Aurum y los ladrones de sueños
Por Leo Gonzalez
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Leo Gonzalez
Nació el 17 de julio de 1966 en San Martín, Provincia de Buenos Aires (Argentina). Está casado con Vanina, con quien tuvo a Nazareno, su hijo. Su vida profesional siempre estuvo cerca del diseño y la creatividad, hasta que el nuevo milenio lo acercó al mundo de la psicología, obteniendo el título de consultor psicológico, que lo llevó a profundizar en el desarrollo humano de las personas. Fue profesor en la primera escuela de Counseling de la Argentina y dictó actividades para el desarrollo personal siguiendo los principios del enfoque centrado en la persona desarrollado por Carl Rogers (psicología humanista).Con la llegada de su hijo en 2001 se acercó a la escritura con la excusa de documentar los cuentos que cada noche inventaba para él. Siempre dice que escribir le permitió volver a sobrevolar su infancia, recordando los momentos mágicos que solía vivir, donde los sueños y la realidad no tenían un límite preciso, y así no perder conexión con aquel niño que vivía inmerso en los mundos fantásticos que existían en el remoto barrio de Villa Ballester.
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Aurum y los ladrones de sueños - Leo Gonzalez
Capítulo 1
El martes por la tarde los chicos del barrio que estaban jugando al futbol en la calle, debieron dejar de hacerlo debido a que la pelota había caído en la casa de la señora Carmen, y esta no quería devolvérsela aludiendo a que siempre estaban ensuciando el frente de su casa con ella.
Después de varios intentos fallidos de los chicos llamándola desde la vereda, y aplaudiendo para ser escuchados, Poly que era el dueño de la pelota decidió contarle a su mamá la situación para que esta intentara recuperarla.
La mamá le dijo que fuera nuevamente, tocara el timbre con insistencia y se la pidiera amablemente, y que si no se la devolvía entonces ella iría a buscarla.
Poly tenia doce años, estaba a punto de cumplir trece y Laura su mamá siempre intentaba alentarlo para que se valiera por sí mismo y aprendiera a resolver sus problemas personalmente.
Sin embargo para Poly como para cualquiera de sus amigos, ir a reclamar algo a la casa de la señora Carmen no le gustaba. Tanto ella como su esposo Chopa, eran personas intolerantes, con malos tratos y parecían odiar a los chicos, por lo que Poly fué pero de muy mala gana.
Salió de la casa y se dirigió a la esquina para pedirle a sus amigos que lo acompañaran.
Tino y Bochi lo acompañaron. Ellos eran sus mejores amigos siempre andaban juntos y aunque con el resto de los chicos del barrio la relación era muy buena, con ellos dos la relación era más estrecha y compartían muchas más cosas.
Para los chicos ingresar a la casa de Chopa siempre les producía temor.
Esa casa siempre parecía tenebrosa, y cada vez que atravesaban el camino, desde la reja hasta la puerta principal, era inevitable que vinieran a sus cabecitas todos los comentarios que en el barrio circulaban de estas personas. Que eran brujos, extraterrestres, que tenían más de 300 años. Hasta la gente más grande del barrio, decía que cuando ellos eran chicos esta casa y sus habitantes ya estaban en el barrio. Otros decían que tenían poderes, y un sinfín de interpretaciones del porqué tenían tanto dinero y vivían en un barrio tan humilde.
La casa ocupaba el doble de terreno que cualquier otra propiedad del barrio y tenía un enorme jardín previo a la entrada.
Cada uno de los elementos con los que el jardín estaba decorado parecían haberlos comprado con el fin de asustar a los visitantes. Todo invitaba a sumergirse en un mundo oscuro, sobre todo las dos gárgolas que habían ubicado justo a los laterales superiores de la puerta. Los detalles de estas estatuas eran tan precisos que realmente parecían tener vida.
Mientras se acercaban a la puerta, pudieron escuchar desde la ventana que estaba pegada a esta, que varias personas estaban conversando en lo que era el living de la casa.
No podían ver todavía de quiénes se trataba, pero al irse acercando a la ventana lentamente la visión fue mejorando hasta quedar en una posición en la que podían ver todo lo que dentro del living pasaba.
