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Cuentos de Luna Roja
Cuentos de Luna Roja
Cuentos de Luna Roja
Libro electrónico51 páginas32 minutos

Cuentos de Luna Roja

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Cuentos de Luna Roja no es, pese a su nombre, una obra de carácter infantil; se trata, en cambio, de cuentos para jóvenes y adultos, relatos de inspiración poetiana que se desarrollan en ambientes de tintes góticos. Se trata, pues, de una obra de carácter transversal, en la que se reúnen historias diversas, frutos de los contextos y el folklore que rodean y dan vida a algunos de mis otros proyectos.
Cuentos de Luna Roja mantiene el diseño añejo y curtido de su portada a través de las páginas en su interior, en las que se desarrollan ocho relatos de misterio que son la clave para desvelar los secretos de historias más grandes que pronto verán la luz.

IdiomaEspañol
EditorialS. Saend
Fecha de lanzamiento20 may 2015
ISBN9781310613319
Cuentos de Luna Roja
Autor

S. Saend

Mi nacimiento fue una incorporación tardía a mi familia, que, desde aquel viernes 14 de junio del 91 en el que mi madre casi me da a luz en su oficina, con el rímel disuelto entre lágrimas de esfuerzo y todo desdibujado por su cara, no han dejado de apoyar mis proyectos y facilitar mis pasos por los caminos que he decidido recorrer.Gracias al empeño de mi padre empecé a escribir a ordenador antes incluso de saber sujetar un lápiz, y con el apoyo de familiares y sus amigos desvelé los secretos de la lectura antes incluso de entrar en parvulitos. Ya entonces, según me cuentan, mi pasión por las letras era patente. A decenas de cuentos ilustrados e historias en vivo di vida desde aquel momento, todo ello traspapelado o llevado con el viento hasta que decidiera, a los 12, que escribir era para mí más que un pasatiempo, un futuro. A esa tierna edad, con un cuaderno de cuartilla y un bolígrafo de kukuxumusu reservado en exclusiva comencé el que sería “mi proyecto” por excelencia. Inspirado en mis fantasías adolescentes "Loomond" fue tomando forma año tras año hasta convertirse hoy, diez años después, en ATduE, una historia a la que quiero demasiado como para ponerle punto y final.Pero mis inicios en la universidad, el traslado a Tokio para estudiar en la Universidad de Tokio de Estudios Extranjeros (TUFS) y, sobre todo, la pérdida de mi padre, paralizaron por completo mi hábito de escritura. No sería hasta que a finales de 2012, con el inicio de mis estudios de Ciencia Política, que retomaría la pluma y el tintero para concentrarme en una obra de carácter transversal: Cuentos de Luna Roja, fruto de decenas de notas sobre otras de mis historias. Tras un par de años dando forma a los ocho relatos que componen la obra, llegó la fecha de que saliera al fin a la luz, coincidiendo con una nueva estancia, esta vez en Australia, para asistir a la Universidad de Queensland. Y aunque los quehaceres universitarios siguen ocupando mi tiempo, y una nueva estancia, becada por UNICEF, en la “Universidad del Desierto” en Omán está a la vista, sigo adelantando poco a poco mis proyectos, los cuales espero que, más pronto que tarde, puedan ver la luz.

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    Cuentos de Luna Roja - S. Saend

    Nota del autor

    Puede que el lector se pierda entre estas pocas páginas que, escondidas mucho tiempo en manos temerosas, toman forma para arrojar luz a una verdad que ha permanecido largamente velada. Y es que si bien nos han enseñado que todo cuanto acontece está regido por las leyes de la razón, a veces la razón no es inteligible a simple vista.

    Todo cuanto aquí se narra no son sino fragmentos de historias más grandes y complejas cuyo origen desconocemos por completo, pero que, por el azar o la suerte, fueron a parar a las manos de quien, años atrás, sabedor de mi pasión por las historias, decidió dejarme en herencia estos pequeños trozos de magia.

    Proemio

    No he viajado mucho, pero lo poco que hasta ahora he visto me ha dado vivencias suficientes, ya que allá donde he estado ha habido siempre un cierto aura mística, y siempre he logrado hallar algo que mereciera la pena atesorar.

    Soy un coleccionista de tesoros, de los tesoros más extraños y peculiares que soy capaz de encontrar: ora pequeñas piezas de plata, naufragadas en las costas, huérfanas de algún tesoro marino; ora aparatejos de anticuario, lacados y vetustos, de esos que tan bien quedan en las estanterías de un estudio.

    En cambio, el mayor de mis tesoros es, precisamente, el único que no puedo acariciar entre mis dedos, sino entre los frágiles pliegues de mi memoria: el recuerdo de una historia tan única como su narradora.

    Me hospedaba en una vieja casa inglesa, antigua como no logro recordar, aunque el siglo XVI resuena entre las paredes de mi mente. Y si antiguo era el edificio, más aún lo era su dueña; y esto es algo que no comprendí al principio.

    No sé qué me llevó al desván, pero allí encontré la prueba viviente de una verdad sobre la que sólo el mismo tiempo y el espacio alcanzan a vislumbrar enteramente. Iza era su nombre y significaba, según me dijo, «flor» en su lengua materna. Allí, en su mecedora, miraba más allá de las estrellas, donde otros habitan, tan desconocedores de nuestra existencia como nosotros de la suya. Ella misma era una forastera en aquel lugar, como yo, pero su origen estaba más lejos que cualquiera de nuestros continentes, en un lugar donde el tiempo, a fuerza, ha de pasar más lento.

    Y me entregó un cuaderno de viejo cuero raído, de hojas amarillentas y acartonadas que parecían haber sido arrancadas de otros lugares y recopiladas burdamente entre esas pastas de rojo cinabrio, adornadas de plata y gemas, y en cuyo centro se exhibía la desnudez de lo que hubo y ya no estaba, una marca grabada por la

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