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Cuentos Del Paraíso
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Libro electrónico253 páginas4 horas

Cuentos Del Paraíso

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Germán Becerra les relata está novela con un
mínimo de ficción; para hacer más interesante el
cuento. Es una aventura de acción de un soldado
de la vida, o del ejército, una historia verdadera,
de un soldado cualquiera. Esto sucede en los años
60's. Todos los jóvenes tienen su propia vida, su
propia historia, pero no se puede relatar todas.
Nos vamos a fijar en la historia del soldado
Bermejo Abelardo. Esto no es una obra de
literatura, sino una historia verdadera hecha
ficción. Que fue madurando, por muchos años en
la imaginación del autor, hasta que floreció en un
cuento-novela. Y por fin tuvo la disciplina de
sentarse a escribirla, para compartir con ustedes,
una parte de sus vivencias, y experiencias de
juventud; para el agrado de los lectores. Los invito
a que lean está historia y espero que la disfruten
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento28 feb 2023
ISBN9781506549842
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    Cuentos Del Paraíso - Germán Becerra Santamaria

    Copyright © 2023 por Germán Becerra Santamaria.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Las personas que aparecen en las imágenes de archivo proporcionadas por Getty Images son modelos. Este tipo de imágenes se utilizan únicamente con fines ilustrativos.

    Ciertas imágenes de archivo © Getty Images.

    Fecha de revisión: 27/02/2023

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    PROLOGO

    Los años 1970 - 1980 el tráfico de personas tratando de ‘pasar la línea’ como usualmente se dice, no era tan notable; con el paso de los años y la falta de oportunidades en los países del centro y Sudamérica, esa dichosa pasada de la línea, fue, incrementando poco a poco. Más tarde en los años, cerca del final del milenio, ya se acumulaban por cientos, y hasta miles de personas en la ciudad fronteriza de Tijuana. De dónde daban el brinco, hacía el paraíso, buscando la oportunidad de encontrar el sueño americano. La historia a continuación: son algunas de las historias y cosas que pasan, en el Paraíso de los sueños. La mayoría de gente que viene a los Estados Unidos, viene en busca, de una mejor vida, trabajo, libertad, religión, estudios, política, o Inversiones de negocios.

    Yo buscaba invertir mi tiempo y estudiar actuación. Siempre he querido trabajar en el cine o el teatro. Ser actor. Desde niño tenía esa inquietud. Mayormente por eso vine a los Estados Unidos. Cuando llegue, empecé primeramente a estudiar el idioma inglés, y actuación, en escuelas nocturnas, del condado. Después en busca de un agente quien me ayudara a buscar trabajo de actor. Había muchos y con muchas ideas y propuestas de lanzarlo a uno al estrellato, con una pequeña cuota, de unos cuantos cientos de dólares y cómodos pagos mensuales. Así que mejor empecé a tocar puertas de teatros. Entre otros, en la asociación ‘Nosotros’ en Hollywood. Dónde también tome talleres. Con el tiempo llegué a hacer unas pequeñas partes en series de TV, cine y principalmente en teatro cómico satírico, y drama. Eso, no me daba para comer pero me alimentaba el alma. Después, lo hacía más esporádicamente. Porque alternaba ese trabajo con otro; en lo que yo también era bueno. El uso de herramientas para construir, arreglar, reparar, y remodelar. La construcción en los años, de 1970 - 1980 estaba en sus mejores tiempos. Eso me dio dinero y estabilidad para vivir más o menos bien en las afueras de Los Ángeles, con la mujer, con la que ahora compartía mi vida. La actuación se fue alejando de mi existencia y empecé, un nuevo sueño; poner en escrito mis ideas. Tal vez, ya tenía esa atracción, hacia la escritura. Fue cuando en el año 1985 empecé a escribir mi primera historia. Sin saber mucho de escribir, más que tener ideas y oprimir teclas de una máquina de escribir eléctrica. Sin embargo, este escrito, que apenas era un montón de hojas, se veía muy bueno. Cuando quise mostrárselo a un amigo en común de la actuación. Ese montón de papales mal escritos, pero con buenas ideas; el amigo lo extravió por un tiempo. El tiempo suficiente para que junto con su socio, tomaran de ahí, la idea de escribir el guion, para una película mexicana muy popular en ese tiempo. Ahora en los años después del milenio decidí seguir con mis escritos que había postergado. Después de publicar mi primer libro: Rescate en el Salvador una historia verdadera, después, Historia de un Soldado. Entonces decidí seguir con esta historia la cual había empezado en el año 1985. Aquí está, a continuación. Con el nombre de Cuentos del Paraíso dedico este libro a mi esposa que ha estado conmigo por más de 40 años, y mis hijos, a los que quiero tanto. Es una recopilación de cuentos y cosas que ocurren en el paraíso de los sueños. Mezclando la ficción y la verdad en la imaginación del autor, su servidor Germán Becerra Santamaría.