Apuraron el paso para no ser vistos y se acomodaron sobre un costado de la ventana, y se agacharon para estar más protegidos de la visión de las personas que estaban en el interior.
La verdad, no les sorprendió ver juntos a la señora Carmen, su esposo Chopa, y a Etelvino, un vecino que era el dueño de un gran aserradero que había en el barrio.
Tanto los dueños de casa como Etelvino eran seres que siempre estaban de mal humor. Parecía que ni siquiera su buen pasar económico les permitía ser felices. Definitivamente eran el ejemplo viviente de que el dinero no hace a la felicidad. Al menos a juzgar por sus caras y sus permanentes actitudes para generar conflictos con sus vecinos.
Es que estos malhumorados y únicos pudientes del barrio, curiosamente también eran los vecinos con los que siempre todos los chicos y muchas personas en general tenían problemas.
En este pequeño lugar de Villa Ballester, ellos eran dueños de muchas de las propiedades que existían y les daba la posibilidad de manejarse con esa prepotencia típica de las personas que se creen parte de una raza superior.
La relación con los chicos siempre era conflictiva, si no era la pelota, eran el ruido que hacían cuando se juntaban en la esquina o la falta de educación que supuestamente tenían y si no, era alguna otra cosa, pero siempre tenían algo para retarlos o correrlos del lugar.
Mientras los chicos se terminaban de acomodar para curiosear un poco lo que en aquel living sucedía, empezaron a prestar atención a la conversación que con tanto entusiasmo mantenían aquellas personas.
Primero no entendieron bien de qué estaban hablando, pero a medida que la conversación avanzaba, iban empezando a comprender que hablaban de lo bien que estaba funcionando un captador que habían colocado en la terraza de la fábrica. Lo que realmente, no llamó la atención de los chicos ya que podía ser un emprendimiento comercial de alguno de ellos. Pero, al continuar la conversación fueron enterándose de algunos detalles de aquel captador.
Aparentemente el aparato era capaz de captar la potente energía que generaban los sueños de las personas y particularmente los sueños de los chicos.
Evidentemente los chicos no daban crédito a lo que oían y empezaron a mirarse y comentar lo locas que estaban estas personas.
Era imposible que eso fuera cierto, no existía posibilidad que algo así existiera.
Bochi creía haber escuchado suficientes tonterías y se dispuso a tocar el timbre de la casa para pedir la pelota, pero la curiosidad de Poly y Tino hizo que le pidieran a Bochi que esperara un poco para poder escuchar algo más y realmente ver si estas personas estaban totalmente locas o finalmente confirmaban que eran de temer.
Al seguir escuchando lo que Chopa le explicaba a Etelvino, se enteraron que el aparato al que este captador enviaba esa energía, estaba en una zona inaccesible para cualquier persona que no tuviera la suficiente información de la ubicación de un portal
de acceso. Se enteraron además que todo estaba conectado interdimensionalmente a un dispersor de energía ubicado en la cumbre de una montaña, de un lugar que no conocían.
El dispersor de energía estaba conectado a este aparato que captaba la energía que producían los sueños, y a través de un sofisticado mecanismo hacía circular la energía por diferentes estructuras purificadoras, y la energía purificada terminaba almacenándose en unos tanques subterráneos.
La verdad es que los chicos se miraban entre sí para ver si estaban escuchando bien o era todo producto de su imaginación.
Lo cierto es que cada uno de los chicos estaba escuchando claramente lo que decían y aunque les costaba creerlo, estas personas eran siempre tan misteriosas que de todas maneras les producía escalofríos la más remota posibilidad de que esto fuera cierto.
En un momento Etelvino comentó lo importante de proteger de los Aurinos la montaña donde supuestamente este aparato estaba ubicado.
Los chicos no lograban comprender cómo estas personas podían estar tan trastornadas. ¿De qué montaña hablaban? ¿Qué dispersor? ¿Quiénes eran los Aurinos?
Nada de lo que escuchaban tenía sentido. La elevación de tierra más cercana se encontraba al menos a 400 kilómetros, y esta gente hablaba como si esta montaña se encontrara a la vuelta de la esquina.
Fue entonces cuando comprendieron que esa gente estaba totalmente loca y que simplemente no sabían lo que decían.
