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Cómo Aprovechar Nuestras Faltas Y 39 Temas Más
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Libro electrónico265 páginas6 horas

Cómo Aprovechar Nuestras Faltas Y 39 Temas Más

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El libro Cmo aprovechar nuestras faltas y 39 temas ms pretende ayudar al lector/a en el campo de la vida personal desde la ptica de la fe. Son experiencias mas que me han ayudado y estoy seguro de que a ti te van a ayudar.

Si abres el ndice vers que los temas no siguen ningn orden, para que t puedas leer lo que te interese en cada momento. Observars tambin que algunas cuestiones ms importantes son tratadas en varios captulos, desde vertientes diversas.

Mi objetivo es que t te plantees, personalmente, lo que crees y vives en cada uno de estos cuarenta temas.

He tenido muy presente lo que el papa Francisco ha insistido varias veces: tenemos que despertar cada uno y ayudar a los otros a despertarse tambin. Nos ha tocado vivir un tiempo apasionante, una poca de cambio a mejor. Te apuntas?
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento24 feb 2015
ISBN9781506500119
Cómo Aprovechar Nuestras Faltas Y 39 Temas Más
Autor

Manuel Rodríguez Espejo

El padre Manuel Rodríguez Espejo, escolapio, posee el magisterio nacional, por la Universidad de Zaragoza; la licenciatura en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca; y el doctorado en pedagogía por la Universidad de Granada; diplomado en biblia y experto en la formación de voluntarios. Ha trabajado en Italia, Guinea Ecuatorial, Venezuela, México y diversos lugares de España (Madrid, Sevilla, S.C. de Tenerife, Granada, Córdoba, Vélez Málaga) con jóvenes y adultos. En la actualidad trabaja en el santuario de S. José de Calasanz, de Peralta de la Sal (Huesca). Como escritor tiene ya cuarenta libros publicados, entre los que citamos: de la editorial Palibrio: “1229 parábolas, fábulas, reflexiones… para jóvenes y adultos”, “Palabras para rescatar”, “¿Qué me pide el Año de la Fe?”, “Conociendo a los Santos Padres y orando con ellos” (dos volúmenes), “Para ahondar en la Eucaristía: palabras y experiencias”, “Temas para seguir creciendo”, “El cambio que necesita la Iglesia”, “Buceando en la Palabra: El Jesús de Mateo, ¿Nos prueba Dios?, Juegos bíblicos”. De la Editorial DidaCbook: “La piedra de la fe”, “La Palabra ardiente”, “La Madre de Nazaret”, “Valores para la felicidad”.

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    Cómo Aprovechar Nuestras Faltas Y 39 Temas Más - Manuel Rodríguez Espejo

    Copyright © 2015 por Manuel Rodríguez Espejo.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2015902216

    ISBN:   Tapa Dura                     978-1-5065-0015-7

                 Tapa Blanda                  978-1-5065-0013-3

                  Libro Electrónico         978-1-5065-0011-9

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 20/02/2015

    El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas.

    Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    699332

    ÍNDICE

    PRÓLOGO

    1.   APROVECHEMOS NUESTRAS FALTAS

    2.   …PARA QUE CREYENDO TENGÁIS VIDA…

    3.   LA IMPORTANCIA Y DIFICULTAD DE ALCANZAR

    UNA VOLUNTAD DISCIPLINADA

    4.   ¿SE EQUIVOCÓ JESÚS EN EL PADRE NUESTRO?

    5.   DATE TIEMPO PARA PERDONAR

    6.   OTRO ROLLO MUY IMPORTANTE:

    LA VIDA ES SIEMPRE TENSIÓN.

    7.   LA FE SÓLO SIRVE PARA ESTA VIDA

    8.   PARA AYUDAR A VIVIR MEJOR LA EUCARISTÍA

    9.   ¿TÚ QUIÉN DICES QUE SOY YO?

    10.   ¿CÓMO ES ESO DEL UNO Y TRINO?

    11.   EL MINISTRO ¿MANDA O SIRVE?

    12.   ¿NECESITA DIOS DE MÍ?

    13.   UNA REGUNTA QUE TODOS HEMOS DE HACERNOS

    14.   CÓMO CELEBRAR LA RESURRECCIÓN

    15.   QUÉ PODEMOS AFIRMAR DE LA PASCUA

    16.   TODOS SOMOS DIFERENTES… Y NECESARIOS

    17.   NECESITAMOS UNA COMUNIDAD

    18.   TODO IDEAL HUMANO DESTRUYE LA

    COMUNIDAD CRISTIANA

    19.   CONVERSIÓN CRISTIANA

    20.   ¿SALVACIÓN POR LAS OBRAS O POR LA FE?

