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El diablo sobre la isla
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Libro electrónico166 páginas2 horas

El diablo sobre la isla

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Carlos, asesino profesional adicto a la morfina, regresa a la isla de Mallorca con dos misiones: cometer un asesinato y encontrar a Elena, de la que se enamoró cinco años atrás. En aquella ocasión Carlos llevó a cabo su trabajo, pero todo acabó en una vorágine de sangre. Esta vez encontrará a Elena y también descubrirá que tiene una hija, lo que le obligará a replantearse toda su existencia. La novela refleja la dicotomía entre el bien y el mal. Cómo el mal puede penetrar en la vida de personas buenas y obligarlas a llevar a cabo actos que nunca se habrían imaginado. Elena y Mackenzie, las estudiantes del piso donde vive Carlos, y Tania, la chica con la que sale tras volver a la isla, nunca habían pensado que se cruzarían con el diablo.
Joan Pont vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas "El Quinto Origen", "La Venganza de la Tierra" (publicada con el pseudónimo J.P. Johnson) y "El Diablo sobre la isla" , además de la serie de autoayuda "Sí, quiero. Sí, puedo" y el libro de literatura infantil "Una mascota para Tom".

LIBROS DE J. P. JOHNSON
Serie El Quinto Origen

Stonehenge
Nefer-nefer-nefer
Un Dios inexperto
El sueño de Ammut
Gea (I)
Gea (II)
Serie La Venganza de la Tierra
Mare Nostrum
Abisal
Phantom
Un mundo nuevo
Ultra Neox
Éxodo.

OBRAS DE JOAN PONT.
Serie El Diablo sobre la isla

1-El Diablo sobre la isla.
2-Venganza.
3- Perros de Guerra.

Benet. Jamm Session. (La primera entrega del detective Toni Benet)

NO FICCIÓN

Serie "Sí quiero. Si puedo". (Traducida a múltiples idiomas)
Cómo escribir tu primer libro y publicarlo online.
Consejos imprescindibles para prosperar económicamente en la vida.
¡Socorro, mi hijo quiere ser youtuber!
Los 12 mandamientos de la autopublicación independiente.
Serie juvenil

Una mascota para Tom (traducido a múltiples idiomas)

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 nov 2017
ISBN9781370832941
El diablo sobre la isla
Autor

Joan Pont

Joan Pont, que publica sus grandes sagas con el pseudónimo J. P. Johnson, vive en la isla de Mallorca. Ex-guardaespaldas de autoridades militares y broker de bolsa, actualmente se dedica en exclusiva a la literatura. Es autor de las célebres sagas El Quinto Origen, La Venganza de la Tierra y El Diablo sobre la isla, además de la serie de autoayuda Sí, quiero. Sí, puedo.LIBROS DE J. P. JOHNSON.Serie El Quinto Origen1-Stonehenge2-Nefer-nefer-nefer3-Un Dios inexperto4-El sueño de Ammut5-Gea (I)6-Gea (II)Serie La Venganza de la Tierra1-Mare Nostrum2-Abisal3-Phantom4-Un mundo nuevo5-Ultra Neox6-Éxodo.Glaciar. (Ecothriller)La Chica de la Gran Dolina. (Tecnothriller)The Black Book. Una historia del metaverso.OBRAS DE JOAN PONT.Serie El Diablo sobre la isla1-El Diablo sobre la isla.2-Venganza.3-Perros de Guerra.Serie Benet.1- Jamm Session. (La primera entrega del detective Toni Benet)2- Puro MediterráneoNO FICCIÓNSerie "Sí quiero. Si puedo" (Traducida a múltiples idiomas)1-Cómo escribir tu primer libro y publicarlo online.2-Consejos imprescindibles para prosperar económicamente en la vida.3-¡Socorro, mi hij@ quiere ser youtuber!4-Los 12 mandamientos de la autopublicación independiente.5-En Busca de Tu Equilibrio. Las claves del pensamiento estoico.Serie juvenilUna mascota para Tom (traducido a múltiples idiomas)Encuentra a J. P. Johnson / Joan Pont en:Email: pontailor2000@gmail.comWebsite: pontailor2000.wixsite.com/jpjohnsonTwitter: @J_P_JohnsonFacebook: facebook.com/pontgalmesInstagram: j.p.johnson1

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    El diablo sobre la isla - Joan Pont

    EL DIABLO SOBRE LA ISLA

    Joan Pont

    "Ese chico, solo con veinte años… y ya tiene un jodido cementerio a sus espaldas"

    Para Cristian

    El Diablo sobre la isla.

