Las crónicas de Peter: El laberinto, el árbol y el rey.
Por Oscar Gonzales
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«Las crónicas de Peter: un mundo mágico por descubrir.
Donde hubo oscuridad habrá luz.»
Al dejar las guerras en Europa, Peter y su madre llegan a Sudamérica, su madre es hospitalizada y él es llevado a un internado, donde al tocar un muro descubre un mundo mágico. En su llegada a los cinco reinos, la maldición de una sequía eterna espesó a romperse y un mago oscuro intentará llegar a él, pero los amigos de Peter y un rey lo impedirán.
Una batalla decidirá el futuro del mundo mágico de los cinco reinos. Las crónicas de Peter, un lugar lleno de magia, emoción y fantasía.
Oscar Gonzales
Oscar Gonzales, nació en Lima, Perú, en 1983. A principios del 2008 se trasladó a España, donde continuó dedicándose a la lectura juvenil. Siempre le ha interesado el mundo de la escritura, sobre todo la fantasía, que creció en él desde que era un niño y le ha inspirado para crear esta obra.
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Las crónicas de Peter - Oscar Gonzales
© 2015, Oscar Gonzales
© 2015, megustaescribir
Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a Thinkstock, (http://www.thinkstock.com) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
ISBN: Tapa Blanda 978-8-4911-2173-2
Libro Electrónico 978-8-4911-2174-9
CONTENIDO
Luciérnagas en la oscuridad
La casa del elfo
La decisión del mago
El norte vuelve a la vida
Un amargo reencuentro
El ataque de los dragos
Rumbo a la Ciudad grande
El rey Eodar
El auri
La traición de Grimm
Letras misteriosas
Dragones blancos
Un ataque sorpresa
El rey va hacia el sur
Huellas en el suelo
Lo que Peter vio
La torre blanca
El fénix mensajero
A la espera del rey
De vuelta a la Ciudad
Los tres árboles parlantes
La historia alterada de Altor
El enemigo avanza al norte
Discurso del rey
Amigos inesperados
El ataque de los dos trolls
El ejercito de Edoran
El pasado de Grimm
Más ayuda
Magia más Hechicería
La defensa de los arqueros
La derrota del mago
El reencuentro del Elfo
El rey Bardor
El árbol blanco
De vuelta a casa
La manzana mágica
Este libro se lo dedico a Irene.
Luciérnagas en la oscuridad
A principios de la segunda guerra mundial, muchas personas que vivían en Europa, huían de sus países escapando de los errores que destruían sus hogares, dejando a su paso miseria y soledad por causa de los bombardeos de la masacre de la guerra.
Una madre y su hijo que vivían en Inglaterra, huyeron del país en barco, alejándose de Europa, tomando el camino hacia Sudamérica. Llegaron a un país que desconocían y que les costaría aprender otro idioma y otro tipo de vida. El país donde ahora se quedarían y seria su nuevo hogar, se llamaba Perú.
El niño y su madre bajaron del barco apenas con una maleta en mano, miraron el puerto del país con aire de alegría y esperanza al ver una Ciudad sin guerra, pero a las pocas horas de haber bajado del barco, escucharon en una plaza a muchas personas que se manifestaban sobre la guerra en Europa. La policía ahuyentándoles con unos disparos al aire y al suelo, la madre de Peter fue alcanzada por una bala perdida, cayendo herida al suelo. Al cabo de un rato, llevaron a la madre del niño al hospital, quedándose en cama muchos días hasta su recuperación por el accidente ocurrido.
Mientras tanto, el niño fue llevado a un internado hasta que su madre se hubiera recuperado del todo para luego volver con ella. De camino en coche al internado él anciano conductor, él señor Rolan Gregory, intentaba entablar conversación con él muchacho con el poco ingles que conocía. El camino al internado iba ser un viaje de una hora hasta las afueras de la Ciudad. El internado era una casa grande y bonita, con un bosque alado y un patio donde jugar todo el tiempo. El jovencito no pretendía responder palabra alguna hasta que llegara al internado, puesto que su tristeza era reciente y no conocía a nadie ni entendía lo que le decían, solo miraba de reojo el reloj del anciano, las "18:00 horas de la tarde. El anciano trató de animarlo una vez más, hablándole acerca del internado y de los secretos que ocultaba, mientras hacían el viaje al internado. Una hora después, el viaje estaba por terminar cuando el coche cruzó la puerta del internado de rejas grandes. La casa del internado se parecía más a una mansión; similar con las que se encontraban en Inglaterra y en los Estados Unidos, con estructuras de madera. El muchacho bajándose del coche, entró junto con el señor Gregory al internado, encontrándose con una joven muy simpática que los recibió a los dos y en especial al muchacho.