    21.   EL PERDÓN

    22.   ES NECESARIA MI COLABORACIÓN CON LA

    OBRA DE DIOS

    23.   EL VALOR DE LOS SIGNOS

    24.   LA EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

    25.   ¿PARA QUÉ VAMOS AL MÉDICO?

    26.   SI NO TE PREGUNTAS DÓNDE QUIERES IR

    ¿CÓMO LLEGARÁS?

    27.   ¿QUÉ COMES CADA DÍA? ¿CÓMO TE SIENTA?

    28.   ¿A QUIÉN TE PARECES.. AL PADRE,

    AL HIJO MAYOR O AL MENOR?

    29.   TEXTOS SOBRE LA ORACIÓN DE PETICIÓN

    30.   LA ORACIÓN ES TU FUERZA Y LA DEBILIDAD

    DE DIOS (S. AGUSTÍN)

    31.   PARÁBOLA DEL GORDO DE NAVIDAD

    32.   SER TESTIGO ¿DE QUIÉN Y CÓMO?

    33.   YO, PECADOR ¿PUEDO INTERCEDER?

    34.   PARA QUE TE SIRVA LA EUCARISTÍA

    35.   MÁS PARA UNA BUENA CELEBRACIÓN

    36.   ¿QUÉ ES ALABAR Y DÓNDE PUEDO APRENDERLO?

    37.   OTRA ESCUELA DE ALABANZA:

    LA LITURGIA DE LAS HORAS

    38.   LAS TENTACIONES CONTRA LA ALABANZA

    39.   ¿ME QUIEREN LOS QUE ME CORRIGEN?

    40.   LOS SUFRIMIENTOS DE AHORA SON

    NADA COMPARADOS CON…

    EPÍLOGO

    PRÓLOGO

    Pretendo dialogar con el lector/a a lo largo de estas páginas, sobre temas que mi larga experiencia me ha enseñado que son fundamentales para crecer y madurar en la vida cristiana.

    No se trata, pues, de una novela, ni de un libro para leer de un tirón, sino pausadamente, discutiendo conmigo y con los propios criterios, para decidir si hemos de cambiar en algo de lo que venimos haciendo hasta ahora.

    He procurado que el lenguaje sea lo más sencillo posible, al alcance de todos. Y me he permitido algunas expresiones ‘caseras’, como signo de confianza.

    No es necesario seguir el orden que yo he puesto a los capítulos, sino que cada lector/a es dueño y señor para cambiarlo.

    Manuel Rodríguez Espejo

    Santuario S. José de Calasanz

    Peralta de la Sal (Huesca)

    CAPÍTULO 1º

    APROVECHEMOS NUESTRAS FALTAS

    Estoy leyendo estos días el libro El arte de aprovechar nuestras faltas y ha puesto palabras a una idea que lleva tiempo rondándome. Su autor es José Tissot y el contenido se reduce a hilar y comentar frases y frases (pensamientos y pensamientos) de San Francisco de Sales, a quien él llama el Doctor de la piedad, sobre el tema.

    Yo pretendo en este nuevo libro mío repasar los temas que mi larga experiencia me dice que son fundamentales para vivir como cristiano. Y entre esos temas está el cuidado permanente que hemos de tener para no caer en el sueño del perfeccionismo. Fíjate, lector/lectora, que he dicho perfeccionismo. En castellano las palabras terminadas en ismo suelen indicar exageración. Dicho de otra manera más corriente: pasarse del burro.

    Más adelante insistiré en la necesidad de movernos en el término medio (donde se dice que radica la virtud). O mejor, en esa tensión dialéctica que es toda vida. Me gusta recordar que la dialéctica es la síntesis de los dos polos antitéticos, sin renunciar a ninguno de los dos: tesis – antítesis –nueva síntesis, que se convertirá en otra tesis…

    Por eso quiero dedicar este primer capítulo al título que le he dado: El arte de aprovechar nuestras faltas… sin renunciar al deseo de mejorar.

