BRUCE WEBER
Bruce Weber (Pensilvania, 1946) ha tenido una vida salvaje. Su foto de Elizabeth Taylor y el oso Bonkers, tomada en Thousand Oaks, California, en 2005, encierra en su máxima expresión las dos grandes pasiones –la fotografía y los animales– con las que ha hecho su espectacular, imparable y frenético camino por la vida. Sus persistentes sesiones fotográficas para GQ y Vogue –desde la edición británica de Grace Coddington en los 70 hasta la de Anna Wintour para Estados Unidos desde los 90–, sus trabajos para Versace y Calvin Klein (incluyendo las icónicas campañas de las fragancias Obsession y Eternity) y sus retratos de Nelson Mandela, David Bowie e Iman en Sudáfrica, por citar algunos de sus logros, nunca le apartaron de su cuidado y devoción por todo tipo de mascotas y animales salvajes, a los que lleva fotografiando más de 50 años. Esta satisfactoria y paralela labor verá la luz dentro de unas semanas en “ La sociedad fotográfica del golden retriever”, un nombre loco (o eso dice él) para una majestuosa recopilación editada por Taschen. Sentado en el salón de su casa en Florida, rodeado de sus seis perros y dos gatos, no podía haber mejor momento para asomarse a este –a veces agotador– romance de toda una vida y a cómo los animales no sólo merecen una vida segura, sino que pueden hacer la nuestra mucho mejor.
“Cuando adoptas a un animal, emprendéis un camino juntos. Le has salvado la vida, lo cual es una sensación maravillosa, y su devoción por ti es extraordinaria. Puedes cambiarle la vida a ese perro o gato.”
¿Cómo y cuándo empezó su preocupación por el bienestar animal?
Crecí con muchos animales desde que era un niño. Vivía en un pequeño pueblo a las afueras de Pittsburgh, cerca de
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