johnny frunció el ceño por un momento.

    —¿Podemos visitarlo?

    —No.

    —¿Por qué no?

    Abby deseó el haber removido la imagen del tablero antes de que Johnny llegara a casa. Debió haberse dado cuenta que llamaría su interés.

    —Murió mucho tiempo antes que Papi —contestó ella.

    La pregunta de Johnny siguió rondando su proceso mental. ¿Por qué está Papi abrazándolo? Johnny estaba celoso, por supuesto. Porque Papi tenía un brazo alrededor de Joe y nunca podría abrazar a Johnny de nuevo. Su ensimismamiento fue roto por la siguiente pregunta de Johnny.

    —Entonces ¿por qué está ahí? Es una fotografía basura.

    —Me la encontré hoy y pensé que era linda —ella dijo.

    —No se pueden ver sus caras propiamente porque hay demasiada luz.

    Abby no estaba preparada porque casi era lo que Rafe pudiera haber dicho palabra por palabra. Y ella se dio cuenta que Johnny probablemente había escuchado a Rafe decir algo así en algún momento. Mientras Johnny crecía, ella estaba segura que habría muchos otros momentos parecidos. Será mejor que se vaya acostumbrando a la idea.

    Ella se acercó y le acarició el cabello.

    —Bueno, a mí me gusta —dijo—. Y la voy a dejar allí por ahora.

    Johnny hizo una mueca pero movió sus libros y comenzó a buscar en su caja de lápices por uno que estuviera lo suficientemente afilado para usar en su tarea.

    Mientras ella comenzaba a revisar la tarea de matemáticas de él, Abby añoró a Rafe una vez más. Él habría sido mucho mejor que ella ayudando a Johnny porque Rafe era bueno en matemáticas, al igual que al escribir. De hecho, ahora que lo pensaba, él había sido realmente bueno en todo. Ella se mordió el labio. Muy diferente a ella que ni siquiera podía mantener un trabajo ahora.

    Cuando Abby había arropado a Johnny en la cama, ella llevó su computadora portátil a la cocina, en el piso inferior, y la puso en la mesa. Un artículo en las noticias del día anterior había atrapado su atención y la sorprendió. Ella lo miró de nuevo – Asesinatos del Egeo que sacudieron a Grecia e iniciaron una cacería de 20 años:

    Era sobre los asesinatos del círculo de huesos pero desde el punto de vista de una madre. Verónica Gómez – la madre una de las tres víctimas identificadas, una joven mujer llamada Pia. Era el quinto aniversario de que sus huesos fueran encontrados, 23 de abril. La madre de Pia esperaba que el artículo pudiera incitar a alguien en Grecia, o en cualquier otro lado, para ofrecer información sobre la muerte de Pia.

    Abby ahora abrió el reporte de los asesinatos del círculo de huesos, el cual el Teniente Christofis le había enviado. Tuvo un deseo repentino e intenso de ayudar a la madre de Pia a conseguir un tipo de cierre. Ella había leído el reporte del Teniente hace menos de un año pero los escaneó para refrescar su memoria.

    Once grupos de huesos humanos fueron recuperados a través del Egeo entre 1990 y 2010: dos en Scíathos; cuatro en Alónnisos, dos en Skópelos; uno tanto en Naxos como en Tinos; y uno en el fondo de mar cerca de Alónnisos. Solo tres víctimas habían sido identificadas así que no había mucho que pudiera ser escrito sobre sus historias personales.

    El 10 de noviembre de 1993, un buceador australiano descubrió huesos acomodados en un círculo cerca de Patitiri en Alónnisos. Los huesos eran de una mujer afroamericana en el inicio de sus veinte, identificada como Raechell Jamal, de Boston, E.U.A. Ella había sido reportada por sus padres después de no regresar de su viaje a las islas griegas en 1992. Ella era una estudiante de Historia del Arte y Arquitectura en la Universidad de Boston y había tenido la intención de especializarle en arquitectura griega y romana. Había estado viajando sola por la región en el verano de 1992, durante la investigación para su tesis de Doctorado.

    El 13 de junio del 2000, un turista alemán y su novia descubrieron un círculo de huesos en un bosque de pinos sobre el camino a las capillas pequeñas de Agii Anargiri en Alónnisos. Eran de un hombre caucásico en sus veinte. Este era Joe. Sus padres, Elsie y Graham Tranter, lo reportaron desaparecido después de que no regresara de su viaje a las islas griegas en el verano de 1998. Joe había sido un joven fotógrafo de la Universidad Nottingram Trent, estudiando fotografía europea.

