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Hijo De Aztlán
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Libro electrónico130 páginas1 hora

Hijo De Aztlán

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NO APTO PARA MENORES DE EDAD... A MENOS QUE SUS PAPAS LOS DEJEN LEER MUCHAS GROSERIAS

¿Que pasaría si los Dioses quisieran volver al mundo?

Pero no el barbón de Odín, el galán de Apolo o el bonachón de Zeus … No señor… ¡Los Dioses Aztecas! Huitzilopochtli el Señor de la Guerra, Tezcatlipoca, El espejo humeante y Mictlantecuhtli el Dios de la muerte.

Estos dioses no vienen a tener hijitos o a jugar a "La Batalla", si estos dioses regresan nos carga a todos...

Hijo de Aztlán es una novela corta y rápida, una primera introducción al CECONAH y a aquellos que nos cuidan de los Chaneques, los Alushes y también de uno que otro vampiro y demonio.

Bienvenidos al Sexto Sol, donde la mitología se mezcla con la realidad y la historia se escribirá con sangre humana.

A menos, claro, que el elegido por los dioses encuentre la manera de zafarse del honor.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento3 jun 2016
ISBN9781543929041
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    Hijo De Aztlán - Julian Rosado

    1

    CAPITULO 1

    Otro grito sordo llega a través de la pared y Eriberto cierra los puños de manera automática, esta junta ya no le esta gustando nada y lo más probable es que acabe mal…quizá no tan mal como la que tuvo con los enviados Hawaiianos que termino en incendio de hotel, pero…

    Un ronquido fuerte y corto y otro sobresalto hacen que Eriberto se concentre en su compañero de junta. El gigante que está dormitando sentado en frente de él suspira una vez y se saborea suavemente los labios como si estuviera probando el más delicado manjar en un restaurante de moda.

    Un buen sueño seguramente.

    Pechera se vuelve pecera sin H murmura Eriberto. Siempre que está aburrido, regresa a la plática donde preguntó, por vez primera, por qué a su nombre le falta una letra.

    Porque la ‘H es muda mi rey. Su madre le dijo, y Eriberto suena igual a Heriberto así como hospital suena igual que ospital o haga que aga…Es igual y así te ahorras una letra que no debería de existir. La H es muda y entonces no tiene presencia."

    Después de esa conversación Eriberto tuvo algunos problemas en la escuela, porque una alcachofa sin h se convertía en alcacofa y los cachorros eran cacorros y eso a su maestra de Redacción le irritaba sobremanera; desde entonces Eriberto dejó de cuestionar a su Santa Madre y empezó a aceptar que hay veces que los padres hacen cosas por capricho y otras tantas por amor y que a veces hay que darles por su lado, así como ellos deben de hacerlo también con los hijos.

    O ijos…. Murmura, pues desde entonces busca, cada vez que puede, palabras que sin H se vuelven otra cosa. 

    Un grito más y las palmas de sus manos empiezan a ponerse moradas y decide que va a renunciar en cuanto regrese a la oficina, o,  más bien, si regresa a la oficina va a renunciar.

    Este no es su primer día de trabajo pero podría llegar a ser el último como ayudante en la oficina de Curaduría Especial del Consejo Nacional de Arqueología e Historia, o CECONAH, como le dicen los que trabajan en ella.

    El sueldo que tiene, que es muy por arriba del sueldo de otros tantos curadores que él conoce y que sabe le tienen una envidia profunda, es de poca importancia en este momento,  así como también que está trabajando a un nivel que ni siquiera sabía que existiera hacía un año y que el resto del mundo, fuera de los niveles mas altos de gobierno, no sabe que existe.

    Quizá si esos que trabajan en otras áreas del CONAH y que le tienen envidia supieran lo que él sabe de magia y demonios y leyendas que caminan por las calles pensarían que sus sueldos están muy bien para lo que hacen. La Curaduría Especial es especial por que maneja todo ese tipo de asuntos de los que el mundo exterior sabe poco.

    Cuchillo se vuelve cucillo.. murmura pensando en lo que ha traído a la junta y que tiene guardado en un estuche.

    Como curador sabe que está rompiendo unas quince leyes que lo pueden mandar a la cárcel en ese momento. Peor aún, también sabe que a la policía le va a valer gorro si les dice que su jefe lo hizo cómplice a la mala y que él, a la buena, se dejo engañar.   

    Todo eso vale gorro si lo agarran con lo que trae encima.

    Otro suspiro del gigante seguido de un pequeño chiflido entre los labios y Eriberto manda la conversación de la H muda y lo demás que trae en la cabeza a la parte de atrás del cerebelo. La expresión del gigante dormido es difícil de interpretar, lo único que le quedó claro y a simple vista, es que está igual de incómodo que Eriberto y que quizá él también fue llevado  a la fuerza a esa junta.

