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Historias De Pa’ La Sierra
Historias De Pa’ La Sierra
Historias De Pa’ La Sierra
Libro electrónico64 páginas33 minutos

Historias De Pa’ La Sierra

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Honrando a la cultura Mexicana, este libro fue escrito con varios fines. Primero: Que el lector se divierta sanamente, ya que siendo historias cortas, la va a disfrutar en una sola sentada. Segundo: Para que no olviden esas historias contadas de generacin a generacin y para que muchas personas mas las conozcan.

Don Rubn en sus muchos viajes por las sierras de Sinaloa, Sonora, Durango y Chihuahua escuchaba historias de personas jvenes, adultas y ancianos las cuales eran muy amenas e interesantes.

Con una combinacin de historias antiguas y otras mas modernas "Historias de pa' la sierra" ser una de sus lecturas favoritas.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento3 nov 2011
ISBN9781463311551
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    Historias De Pa’ La Sierra - Rubén A. Castañeda

    Contents

    Dedicación

    Prólogo

    El Caldo y las Albóndigas

    La Hermana Elena

    El Perro de los Dientes de Oro

    El Pollo, los Camarones y las Entomatadas.

    El Ingeniero Agrónomo

    del Gobierno

    El que Ordeñó la Tigresa

    La Procesión Ojo por Ojo,

    Diente por Diente

    Acercas del Autor

    Dedicación

    Con amor a mi esposa, Eunice Celinda,

    mis tres hijas, Eunice, Fátima y Linda,

    y mis nietos Roque y Roan (Superman).

    Con cariño a mi amigo Rutilio Serrano

    que por mas que lo apachurro no se arruga,

    a su esposa, Doña Irma por su amistad sincera.

    Prólogo

    Visitar este país es una alegría para el cuerpo, y para el espíritu. Sea el norte, el sur, la costa del pacifico, el golfo, el caribe, el centro o la montaña. En fin, cualquier estado de la patria, todos los estados son maravillosos, lástima que los gobernantes, no sean justos a la hora de impartir justicia o las riquezas que da el país. Nadamas quieren para su familia y amigos, los demás les importa poco o de plano nada.

    Pero a brincos y sombrerazos el país sigue su marcha, esperando que algún día llegue un cambio mejor para todo el país, especialmente los pobres.

    El estado de nuestras historias es muy especial, por su situación geográfica, sus pobladores, los hombres trabajadores y buenos amigos, si los respetan y si no, aténganse a las consecuencias, sus mujeres muy hermosas y alegres todo el tiempo, de su música y comida ya ni para que hablar.

    Pero lo especial son sus historias contadas, a través de generación en generación, ya sean historias de la costa o de los valles esta vez es de pa’ la sierra.

    Aquí se las cuento como a mí me las contaron, sin quitarle ni ponerle nada, espero las disfruten como yo las disfruté.

    El autor

    Don Rubén

    Aca pa’ la sierra

    el que no corre vuela.

    El Caldo y las Albóndigas

    Tiempo de preparar las tierras. El temporal de aguas llega y no espera. El agricultor que preparó a tiempo: Que bien; y el que no: Buena suerte.

    Nuestra historia gira en torno a una típica familia campesina de ocho miembros en total. Cuatro hombres, dos mujeres, el padre y la madre. Además un promedio mínimo de dos perros, que bien que mal algunas veces también medio comen.

    En esta parte de la patria, existe una costumbre muy peculiar que consiste en que como hay muy poco que comer y, cuando de vez en cuando cae algo de carnita y como no alcanza para toda la familia -mucho menos para los perros- el 90% de la carne es para el papá para que pueda estar fuerte todo el tiempo y pueda trabajar duro en el campo y cumplir con sus obligaciones maritales. Así que la mayoría de las veces, la dieta de los hijos es a base de caldos y frijoles. Pocas veces, o nunca de carne.

    El Viejo tenía que madrugar todos los días para terminar temprano antes de que apriete el calor que hace en esta parte del mundo. Así que se iba en ayunas nada más acompañado con un bule lleno de agua para mitigar la sed.

    El más pequeño de los hijos era el que tenía que llevarle la comida al cerco todos los días. Y era a quien le tocaba menos comida y, como cosa irónica, era el más tragón. Siempre traía atrasada el hambre.

    El utensilio que todo el tiempo usaba para llevarle al padre su comida, era una olla con capacidad de dos litros en donde acomodaba tacos de frijoles, sopas, caldos. En fin, cualquier cosa que fuera comestible.

    Un día afortunado llegó a la cocina un poco de carne molida, así que la señora empezó a cocinar albóndigas para mandárselas al señor que andaba apurado trabajando en el cerco y poder estar a tiempo para el temporal.

    Los hijos e hijas se saboreaban al ver aquellas bolas de carne preparadas con todos sus ingredientes.

    Terminado el guisado, les dió caldo solamente sin nada de carne. Todas las bolitas – casi el 95% se las preparó al hombre trabajador del campo. La señora apuraba al hijo menor para que terminara pronto su caldo

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