    © Joan Pont Galmés [2018)

    Todos los derechos reservados.

    5 de Julio. Palma de Mallorca

    -Eso significa que el hecho de que estés ahora hablando conmigo es una especie de milagro - me ha dicho Tania, evidentemente aburrida.

    -Algo así… lo que tengo claro es que, salvando ciertas casualidades, ahora debería ser simplemente polvo flotando en el aire - he dicho yo, pareciéndome hablar con un tono implorante, aunque ella no pueda ayudarme, quedó muy claro esta mañana, antes de empezar mi confesión.

    -Claro, desde luego...

    Ella es Tania Montserrat, hija de un rico hotelero. Las manecillas de mi reloj señalan las dos de la tarde, la hora del Mint Julep, cuando la perezosa sirena del transatlántico Aida poniendo rumbo a Barcelona cruza la agostada bahía de Palma y viene a morir junto a nosotros: ¡Tuuuuuut!, un rumor gutural que hace vibrar las paredes de todo el edificio, formadas por esa piedra arenisca a la que llaman aquí marés, tan íntimamente ligada al Mediterráneo.

    -No has vuelto a ver a esa chica, Elena, en todo este tiempo… - añade ella; su rostro huesudo, triangular, y aterciopelado.

    -Es lo que te acabo de decir.

    -¡Oh! ¿No es ya hora de tomarse una copa?

    Levanta la mano con una lentitud abrumadora. Desde la sombra del salón toma de pronto corporeidad el mayordomo camboyano, Nguyen Huynh.

    -¡Dos Juleps, Nguyen!

    Un sol implacable inunda la terraza bajo cuya pérgola nos encontramos, un magnífico ático propiedad del padre de esta mujer tan joven y perpleja ante el paso de la vida; la finca renacentista de tres pisos primorosamente restaurada pareciendo cabalgar vacilando sobre la muralla medieval y el desértico, a estas horas de la sobremesa, Parc de la Mar. Levantando algo la vista, no mucho, y superando el repecho de ese murete encalado que limita el ático bordeando el vacío, el cobrizo tapiz de tejados, chimeneas y campanarios del casco antiguo de Palma aparece velado por una franja de humedad y salitre, provocándome una indolencia pesada, inverosímil, rayana en lo absurdo.

    -Quise tanto a Elena que casi acabó conmigo ¿Te lo puedes creer? ¡Conmigo!

    -El sexo es la mejor manera de destrozar el amor - musita ella.

    -¿Y quien lo dice? ¿La revista Cosmopolitan? ¿Vogue?

    -Vamos, dime que no destrozó lo vuestro….

    -Esa no fue la causa.

    -Ja, ja, ja, me matas, Carlos, me matas. Siempre lo es...

    Se ha incorporado en su nueva tumbona de diseño Beo Collection y, desde el reverso de sus gafas ha esgrimido un deberías buscarla… tan asténico que me ha obligado a revolver mis recuerdos para comprobar que acabo de explicarle quién soy en realidad: un assassin, un sicario a sueldo. Siempre pensé que cualquier persona reaccionaría ante mi historia como si un vampiro descubriera de repente su ctónica naturaleza ante un mortal: atónita expresión, cuerpo paralizado por el exceso de adrenalina, la idea de lo cruel y desconocido y violento acaparando su respiración… pero Tania no ha reaccionado en modo alguno. Simplemente nada, la mirada lánguida tras los cristales de Gucci.

    Aunque al fin, tras varios minutos, parece cobrar vida:

    -Me hubiese gustado vivir algo así, Carlos… ser capaz de amar con esa coherencia que ofreces a tu existencia… Si encontraras a esa chica me gustaría conocerla. ¡Oh, cuando deje de hacer tanto calor encuéntrala! ¿Lo harás, por favor?- evidentemente le atrae la parte romántica de mi história.