    1. Lo primero, quizás, que tengamos que aprender es aceptar nuestras faltas, no asombrarnos de ellas, porque hemos nacido inclinados al mal y somos pecadores. Pero (¡que importantes son en la vida los peros!) esto no quiere decir que nos va a dar igual tener y repetir faltas, sino que vamos a luchar para eliminarlas con dos convicciones: que contamos con la ayuda del Dios-Amor y que nosotros podemos alcanzarlo.

    El lenguaje es muy traidor y es bueno que seamos conscientes de lo que decimos y cómo lo decimos, para no hacernos daño. Verás: Creo firmemente que —en general—no es correcto pensar que Dios hace lo que yo le pido. No. Me ayuda a hacerlo yo. ¿Ves? Aquí tenemos ya una de las primeras tensiones dialécticas.

    Me gusta afirmar que Dios no va a hacerte, darte, nada que tú puedas (y debas, porque puedes) realizar. No es un simple juego de palabras.

    Sufro cuando veo un hombre o una mujer sentado en la acera con un letrero que dice: Busco trabajo.

    S. Agustín llega a decir que la oración de petición no cambia a Dios, sino al que pide, que es quien tiene que poner en juego todas sus fuerzas para alcanzar lo que solicita.

    2. Si me perturbo y desaliento tras cada caída, es muy negativo, porque va a aumentar mi debilidad en lugar de mi fuerza. Si le estoy dando vueltas y vueltas a mi pecado, estoy cayendo en una idolatría: doy más importancia a MI pecado que a la capacidad de perdón (la prueba mayor del amor) de Dios, que no ha venido a condenar, sino a salvar.

    Ayuda a no perder la paz, o recuperarla más pronto, el saber que todo en la vida exige entrenamiento, constancia, esfuerzo, paciencia (que a mí me gusta llamar la ciencia de la paz). Nadie saltará 2,30 ms la primera vez que lo intenta. Ahí -en la paciencia y la constancia- es donde crece y madura la fe, el abandono en Dios, el dejarle a Dios ser Dios y no caer en el defecto de S. Pedro, que pretendió toda su vida ‘dirigir al Señor’.

    3. He pensado muchas veces porqué los evangelios contarán todos estos fallos (incluso negar tres veces al Señor) en el que fue escogido como Cabeza de la Iglesia. ¿Sabes la respuesta que me doy a mí mismo?: que fue para enseñarme/enseñarnos que él acepta la debilidad de sus hijos. He aquí otra tensión dialéctica: somos pecadores y, al mismo tiempo, hijos de Dios, ‘poseedores’ del Espíritu Santo, que habita en ti y en mí. Pero (¡otro pero muy importante!): no pretendamos poseer, dominar al Espíritu (Dios único con el Padre y el Hijo), sino dejémonos guiar por él. ¿Ves que necesario es dejarse, abandonarse en Dios? Esto requiere mucha humildad. Y por es se nos pide ‘creer de verdad, no de palabras y boca’.

    S. Francisco de Sales lo dice así: "Las flechas que vuelan a lo alto (Salmo 91 (90), 5-7) son las esperanzas vanas y las presunciones, que, al principio de su conversión, ciertas personas deseosas de la perfección tienen de llegar pronto a la santidad…". Dios puede curar milagrosamente a uno en un instante, pero esto no es lo ordinario, y no debemos pretenderlo.

    Leamos, releamos y meditemos estas palabras: Los más santos no son los que cometen menos faltas, sino los que tienen más valor, más generosidad, más amor, los que hacen más esfuerzos sobre sí mismos, y no tienen miedo de tropezar, ni aun de caer y mancharse un poco, con tal de avanzar (Manual de las almas interiores).

    ¡Qué importante la primera línea: Los más santos no son los que cometen menos faltas! ¡Y qué necesario es "hacer esfuerzo sobre sí mismo"! Por último, sacudámonos todo miedo, porque el miedo es un ‘señor’ que no libera, sino que esclaviza, mientras que Dios sí que libera.

    Es muy bueno sentir confusión cuando tenemos la conciencia de nuestra miseria, pero no te detengas aquí, no caigas en el desaliento, sino levanta inmediatamente el corazón a Dios con total confianza. Él te ama siempre, él perdona siempre.

