Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra
Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra
Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra
Libro electrónico79 páginas1 hora

Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Raptorgamer es un chico normal o al menos eso parece porque su origen es muy particular. Este relato comienza en la prehistoria y la linea de tiempo pasa por nuestra època como un rayo hacia el futuro. Si aún nos está mareado, acompaña al youtuber de Ecuador en esta aventura en la que podrás encontrar la respuesta a las preguntas ¿De dónde es Rapotrgamer? ¿Qué edad tiene Raptorgamer? ¿Tiene novia Raptorgamer? ¿Dónde vive Raptorgamer?
La historia de la que tu también eres parte importante, esta aquí. 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2022
ISBN9791221329179
Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra

Lee más de Gonzalo Coronel

Relacionado con Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Raptorgamer el ultimo dinosaurio en la Tierra - Gonzalo Coronel

    1.png

    EL VALLE DE LOS DINOSAURIOS

    El valle era el mejor lugar para compartir mi corta vida con papá, mamá y mis dos hermanos. Tenía mucho color verde por la abundante vegetación, por el centro corría un río tan ancho y tranquilo que parecía una gran laguna. La ribera del río congregaba a una gran cantidad de animales entre ellos los de mi especie, los velociraptores, que se comunicaban por sonidos extraños para planear la cacería.

    Los demás dinosaurios comentaban una leyenda sobre piedras de colores con poderes mágicos que reposaban en el fondo del río y que algún día se llevarían a los velociraptores del valle, alejando para siempre, el peligro de ser devorados por estos carnívoros insaciables.

    Solíamos ubicarnos en una parte de la orilla que daba a las montañas y desde la cual podíamos saltar al agua que estaba un metro y medio más abajo. Como siempre el sol le daba un color brillante a cada componente del paisaje, sólo que ese día en especial, papá nos señaló un segundo sol en el cielo.

    El viento empezó a soplar muy fuerte y un silbido aterrador se apoderó del valle. Noté una gran preocupación en mi padre. Mamá había regresado a la montaña más temprano con mis hermanos, así que estábamos solos, ante ese espeluznante espectáculo.

    De pronto papá me sujetó fuertemente y me dijo:

    —Escucha Raptor, voy a ver a tu madre y tus hermanos y a traerlos al río. Necesito que saltes al agua y nades lo más lejos que puedas, llega hasta los rápidos y no pares por nada del mundo. Nosotros iremos detrás de ti —exclamó mirándome fijo a los ojos.

    —Papá no te vayas, no quiero saltar, yo te espero aquí —le dije con miedo a alejarme de mi familia.

    Alcancé a ver una lágrima bajando por su mejilla y en forma repentina me alzó por los aires y me lanzó al río mientras gritaba:

    — ¡No pares de nadar hijo! —.

    Fue lo último que escuché mientras veía cómo un gran fuego crecía al otro lado de las montañas acercándose de manera muy veloz.

    Entre las veces en que me hundía y volvía a salir a la superficie, vi como todo lo que conocía se quemaba, dejando un vacío angustioso en mi pecho. Lo había perdido todo, mi hogar, mis padres, mis hermanos e inclusive las ganas de vivir.

    Dejé de luchar por mantenerme a flote y quedé a merced de la corriente que había alcanzado una velocidad de vértigo. Como era de esperarse me hundí hasta el fondo y mientras me revolcaba en el lodo sentí un brillo intenso a través de los párpados, abrí los ojos justo en el momento que me estrellaba contra una enorme roca de color rojo, que me tragó por completo.

    —Despierta Raptor, despierta —repetía una voz mientras se escuchaba el tronar de unos dedos.

    Era el doctor Timbón que estaba sacando a Raptor del trance hipnótico en que lo había sumergido treinta minutos antes.

    El muchacho dejó de estremecerse en el diván y despertó asustado por la cantidad de información que se había aclarado en su mente.

    LA LLEGADA

    En el quinto hoyo Miguel se detuvo y se quedó observando el horizonte. Una hilera de pinos servía de límite para el campo de golf que tenía en su mansión.

    De pequeño le gustaba ir a esos parajes con sus amigos y soñaba con que un día viviría allí, en una gran casa.

    La vida le había dado todo lo que un ser humano podía esperar de ella, a sus setenta años estaba satisfecho del camino que había elegido.

    La mansión quedaba un poco grande para Isabela y para él; sus hijos habían crecido y habían salido del hogar a forjar sus propios destinos, regresaban dos o tres veces al año y junto a los nietos hacían que la gran casa pareciera pequeña.

    Sí, lo tenía todo, pero había algo que le faltaba, algo que sabía que aún podía hacer, no sabía cómo explicarlo más claro, aunque la mejor palabra que se le ocurría era aventura; eso era, necesitaba un poco de emoción.

    Era cierto que los años no habían pasado en vano, pero se mantenía en forma y su salud era de hierro según su doctor.

    Cuando le asaltaba este pensamiento siempre terminaba bajando la cabeza y resignándose a vivir en la seguridad, que había logrado construir para él y para su familia.

    Esta vez su frustración terminó de manera diferente.

    Justo cuando estaba por resignarse, una luz roja lo cegó por un instante; al parecer un objeto había caído a unos ochenta metros de donde estaba parado y había levantado un montón de polvo y humo rojo.

    Mientras se recuperaba del resplandor se encaminó hasta el sitio para investigar qué había sucedido en el lugar del evento. Luego de que se disipara el humo provocado por el objeto, pudo divisar que, dentro del hoyo, había un pequeñuelo de unos tres añitos cubierto por un peculiar traje rojo que parecía un disfraz de...

    —Ostras… ¿Un dinosaurio? Que capa más rara —se dijo mientras alzaba al niño—. Qué simpático chiquillo ¡Joder!, ¿Será Superman?, si es así, este traje de dinosaurio no te va chaval —siguió diciendo en voz alta.

    Ese 20 de abril, Miguel decidió cuidar al pequeño niño y fue corriendo a mostrárselo a Isabela y a contarle lo asombroso de su llegada. Ella quedó encantadísima con el menudo visitante y se convirtió en la cómplice que Miguel quería para conservar al chiquillo.

    Enseguida, guardó el traje y las piedras de singular tonalidad roja que quedaron en el hoyo y que supuso tenían que estar relacionadas con tan extraño acontecimiento.

    Puso todo en un baúl de madera y colocó la única evidencia del evento, en una oscura y apartada esquina de la bodega, en el sótano de la mansión.

    Así mismo, decidió tapar el hoyo provocado por la llegada del niño y sembrar

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1