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Lo Que No Sabía, Parte Iii: El Gran Final
Lo Que No Sabía, Parte Iii: El Gran Final
Lo Que No Sabía, Parte Iii: El Gran Final
Libro electrónico196 páginas2 horas

Lo Que No Sabía, Parte Iii: El Gran Final

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Llegó el momento tan esperado. El final de la novela, Lo Que No Sabía por Isabel Calione. La parte final de la trilogía: Lo Que No Sabía, tiene un final cautivador como nos tiene acostumbrado la autora, Isabel Calione. Una historia de ficción, romance y suspenso, donde podrán encontrar más intriga, misterios, revelaciones que son sorprendentes. La verdad saldrá a la luz, los secretos serán revelados entre tragedias, muertes, mentiras, engaños sin límites y miedo. El pasado persigue a muchos de los personajes y tendrán que ser valientes para descubrir la verdad y poder seguir con vida. Los culpables son acorralados, aguardándoles el peor de los destinos. Si quieres descubrir quiénes son los cómplices y asesinos, no se pierda el final de la historia, Lo Que No Sabías, EL Gran Final.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento15 abr 2021
ISBN9781463374525
Lo Que No Sabía, Parte Iii: El Gran Final
Autor

Isabel Calione

Isabel Calione nació en Montevideo, Uruguay. En su país fue educadora preescolar, profesora de dactilografía y empresaria. Al llegar a EE. UU. se dedicó a la educación de sus hijos, tomó clases de inglés y computación en Magnet School de la Universidad de Hartford y estudió bienes y raíces en la Universidad de Connecticut. Después creó su propia empresa y tomó clases de negocios en el Entrepreneurial Center en la Universidad de Hartford. Uno de sus gustos personales es pasar tiempo con su familia y amigos. Escribir es su gran pasión. Isabel en la actualidad vive con sus dos hijos en West Hartford, Connecticut USA.

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    Lo Que No Sabía, Parte Iii - Isabel Calione

    Copyright © 2021 por Isabel Calione.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2021905806

    ISBN:    Tapa Dura                  978-1-4633-7454-9

                  Tapa Blanda               978-1-4633-7453-2

                   Libro Electrónico      978-1-4633-7452-5

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos

    en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido

    utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 12/04/2021

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    495922

    Mi historia llena de misterios continúa sin cesar y todo aquello aparentemente hundido en los recovecos del pasado, parece emerger nuevamente sin tener un final.

    La noticia que me dio el oficial Gutiérrez me confundió mucho, nunca me la hubiese imaginado. Sentí mucho temor e impotencia al enterarme de que Lili y Sofía eran hermanas, y que el doctor Carreras era su padre. ¿Cómo era posible? Esta información cambiaba muchas cosas y ya no era válida la sospecha de que Lili había asesinado a su propia hermana.

    El doctor Carreras era su padre y ellas se amaban. ¿Qué pasó en esa familia? Venía constantemente a mi memoria el momento donde Lili le decía a John que se vengaría y lo presionaba exigiéndole que dijera la verdad. También afirmaba que cuando estaba sentada en su auto frente nuestra casa de la playa tuvo una llamada por teléfono donde se enteró de algo que la hizo sufrir. Creo que en ese momento fue cuando decidió incendiar la casa con nosotros en su interior. Me pregunto; ¿Quién llamó a Lili, y cuál fue la noticia que recibió y que la condujo a la decisión de asesinarnos?

    Era una situación inconcebible y ahora deseaba estar segura de lo que era realmente la verdad. Mi principal anhelo era que mis hijos estuviesen seguros y alejados de cualquier peligro. Había pasado por tantas situaciones sorpresivas que ya no soportaba seguir así porque mis fuerzas y energía ya iban decayendo. No podría resistir más tragedias en mi vida, e intuía que esto no había terminado y me esperaban tiempos difíciles, pero también una posible revelación final de la verdad.

    En ese momento a solas, ansiaba sentir a Daniel cerca de mí. De pronto en la habitación me dio la impresión de verlo reflejado en el espejo del cuarto. Me miraba con tristeza y su silueta se veía clara, pero era solo mi imaginación. Cuando giré mi cuerpo, ya no estaba y me convencí una vez mas que no estaría nunca más con nosotros.

