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Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos: Pascua Y Pentecostés: Segunda Entrega
Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos: Pascua Y Pentecostés: Segunda Entrega
Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos: Pascua Y Pentecostés: Segunda Entrega
Libro electrónico172 páginas2 horas

Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos: Pascua Y Pentecostés: Segunda Entrega

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Manuel Rodrguez Espejo es escolapios, maestro, licenciado en Teologa, doctor en Pedagoga, Diplomado en Biblia y en Cinematografa. Escritor desde muy joven tiene numerosos artculos en Revistas espaolas y extranjeras. Sus folletos y libros pasan de los 25. En Palibrio este es el sexto que publica. Escribe para jvenes y adultos, con un lenguaje directo. La mayora de sus publicaciones son de tema educativo-religioso. En esta segunda entrega de Conociendo a los Santos Padres y orando con ellos: Pascua y Pentecosts ofrece al lector un modo de vivir la Pascua y Pentecosts de la mano de estos primeros escritores del cristianismo que fueron los Santos Padres.
Ha trabajado en Espaa, Italia, Guinea Ecuatorial, Venezuela y Mxico. Actualmente est en la Comunidad del Santuario Casa natal de San Jos de Calasanz (Peralta de la Sal-Huesca)
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento18 nov 2013
ISBN9781463372941
Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos: Pascua Y Pentecostés: Segunda Entrega
Autor

Manuel Rodríguez Espejo

El padre Manuel Rodríguez Espejo, escolapio, posee el magisterio nacional, por la Universidad de Zaragoza; la licenciatura en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca; y el doctorado en pedagogía por la Universidad de Granada; diplomado en biblia y experto en la formación de voluntarios. Ha trabajado en Italia, Guinea Ecuatorial, Venezuela, México y diversos lugares de España (Madrid, Sevilla, S.C. de Tenerife, Granada, Córdoba, Vélez Málaga) con jóvenes y adultos. En la actualidad trabaja en el santuario de S. José de Calasanz, de Peralta de la Sal (Huesca). Como escritor tiene ya cuarenta libros publicados, entre los que citamos: de la editorial Palibrio: “1229 parábolas, fábulas, reflexiones… para jóvenes y adultos”, “Palabras para rescatar”, “¿Qué me pide el Año de la Fe?”, “Conociendo a los Santos Padres y orando con ellos” (dos volúmenes), “Para ahondar en la Eucaristía: palabras y experiencias”, “Temas para seguir creciendo”, “El cambio que necesita la Iglesia”, “Buceando en la Palabra: El Jesús de Mateo, ¿Nos prueba Dios?, Juegos bíblicos”. De la Editorial DidaCbook: “La piedra de la fe”, “La Palabra ardiente”, “La Madre de Nazaret”, “Valores para la felicidad”.

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    Conociendo a Los Santos Padres Y Orando Con Ellos - Manuel Rodríguez Espejo

    Copyright © 2013 por MANUEL RODRÍGUEZ ESPEJO, escolapio.

    ISBN:             Tapa Blanda                        978-1-4633-7293-4

                           Libro Electrónico               978-1-4633-7294-1

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 13/11/2013

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    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    507090

