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Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal?
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Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal?
Libro electrónico70 páginas1 hora

Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal?

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La principal objeción a la fe cristiana es el problema del mal. Muchos cristianos todavía no saben cómo entender y explicar la realidad del sufrimiento y la muerte, y cómo reconciliar las descripciones de un Dios amoroso, bueno y omnipotente con un mundo que a veces parece extremadamente perverso y fuera de control. Este libro resume las respuestas a los genocidios del Antiguo Testamento, los Salmos imprecatorios y la existencia del infierno con castigo y sufrimiento eternos para aquellos que no son parte de la familia de Dios. Al concluir con cómo se desarrolla el último capítulo de la historia en Apocalipsis y los testimonios personales de cómo Dios usó el mal en la vida de varios cristianos (incluido el testimonio personal del autor), el lector encontrará respuestas y espera comprender bíblicamente el propósito de Dios al permitir un mundo caído en nuestro tiempo.

The main objection to the christian faith is the problem of evil. Many Christians still do not know how to understand and explain the reality of suffering and death, and how to reconcile the descriptions of a loving, good, and omnipotent God with a world that sometimes seems extremely perverse and out of control. This book summarizes answers to the genocides of the Old Testament, the imprecatory Psalms, and the existence of hell with eternal punishment and suffering for those who are not a part of God's family. By concluding with how the last chapter of history develops in Revelation and the personal testimonies of how God used evil in the lives of several Christians (including the author´s personal testimony), the reader will find answers and hope to biblically understand God's purpose in allowing a fallen world in our time.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 ene 2023
ISBN9781087783512
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    Si Dios es bueno, ¿por qué existe el mal? - Nathan Díaz

    Capítulo 1

    Si Dios creó todo, ¿creó también el mal?

    El origen de todo

    ¿De dónde vienen todas las cosas? Nuestra experiencia en esta vida y en todas las cosas que nos rodean es que todo tiene un principio. Cada uno de nosotros fuimos concebidos en un momento exacto de la historia. La pregunta de origen es tanto científica como filosófica. ¿Qué originó la materia, el tiempo y el espacio? Puede ser que las tres sean realidades eternas. Podría ser que la causa final de todo termine allí. Pero en realidad es imposible, e inclusive irracional. La razón es simple. La materia, el tiempo y el espacio no ­tienen vida en sí mismos, no tienen personalidad y no tienen voluntad propia. Eso haría que nosotros fuéramos superiores a la misma causa de nuestra existencia. Sin voluntad y orden previos, la materia no puede hacer nada. Sin leyes previas que puedan darle dirección al tiempo y al espacio no hay poder creativo. Es decir, tiene que haber algo o alguien más poderoso y con más autoridad que la misma esencia del universo y de la vida.

    La ley de la causalidad establece que cualquiera que sea nuestra causa final, tiene que contener los mismos elementos de lo creado para poder causarlos. Voluntad, inteligencia, sentimientos, personalidad son algunas de las características que tendrían que existir en un Ser supremo del cual surge la vida. Especialmente la vida humana. Pensar que el poder creador y creativo puede surgir de la materia desordenada y muerta es simplemente contrario a las evidencias y a la ciencia.

    El orden y el diseño desde las órbitas de los planetas en las diferentes galaxias, hasta los organismos unicelulares y las reacciones a nivel atómico de la física cuántica nos muestra que hay un Diseñador y un propósito más profundo para todo lo que nos rodea.

    A pesar de todo el orden y complejidad que hacen posibles la vida en la tierra, también tenemos muchas cosas que no funcionan como deberían. Existen males naturales: huracanes, terremotos, cáncer, derrames cerebrales, dolor y muerte en general. También existen males morales: asesinatos, violaciones, racismo y toda clase de injusticias en la sociedad. Muchas de las leyes de un país están diseñadas para contener y limitar esta clase de mal. Por último, aunque muchos puedan ser escépticos o dudar sobre esta realidad, existen males sobrenaturales de los que habla la Biblia: Satanás y huestes de demonios. Estas fuerzas espirituales se oponen a Dios y a Sus planes. Tienen poder y tienen influencia en este mundo.

    Una de la preguntas filosóficas más difíciles es: ¿De dónde vienen realmente todas estas categorías del mal? ¿Cuál es su origen? Si Dios creó todo, ¿creó también el mal? Uno de los maestros que me ayudó a entender la respuesta a esta pregunta fue el Dr. R. C. Sproul. En la Biblia encontramos que el pecado no proviene de Dios y que el mal no es creado por Él. Para poder entender cómo es que existe el mal debemos tener una definición más clara de qué es el mal.

    El mal o el pecado es cuando hay menos que perfección. Es cuando existe alguna falla porque se ha quebrantado algo perfecto. Dios es inmutable. Él no puede cambiar. Pero Su creación fue hecha mutable. Esto significa que puede comenzar en un estado de perfección con la posibilidad de perderla. Pero el mal o el pecado que invade la creación no es la adición de algo nuevo, sino el haber perdido algo que antes poseía. Por lo tanto, el mal no tiene que ser creado por Dios para existir. Él solo hizo una creación perfecta con la capacidad de no ser perfecta. Dios no creó el pecado, sino una humanidad con la capacidad de pecar.

    La mejor analogía sobre el mal la encontramos en la misma Biblia. Nuestro estado caído, y el de la creación se describe como «tinieblas».

    En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la Luz de los hombres. La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.

    Juan 1:1-5

    Y este es el mensaje que hemos oído de Él y que les anunciamos: Dios es Luz, y en Él no hay ninguna tiniebla. Si decimos que tenemos comunión con Él, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad. Pero si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo

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