    Si su jefe no le hubiera dicho de antemano a Eriberto que no le tuviera miedo a ese gigantesco cuidador ni siquiera hubiera entrado a ese cuarto y si el gigante no hubiera echado como diez cerrojos y candados  a la puerta ya con Eriberto adentro, probablemente ya hubiera intentado escapar de ahí.

    Este gigante, es, al parecer mudo, y Eriberto tiene la certeza de que si su madre lo pudiera ver se daría cuenta de que no todo lo que es mudo no tiene presencia.

    El gigante suelta un pequeño ronquido nasal y Eriberto se pregunta cómo puede dormir, o siquiera dormitar, ese montículo de músculos con los ruidos provenientes del cuarto contiguo. 

    Quizá son el par de ojos que tiene tatuados sobre los párpados lo que le permite cerrarlos y pensar que con ello,  parte de su cerebro sigue alerta, que esos tatuajes le avisarán de los peligros que le puedan acechar mientras duerme, o por lo menos mantener alejados a espíritus y extraños.

    Por su parte, Eriberto sabe que él no se acercaría a molestar a su acompañante de cuarto, con o sin tatuajes, y de empezar una conversación sobre el clima o los cambios en la bolsa de valores, mejor ni hablamos, el gigante no parece ser un gran conversador, es más, no parece tener interés alguno en nada más que dormir.

    Eriberto no es valiente, nunca lo ha sido. De hecho sabe que no lo es y no le importa, hay hombres para todo, para defender la patria en la  guerra o como policía en las calles contra criminales, y también los hay para dominar o liderar a los demás y él tampoco es de ese corte. Ni del corte guerrero, ni del político y si nos ponemos muy técnicos, ni del social… amigos cuenta tres, los mismos tres que ha contado desde la primaria.  Una mesa de dominó que se juntaba durante los años de la universidad una vez a la semana y que poco a poco ha dejado de juntarse tan seguido, ahora solo es una vez al mes, si se puede… y a ellos los ve más que a su familia. Si se le tiene que poner una etiqueta, Eriberto quizá es del corte intelectual, e incluso del espiritual, se sabe admirador de la belleza, de la estética y de todas esas cosas que hacen crecer el espíritu del hombre, de todo eso que a lo largo de los siglos ha puesto a los seres humanos por encima de los animales.

    Un ronquido profundo y fuerte hace que el gigante casi se auto despierte y le saca a Eriberto un suave Ay madre santa…

    Ella,  resultó ser la única que sí sabía por dónde se iba a ir Eriberto. Libros para leer, libros para aprender, juegos de química, de física y luego de dinosaurios y de historia…cosas del pasado, cosas que ya fueron y ya se fueron pero que dejaron algo, aunque fuera una memoria o un pedazo de su ser para que Eriberto lo viera y lo entendiera. 

    De ver y entender a querer descubrir solo le llevo a Eriberto seis años de universidad, (que debieron haber sido cuatro pero siempre había algo por lo que los maestros no podían, querían o debían dar clases en su facultad) y luego de la UNAM al CONAH  por gracia serenísima de Don Leo, su sinodal de maestría (ahora su jefe en la Curaduría Especial y cómplice también.) y de ahí…a aquí. A un cuarto de cuatro por cuatro con dos puertas de acceso, las dos muy pesadas y marcadas con simbología mística que ya no debería de existir en el siglo 21 y un gigante de por lo menos dos metros diez de alto por casi otro tanto de ancho con ojos tatuados en los párpados,  labios casi del mismo ancho de su nariz y dientes dorados y Eriberto suspira de nuevo,  Ay madre santa… esta vez un poco mas quedo…

    La pared detrás del gigante es golpeada un poco más fuerte de lo que ha sido durante las dos horas anteriores y los ojos irreales parpadean. Eriberto siente una vez más la mirada penetrante del gigante y decide –muy en contra de lo antes resuelto- mantenerle la mirada lo más que pueda.

    Al fin y al cabo, y al parecer, el gigante y él están del mismo lado.

    El gigante mantiene la vista clavada en sus ojos, y Eriberto regresa el favor  hasta que el gigante parpadea.

    Eriberto cambia la mirada y sonríe, ha ganado el concurso imaginario… Un minuto después vuelve a voltear y de reojo ve que los ojos tatuados están de nuevo mirando fijamente hacia delante y la respiración de su vencido compañero de cuarto se ha vuelto más profunda.

    Esta vez sí parece que el gigante está bien dormido y Eriberto deja escapar otro Ay madre santa… por no dejar, antes de acomodarse en su silla.

    A lo mejor y él también puede llegar a dormitar. 

    CAPITULO 2

    El Shhhh rasposo y un tanto gutural que despierta a Eriberto es acompañado de la mano del gigante sobre su boca. El pulgar le llega a la quijada mientras que el resto de los dedos cubren a la oreja del otro lado de su cabeza. Esa

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