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La edad de oro de la piratería: Una guía fascinante sobre el papel de los piratas en la historia marítima de la primera época moderna y las historias de Anne Bonny, sir Francis Drake y William Kidd
La edad de oro de la piratería: Una guía fascinante sobre el papel de los piratas en la historia marítima de la primera época moderna y las historias de Anne Bonny, sir Francis Drake y William Kidd
La edad de oro de la piratería: Una guía fascinante sobre el papel de los piratas en la historia marítima de la primera época moderna y las historias de Anne Bonny, sir Francis Drake y William Kidd
Libro electrónico163 páginas2 horas

La edad de oro de la piratería: Una guía fascinante sobre el papel de los piratas en la historia marítima de la primera época moderna y las historias de Anne Bonny, sir Francis Drake y William Kidd

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Tesoros enterrados, acentos de pirata, batallas marítimas de capa y espada, tricornios y caminar por la plancha: ¿Sabía que ninguno de esos elementos es válido en relación con los piratas reales de la historia?

De hecho, existen muchos otros elementos sobre los piratas de la vida real que son simplemente ficción. Pero la historia real de los piratas, ¿merece la pena ser explorada y por qué?

La historia de la edad de oro de la piratería, la que ha dado forma a la concepción moderna de un pirata, es compleja y larga, con mucha información que abarcar. Hasta ahora no existía un tomo que tratara los detalles clave de la edad de oro en un formato comprensible y fácil de leer.

Este libro será su guía de la edad de oro de la piratería, y al leerlo descubrirá lo siguiente:

  • Las bases y rutas piratas originales.
  • Una breve historia de la piratería antes de la edad de oro.
  • Historias de varios piratas destacados, tanto hombres como mujeres.
  • Historias increíbles de viajes a través de los océanos Atlántico e Índico.
  • Los entresijos de la vida cotidiana de un pirata.
  • Diversos mitos y leyendas relacionados con los piratas que persisten en la actualidad.
  • Diferentes formas en que la ley trataba a los piratas de la época.
  • Cómo funcionaban los piratas tanto en tierra como en el mar.
  • Cómo la presencia de piratas en la época afectó a la ley y a la vida cotidiana de la gente normal.
  • Y mucho, mucho más.

¡Adquiera este libro ahora para saber más sobre la edad de oro de la piratería!

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 oct 2021
ISBN9798201403379

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    Suficiente para tener una idea cercana a lo que fue la piratería.

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La edad de oro de la piratería - Captivating History

© Copyright 2021

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Ni el autor ni el editor asumen responsabilidad alguna en nombre del comprador o lector de estos materiales. Cualquier desaire percibido de cualquier individuo u organización es puramente involuntario.

Introducción

El mar abierto. Las olas salpican la parte inferior del barco mientras el ligero viento llena las velas, empujando el barco siempre hacia adelante. Algunas gaviotas vuelan en el cielo y tal vez uno o dos tiburones merodeen las aguas, pero su barco permanece estable. En unos pocos días, llegará a una de las islas del Caribe, donde podrá transferir su preciosa carga y recibir el pago por sus molestias. Usted ha tenido que soportar meses de navegación ininterrumpida, los días calurosos y húmedos seguidos de noches frías y despiadadas, la comida podrida y el agua potable enmohecida, el hedor de sus compañeros y la escasa fiabilidad de la carta que tiene delante. Pero pronto lo logrará. Lo único que necesita es paciencia.

De repente, divisa un barco. Al principio, iza la misma bandera que usted tiene en el palo mayor. Puede ser la Union Jack o la compleja bandera mercante del reino de Francia. Poco importa, porque en cuanto se acerca, la bandera es arriada y se iza una nueva, totalmente negra. O tal vez sea negra con una calavera blasonada, o tal vez haya un alfanje, o ambas cosas, o ninguna. En cualquier caso, usted sabe lo que le espera, especialmente cuando el barco dispara un solo tiro de una de sus docenas de cañones. No tiene elección: debe arriar su bandera y permitir que la gente del otro barco aborde el suyo.