En ese momento Etelvino se levanto inesperadamente y se dirigió para la puerta como si fuera a salir a la calle, entonces los chicos rápidamente se incorporaron y corrieron hasta la reja de salida.
Poly y Tino saltaron la reja con gran destreza y rapidez, pero Bochi no contaba con los dones motrices de sus amigos, por lo que le llevo algo más de tiempo saltar la reja y ponerse a cubierto para que Etelvino no lo viera.
Cuando el picaporte de la puerta de entrada a la casa desde donde saldría Etelvino comenzaba a girar, Bochi se dejó caer a la vereda y corrió hacia donde estaban sus amigos.
Una vez juntos siguieron corriendo hasta llegar a la esquina.
Afortunadamente no fueron vistos en su huida. Si los hubieran visto, sabiendo de lo que estaban hablando allá adentro, vaya a saber qué cosa eran capaces de hacer.
Durante un rato ninguno de los chicos dijo nada, pero todos sabían que algo raro había pasado. Algo no estaba bien.
Bochi— ¡Qué locos que están estos viejos! ¡Espero no llegar a ser así cuando sea grande!
Tino— Si, pero más que locos, creo que son peligrosos. ¿De qué hablaban? ¿Cómo pueden hacer para captar la energía de los sueños?
Bochi— No pueden, estaban hablando tonterías. Seguro que se dieron cuenta que estábamos allí y nos quisieron asustar.
Poly— No, nadie nos vio. No pudieron vernos
Bochi— Es verdad no pudieron vernos y además no se si son ellos pero… ¿a alguno de ustedes se les cumplió un sueño alguna vez?
Tino— ¡A mi no!
Bochi— ¡A mi tampoco!
Poly— Bueno, a mi tampoco, pero todavía somos chicos, se nos pueden cumplir
Tino— Basta, ¿de qué estamos hablando? Parece que nosotros también estamos volviéndonos locos.
Poly— Si es verdad, es imposible que puedan hacerlo. Además ¿ustedes ven alguna montaña cerca donde pueda estar ese aparato?
Bochi— No, en eso tenes razón. Pero igualmente estemos atentos a cualquier cosa que estas personas hagan. A mí nunca me gustaron…
Poly— Uy!! Con todo esto nunca les pedí la pelota.
Tino— Bueno vamos te acompañamos
Bochi— Si, dale te acompañamos.
Poly— Menos mal que ustedes son amigos de verdad, con todo lo que escuchamos solo no voy ni loco…
No era lo mismo ir a pedir la pelota después de lo que habían escuchado.
Ahora transitar aquel jardín de la casa realmente les daba miedo.
Cuando tocaron el timbre salio la señora Carmen y con una sonrisa super falsa les dijo:
—Ah! ¿Vienen a buscar la pelota?
—Si, señora se nos cayó sin querer, dijo Poly
— Bueno, por esta vez se las devuelvo. Lástima que se desinfló, parece que esta pinchada. Tomen.
Los chicos no podían creer que les hubiera pinchado la pelota, ellos sabían que no estaba pinchada, vieron cuando la mujer se la llevo dentro de su casa en perfecto estado.
Poly— Pero la pelota estaba bien cuando cayó aquí
Carmen— Bueno parece que ahora ya no está bien ¡Qué se le va hacer!
Poly— Fue Ud. la que la pinchó. ¿Por qué es tan mala con nosotros?
Carmen— ¿Quieres saberlo?
Poly— Si, queremos, dígalo de una vez.
Carmen— Pues bien, se los digo, soy mala con Uds. porque me encanta! ¿Les quedó claro? Y ahora váyanse de mi jardín de inmediato antes de que llame a mi marido y les de unos buenos chirlos que es lo que merecen niños mal educados!!
Los chicos se fueron corriendo de aquel lugar y con mucha angustia. Llegaron a la esquina, y viendo nuevamente la pelota, no podían creer que aquella malvada mujer la hubiera pinchado.
La situación económica de los papas de los chicos no era buena; incluso para afrontar estos gastos mínimos y seguramente volver a tener la pelota en condiciones, iba a llevar un tiempo.
Poly se volvió a su casa con la pelota desinflada.
Cuando Laura, la mamá de Poly la vio.
Le preguntó ¿Qué pasó?