    Tijuana es una ciudad al norte de México, frontera con Estados Unidos. Diariamente pasan por ahí miles de vehículos y gente de todas las ciudades del sur de California y cercanas a la línea cómo es a menudo llamada. Van de turismo a negocios, a visitar la ciudad en la noche, donde muchos de los gringos pueden hacer lo que quieran, sin muchas limitaciones. Allí van a beber en compañía de mujeres que sin conocerlos les dicen ‘hola papito’ y después les roban los dólares. También pasaban la línea muchos ciudadanos del norte a comprar algunas cosas que ahí, son más baratas, más accesibles, o se pueden comprar sin receta como las medicinas; o por lo menos era así en los años 1980. Ahora muchas cosas han cambiado pero lo que, no cambia mucho, es el paso de gente de todo el centro y sur América, la cual va para el norte en busca del sueño en el paraíso americano.

    Muchos que vienen de centro América lo hacen por bus pasando por varias fronteras para llegar a su destino final. Los que vienen de sur América tiene un poco más de problemas, pero todos con el mismo propósito, y con los mismos inconvenientes. Pablo y María no eran una excepción. Ellos eran una pareja en sus 30’ años de edad, de un país de sur América, recién casados sin hijos por suerte, con muchas aspiraciones y sueños estaban muy enamorados. Pablo era un hombre muy trabajador sencillo sin mayores complicaciones, sin embargo, su esposa María que venía de una familia un poco menos acomodada que la de Pablo, era más pretenciosa y se quejaba de todo, lo que veía a su alrededor en Tijuana, la ciudad fronteriza. Las aventuras que habían pasado Pablo y María hasta ahora; para llegar a la frontera, había sido muy dura y costosa. Por todo lo que habían pagado a los agentes a lo largo del camino hasta Tijuana. Pero con la astucia e inteligencia de Pablo pudo guardar muy bien la mayor parte del dinero, para los gastos que se venían. Por ese valor y terquedad de Pablo fue que habían llegado hasta donde estaban. Para muchos era casi imposible llegar a la frontera, aunque la mayor parte de la odisea faltaba por comenzar. Muchas veces María le pidió que se regresaran. Aunque ya habían coronado la mayor parte; llegar a la frontera. Para Pablo era un mayor logro haber llegado hasta ahí, pero en cambio a María, no le gustaba lo que veía; aunque lo que veía no era nada diferente a la ciudad de donde venían. Se quejaba de la pobreza, como si nunca la hubiera visto. De la mugre y la basura, cono si nunca hubiera tirado un papel al suelo, en su país.

    −Mira mi amor ten un poco de paciencia, – le suplicaba Pablo, – por lo menos ya estamos en la frontera y solo es cosa de pasar al otro lado,

    −Pasar al otro lado como si fuera cosa tan fácil, – contesto María, – ya no aguanto más este calor que hace en este pueblo,

    −Mira mi amor vamos a conseguir un lugar donde llegar y ahí descansamos hasta ver que vamos hacer para pasar la línea – le decía Pablo, con mucha paciencia y amor, pero el también estaba muy nervioso, en una ciudad donde había escuchado tantas historias tan horrendas, de secuestros robos, y violaciones, o por lo menos un encuentro con un policía para pedirles una mordida por cualquier cosa y dejarlos sin un centavo, ni para comer, ni pagara el coyote.