Y lo hacen. La mayoría de ellos son hombres jóvenes, sucios y malolientes por los días que han pasado en alta mar (al igual que usted y su tripulación), y la mayoría de ellos están armados con una sola pistola y una sola espada. Sus trajes son sencillos y prácticos, y la mayoría tienen el mismo aspecto, excepto uno. El que va claramente vestido como un caballero se acerca a usted, tal vez con una sonrisa, tal vez con una expresión severa, y empieza a discutir las condiciones. Su barco parece estar bien, y la carga que usted lleva podría ser de su interés, aunque no toda. Usted se queda con algunas provisiones y quizá algo de dinero para volver sano y salvo (o para salvar la cara ante sus empleadores), pero todo lo demás pertenece ahora a este hombre y a su tripulación, hasta su barco. Él le dice que no se preocupe, que tomará su barco, que parece dañado y agujereado por todas partes. Luego inspecciona su tripulación. Su cirujano y su navegante son los primeros hombres a los que señala y, con una amenaza apenas velada, les hace saber que van a cambiar de tripulación. Extiende esta propuesta a los demás hombres de la tripulación, y muchos de los suyos deciden unirse a él, ya sea por cobardía, por falta de respeto hacia usted o por simple deseo de sobrevivir (o de compartir el botín que han pasado meses transportando a través del océano a bordo de su barco). Una vez que todo está hecho, usted y lo que queda de su tripulación se trasladan al otro barco.

Está sano y salvo, pero su carga, así como su tripulación, ha sido esquilmada hasta no quedar nada. Usted sabe que a sus superiores les importará poco este encuentro, y sabe que tendrá que recuperar los costes o pasar un tiempo en un calabozo como castigo. En el mejor de los casos, puede perder su trabajo y esperar que alguien le contrate. Es un mundo que dista mucho de ser justo, y se pregunta por qué no se unió a la tripulación que acaba de dejarle en la miseria, y en un viejo y desvencijado balandro que parece que va a desmoronarse al menor viento. A lo lejos, oye la música a bordo de su antiguo barco; los hombres que se lo robaron están celebrando, probablemente de camino a malgastar su cargamento en el reacondicionamiento de ese mismo barco, pero más probablemente en licor, comida y mujeres descarriadas.

Sí, esta historia suena familiar, como debe ser, ya que las historias de piratas a menudo suenan igual. La parte emocionante proviene de un hecho importante: todo lo que se acaba de describir fue un hecho cotidiano durante la mayor parte de los siglos XVII y XVIII,  abarcó al menos cinco continentes e incluyó a decenas de miles de personas, tanto en el mar como en tierra.

La piratería no es un fenómeno nuevo. De hecho, ha existido desde que el hombre primitivo descubrió que podía comerciar con mercancías a través de ríos, lagos, mares y océanos. Y como el comercio marítimo es más activo ahora que nunca antes en la historia de la humanidad, la piratería no va a desaparecer pronto. Sin embargo, hubo un tiempo, no hace mucho, en que la piratería era algo más que un problema pasajero que interfería con el comercio. De hecho, era posiblemente el problema más grave al que se enfrentaban las naciones en aquella época, un problema que podía detener literalmente el comercio y cuyo impacto podía afectar a los acontecimientos de la historia. Era una época en la que los piratas podían ser el resultado directo de que los países perdieran guerras, los ejércitos perdieran hombres y la gente corriente perdiera el sueño. Era una época en la que los hombres corrientes podían ganar inmensas riquezas por medios ilícitos, por supuesto, y en la que ese poco de libertad tenía el precio más alto imaginable: la muerte. Una época que no incluía muchos parches en los ojos, tesoros enterrados ni héroes carismáticos de capa y espada, pero sí ejecuciones brutales, asaltos impresionantes e incluso algunos reyes autonombrados en el camino. Los historiadores llaman a este periodo la edad de oro de la piratería, y fue la única época en la que el llamado comercio dulce pudo florecer casi sin oposición.

En este tomo, cubriremos la historia de la edad de oro, centrándonos en la información objetiva y disipando algunos mitos en el proceso. Algunos lectores se sentirán decepcionados al saber que algunos de los «hechos» más frecuentes de la historia sobre los piratas no son en absoluto hechos, sino meras invenciones de autores contemporáneos o de la cultura popular moderna. Sin embargo, las historias reales que se esconden detrás de los mitos y fábulas son mucho más fascinantes, y presentan un capítulo notable de la historia del mundo en todos los sentidos. Usted está a punto de embarcarse en una aventura global de riqueza y pobreza, emoción y peligro, alcohol y sangre, vida y muerte. En resumen, la historia de la edad de oro de la piratería es una historia que merece una amplia cobertura histórica, y usted va a descubrir por qué en los próximos capítulos.