—La señora Carmen la pinchó y nos dijo que era mala con nosotros sólo porque le encantaba.
Laura— Vamos para allá!!
Poly— ¿A donde Ma?
Laura— A lo de esa Bruja. Ahora me va a escuchar!!
Poly— No Ma, no vayamos. Ya está, después le digo al tío que la arregle.
Laura— No hijo, vamos estas cosas no hay que permitirlas.
La mamá de Poly estaba muy enojada, tanto que los chicos que se habían quedado en la esquina, se dieron cuenta del malhumor de Laura y enseguida se acercaron para acompañarlos.
Mientras caminaban hacia la casa, vieron como el coche de Chopa se alejaba dando vuelta a la esquina y Carmen se metía en la casa cargando el rollo de la manguera de regar.
Al tocar timbre en la casa, nadie salía, hasta que la mamá de Poly grito.
Laura— Salga Carmen, sé que esta ahí! ¡Salga!
Al ratito salió, con cara de pobre mujer.
Carmen— Disculpe, no había escuchado el timbre.
Laura— ¿Me quiere decir porqué le hizo esto a los chicos?
Carmen— ¿Les hice qué?
Laura— No se haga la tonta. Les pinchó la pelota a los chicos, ¿no le dá vergüenza?
Carmen— No sea maleducada, no me insulte ¿eh?
Laura— Ud. insultó primero a mi hijo pinchándole la pelota.
Carmen— Lo hice porque se lo merecían!! Siempre en la calle molestando a los demás!
Laura— Es una desalmada, los chicos son chicos y tienen derecho a jugar.
Carmen - Si, pero siempre terminan ensuciando mi casa con esa pelota mojada y embarrada.
Laura— No es apropósito, por si no lo sabe a los chicos no les hace ninguna gracia tener que venir a pedirle la pelota a Ud.
Carmen— Pues, la pelota siempre termina acá adentro arruinando mis paredes.
Laura— Así que ese es el problema, le ensucian la pared. ¡¿Y Ud. cree que eso la justifica para pinchar una pelota?!
Por un momento todos se quedaron quietos y callados.
De repente la mamá de Poly se agachó y tomo en una de sus manos una buena porción de barro del cantero recién regado del jardín, y rápidamente la empezó a esparcir por el blanco frente de la casa ante los ojos incrédulos de los niños y los desorbitados ojos de la señora Carmen.
Carmen— Pero, qué hace mujer!! ¿Cómo me hace una cosa así?!!
Laura— ¿Sabe porqué lo hago?
Carmen— No, no tengo idea como hace una cosa así. ¿Por qué lo hace?
Laura— Porque me encanta!! ¿escuchó? Me encanta ensuciar las casas de las personas que no quieren a los niños.
Carmen— Esto no va a quedar así!!
Laura— No me amenace. Y le advierto, la próxima vez que se meta con los chicos, sepa que se mete conmigo, espero que lo haya entendido.
— Vamos Poly, ya estoy mas tranquila hijo. Vayamos a casa.
Los chicos no paraban de reírse de la cara que Doña Carmen puso cuando la mamá de Poly le desparramó el barro en el frente de su casa.
Para los chicos aquel fue un día de gloria, alguien les había hecho sentir el delicioso sabor de la justicia.
Capítulo 2
La mañana invernal del miércoles 12 de julio de 1995 amaneció con un sol majestuoso que entibió rápidamente todo el barrio.
La mamá de Poly ingresó a la habitación de su hijo y varios ases de luz ya se filtraban por la cortina que cubría la ventana. El receso escolar de invierno permitió que Poly pudiera extender su sueño unas horas más.
Con una caja de madera en la mano, Laura se sentó suavemente en la cama de su hijo, le acarició el cabello y con voz dulce le pidió que se despertara.
Poly entreabrió los ojos y volvió a cerrarlos como si le pesaran los parpados.
Laura— Poly, despierta hijo. Feliz cumpleaños!
— Ya tienes trece años, sos todo un hombrecito. Vamos despierta, tengo algo para ti que he esperado mucho tiempo para poder dártelo.
Poly— Gracias Ma, pero es muy temprano, dejame dormir un rato mas.
Laura— No, no, no. He esperado mucho este momento y no aguanto un minuto más. Vamos Poly!, arriba hijo, vamos!
