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¿Hasta cuándo, Dios?
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¿Hasta cuándo, Dios?
Libro electrónico83 páginas1 hora

¿Hasta cuándo, Dios?

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Muchas veces la vida es difícil. Sin previo aviso la muerte, enfermedades, la falta de trabajo u otras circunstancias pueden cambiar nuestra vida y desafiar todo lo que creíamos saber, haciéndonos sentir desesperados y solos. Pero no lo estamos.
Este libro explica cómo nuestro Padre Celestial está cerca aun cuando la vida es difícil. Él escucha a Sus hijos y hace que todo obre para el bien de ellos.

Sometimes life is just hard. Out of the blue, death, illness, unemployment, or other circumstances can change our lives and challenge everything we thought we knew―leaving us feeling desperate and alone. But we are not alone.
This book explains how our Heavenly Father is near when life is hard, listening to His children and working everything for their good.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 nov 2020
ISBN9781087732039
¿Hasta cuándo, Dios?

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¿Hasta cuándo, Dios? - Joselo Mercado

Holman

I

SUFRIMIENTO EN EL MUNDO

Cuando era niño, mi papá me llevaba frecuentemente a ver peleas de boxeo. Como buen puertorriqueño, gran parte de la cultura era ser fanático de los campeones mundiales que salían de nuestra pequeña isla. Además, mi papá practicó este deporte y, por consiguiente, era parte de mi herencia seguir el mismo camino. Mi papá siempre compraba los mejores asientos, así que podía ver la acción desde cerca. En esta etapa de mi vida no sigo tanto el deporte, pero si algo aprendí durante años de ver peleas de boxeo de primer nivel, es que el golpe más devastador no es el más fuerte, es el que no se ve venir. La mayoría de los boxeadores se preparan para recibir golpes y asimilarlos, ellos pueden recibir golpes contundentes si saben que serán golpeados. Por otro lado, un golpe no tan fuerte que viene en un ángulo que toma de sorpresa al boxeador, puede ser devastador.

Muchas veces el sufrimiento llega a nuestras vidas como ese golpe devastador que no esperábamos. Nunca planeamos sufrir, no decimos casualmente: «Sería bueno sufrir un poco la próxima semana». El sufrimiento llega sin invitación. Con frecuencia nuestras vidas parecen ir por el camino correcto y de repente llega la noticia inesperada. Puede ser un diagnóstico que no esperabas, una enfermedad crónica de un hijo, un distanciamiento con un ser querido, un hijo que no está siguiendo los valores que le enseñaste, la pérdida del trabajo que has tenido durante 20 años, un virus que azota el planeta. Estas situaciones son reales, y tienen un efecto profundo en nuestras vidas. Cuando sufrimos, nuestra mente se turba, nuestro estado físico es afectado. En esos momentos necesitamos un lugar donde podemos recibir la ayuda que necesitamos.

Acostumbramos a huir del sufrimiento y a tratar de protegernos lo más posible del mismo. Los adelantos tecnológicos y médicos han ayudado a prevenir muchos de los males que eran comunes hace tan solo 200 años. Nuestra sociedad siente como derecho propio el tener salud, vivir largas vidas y no experimentar mayores problemas. En cambio, D. A. Carson, en su libro ¿Hasta Cuándo Señor?, sugiere que un creyente no debe preguntarse si va a sufrir o no; más bien debe preguntarse cuándo va a sufrir. Vivimos en un mundo caído, donde cada uno de nosotros experimentaremos los efectos de la caída que nos conducirán al sufrimiento, ya sea en forma de una enfermedad, la pérdida de un ser querido, relaciones rotas, dificultades financieras o de alguna otra manera. Dado que todos tendremos que enfrentar la realidad del sufrimiento, necesitamos una perspectiva bíblica para enfrentar esos momentos para la gloria a Dios. Debemos prepararnos para que las verdades del evangelio nos sostengan en los momentos difíciles.

En un mundo donde gran parte de la población tiene acceso a comodidades, debemos tener una perspectiva correcta de lo que es el sufrimiento. Comúnmente existe una idea equivocada al respecto, y llamamos sufrimientos a nuestras inconveniencias. Por ejemplo: «Mi auto no enciende», «No encuentro una casa para alquilar cerca de mi trabajo», «El televisor está fallando» y cosas similares son más bien inconveniencias. Los sufrimientos son aspectos que experimentamos por causa del pecado en el mundo. Enfermedades crónicas; dificultades en las relaciones; la muerte de un ser querido; la persistente rebelión de un hijo; falta de recursos para proveer las necesidades básicas; maltrato; abandono. Estos son verdaderos sufrimientos, y la gran mayoría los hemos experimentado de una forma u otra.

Todo sufrimiento es consecuencia de la caída. Vivimos en un mundo donde experimentamos los resultados del pecado del hombre. Algo importante que todos debemos de saber es que nosotros también hemos aportado a la caída. La caída es el evento que leemos en Génesis 3, donde el primer hombre, Adán, se rebeló contra Dios y sus estatutos. La consecuencia de esta relación es que todos los hombres cargamos las consecuencias de ese pecado, ya que Adán era nuestro representante en el Edén. Sé que puedes pensar que es injusto, pero veremos más adelante que tenemos salvación por un representante ante Dios, Cristo. Dios castigó la rebelión de Adán con la muerte. Con este evento llegaron los efectos del pecado en el mundo, incluido el sufrimiento.

La Biblia enseña en Romanos 8 que la creación gime por ser redimida. Parte de los efectos del pecado de Adán es que la creación sufrió cambios debido al pecado. Podrías preguntar: ¿Qué culpa tengo yo por lo que hizo Adán? Entiendo tu pregunta, pero la realidad es que todos hemos hecho lo mismo que Adán hizo. Todos, de alguna forma u otra, nos hemos rebelado contra Dios, esto es a lo que la Biblia llama «pecar». La Biblia afirma que al cometer el más pequeño pecado somos merecedores del juicio de Dios por la eternidad. Quizás te parece un poco extremo, pero es debido a que no comprendemos la santidad, la perfección y la pureza del Dios infinito. Merecemos ese juicio porque nuestro «pequeño» pecado, no es pequeño cuando lo cometemos contra un Dios infinito.

Si por la misericordia de Dios entendemos el concepto de que todos hemos pecado y merecemos el juicio de Dios, será más fácil procesar el sufrimiento. Entonces podremos entender que Dios no nos trata como merecemos, sino que es bueno y nos bendice. En lugar de asombrarnos cuando sufrimos, deberíamos de estar asombrados de que no sufrimos tanto, porque lo que merecemos es sufrimiento eterno. Lo impotente es que Dios nos ha dado un remedio para que evitemos el más grande sufrimiento que podemos enfrentar. Jesús sufrió en la cruz, no solo como un ejemplo de amor, sino también para tomar el sufrimiento que tú y yo merecíamos, para que aquellos que ponen su confianza en Él no tengan que sufrir en la eternidad. Por eso nuestros sufrimientos nos conducen a encontrar esperanza en el sufrimiento de Cristo.

Cada sufrimiento nos debe recordar el

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