    El 23 de abril de 2010, un hombre local paseando a su perro en Scíathos, encontró un círculo de huesos en un matorral cerca del aeropuerto de Scíathos. Eran de una mujer hispana en el final de su adolescencia, y el ADN extraído coincidió con un reporte de personas desaparecidas del 2008. Pia Gómez de México había sido reportada desaparecida por su novio. Ellos habían tenido una pelea y se separaron, luego ella había desaparecido. El novio estuvo bajo sospecha hasta que los huesos fueron encontrados, colocando la desaparición de Pia en una línea de descubrimientos que confirmaron que había un asesino en serie en el Egeo.

    La firma de los huesos totalmente limpios sin cráneos significaba que la identificación era difícil. No había registros dentales para ayudar en la identificación, la reconstrucción facial de los cráneos no era posible, y no había huellas dactilares de los cuerpos. Habían sido capaces de verificar, del ADN, que cada grupo encontrado era de una persona y si la víctima era hombre o mujer. Ellos también sugirieron el origen racial basado en la densidad ósea. Pero esto significaba que la policía era reactiva y estaba quedándose detrás del asesino en sus acciones. Era muy frustrante. El lugar usual para comenzar en una investigación de asesinato era con la víctima. Una vez que se sabía quiénes eran, se podía trabajar hacia atrás en el tiempo desde cuando ellos fueron vistos por última vez e identificar los movimientos que llevaron a su muerte.

    Pero en este caso, las tres víctimas identificadas no tenían relación. La única coincidencia era la colocación de sus huesos en círculos. La mayoría de los círculos fueron encontrados en las islas más cercanas al continente griego. Esto había llevado a Abby a preguntarse si el perpetrador se había visto a sí mismo como un artista,  o era un viajero oportunista del continente. Sin embargo, ella seguía regresando a la víctima que había conocido. El reporte decía que había estado viajando solo. No obstante, ella sabía que no era estrictamente verdad. Sí, se había ido a Grecia él solo, pero había estado viajando con Rafe cuando ella conoció a Joe Tranter; después de que ella y Rafe se juntaran, él se había ido a viajar solo de nuevo. Ella se mordió el labio, pensando en el papel que jugó en el fallecimiento de él. Si ella no hubiera aparecido en escena, quizás él habría continuado viajando con Rafe. Él aún pudiera estar vivo. Ella se detuvo cuando saboreó sangre y la limpió rápidamente. No había nada que pudiera hacer al respecto ahora.

    Ella había encontrado el onceavo grupo de restos sobre el fondo del mar mientras buceaba en Alónnisos en el 2014. Ella escaneó esa parte del reporte pero tuvo que leer varias veces para asegurarse que había entendido correctamente. A pesar de que los huesos habían sido posicionados en un círculo, similar a los otros grupos de huesos que habían sido encontrados, estos huesos eran de un hombre mucho más grande, un caucásico estimado en sus sesenta o setenta años de edad. Hubo una extracción de ADN de los huesos pero, debido al efecto del agua salada, el perfil fue considerado comprometido y no había sido posible encontrar una coincidencia, de lo que fue extraído, con alguien en cualquiera de las bases de datos de personas extraviadas. Quizás la calidad corrosiva del agua también había hecho imposible de estimar la edad con precisión. Parecía poco probable que el asesino cuyas preferencias eran por jóvenes adultos escogiera a una persona madura. Los asesinos seriales no tendían a desviarse de su patrón elegido. ¿Pero quién sabía? Una vez más, ella recordó del lema de no intentar entender el por qué, sino simplemente entender qué había sucedido y quién había tenido motivación y oportunidad.

    Abby pasó algo de tiempo jugando con varias ideas y buscando cosas en internet. Tomó algunas notas. Cuando miró de nuevo, vio la fotografía de Rafe con Joe, el comentario de Johnny de "es una fotografía basura" provocándola mientras recordaba a Johnny preguntando por qué Rafe estaba abrazando a Joe en la foto. Ella pensó por un rato, sin hacer nada. Luego se levantó y se sirvió una copa de vino – la primera en meses. En el calendario estaban marcados los viajes próximos de Johnny. Eran como camiones. Nada por eras y luego todos llegaban juntos. Un viaje de fin de semana a Londres, con la escuela, para visitar el Museo Británico y un viaje de una semana al Lake District por deportes de aventura. Luego había un viaje con su abuela a visitar Edimburgo. Y un viaje de los lobato scouts a York. Y luego Tanya lo llevaría a Disneyland, en Paris, durante el descanso de mitad de año. Y estaban las noches en que él

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