    Contents

    PRÓLOGO

    PASCUA Y PENTECOSTÉS

    1. S. Andrés de Creta

    2. S. Agustín, obispo

    3. S. Basilio Magno, obispo

    4. S. Agustín, obispo

    5. Melitón de Sardes, obispo

    6. S. Juan Crisóstomo, obispo

    7. De una homilía antigua sobre el grande y santo Sábado

    8. Domingo de Pascua

    9. Melitón de Sardes, obispo

    10. S. Anastasio de Antioquía, obispo

    11. De una homilía pascual de un autor antiguo

    12. De Las Catequesis de Jerusalén

    13. De Las Catequesis de Jerusalén

    14. De Las Catequesis de Jerusalén

    15. De los sermones de S. Agustín, obispo

    16. De una homilía pascual de autor antiguo

    17. De los libros de S. Fulgencio de Ruspe, obispo, a Mónimo

    18. De los sermones de S. León Magno, papa

    19. De los tratados de S. Gaudencio de Brescia, obispo

    20. De los sermones de S. Teodoro Estudita

    21. De la Constitución sobre la Liturgia, nº 5-6

    22. De la 1ª Apología de S. Justino, mártir

    23. San Beda el Venerable

    24. S. Agustín, obispo

    25. De la Apología de S. Justino

    26. Del tratado de S. Ireneo, contra las herejías

    27. De los sermones de S. Efrén, diácono

    28. De un Comentario de S. Cirilo de Alejandría, obispo

    29. De las homilías de S. Gregorio Magno, papa

    30. Del libro de San Basilio Magno sobre el E.S.

    31. De los sermones de S. Pedro Crisólogo, obispo

    32. Del tratado de S. Hilario, obispo, sobre la Trinidad

    33. De los tratados de S. Agustín sobre el ev. de Juan

    34. De la carta de S. Clemente, papa, a los Corintios

    35. De S. Cirilo de Alejandría, comentando la Carta a los Romanos

    36. De los sermones de S. Máximo de Turín, obispo

    37. De los sermones de S. Gregorio de Nisa, obispo

    38. San Cirilo de Alejandría comentando el ev. de Juan

    39. De la carta a Diogneto

    40. De los tratados de S. Gaudencio de Brescia, obispo

    41. De los sermones del beato Isaac, abad

    42. De los comentarios de S. Agustín, sobre los salmos

    43. Del comentario de S. Cirilo de Alejandría a 2ª Corintios

    44. Del tratado de Dídimo de Alejandría sobre la Trinidad

    45. Del comentario de S. Cirilo de Alejandría

    46. De los sermones de S. León Magno, papa

    47. De los sermones de S. León Magno, papa

    48. De los tratados de S. Agustín sobre S. Juan

    49. De las homilías de S. Gregorio de Nisa

    50. De los sermones de S. Agustín

    51. De las catequesis de S. Cirilo de Jerusalén, obispo

    52. Del libro de S. Basilio Magno sobre el Espíritu Santo

    53. De la Constitución Lumen géntium del Concilio

    54. Del Comentario de S. Cirilo de Alejandría al Evangelio de Juan

    55. Del tratado de S. Hilario, obispo, sobre la Trinidad

    56. De los sermones de un autor africano del siglo VI

    57. Del tratado de S. Ireneo, obispo, contra las herejías

    PRÓLOGO

    El prólogo a la Primera entrega: Adviento y Cuaresma lo empezaba con este párrafo testimonial: Cada día disfruto más con los escritos de los Santos Padres en el llamado Oficio de Lecturas, dentro de la Liturgia de las Horas u Oficio Divino. Por eso se me ha ocurrido transcribir algunas de esas lecturas con un breve comentario mío, para el gran público.

    La intención de esta Segunda entrega: Pascua y Pentecostés sigue siendo la misma: que quienes quieren vivir este tiempo litúrgico y desconocen el Breviario puedan aprovechar la solidez y belleza de las ‘Catequesis de los Santos Padres’, constructores de la Iglesia de los primeros siglos.

    Para quienes no han leído la primera entrega, repito el perfil de estos hombres, a los que el pueblo cristiano debe tanto: por Santos Padres se entiende el grupo de pastores y escritores eclesiásticos, de los primeros siglos, obispos en su mayoría, cuyo conjunto doctrinal es considerado fundamento de la fe y de la ortodoxia en la Iglesia Católica. Pertenecen al periodo de los siglos III al VIII, aunque su edad de oro fue los siglos IV y V. Destacaron también por la santidad de su vida

    La misma advertencia del primer volumen es válida para éste: las citas están tomadas del Oficio Divino, pero no siempre son íntegras. He expurgado el texto, y, a veces, he cambiado alguna palabra, buscando una más fácil comprensión.

    He añadido la cita de la Palabra de Dios que precede siempre a la lectura patrística, para quienes quieran leerla. Estoy plenamente convencido que leer y contemplar cada día lo que nuestra Madre la Iglesia ofrece a todos sus hijos como alimento es la mejor manera de prepararnos para la celebración de la gran Pascua de resurrección y la fiesta de Pentecostés.

    PASCUA Y PENTECOSTÉS

    1. S. Andrés de Creta

    Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor

    (Hebr 10, 1-18) (Domingo de ramos)

    El que va libremente hacia Jerusalén es el mismo que por nosotros, los hombres, bajó del cielo para levantar a los que yacíamos en lo más profundo y colocarnos, como dice la Escritura

    Y viene no como quien busca su gloria por medio de la fastuosidad y la pompa. , sino que será manso y humilde, y se presentará sin espectacularidad alguna.

    Corramos a una con quien se apresura a su pasión, e imitemos a quienes salieron a su encuentro. Y no para extender por el suelo, a su paso, ramos de olivo, vestiduras o palmas, sino para prosternarnos nosotros mismos, con la disposición más humillada de que seamos capaces y con el más limpio propósito, de manera que acojamos al Verbo que viene, y así logremos captar a aquel Dios que nunca puede ser totalmente captado por nosotros…

    Así es como nosotros deberíamos prosternarnos a los pies de Cristo… revistiéndonos de su gracia, es decir, de él mismo, pues . Así debemos ponernos a sus pies como si fuéramos unas túnicas. (Domingo de Ramos)

    San Andrés de Creta empieza su reflexión sobre la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, con la que comenzamos la llamada Semana mayor o grande o santa, destacando la humildad de Jesús, para que nosotros –sus seguidores- seamos humildes. Nada de potestad, fuerza, dominación. Y recordándonos la finalidad de la venida de Jesús a nuestra carne: no para gloria suya, sino para que nosotros nos levantemos con nuestras buenas obras (el amor al prójimo las resume a todas) hasta la gloria del Padre.