Queen_Anne's_Revenge_model_NCMH

Maqueta del barco pirata original de Barbanegra, el Queen Anne's Revenge, Museo de Historia, Carolina del Norte, EE. UU[i]

Capítulo 1 - Breve historia de la piratería: Definición de la terminología, primeros relatos históricos del crimen marítimo, descripción de la edad de oro

Definición del término «pirata»

La mayoría de la gente tiene una vaga idea de lo que es un pirata, y si tuviéramos que desglosarlo en los términos más simples, la definición sería «un individuo que ataca y roba barcos en el mar». Sin embargo, esta definición no es especialmente útil, ya que omite más de un detalle. El detalle más importante es quién es el atacante. Sir Francis Drake, por ejemplo, atacaba y robaba habitualmente barcos en el mar, pero si usted fuera su conciudadano inglés y le llamara pirata en su día, él se sentiría ofendido. Por supuesto, si usted fuera español, es decir, enemigo de Drake en combate, y utilizara el mismo término para describirlo, no le importaría mucho. Como curiosidad, Drake fue un destacado corsario que murió en 1596, medio siglo antes del inicio de lo que llamamos la edad de oro de la piratería. Aunque encaja perfectamente con las personalidades y experiencias de muchos piratas descritos en este tomo, estuvo activo mucho antes de que ninguno de ellos naciera.

A lo largo de los años, los ladrones del mar recibieron varios nombres indistintamente. Términos como «corsario», «bucanero», «privateer»[1] y otros fueron utilizados como sinónimos del término «pirata». Sin embargo, no son lo mismo. La confusión es aún mayor cuando los términos se superponen, ya que ciertas personas involucradas en actividades marítimas pasarían, por ejemplo, de ser corsario a ser pirata y viceversa.

Teniendo esto en cuenta, es fundamental definir estos términos lo mejor posible. «Pirata» es un término universal para cualquier tipo de delito que implique una gran masa de agua y un barco de cualquier tamaño. En otras palabras, puede haber piratas de mar, de lago, de río, etc. Además, los delitos ni siquiera tienen que producirse en el mar. Si usted era dueño de un navío o un miembro de la tripulación y cometía delitos en tierra (saqueos, robos, violaciones, asesinatos, apuestas, contrabando, etc.), usted era un pirata. La palabra en sí es de origen griego, se lee como πειρατής (peiratḗs) y significa «bandido».

¿Y qué hay de los otros términos? Empecemos por «corsario». El término en sí es francés, originalmente escrito como corsaire, y tiene sus raíces en la palabra latina cursus, que significa ataque hostil o saqueo. En otras palabras, proviene de un acto ilegal, por lo que está vinculado a la piratería, al menos en cierta medida. Sin embargo, los franceses no utilizaban el término «corsario» para referirse a actividades ilegales cuando se trataba de sus propios marineros. De hecho, el término se refería específicamente a los privateers de la pequeña ciudad portuaria de Saint-Malo, en la región noroeste de Bretaña. Con el tiempo, los europeos también se referirían a los corsarios musulmanes de la costa africana de Berbería como «corsarios de Berbería» o «corsarios turcos», aunque, en realidad, estos marinos de África no siempre eran privateers. A veces, eran comandantes navales legítimos del Imperio otomano; otras veces, eran señores regionales y forajidos, lo que los convertía en auténticos piratas. Además, no todos eran bereberes (término utilizado para designar a los grupos nativos africanos que viven en lo que hoy es Marruecos, Argelia y Túnez). Dado que los corsarios de Berbería, al mando de los otomanos, atacaban a menudo barcos cristianos y hacían la guerra a los soldados cristianos, el término «corsario» adquirió también un cierto matiz religioso.

Si lo desglosamos, los corsarios son efectivamente privateers. ¿Pero qué es un privateer? Como su nombre inglés indica, se trata de un barco privado que no es propiedad del Estado o del monarca. El término también se refiere al oficial a

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