    -Sí, Tania, lo haré, trataré de encontrarla, pero tengo que estar preparado, y te juro que no lo estoy…

    La miro e intento atisbar en sus ojos un resquicio de miedo, pero ella, ahí, tumbada, contemplándose las uñas; es que Tania es inmune a la constatación de mi increíble dicotomía, y a veces pienso que es también inmune a la muerte, quiero decir que podría mirar a los ojos de la muerte pensando en la próxima marca de bronceador que va a comprarse, sé de lo que hablo. Por eso casi he estado a punto de contarle que, en realidad, he vuelto a la isla para matar a su padre, un ajuste de cuentas muy bien pagado por la mafia de Ámsterdam. Ese hombre, Gabriel Montserrat, había levantado su imperio hotelero con un dinero que no era suyo y ahora se negaba a pagar los intereses. Había sido advertido varias veces hasta que me habían llamado a mí. Se esperaba que su sucesor, el vicepresidente de la compañía, no dudaría en cumplir los compromisos. Las palabras en boca del pasante sentado ante mí en aquella mesa del café Bizon, en la Karperburg 7, fueron cometer un asesinato nada complicado. Por mi parte aquel día lluvioso en que acudí a la cita, en el momento en que me era servida una gran jarra de cerveza que era mi desayuno, fue oír de nuevo el nombre de Mallorca y encenderse algo dentro de mí, estallar de súbito en lo más profundo de mi subconsciente, como en una relación 22/67/11.

    -Cuando Elena me hirió en lo más hondo del corazón… ¡Ufff! ¡Se acabó todo! Ya no había planteamientos, ya no había plan alguno, tan solo improvisar e intentar retenerla, poseerla, un día, un segundo más… ¿Y todo para qué…? Es como tener dentro un tumor maligno. Eso es lo que me ha ocurrido durante todos estos años lejos de esta maldita isla de Mallorca, el tiempo que llevo sin ver a Elena.

    Tania me mira, asiente divertida, baja la guardia y se relaja en la hamaca azul que emite un quejido metálico, esbozando su sonrisa gatuna, desperezándose ruidosamente. Desde su Ipod, que se estremece sobre su estómago, me llegan las notas de We’re gonna Rock Around the clock, de Haley, Bill & The Comets.

    -¿Cómo un Alien?- dice, de repente.

    -¿Qué?

    -Lo del tumor maligno que dices que llevabas dentro… ¿se asemeja a un Alien? Ya sabes, Sigourney Weaver, la teniente Ripley…

    -¡Ja, ja, ja! - mi vacía risa se llena de su inocencia.

    Deben ser ya casi las tres, por la posición del sol, justo encima de la lona blanca que cubre la mitad de la lujosa terraza ajardinada en la que descansamos. De pronto entra de nuevo Nguyen Huynh, el mayordomo, levitando como un fantasma, el traje típìco camboyano de seda que viste apenas esbozando un rumor parecido al aletear de las moscas en el aire caliente. Trae sopa amarga del Khmer y Samlor Kako. Una semana más aquí y acabaré odiando la comida oriental que tanto me gustaba, por abotagamiento de los sentidos básicamente. ¿No has podido coger un cocinero mallorquín, de la escuela mediterránea?, protesto sin éxito. Comemos en silencio, sudando. Después del café me llegan las notas de Party Doll, de Buddy Knox.

    -¿Qué demonios estás escuchando?

    -La WNNJ, de New Jersey, a través de Internet. The Tri-State 's Classic Rock Station.

    -Me gusta.

    -Lo sé - susurra ella.

    -¿Lo sabes? ¿Cómo?

    -¿Nadie te ha dicho nunca que te pareces un montón a John Milner? Pués por eso lo sé.

    No he contestado… Sí que me lo han dicho, lo de John Milner, en concreto dos veces, con esta tres. Las anteriores ocasiones fueron hace cinco años.

    Después de almorzar Tania suele cambiar de sitio en la terraza y se traslada a las hamacas para aprovechar al máximo el fulgor del sol que se nos escapa, en dirección a Andratx, pero antes, ebrios de Dom Perignon, echamos mano a la parafernalia de los complementos. Yo me pulverizo todo el cuerpo con una leche protectora solar fresca que se vaporiza como una bruma. Para el rostro un hidratante en crema-gel sin perfume ni aceites y protector solar alto. Todo sugerencia suya. Por su parte, ella se aplica un spray protector solar para cabello expuesto al sol. Lee en voz alta las indicaciones que Rebecca, su personal trainer, le introduce, junto a los nuevos descubrimientos farmacéuticos, en una bolsa de plástico de Exté: Los labios no disponen de protección solar natural como el resto de la piel (…) contienen menos melanina y, al ser una semimucosa, su capa córnea es diferente (…)

    -¡Mmm…! - la gata asiente maquinalmente y desenrosca el tubito con las yemas de sus largos dedos. Sus gestos delatan un sublime desentendimiento de cualquier cosa que exija un mínimo de reflexión; de hecho creo que ha olvidado ya por completo la parte tenebrosa de mi historia, y me admira mucho más que antes al ser yo para ella una especie de mártir del amor: llegué a Mallorca, conocí a una chica, la amé y ella me arrastró a la locura; al cabo de cinco años regreso, aplastado por la melancolía, al lugar donde ocurrió todo…