Poly volvió a entreabrir los ojos y pudo divisar la caja que su madre sostenía entre sus manos.
Poly— Está bien Ma, está bien.
Laura— ¡Feliz cumple hijo!, ¡te amo!
Poly— Gracia Ma, yo también te amo¿Qué tienes ahi?
Laura— Bueno, mira, en realidad...
Poly— Qué caja rara esta. Parece antigua. ¿Dónde la compraste?
Laura— En realidad este regalo no lo compré yo
Poly— ¿A no? ¿entonces?
Laura— Pues es un regalo que mi papá, tu abuelo Juan, me dejó para vos hace unos ocho años.
Poly— ¿Cómo?
Laura— Si, ya te he contado que el abuelo, cuando tu tenías 4 años murió, o mejor dicho partió hacia su nueva aventura como él solía decir y me pidió que cuando cumplieras trece años te entregara esta caja. Él dijo que a los trece ya va a ser lo suficientemente listo como para apreciar este obsequio. También me pidió que mantuviera la caja intacta hasta que te llegara a vos. Y bueno, así lo hice, desde hace casi nueve años hasta hoy.
Poly— ¿Y no la abriste en todos estos años?
Laura— No, confieso que los primeros años fue realmente difícil vencer la tentación, pero luego comencé a comprender que esa caja me hacía sentir a mi padre muy cerca. Como si todavía estuviera aquí. Como si tener que guardar esa caja hasta este día hubiera permitido mantener su recuerdo mucho más nítido, vivo. Y por otro lado mantener mi promesa, era como seguir manteniendo esa complicidad que siempre tuvimos.
Poly— Que bueno Má!
Laura— Cuando entendí eso comprendí que tal vez así lo hubiera planeado.
Poly— ¿Cómo que así lo hubiera planeado?
Laura— Si, él sabía todo lo que lo amaba y tal vez ideó lo de la caja para ayudarme a sobrellevar los primeros años de su ausencia. Y claro, le daba a él la posibilidad de llegar a su nieto, con un regalo muy especial, muchos años después de su partida.
Poly— ¿Por qué siempre decís partida en vez de decir su muerte?
Laura— Bueno, él siempre se refería a la muerte como un simple cambio de estado. Él, que amaba aventurarse en cada cosa que emprendía, solía decir que simplemente era el comienzo de otra aventura.
Poly— Bueno, de alguna manera me gusta la forma de ver la muerte que tenía el abuelo.
Laura— Él era muy especial, en su manera de ver no solo la muerte sino la vida.
Poly— ¿Por qué?¿cómo veía la vida?
Laura— Siempre decía que la gente por tener miedo a la muerte se paralizaba y no podía disfrutar de lo maravilloso del estar vivo. El creía firmemente en que estábamos aquí de paso aprendiendo alguna lección necesaria, para poder pasar a un nivel superior. Como si el hecho de hacer bien las cosas aquí, honrando la vida que se nos dió nos permitiera acceder a un nuevo proceso vital de mayor plenitud y amor.
Poly— Mirá mi abuelo que loco, ¿no?
Laura— Si, tenías un abuelo muy loco. Un loco lindo. Me hubiera encantado que te hubiera disfrutado más.
Poly— Bueno tal vez me está disfrutando a su manera. ¿O no?
Laura— Esas acotaciones que hacés a veces me hacen sentir que algo de tu abuelo definitivamente llegó hasta ti. Realmente hubiera sido maravilloso que lo conocieras más
Poly— Dale Ma, vos sabés que aunque no lo conocí, con todas las anécdotas que me contaste de él, es como si lo conociera
Laura— Si hijo sé que es así. Cuando eras más chico me emocionaba cuando me contabas que habías soñado con el abuelo y que te había ayudado en tal o cual aventura.
Poly— Si, es verdad, era muy chico pero aún me acuerdo de esas cosas.
Laura— Si, supongo que a su modo sigue estando cerca tuyo.
Poly— Y, porqué no. A mi me gusta creer que es así
Laura— Y eso me hace feliz hijo.
Poly— Bueno Má! ¿La abrimos?
Laura— Dale hijo, ¡abrila!