    La vida del creyente, como la de su Maestro, es una mezcla de éxitos y fracasos, posibilidades y limitaciones, vida y muerte. Salir al encuentro del Señor es nuestra tarea, lo cual significa que Dios ya ha hecho la suya, podríamos decir, pero ahora falta la nuestra. Dos no se encuentran si uno no quiere. Salir a su encuentro supone, exige, acogerle, obedecerle, hacerle vivo y eficaz en nuestros días. Ni las ceremonias, ni los ritos, ni las flores, ni los rezos es lo primero que Dios espera de nosotros. Todo eso, después de nuestras obras diarias orientadas –todas- en la dirección de Jesús.

    2. S. Agustín, obispo

    Gloriémonos también nosotros en la cruz de N.S. Jesucristo

    (Hebr 10, 19-39) (Lunes santo)

    La pasión de nuestro Señor y Salvador es una prenda (un ejemplo) de gloria y una enseñanza de paciencia. Pues, ¿qué dejará de esperar de la gracia de Dios el corazón de los fieles, si por ellos el Hijo único de Dios, coeterno con el Padre, no se contentó con nacer como un hombre entre los hombres, sino que quiso incluso morir por mano de los hombres, que él mismo había creado?

    Grande es lo que el Señor nos promete para el futuro, pero es mucho mayor aún aquello que celebramos en el presente recordando lo que ya ha hecho por nosotros… No habría poseído lo que era necesario para morir por nosotros, si no hubiera tomado de nosotros una carne mortal. Así el inmortal pudo morir, así pudo dar su vida a los mortales; y hará que más tarde tengan parte en su vida aquéllos de cuya condición él primero se había hecho partícipe… Él hizo, pues, con nosotros este admirable intercambio: tomó de nuestra naturaleza la condición mortal, y nos dio de la suya la posibilidad de vivir (eternamente)…

    El apóstol Pablo, que cayó en la cuenta de este misterio, lo proclamó como un título de gloria. Y, siendo así que podía recordar muchos aspectos grandiosos y divinos de Cristo, no dijo que se gloriaba de estas maravillas —que hubiese creado el mundo, cuando, como Dios que era, se hallaba junto al Padre, y que hubiese imperado sobre el mundo, cuando era hombre como nosotros—, sino que dijo: .

    Quiero recordarte, en primer lugar, el significado de Señor referido a Jesús: tenemos que acomodarnos a su señorío, sabiendo que es un señorío de amor y servicio, como debe ser todo cargo de poder en sus seguidores. Dejar a Dios ser Dios, no programarle la vida como pretendió S. Pedro, lleno de buena voluntad. Este ejemplo nos enseña que la buena voluntad no es suficiente para arreglar los problemas, y la vida es un problema difícil. También la de todo cristiano.

    En segundo lugar, S. Pedro nos invita a pensar –y aceptar con nuestro modo de vivir- dos cosas: que si Dios se rebajó haciéndose hombre, yo me tengo que rebajar; y que si padeció, tuvo ‘enemigos’ que se le opusieron y lo mataron, porque lo consideraron un contrincante, yo también tengo que padecer eso. Sin embargo, hay quienes dicen que cada cristiano no repite todos los pasos de Jesús, sino que es el cuerpo entero quien los pasa.

    ¡Admirable intercambio, en efecto! Esta expresión nos la encontramos algunas veces en la Oración sobre las ofrendas. De aquí deduce S. Agustín esa afirmación de Pablo, que es muy importante que recordemos siempre, aun en los momentos en los que podamos disfrutar de algún carisma extraordinario.

    3. S. Basilio Magno, obispo

    Es una sola la muerte y una sola la resurrección

    (Hebr 12, 1-13) (Martes santo)

    Nuestro Dios y Salvador realizó su plan de salvar al hombre levantándolo de su caída y haciéndole pasar del estado de alejamiento, al que le había llevado su desobediencia, al estado de familiaridad con Dios…Y así, para llegar a una vida perfecta, es necesario imitar a Cristo, no sólo en los ejemplos que nos dio durante su vida, ejemplos de mansedumbre, de humildad y de paciencia, sino también en su muerte… Pero ¿de qué manera podremos reproducir en nosotros su muerte?… En primer lugar es necesario cortar con la vida anterior. Y esto nadie puede conseguirlo sin aquel nuevo nacimiento (el Bautismo) del que nos habla el Señor, ya que la regeneración, como su mismo nombre indica, es el comienzo de una vida nueva. Por esto, antes de comenzar esta vida nueva, es necesario poner fin a la anterior…

    ¿Cómo podremos imitar a Cristo en su descenso a la región de los muertos? Imitando su sepultura mediante el bautismo. En efecto, los cuerpos de los que son bautizados quedan, en cierto modo, sepultados bajo

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