De mi tiempo y de siempre
Por Jorge Coz
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El libro contiene cuentos exageradamente trágicos, los cuales describen los problemas humanos de siempre; infidelidad, envidia, mala religión, pesar, mal sexo, miedo y amor falso. La obra, llena de drama y humor negro, ofrece historias que incomoden y den risa a la conciencia del lector, quien rápidamente se identifica con los personajes o las historias por su contenido común y familiar. De mi tiempo: Son cuentos que involucran el uso de redes sociales, teléfonos inteligentes y aplicaciones (apps). Ejemplos: Enterarse de la muerte de un ser querido por una publicación de Facebook, descubrir la infidelidad de tu pareja al revisarle el celular o como un stalker puede recurrir a varias herramientas de internet para cometer una violación sexual. De siempre: Sin la tecnología anterior, esta parte es más cruda. Relata problemas con el alcohol, drogas, sexo, depresión existencial y muerte.
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De mi tiempo y de siempre - Jorge Coz
©Jorge Coz
©Rodrigo Porrúa Ediciones
Primera edición: 2015
Todos los derechos conforme a la ley
Responsable de la edición: Rodrigo Porrúa del Villar
Diseño editorial: Rodrigo Porrúa del Villar
Corrección ortotipográfica y de estilo: Felipe Casas
Características tipográficas y de edición:
Fuente de las Pirámides 1—304
Col. Tecamachalco, Edo. de Méx.
(55) 6638 6857
rporrua_ediciones@prodigy.net.mx
Impreso en México — Printed in Mexico
ISBN: 978-607-95710-1-6
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Bromas Caras
Emilio fue al baño y no se fijó que dejó abierto su Facebook
en la computadora de Ramiro:
—Rápido, escribamos: soy gay
, o: me gustan los penes, pero sin cebolla
—dijo Ramiro.
—Eso es muy obvio. Sí, dará risa, pero ya es muy usado… Mejor algo creíble —agregué.
Entonces pensamos, redactamos y corregimos el post para compartir un pensamiento homosexualmente profundo: gracias a mis amigos por apollarme en este momento y a los que me an dado la espalda no los juzgo ni les deseo mal, aveces le tenemos miedo a las cosas nuevas o diferentes y hoy admito q soy diferente, fue muy dificil confesar mis verdaderas preferencias sexuales a sido mucho tiempo de apariencias y mentiras desde la infancia y en estos ultimos dias ya no aguante mas asi q tube que vencer la angustia y la presion social para abrirme por completo, mama espero que pronto me comprendas y apolles, papa perdoname por no ser el hombre que esperabas se que lo que soy no es normal pero asi me toco ser y siento q a sido algo natural
.
Nos morimos de la risa (por cierto, estábamos en la cafetería de la escuela perdiendo el tiempo), cerramos la sesión de Emilio y apagamos la computadora. Nuestro amigo regresó del baño, comimos algo y platicamos de otras cosas como por cuarenta minutos. Emilio abrió su Facebook otra vez, tenía quince notificaciones y tres mensajes privados, vio lo que habíamos hecho, nos carcajeamos y nos insultó, estaba muy molesto. La verdad es que nos habíamos pasado de la raya, pero fue muy divertido ver las reacciones que provocamos.
Todas las notificaciones fueron comentarios de apoyo y me gusta
para el post. Dos mensajes eran de unas amigas preguntándole si era cierto lo que leyeron y el último mensaje era de uno de los amigos del papá de Emilio: Hola Emi, siempre sospeché de ti :p jiji. Quiero decirte que no estás solo, si necesitas un lugar en donde dormir o dinero, ya sabes que cuentas conmigo, cuentas con eso y con mucho más
. Emilio se sacó de onda porque no esperaba que el amigo de su papá fuera gay. Era un viejo de cincuenta años, casado y con hijos. Reímos ante tal descubrimiento. Fue muy extraño para mi amigo… de repente sonó su celular. Contestó: Hey, ¿qué pasó, mamá? En la escuela… ¿qué te pasa?… ¿En serio? Pero, qué le pasó? ¿Cómo…? Sí, sí, voy para allá. Espera, ¿cómo llego? Ok, allí nos vemos
.