    ¿Qué hago yo aquí en realidad, en este lujoso ático con Tania? La estoy usando para acercarme a su padre y matarle, eso es todo. Siempre hay algo que me impulsa a buscar la compañía de alguien cuando voy a segar la vida de los demás, no lo puedo evitar, es parecido a lo que ocurrió la otra vez con Elena, aunque entonces aquella chica universitaria de diecinueve años, los mismos que tenía yo, entró a formar parte de mi vida por casualidad, no como Tania. A Tania la he buscado y me he metido en su vida para cumplir mi misión. Posiblemente acabará muerta, qué le vamos a hacer.

    -A veces pienso que soy como Ulises…- murmuro.

    -¿Cómo? - dice ella, pero a mi me cuesta seguir hablando, bajo la cuadrícula de sombras azuladas que la buganvilia proyecta, en la tarde embriagada de calor, sobre todo lo visible ante nosotros, y quiero únicamente pronunciar tres sílabas : E-le-na, y recordar con precisión los detalles mientras el sol brilla en el color de herrumbre de las aguas someras del Parc de la Mar, ahí abajo, dibujando formas chinescas en los modillones, donde dirijo mi mirada.

    8 de Julio

    Estamos fondeados en medio del puerto de la pequeña isla de Cabrera, a bordo del ostentoso yate Azimut 98 Leonardo que Tania ha pilotado la mayor parte de la travesía desde Puerto Portals. Antes de salir le han metido a esta sedienta embarcación veinte mil euros de gasolina como quien no quiere la cosa. En el mar había fuerza tres, marejadilla. Frank, el rubio capitán holandés, sujetaba impávido a Tania firmemente a su espalda mientras el casco golpeaba las olas bajo el sol implacable con sus dos mil caballos de potencia, y yo daba tumbos sobre el solarium amenazando con alimentar a los peces con los gintonics que había tomado durante la mañana.

    Como no sabía nada sobre el mencionado lugar me han pasado algunos libros. En ellos aprendo que el Archipiélago de Cabrera es un conjunto de islotes declarados Parque Nacional Marítimo Terrestre el 29 de abril de 1991. Se encuentra a diez kilómetros del cabo de Ses Salines, la parte más meridional de Mallorca. Tiene un gran valor natural, ya que debido a su aislamiento a lo largo de la historia ha llegado hasta nuestros días prácticamente inalterado: el paisaje litoral de Cabrera se puede considerar uno de los mejores conservados de las costas españolas, y uno de los mejores de todo el Mediterráneo. Cobija asimismo importantes colonias de aves marinas y especies endémicas. Debido a su riqueza biológica también ha sido declarada como ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves). Cabrera y los islotes mayores fueron visitados por fenicios, bizantinos, cartagineses y romanos. Fue usada como cárcel debido a su aislamiento tras la batalla de Bailén y, hasta la declaración de parte natural fue un campo de prácticas de tiro del ejército español, lo que ayudó a preservarla de la especulación urbanística.

    Tras la montaña rusa de la travesía, ya con el motor aminorado, Tania me ha obligado a subir al flybridge por la escalera de vidrio para enumerarme cada uno de los islotes que íbamos viendo, y que conforman la antesala del parque natural. En la radio sonaba a todo meter Why do fools fall in love, de Lymon, Frankie & The Teenagers.

    -¿Ves ese faro? Es na Foradada. A continuación se encuentran s’Illot Pla, na Pobra, na Plana y l’Esponja, un conjunto de pequeñas islas e islotes. ¡Mira aquellos cormoranes! Esa es l’Illa dels Conills - me ha estado contando durante bastantes millas. Veo que todos ellos no son más que inhóspitos y ennegrecidos islotes de piedra kárstica azotados sin tregua por el mar. - Y, finalmente, na Redona, la más cercana a Cabrera…

    Asiento ante sus explicaciones intentando demostrar un mínimo de interés, pero no consigo concentrarme en nada, excepto, quizás, en la música que el viento arrebata desde los altavoces extruidos bajo la periferia del toldo arremolinándola sobre la blanca estela que, con esfuerzo, desaparece entre lo azul.

    Lentamente hemos entrado en el puerto, lleno de barcos de todos los tamaños, entre ellos el Beach Sunshine, de cincuenta metros de eslora, ocupando casi toda la bocana.

    -Es de un constructor… Prefiero mi Leonardo - me espeta

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