    Después de recorrer parte de la ciudad de arriba para abajo, encontraron el Hotel que le habían recomendado. Era un Motel que no alcanzaba ni a una estrella, en categoría. Con una entrada estrecha para carros, los cuartos estaban alrededor de un patio que hacía las veces de estacionamiento, al lado derecho de la entrada había un restaurante y en el lado izquierdo era una pequeña oficina donde estaba el asistente,

    −Buenos días – saludo Pablo

    −Buenas, pásele ¿necesitan un cuarto? – le contesto con pregunta el asistente

    −Si por favor una habitación para mi esposa y yo – le pidió Pablo,

    −Si claro le dijo el asistente – por cuantos días

    −Será por un par de días – contesto Pablo. El hombre saco una llave de una gaveta y se la dio a Pablo diciéndole

    −Son $25 dólares, me pagan por adelantado, la primera noche,

    −¿dólares? –Pregunto Pablo

    −Si $ 25 dólares –le afirmo el asistente.

    Hicieron el cambio de dólares por la llave del cuarto # 7 eran 10 cuartos cinco a cada lado del patio, se dirigieron a su habitación María detrás de Pablo y cargando una mochila cada uno. Abrió la puerta, entraron, el cuarto estaba muy caliente, después de cerrar la puerta, tiro las mochilas en el piso, aunque era de linóleo, pero limpio. Camino hacia el aire acondicionado que había arriba de la única ventana, trato de prenderlo y apenas si ventilaba, un aire más caliente y húmedo que el de afuera. Pero después de un rato empezó a enfriar, era una cama doble un armario a un lado y una mesita de noche al lado de la cama, un tocador, con una TV vieja sin control remoto. En un rincón el cuarto había un pequeño baño, y aunque era muy pequeña la habitación todo parecía en orden y limpio.

    −Mira – dijo Pablo – por ese precio no está del todo mal si hasta tiene baño privado, televisión con control remoto dijo – mostrando unas pinzas en la mano, con las que cambiaban los canales, y echándose en la cama, exclamo – ya tenemos la mitad del camino hecho, vamos a descansar un rato y después veremos que hacemos

    −Si en eso tienes razón, estoy muerta, – dijo María acostándose al lado de Pablo – mirando hacia el techo ella le comenta a su marido – no sé si hicimos bien en este viaje, ni lo puedo creer que estemos aquí, en la frontera ya, – Pablo solamente le comento

    −Si mi amor.

    Pablo era un hombre decisivo, valiente, inteligente, astuto, y muy terco. Cuando emprendía algo lo conseguía ya que no se daba por vencido tan fácil, y solamente pesaba en la victoria, no en la lucha, era lo que siempre decía. Pablo era un enamorado de su esposa, tenían pocos meses de casados y todavía no querían encargar hijos. Y no, porque no querían, sino porque esperaban el momento adecuado. Desde luego tenían muchos sueños como toda pareja. En el caso de ellos, era más distante, ya que, eran sueños, como pareja y como nuevos aspirantes del sueño en el paraíso americano.

    Después de un rato de descanso, Pablo mira a su esposa y la abraza con ternura le da un beso en la frente, y acariciándole el pelo le dice.

    −Mi amor te quiero y estoy contento de estar contigo, aquí en este viaje, y te prometo que todo va a salir bien, – levantándose se despide de ella – ahora vengo.

    −¿A dónde vas? - pregunta ella.

    −Voy al restaurante que está aquí a lado a traer algo de comer, porque ya tengo hambre,

    −Yo voy contigo – dice ella

    −No mi amor, no me tardo ya vengo, solamente échale llave a la puerta hasta que yo regrese ¿sí? – Dice Pablo saliendo de la habitación.

    Pablo no quería decirle, que también quería buscar el contacto que los pasaría al otro lado, para no ponerla nerviosa.

    −¿Qué quieres comer? – pregunto él

    −Cualquier cosa – respondió ella

    −Pero no te demores, – y se paró a cerrar la puerta con seguro, después que salió Pablo.

