Cuando le hacemos hablar demasiado a Dios, no nos relacionamos con él, sino con nuestro pensar y hablar.
eyendo cierto libro me topé con una afirmación que me ha dado qué pensar: «El silencio es el lenguaje de Dios». De entrada me sorprendió, y enseguida me de Dios cuando la crónica diaria nos habla de desgracias que afectan a gente inocente, especialmente a los niños. Creo, sin embargo, que el autor de la frase no tenía en mente nada de esto cuando expresó su pensamiento. No se circunscribe a los momentos de sufrimiento, sino que va más allá. Él no lo explica, por eso me atrevo a interpretarlo.