    En esos momentos la puerta de la casa se cerró bruscamente y mis hijos bajaron al comedor al sentir el golpe.

    —¿Qué fue ese ruido mamá?

    —Tranquilos, fue la puerta del frente, está muy ventoso afuera. No se asusten, todo está bien. ¿Les gusta la cabaña a orillas del mar?

    —A mí me fascina, tengo mucho espacio para poner mis juguetes y mis muñecas. También me gusta porque puedo ver el mar desde mi ventana, pero me gusta más nuestra casa de la playa.

    Sol me abrazó.

    —Lo sé mi amor, a mí también me encanta. Debemos esperar que la reparen para poder quedarnos en ella nuevamente.

    — Y a ti Bruno, ¿Te gusta?

    —Si, me alegra estar aquí, la idea de que esté cerca del mar es fantástica. Podemos bajar a pescar o ir a jugar fútbol

    —Claro que sería lindo. Recuerda que juego muy bien fútbol y te puedo ganar.

    Nos reímos porque Bruno sabía que jugaba mejor que yo.

    —¿Que desean comer? Puedo cocinar algo muy especial.

    —¡Queremos pizza! –Contestaron los dos al mismo tiempo.

    —Está bien, la ordenaré.

    Bruno y Sol fueron a mirar televisión, y entonces pedí la pizza. Mientras caminaba hacia la cocina, vi en mi celular las llamadas perdidas del oficial Gutiérrez, y entonces decidí llamarlo.

    Fui afortunada porque respondió enseguida.

    —Señora Julia, me tenía preocupado, la llamé varias veces a su celular. ¿Cómo se encuentran?

    —Estamos bien, disculpé por haber colgado su llamada. La noticia que usted me dio me ha dejado muy perturbada y todavía no puedo creer que Lili y Sofía fuesen hermanas. Tampoco imaginaría que el doctor Carreras quién hizo el ADN falso, era el padre de ellas. Jamás lo sospeché y no salgo de mi asombro.

    —Créame que también estamos sorprendidos. Le haremos un nuevo interrogatorio a su esposo.

    —¿Por qué lo interrogarán ahora?

    —Tenía conexión con las dos víctimas y también con el doctor Carreras que es el padre de ellas y continúa misteriosamente desaparecido.

    —Debo confesarle algo que tal vez no sepa, John ya sabía de la muerte de Daniel antes de que la policía se lo comunicara.

    —¿Cómo lo sabía?

    —Él me lo confesó. No quiso decirles nada y me pidió ayuda porque tenía miedo de que lo culparan del homicidio de Daniel del cual dice ser inocente. En realidad, Sara fue quién lo mató. John me ha mentido mucho, pero en este caso dice la verdad. Sara me confesó que ella fue quién asesino a Daniel.

    —Señora Julia, hay muchas circunstancias aun no resueltas y muchas preguntas sin respuestas. Su esposo se dejó guiar por los celos y terminó en la cárcel, pero ahora podría salir antes de 4 meses. Si mantiene la buena conducta y puede llegar a un acuerdo de horas comunitarias conseguiría la libertad condicional. Me enteré de que contrató al abogado Carlos Banzo, alguien muy astuto, con reputación en los tribunales. He visto como revierte casos en la Corte porque es muy hábil, agresivo profesionalmente, y también muy respetado por jueces y fiscales. Apelarán y se aferrarán a los nuevos hechos que ahora describen como meramente circunstanciales. Banzo buscará la manera de sacarlo de la cárcel lo antes posible. Eso es lo que pensamos en nuestro equipo.

    —Espero que no, John debería pagar sus mentiras en la cárcel. Se comprometió mucho con Sara e influyó en sus decisiones.

    —Estoy de acuerdo con usted, pero a veces la justicia no actúa como debería de ser. Gracias por darme la información sobre su esposo. Estaba entonces enterado de la muerte de Daniel a través de Sara y eso nos ayuda para investigar más a fondo. Cuando lo interroguemos nuevamente todo esto será incluido en nuestro cuestionamiento.