    Resumiendo tendríamos que decir:

    1. No nos asombremos nunca de nuestras faltas, porque somos pecadores, seres caídos, inclinados al mal.

    2. No nos desanimemos por nuestras faltas.

    3. No nos turbemos por nuestras faltas.

    4. Debemos aprovechar nuestras faltas para amar nuestra miseria, porque Dios la ama.

    5. Para aumentar nuestra confianza en la misericordia de Dios.

    6. Para afirmarnos en la perseverancia contra nuestras faltas.

    7. Para hacernos más piadoso, más creyentes y esperanzados en el Dios misericordioso.

    8. Para ‘satisfacer’ por nuestras culpas y las de todos los hombres, como hizo Jesús.

    9. Para aumentar nuestra devoción a María, la Intercesora, que tiene como trabajo llevarnos a Dios.

    CAPÍTULO 2º

    …PARA QUE CREYENDO TENGÁIS VIDA… (JN 20, 30-31)

    "Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas SEÑALES que no están escritas en este libro. ÉSTAS han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que CREYENDO tengáis VIDA en su nombre" (aquí ‘abajo’, porque la fe no existirá en la ‘otra vida’).

    La fe es para tener vida distinta (nueva, divina) en la tierra, puesto que en ‘la otra vida’ ya no habrá fe, ni esperanza. Sólo permanecerá el amor.

    La Fe no es para malvivir aquí esperando la otra vida. ¡Con cuánta tristeza, impotencia, inseguridad, con cuánto ‘peso’ y amargura viven muchos cristianos! ¡Cómo es posible esto!: por ignorancia, por una falsa, falsísima idea de cómo es Dios.

    ¿Con qué se cree: con la cabeza o el corazón?: En Rom 10,9 leemos: Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para conseguir la justificación y con la boca se confiesa para conseguir la salvación. La Nota de la ‘Biblia de Jerusalén’ a Rom 10,3 dice: La justificación no es un bien que se ha de conquistar, sino una gracia que se consigue por la fe en Cristo, cf Rom 1,16+; 4,25+; 7,7+ (el signo + indica que tienen Nota)

    Nosotros desde el nacimiento quedamos incorporados a ‘la circunferencia’ de la eternidad. Ella ni tiene principio ni tiene fin; nosotros tenemos principio, nuestro nacimiento, pero ya no tendremos fin (la muerte no es final, sino cambio del modo de subsistir; todos los humanos resucitaremos, no sólo los buenos), todos somos inmortales.

    Insisto, la Fe es una oferta para vivir en la tierra de ‘otra manera’, de modo que en nuestra resurrección podamos continuar felices, ahora ya en plenitud.

    ¿Cómo es esa ‘vida de otra manera’ en la tierra?: vencedores del pecado y de la muerte. Vencemos el pecado de dos modos (plan A y plan B): cada vez que lo resistimos y no cedemos a la tentación (Plan A); pero también, cada vez que lo confesamos y el Señor nos lo destruye con su perdón.

    ¡Atención!: nuestra condición en la tierra es de pecadores. Sólo la Virgen, por su privilegio, estuvo libre de caer. Todos los demás caemos multitud de veces (si el justo cae siete veces ¿qué podemos esperar?). ¡¡¡Aprendamos a convertir las caídas en impulso de subida: como la pelota que al tocar el suelo se remonta instantáneamente y no se queda en el suelo; y mientras más violenta es su caída, más alta es su reacción!!!.

    Recuerdo unas palabras de J.Mª Cabodevilla en su libro Discurso del Padre Nuestro. Ruegos y preguntas: El camino de la Iglesia (y de cada uno, añado yo) no es el de la pureza (la impecabilidad), sino el de la purificación. Reconocer lealmente sus culpas constituye una manera de expiarlas. El pecado no sólo se comete, también se padece. Y en ese sufrimiento anida la posibilidad de incorporarse a la Cruz. Por tanto, la posibilidad de resucitar… La Iglesia (el creyente) nunca presume, porque cada día peca; y nunca desespera, porque cada día es perdonada (pág. 354).

    Pienso que es un error entender literalmente, como un mandato posible de cumplir, ese sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. Es más bien un horizonte hacia el que apuntar. Ese tipo de perfección no le es posible al hombre mortal. Recordemos qué pecadores se sienten los santos en el último periodo de su vida; y no por cometer graves pecados, sino porque la cercanía con Cristo-Luz les hace ver claramente sus pequeñas faltas (con poca luz no vemos ni las grandes manchas de nuestro traje) y por el deseo inmenso de corresponder al amor de Dios que tan claramente lo sienten, lo experimentan.

