Víctimas de sangre Real
En 1347, una enfermedad terrible y hasta aquel momento desconocida se propagó por Europa y en pocos años sembró la muerte por todo el continente. La temible plaga procedente de Asia se extendió en poco tiempo ayudada por la mala alimentación, las pésimas condiciones higiénicas y los rudimentarios conocimientos médicos de la época. Desde entonces, la denominada peste o muerte negra fue una inseparable compañera de viaje de la población europea hasta su última manifestación, ya en el siglo XVIII. La enfermedad alcanzaba a todos, pobres y ricos, mendigos y nobles, campesinos y reyes. Y porque afectaba a todos tuvo tanto eco en las exageradas y hasta apocalípticas fuentes escritas de la época. Por ejemplo, en El Decamerón (1353), Giovanni Boccaccio escribe: “¡Cuántos ilustres hombres, cuántas bellas damas, cuántos apuestos jóvenes a los que el propio Galeno, Hipócrates o Esculapio les habrían considerado sanísimos, comieron por la mañana con sus parientes, compañeros y amigos y luego, al llegar la tarde, cenaron con sus antepasados en el otro mundo!”.
Queda clara, pues, la igualdad con la que atacaba el mortífero bacilo, sin atender a condición social, poder económico, edad ni sexo. Así, no faltan ejemplos en el medievo europeo de personajes de sangre real que perecieron a consecuencia de la que fue, sin duda, la
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