    Hubo un silencio entre el oficial y yo que trataba de anticipar lo que sucedería. Los crímenes ya eran noticias diarias en la prensa y ahora debía proteger a mi familia de la curiosidad malsana de algunas personas de nuestro entorno. Sabía que el detective que estaba a cargo de mi caso, el oficial Gutiérrez, era un buen detective y llegaría al final de este misterio.

    —Oficial, nuevamente gracias por su ayuda y apoyo.

    —De nada. Sería prudente que tenga custodia policial por unos días hasta que investiguemos los nuevos hechos.

    —No es necesario. Creo que estaremos bien.

    —Lo sé, pero insisto. Sería solo por un tiempo hasta tener un poco más clara la situación y la vigilancia sea solamente por las noches.

    La idea me produjo temor. ¿Cómo era posible que llegáramos a estos extremos por culpa de circunstancias que se transformaban en un laberinto de sospechas? Me costaba imaginar un automóvil oficial de la policía frente a mi casa.

    —Está bien, pero solamente por las noches y por algunos días.

    —Gracias señora, cuídese mucho. Una patrulla estará yendo a su residencia y seremos discretos.

    —Así lo haré. Gracias nuevamente.

    Hablar con Gutiérrez me tranquilizó pues necesitaba decirle la verdad sobre mi esposo. ¿Cómo podía John mentir de esa manera? Era increíble que después de tantos años de conocerlo nunca hubiera notado al hombre que es hoy día.

    Mientras tanto, Gutiérrez nuevamente en su oficina mira con atención un diagrama de los hechos y la sucesión cronológica de los crímenes que alteraban a la ciudad. Se hacia muchas preguntas:

    –¿Había un asesino dedicado a matar sin compasión? ¿Era este sujeto el John que mentía? ¿Por qué el afán de provocar daño a Julia, sus hijos y la familia? La presión política que ejercían las autoridades exigiendo la resolución de estos casos que acontecían en el ámbito de personas educadas y conocidas en sus respectivas profesiones era cada vez más fuerte. ¿Un médico asesino? ¿Se trataba de individuo psicóticos?

    El diagrama del oficial estaba acompañado por las fotos de las víctimas y un mapa de la ciudad San Clemente, a un costado sobresalía la foto de John y del Dr. Carreras. Gutiérrez llama solicitando que el arrestado sea conducido a las a la sala de interrogatorios de ese día lleno de sorpresas.

    Mientras tanto yo seguía con mis hijos, estábamos disfrutando de un lugar donde el murmullo de las olas del océano creaba un ambiente predecible de relajamiento y paz. No había nubes en el cielo y la línea del horizonte se veía nítida desde el muelle Mar Azul de la costa del océano Atlántico de Norte América. Podía llegar a ver la ciudad donde vivíamos de San Clemente.

    Pasamos la noche en la cabaña, me sentía cansada física y emocionalmente. Me dormí apenas puse la cabeza sobre la almohada. desperté al día siguiente con una sensación de cansancio y rigidez en mi cuello. Miré por la ventana y vi un auto del policía estacionado frente a la residencia me sentía protegida, pero a la vez no era posible descansar. Pediría esa misma tarde que la removieran.

    Bruno se levantó temprano sintiéndose mejor a pesar de la herida del tiro en el pecho, cerca de su hombro que le había disparado Lili. Ya no debía tener su brazo inmovilizado le habían recomendado que no levantara objetos pesados. Afortunadamente la bala no había perforado el tendón y no afectaría los movimientos de su brazo ni de las manos.

    Sol se reunió con nosotros y entonces desayunamos. Les comenté sobre la patrulla que vigilaba y mi idea de que los abuelos vinieran a pasar unos días con nosotros para sentirnos más acompañados. Estuvieron encantados y se animaron ante la perspectiva de sentir a nuestra familia alrededor.