    La Fe es una experiencia, no una idea o concepto. No se trata de conocer una doctrina, ni siquiera de conocer la vida y obras de Jesús, sino de experimentarlo. Recordemos las veces que en el N.T. dicen los demonios a Cristo que lo conocen… y, sin embargo, están condenados. El mejor ejemplo para entender esto es la natación y, sobre todo, el amor: ¿es lo mismo conocer cómo se nada que nadar de hecho? ¿Es lo mismo ser capaz de definir el amor que experimentarlo?

    Para que creyendo tengáis vida: es la Fe la que nos da la vida aquí abajo y esta vida de abajo vivida creyentemente nos abre el paso a la felicidad plena. La felicidad de aquí (compatible con el sufrimiento y la limitación) consiste en vivir seguros, en ser capaces de experimentar las Bienaventuranzas y practicar las obras de misericordia. Ella es fruto de la liberación, que la verdadera fe opera en el creyente. En efecto, nos hace libres, señores, vencedores. ¿De qué?: de los miedos, los apegos y los malos hábitos (vicios) que nos esclavizan: miedo a la muerte, a envejecer, a ser humillado, ignorado, no reconocido, al dolor, a la enfermedad, a suspender, a perder el trabajo, a ser engañado por los otros; a cansarnos de portarnos bien, de cumplir con los ‘mandamientos’ (que son sólo sugerencias, porque Dios no obliga a nadie, simplemente se sugiere…como el amante verdadero, que no viola a la amada…).

    Nuestra realidad carnal se cansa de la monotonía…Apegos que ocupan el primer puesto en nuestro corazón…Vicios como la mentira, la envidia, el rencor, el orgullo, la soberbia… el robo, el sexo desordenado, el ego desequilibrado, la incapacidad de perdonar o de pedir perdón… el consumismo, el tener que aparentar lo que no somos o no tenemos…

    Recordemos que nuestra vida necesita equilibrio dinámico permanente (no estático) y control: caigamos en la cuenta del dualismo total en que se desarrolla la vida humana (vida/muerte, bueno/malo, corto/largo, cansancio/constancia, izquierda/derecha, lento/rápido, trabajo/descanso, egoísmo/donación…) y de que las cosas ni son buenas ni son malas, sino que depende del uso que hagamos de ellas (el cuchillo, el dinero, el saber…). Todos los extremos son viciosos. Contra todos los ‘mandamientos’ se puede pecar por exceso y por defecto.

    Ser persona supone, exige esfuerzo, disciplina y ejercicio correcto desde muy pequeño. La inteligencia y la voluntad (con su cualidad, la libertad) requieren educación. En términos cristianos diríamos que es el corazón el motor de todos los deseos, afectos, palabras y acciones. De ahí que en la Biblia aparezca tantísimas veces este término y se le haga responsable del bien y el mal que hacemos. Ser creyente exige el mismo esfuerzo, porque es orientar nuestra vida desde los criterios de Dios y no desde los nuestros; en definitiva, morir a mi yo, para que nazca Él en mí (venga a nosotros (a mí) tu reino, hágase tu voluntad, hagamos nuestros los sentimientos de Cristo…).

    Descubrir vitalmente que la tarea de humanización y de crecer en la fe van juntas, son la misma, ayuda mucho al creyente. Descubrir íntimamente que todo lo que ‘pide’ Dios es lo mismo que pide la ‘psicología humana’ para ser Persona Integral es una gozada. Ya lo había señalado la Palabra: ¿Quién puede conocer al hombre mejor que quien lo ha creado?

    La fe no es magia. La fe es inicialmente parte de nuestra vida humana; ¿sobreviviría la persona sin el ejercicio constante de esa fe, dudando de si sus padres son ‘sus padres’; de si lo que va a comer estará envenenado; de si el trabajo diario le va a servir para algo; de si sus amigos son de verdad eso…?.

    Entonces ¿qué es la Fe? ¿Cómo actúa para que pueda dar vida aquí ya en la tierra?: es el descubrimiento de otra persona que me da confianza, y esa confianza me permite hacer ‘cosas’ que sin ella no podría hacer (al aprender a montar en bicicleta voy seguro, si veo que me llevan del sillín, hasta el punto de que, si me han soltado y no me he dado cuenta, sigo. Pero si me dicen ‘ya vas solo’, me caigo. Y lo mismo pasa con el que está aprendiendo a nadar: va seguro si siente la mano del ayudante en el pecho, pero si lo sueltan se hunde…).

    La Fe es una interrelación entre Dios y el creyente. No interviene sólo Dios. Se necesita también la colaboración del creyente. Dios ya ha hecho su parte, ya me ha salvado, ya

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