El anciano presentando al niño, la joven se lo llevó a recorrer las instalaciones del internado, mientras le hablaba del resto de los niños que tendría por compañeros. Doblando una esquina llegaron a los salones de clases, el patio, el comedor, la biblioteca, el sanitario y las habitaciones grandes (como los niños los llamaban donde todos y cada uno dormían individualmente en sus propias camas.)
La joven a continuación enseña al muchacho cuál iba ser su cama, luego la joven le dijo con voz amable y cariñosa:
-Ya es la hora de cenar.
–No tengo hambre –le dijo el muchacho, negándose con la cabeza, al tener el recuerdo triste de su madre.
Al cabo de un rato la profesora le presenta a sus compañeros de cuarto. Al día siguiente en el salón de clases, el muchacho mientras escribía lo que dictaba la profesora Grey de 45 años sobre historia, dejo de escribir repentinamente, dirigiendo su mirada hacia la ventana de su izquierda, observando una mariposa blanca.
Una hora después, todos los niños salieron al patio, (detrás del internado) a jugar con los columpios y los juegos que allí tenían. El muchacho sentándose alejado de todos los demás niños, un balón le cayó de pronto a orillas de su pie, y uno de los niños mirándolo solo le llamo si quería jugar. El muchacho pensándolo unos segundos con el balón en sus manos, aceptó jugar con ellos, dirigiéndose al arco, al ver la portería sin arquero.
A los diez minutos de juego, uno de los del equipo contrario pateando demasiado fuerte la pelota, el balón fue a parar al bosque, que tenían al lado del internado. Ofreciéndose voluntario el muchacho fue a traer el balón, metiéndose por debajo del cerco donde un agujero ya se encontraba ahí. Cruzando al otro lado, el muchacho fue a buscar la pelota, y al verlo alado de un árbol, lo levantó mirando en aquel árbol la figura tallada de una mariposa y otro pequeño dibujo al lado de la mariposa, algo así como un castillo o una Ciudad. Uno de sus nuevos amigos le llamo desde atrás de él y él muchacho mirándolo, corrió hacia él, alejándose de aquel árbol.
Aquella noche, recostado en su cama, el muchacho pensó en su madre y en la mariposa en el árbol. Entonces en ese momento una luz pequeña reflejo en su rostro, que provenía de afuera de la ventana al lado de su cama.
Levantándose al instante, miró por la ventana alcanzando a penas muy poco, entonces Peter con mucha curiosidad salió al patio del internado y vio una luciérnaga alejándose de él. Persiguiendo a la luciérnaga entro al bosque. Ahí caminando unos metros entre la oscura noche, la luciérnaga desapareció en algo que parecía un árbol, pero no era un árbol, si no era una pared de ladrillos y muros en los lados, cubiertos con ramas y hojas y enredaderas del bosque. El muchacho mirando a ambos lados, el silencio y la oscuridad en el bosque, vio la luna llena que reflejaba, y volviendo su mirada al frente, el brillo de la luna trazo una puerta de color blanco en la pared de ladrillos con una figura de un circulo y dos líneas horizontales a los lados.
El muchacho acercando su mano a la figura, al instante sin un centello ni un ruido ni la menor advertencia desapareció del bosque, apareciendo en otro lugar con el ambiente cálido y el viento fresco a la vez, rodeado de árboles donde se encontraba ahora. Peter mirando atrás de él vio el árbol que miro anteriormente, pero este tenía dos tallados, uno de un águila en la parte inferior y el otro de un lobo en la parte superior.
Caminando unos pasos vio un muro verde de dos metros, hecho de hojas y ramas, el muchacho sorprendiéndose por las hojas bien verdes y los pasillos largos, pronto llego a entender que se trataba de un laberinto donde se encontraba. Peter llegando al centro del laberinto, se encontró con una piedra rectangular que a simple vista tenía una forma horizontal (como los altares que hay en las iglesias), y que al parecer se hallaba algo ahí, pero que ya no estaba. Peter acercándose al altar, notó que en aquella roca había un tallado de una espada, y debajo unas letras raras, escritas de derecha a izquierda, y por debajo un pequeño agujero circular muy antiguo por la forma en que se encontraban y lo deteriorado que estaba la piedra. El muchacho tocando la piedra se dijo así mismo.
– Quién pudo poner esto aquí…en medio de este lugar.
De repente, Peter se detuvo, al oírse hablar en español. No podía creerlo, tanto que su sorpresa se transformó en emoción, porque ahora si tenía la certeza que a donde fuera le entenderían, pero nada fuera de la realidad tenía sentido, no entendía como antes hablaba en su idioma ingles y ahora en español. Aún continuaba algo sorprendido que dijo de repente:
– No puede ser. Es imposible. Aún no puedo creerlo ¡Es increíble!