La caja tenía un color madera oscuro, estaba armada artesanalmente. Tenía unos hermosos tallados artesanales en todas sus caras. Estaba unida a través de tarugos prolijamente colocados. La tapa deslizable tenía en uno de su lados un pequeño agujero que era atravesado por una traba de madera que se hundía en una de las maderas laterales de la caja, manteniéndola cerrada. Al sacar la traba de la tapa y deslizarla por sus guías se pudo ver una gran cantidad de viruta, que parecía tener la función de proteger lo que había dentro.
El aroma a cedro podía sentirse claramente. Al correr las virutas de protección, se pudo ver una esfera. Tenía el tamaño de una pelota de tenis. Parecía de cristal y estaba ensamblada en una carcasa de bronce.
Al sacarla de la caja pudo verse que hacia abajo de la carcasa de bronce, el objeto contaba con una especie de empuñadura, que estaba completamente forrada en cuero negro.
Al mínimo movimiento la esfera se deslizaba suavemente sobre el bronce que hacia de soporte. A los laterales de la empuñadura sobresalían dos pequeñas palancas plateadas.
El objeto irradiaba la sensación de ser muy antiguo y a pesar de su pesada apariencia era muy liviano, a la vez de fácil y cómodo de sostener.
Cuando Poly lo empuñó finalmente en su mano, se le dibujó una tenue sonrisa de placer en su rostro.
Al tenerlo frente a él, pudo ver en el lomo del aparato una especie de selector con lo que parecían cuatro letras o signos grabados a su alrededor ( , , , )
El selector estaba apuntando al signo .
Definitivamente el aparato había logrado captar la atención de Poly.
Laura, su mamá, estaba desconcertada, no tenía la más mínima idea de qué se trataba.
Poly miró la perilla y levantó la vista a su madre como para buscar consentimiento.
Laura— Es tu regalo, puedes hacer con él lo que quieras.
Poly rotó el selector hacia la derecha hasta hacer coincidir el señalador con el signo .
La esfera comenzó a girar y desde el interior del cristal brotó una luz color celeste intenso, que al destellar despedía bellísimos haces de luz que traspasaban el cristal. Crecían y volvían a retraerse dando la apariencia de estar latiendo.
El ritmo era suave y armónico. Al cabo de unos segundos el color comenzó a variar, fue mutando hasta un azul muy intenso que siguió su transformación hasta un verde, que se transformó en amarillo y luego en naranja y en rojo, hasta volver al celeste inicial.
Al terminar la secuencia la esfera comenzó a girar sensiblemente más rápido, de repente la esfera quedó iluminada en el celeste intenso inicial y un punto blanco comenzó titilar en su interior. Seguidamente letras que iban formando una frase comenzaron a girar dentro de la esfera. Felices trece años Poly, el abuelo Juan te ama
Laura no pudo evitar las lágrimas y abrazó fuertemente a Poly por detrás, permitiéndole a Poly seguir mirando el objeto que los había deslumbrado.
Cuando viró al color verde, las letras se fundieron con el fondo y apareció la imágen de una mariposa flotando, batiendo sus alas en el interior de la esfera mientras una nueva frase comenzaba a formarse y las letras se desplazaban más lentamente esta vez. Solo siguiendo a tu corazón vivirás la vida que deseas.
Poly estaba hipnotizado, se preguntó en dónde su abuelo podría haber conseguido aquel increíble objeto.
Cuando finalmente aquella frase se terminó esfumando con el fondo, la esfera volvió a variar su color y una nueva frase apareció en la esfera. Si caminas sólo iras mas rápido, si caminas acompañado llegarás mas lejos.
La luz del interior de la esfera se hizo más intensa, los destellos volvieron a traspasar el cristal y el latido lumínico volvió a aparecer.
Poly no podía salir de su asombro.
Aquel extraño aparato había traído a él un mensaje que su abuelo le había dejado, hace al menos unos ocho años atrás.
La sensación era muy fuerte. Su madre lloraba y no dejaba de abrazarlo.
Ambos seguían mirando a la esfera esperando alguna otra sorpresa.
Pero la esfera siguió latiendo en el celeste intenso.
Poly volvió a rotar la perilla. Ahora señalo al signo .
La esfera lentamente dejó de girar en un sentido para comenzar a hacerlo en el sentido contrario.
Un zumbido agudo