    El restaurante era pequeño con una hilera de mesas a un lado y al otro lado el mostrador, donde estaban los cocineros que preparaban y vendían toda clase de platos mexicanos; cerveza, y toda clase de refrescos. Había como tres mesas ocupadas; dos hombres atendían uno, el cocinero, que preparaba la comida y el otro, que atendía las mesas, y cobraba. Pablo se detuvo en la entrada donde había un menú en la pared, se mostraba dudoso al no entender los nombres de los platos que anunciaban. Pero había fotos de ellos para ilustrar las comidas que allí se vendían.

    −Desea algo señor – le pregunto el que atiende

    −Si señor quiero algo de comer, – dijo mostrándole la foto del anuncio

    −¿para comer aquí o para llevar? – Le pregunto el mesero

    −Para llevar respondió Pablo,

    −Puede sentarse ahí mientras le preparamos la orden – le dijo el mesero ofreciéndole una silla,

    −Me trae una cerveza para mientras por favor – le pidió Pablo al mesero

    −Si ya se la traigo – le dijo el mesero cuando le señalo una mesa que estaba cerca de la salida para el baño.

    Al lado estaba sentado comiendo, un señor de regular estatura bigote muy poblado, con chamarra de cuero y con un sombrero texano. Mientras tomaba su cerveza observaba a Pablo. Cuando se sentó momentáneamente y después salió diciéndole al mesero, que ya venía, iba a hacer una llamada por teléfono público que había en la puerta del restaurante. Pablo iba a llamar a una tía en Los Ángeles para avisarle de que ya estaba en la frontera, listo para pasar la línea. Pero no pudo comunicarse con su tía para pedirle información acerca del coyote que los iba a pasar. Pablo se sentó de regreso en la mesa donde estaba esperando su comida; había pedido unos tacos para su esposa y un burrito para él, para mientras empezó a tomarse una cerveza que había pedido. Se sentía muy nervioso, aunque ya estaba más cerca de la meta final; se sentía ansioso por estar en un país extraño para él. También estaba muy preocupado por su esposa que estaba sola en el cuarto y por no haberse comunicado con su tía en Los Ángeles. El hombre lo seguía observando. Pablo se dio cuenta de eso y se puso más nervioso, al estar en situaciones extrañas y pensando en tomar una aventura como la que, pensaban hacer; se sentía receloso e intranquilo.

    Cuando se sentó en la mesa frente al hombre que lo miraba con curiosidad, y tomo un largo trago de cerveza fría, se puso a pensar. (Que tal que ese hombre fuera un policía privado, o algo así) pero el mismo se tranquilizaba pensando, si lo fuera, lo hubiera interrogado y posiblemente hasta arrestado. Y mientras Pablo esperaba su orden el hombre ya había terminado de comer, se levantó de su asiento, se arregló el sombrero texano tomo un palillo y lo puso en sus dientes, saco unos billetes de la cartera, los puso en la mesa, y se le aproximó a Pablo y directamente le pregunto.

    −¿Tu vas pa’l otro lado? – en ese momento cuando Pablo le iba a contestar, el mesero le dijo

    −Señor ya está su orden.

    −Gracias – le contesto Pablo al mesero, y al mismo tiempo le contesto al hombre con otra pregunta

    −Perdón señor ¿me pregunto algo?

    −¿que si vas para el otro lado, que si nenecitas pollero púes? – Le hizo el hombre dos preguntas de una vez.

    Pablo se quedó atónito con la forma tan directa de preguntar de ese hombre, pero al mismo tiempo se puso un poco contento porque a lo mejor él le traería la solución a sus problemas, y le contesto.

    −¿y qué le hace pensar que yo voy para el otro lado?

    −Y el hombre calmadamente le dice

    −Pues se te nota, que no eres de aquí y además, yo conozco muy bien los pollos, – y le disparo la otra pregunta sin que Pablo se preparara para contestarle algo, – ¿te estás quedando en este motel no? ¿Pues si te interesa? – continuó el hombre – para ti solo, son $1500 hasta Los Ángeles y si vas con mujer son $ 2800 por los dos, ahí les hago un descuentito por dos; ¿si quieres búscame más tarde aquí mismo? – y dándole un golpecito en el hombro se encamino hacia fuera. Pablo asintió con la cabeza, se dirigió hacia el mostrador y, pago por su comida y el mesero que se había dado cuenta de todo ni se inmuto. Le recibió la cuenta.