Ramiro y yo nos callamos porque sabíamos que era algo serio.
—Emilio, ¿qué pasó? —pregunté.
—A mi papá le dio un paro cardiaco en la oficina, creo. Se desmayó y ya no despertó, uno de sus compañeros dice que fue por lo que escribieron en mi Facebook. Son unos idiotas, esta vez llegaron muy lejos.
Me sentí un imbécil. Le pedí perdón a mi amigo y también Ramiro lo hizo. Emilio dejó la cafetería sin mirarnos y aporreó la puerta. Ramiro me preguntó que si sería buena idea ir al hospital, no recuerdo qué le contesté. Salimos de la cafetería y alcanzamos a Emilio en el estacionamiento. Estaba molesto, pero aceptó llevarnos con él. Su papá había sido una buena persona con nosotros, nos daba de comer siempre en su casa y le daba dinero a Emilio para que nos invitara a salir. Era un señor gordo que ya había sobrevivido a dos paros anteriores. Me sentía muy mal por la broma.
Llegamos al hospital y ahí estaban la mamá de Emilio, su hermana, su abuela y dos hermanos de su papá. Estaban muy preocupados. Nos saludamos todos. Rápidamente le preguntaron que si era cierto lo que dijo
en Facebook. Mi amigo estaba enfadado con nosotros, pero no nos delató, sólo dijo que fue una muy mala broma de alguien de la escuela. Su mamá molesta y angustiada dijo que esas cosas no se deberían hacer. Ramiro y yo fuimos a sentarnos lejos porque el momento fue muy incómodo. Como a los cinco minutos vimos que un doctor y una enfermera se acercaron a Emilio y sus familiares, todos, preocupados prestaron atención a lo que se les dijo. Ramiro y yo estábamos como a diez metros de ellos.
El doctor comenzó a hablar seriamente, después puso cara de melancolía, la mamá de nuestro amigo comenzó a llorar, también mi amigo. Sus familiares los abrazaron. Yo sentía algo muy raro; culpa e incomodidad mezcladas. Me temblaban las piernas, las manos y los dientes. Mi cuerpo estaba caliente. Me paré y fui hacia ellos, me vieron con cara de: no eres familiar, ¿qué haces aquí?
, mi amigo me vio con unos ojos furiosos pero tristes. Me acerqué a su mamá: Señora, yo fui el que escribió eso en el Facebook de Emilio
. No creyó lo que le dije al principio. Me miró fijamente a los ojos y me dio una bofetada tan fuerte que el resto de gente en la sala no dejó de vernos. Todos, familiares, Emilio y su madre comenzaron a insultarme y regañarme. Mi amigó gritándome me dijo que me largara. Comencé a llorar y no paré de decir: Perdón
. Ramiro me fue a buscar y salimos del hospital casi corriendo. En la entrada, el amigo gay de su papá nos reconoció:
—Ustedes son amigos de Emi, ¿verdad?, ¿en dónde están todos?
—No creo que sea un buen momento, señor. Don Emilio acaba de morir y todos arriba están alterados.
El señor se quedó inmóvil unos segundos. No esperaba escuchar eso.
—Bueno, no creo que sea prudente que vaya con ellos en este momento. ¿Qué les parece si los invito a comer y a tomar unas cervezas para pasar este trago amargo?
Ramiro y yo nos vimos sin creer lo que acabábamos de escuchar. Caminamos más rápido y dejamos al señor atrás, sin responderle.
—Esperen, ustedes no… ¿no son?
—No somos maricones —gritó Ramiro.
Sabía que si éramos, habíamos causado un gran dolor por una broma tonta. Yo me sentía peor porque hice más que