Mirando al suelo, Peter vio algo brillante llamando su atención. Peter agachándose a ver que era, lo levantó del suelo y vio entre sus manos el objeto que había levantado. Sus ojos veían un anillo blanco y brillante, como el brillo de las estrellas del firmamento. Entonces pensó y se preguntó otra vez.
– Quién dejaría un anillo y se fuera dejándolo solo.
Peter no viendo a nadie cerca para que lo reclamase, guardo el anillo en su bolsillo y camino hacia su derecha saliendo del laberinto. Media hora después, llegó al otro lado del laberinto y pudo ver una larga pradera inmensa, y más allá hacía el norte frente a él, se podía ver algo que parecía un lugar oscuro y desolado. Cuando en ese instante miraba al cielo, apareció a un águila que al parecer daba vueltas en círculos encima de él. Peter bajando su mirada, vio repentinamente a un lobo gris a su izquierda: con patas grandes y orejas puntiagudas. Peter le quedo mirando fijamente, sin saber si correr o quedarse quieto, no le quitaba la mirada de encima, aunque se moría de miedo porque creía que éste iba a devorarle. Peter, mirando otra vez al águila, dio unos pasos atrás mientras miraba al lobo, de pronto con mucha velocidad se echó a correr dejando atrás al lobo, pero Eo
el lobo gritándole, el muchacho se detuvo a cinco metros del lobo, escuchando una voz como si una persona le hubiese llamado. Peter volteando asustado miró otra vez al lobo. Eo
dirigiéndose al muchacho le dijo:
– ¿De dónde vienes? ¿Eres de por aquí? ¿Qué hacías en el laberinto?
Peter sin saber que decir, tartamudeo a lo que le dijo el animal al muchacho.
– Ah…Ah…yo…pues –decía con miedo, cuando en eso Alsel
el águila aviso a Eo
el lobo de una gran nube que se movía hacia ellos.
La nube era una manada de cuervos que Alsel no llegaba a distinguir por la magia oscura que los ocultaba a vista del águila y de cualquiera que los divisara desde cualquier punto.
Eo quitándole la mirada al muchacho, respondió a Alsel, y cuando volvió su mirada al muchacho vio que este iba corriendo alejándose de ellos. Alsel también mirando al muchacho aviso a Eo, creyendo que aún no lo había visto.
– ¡Eo! ¡El muchacho se va!
– ¡Sí, ya lo vi! ¡Iré a por él! –le contestó–. Y tú, vigila a esa nube, aunque creo que no lo sea –le dijo cuando corría hacia el muchacho.
La casa del elfo
Alsel mirando a la nube vio a Eo entrar en el bosque verde al lado del bosque seco. Peter corriendo muy a prisa por el bosque seco, miro por un momento a su derecha de él un árbol grande que hasta la distancia donde él estaba, tenía la forma de una casa con ventanas y una puerta. Y volviendo su mirada al frente, salto por encima de un tronco siguiendo cualquier camino hacia dónde ir. Peter deteniéndose ya cansado al lado de una roca, miro a los árboles a su alrededor como si lo estuviesen mirando y no dijo nada, si no guardo silencio.
Retrocediendo unos pasos, sintió miedo al tener cerca a los árboles, creyendo por un momento que tenían vida propia. Resbalando con una rama, fue cayendo por una pequeña colina que se encontraba detrás de él. Serrando sus ojos, quedo inconsciente por unas horas, y después de eso fue despertándose poco a poco, hasta que abrió sus ojos con pequeños parpadeos por una luz intensa que le reflejaba el rostro, y al ver asía delante de él vio una chimenea ardiendo un montón de troncos. En eso al dirigir su mirada hacía su derecha, vio una taza de té y tostadas en una mesita. Entonces, Peter poniéndose de pie, miro a su alrededor las cosas de la casa donde se encontraba; era un lugar donde se podía ver muchas cosas: como una alfombra en el suelo, una mesa llena de comida con tres platos, tres tazas, una tarta y frutas, más allá a un rincón un par de hachas y una pala, (y en la pared dos espadas cruzadas), una red en el suelo y una mochila colgada en la pared, y al lado de la mochila una estantería llena de libros. Y en eso de que Peter se puso a observar todas las cosas que le rodeaba, la puerta de la casa se abrió, entrando un joven con traje extraño como si la ropa que llevara puesto solo fueran trapos; de traje color verde, zapatos oscuros; y su cabello lo tenía cubierto por el polvo y el frio que corría afuera de la