    −Son $ 13.25 de dólares, señor, – Pablo se pregunto para sí mismo (¿dólares?) – Muy bien señor aquí esta – le dio 14 dólares y le dijo

    −Quédese con el cambio y muchas gracias

    −Gracias señor, para servirle – le contesto el mesero.

    Pablo salió para la habitación. En la puerta del restaurante el hombre del sombrero texano lo estaba esperando y jugando con el palillo en la boca, se le cerco a Pablo y le siguió la plática acerca de la pasada de la línea (cruzar la frontera)

    −Así que ¿se va a hacer el brinco o qué? – Le pregunto el hombre directamente a Pablo.

    Y el mirándolo con sorpresa y curiosidad, y con la bolsa de comida para su esposa le contesto con otra pregunta

    −Entonces usted, es...

    −¿Pollero? – le termino la pregunta el hombre, y termino afirmándole – si soy el coyote que te va a pasar, pero baje la voz y dígame ¿cuando quiere hacerlo, y cuántos son?

    −Solamente somos dos, mi esposa y yo, – le contesto Pablo al ver que el hombre era de confiar, y continuo – y ¿cuándo podría ser, la pasada? Yo quisiera que fuera lo más pronto posible – continuo Pablo con una voz entusiasmada, – yo tengo el dinero para mi esposa y yo, nada mas dígame cuando se puede hacer la ¿vaina?

    −¿si quieres esta misma noche? – le contesto el coyote.

    −No esta noche no, ¿qué tal mañana? Le dijo Pablo.

    −Tiene que ser de noche, dijo el hombre.

    −Bueno que se mañana en la noche le dijo rápidamente Pablo

    −¿En qué habitación te estás quedando? – pregunto el hombre – Pablo se quedo callado, y el coyote entendió que no quería decirle el número de cuarto, por seguridad, desde luego el hombre no insistió y dijo.

    −Quiero la mitad del dinero hoy, y mañana antes de pasar, la otra mitad.

    −Mejor nos vemos aquí mañana, y le doy todo el dinero, antes de pasar, mañana en la noche – le contesto Pablo.

    −Pero el hombre le dijo un poco molesto,

    −Yo soy el que decide.

    −Y yo soy el que paga. – le contesto Pablo muy seguro de sí mismo, – ¿si quiere así nos vemos mañana aquí, y sino para buscar a otro? – termino diciéndole al hombre – pero el hombre con un gesto de disgusto no le quedo más que acordar.

    −Ta’ bueno, nos vemos aquí mañana en la noche, trae ropa oscura, poco equipaje, y trate de no salir mucho durante el día. – pero Pablo lo miro intrigado – el hombre le aclaro.

    −Es para evitar que los policías los asusten y les pidan mordida. Van a descompletar el dinero de la pasada. – le explico el hombre, y termino diciéndole – bueno mañana a las seis de la tarde aquí, mismo – Pablo solamente le hizo un gesto de afirmación y se retiro a llevarle la comida a su esposa.

    Cuando Pablo llegó al cuarto María su esposa ya estaba dormida por el cansancio. Pablo la vio tan dormida y tranquila no quiso despertarla, así que prendió la TV y se puso a ver un programa. Pero su pensamiento estaba más en la odisea que se enfrentaba, que en la televisión. No se imaginaba si quiera de cómo saldrían las cosas el próximo día. Pero se sentía muy nervioso y contento, porque su viaje, ya parecía estar llegando al final. Era como una mezcla de alegría y miedo de llegar a su destino y empezar una vida nueva, como todos los que llegaban al grandioso paraíso del norte.

    Pablo y María tenían muchos planes, él era muy trabajador e inteligente, y aunque María lo amaba era un tanto melindrosa y exigente. No quería pasar por ningún inconveniente, a ningún momento, Quería toda comodidad a cada momento. Pablo sabía que iba a ser muy difícil poder tenerla contenta, pero le tenía paciencia y hacía de todo, para que, así fuera.

    El olor

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