    Llamé enseguida a mis padres y como era de imaginar, se pusieron felices. Les encantaba estar junto a los niños. También llamé al oficial para pedirle que retirara la protección policial y aunque no estuvo de acuerdo aceptó mi decisión. Deseaba estar tranquila confiando en que todo pasaría y que estábamos protegidos por Dios y por Daniel. Aunque las evidencias policiales y forenses demostraban que no estaba todo aclarado, deseaba pensar lo contrario.

    Bajé a la playa con mis hijos y caminamos por la arena hasta llegar a nuestra propiedad. No se distinguía el hermoso color que tenía antes del incendio y una gran parte del frente había perdido el tono original. El humo la había dañado y algunas ventanas estaban tapadas con maderas. Todavía estaban las cintas amarillas de protección en el ala izquierda de la residencia. Me provocó mucha tristeza verla en esas condiciones. Sol habló primero.

    —¿Mami, ¿Alguien reparará la casa y se verá como estaba antes?

    —¡Por supuesto que sí! Ya todo está listo para que podamos arreglarla, aunque no he tenido el tiempo para llamar a los constructores y comenzar la obra, pero lo haré en estos días.

    Los abracé a los dos y agregué:

    —Todo estará bien, este hogar será más hermoso que antes y seremos felices viviendo en él.

    Seguimos caminando por la arena y nos encontramos con nuestros vecinos, la familia Ferraz.

    —Hola Julia, ¿Cómo están? ¡Qué sorpresa verlos por aquí!

    —Hola, estamos bien, gracias. Solo pasamos un instante y ya nos retirábamos.

    –Lamentamos mucho el accidente. La casa se ve en mal estado. Ojalá puedan recuperarla, aunque habíamos notado que tenía mala energía. Tal vez es mejor que la vendan.

    Lo que dijeron me molestó porque no tenían ningún derecho a opinar. Recuerdo que habían hecho un comentario acerca de los dueños anteriores y también querían que estos la vendieran. Ahora desean que yo también haga lo mismo cuando recién la acabamos de comprar. Siempre he sentido que hay algo en esos vecinos que no me convence ni me gusta. Un poco cortante les contesté:

    —No tengo ninguna intención de vender la casa. La restauraremos y se verá nuevamente hermosa. Será un lugar especial para todos nosotros y no tienen que venir a visitarnos si piensan que tiene mala energía.

    —Por favor, Julia, no tomes a mal lo que dijimos, fue solo un comentario, con ustedes allí tiene ahora muy buena vibra y amor. Y hablando de amor, ¿Dónde está tu marido?

    —Mi marido está ocupado, no pudo venir.

    Si de entrometidos se habla, ellos eran el número uno. No me gustaba la conversación así que los despedí.

    —Tenemos que irnos, tenemos planes con Bruno y Sol. Les deseamos un hermoso día.

    —Claro, que lo tengan ustedes también. Por favor envíales nuestros saludos a John.

    —Serán dados, gracias.

    Caminamos nuevamente rumbo a la cabaña y ni siquiera pudimos acercarnos tranquilos a nuestra casa porque fuimos interrumpidos por estas personas entrometidas. Pero yo sí iba a regresar. Tenía que entrar y ver los daños que había provocado el fuego en el costado izquierdo de la vivienda. Está vez trataría de recuperar el cofre y otras cosas desperdigadas entre cuadros y libros ajados.

    Ya en la cabaña, preparamos uno de los dormitorios para alojar a mis padres que no tardarían en llegar para quedarse con nosotros. Me senté en la silla mecedora que estaba en el porche y daba frente al mar. La vista era muy hermosa con el sol iluminando las olas, Sol jugaba cerca de mí y Bruno estaba en la sala hablando por teléfono con su mejor amigo. Por fin sentía un espacio donde podría tener calma y pensar.

    Sofía y Lili eran hermanas y las dos están muertas. Lili no la mató como piensa John. El padre de ellas es el doctor Carreras y está desaparecido. ¿Qué está pasando? ¿Tal vez la familia de Daniel tiene algo que ver con todo esto o tal vez la familia de Sara? Mi esposo no puede ser culpable. En el momento que mataron a Sofia llevaba a cabo una cirugía en

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