Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Hay 1001 zombis por persona Episodio 1
Hay 1001 zombis por persona Episodio 1
Hay 1001 zombis por persona Episodio 1
Libro electrónico83 páginas1 hora

Hay 1001 zombis por persona Episodio 1

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Atrapados en un pueblo fantasma, en medio de una epidemia zombi, controlados por militares: un preso fugado, una desertora, un teniente traidor, un hacker adolescente, dos idiotas,...

IdiomaEspañol
EditorialPÚLPito
Fecha de lanzamiento9 oct 2012
ISBN9781301084951
Hay 1001 zombis por persona Episodio 1

Lee más de Boris Dekker

Relacionado con Hay 1001 zombis por persona Episodio 1

Libros electrónicos relacionados

Ficción de terror para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Hay 1001 zombis por persona Episodio 1

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Hay 1001 zombis por persona Episodio 1 - Boris Dekker

    Hay 1001 zombis por persona

    EPISODIO 1

    por

    Boris Dekker

    SMASHWORDS EDITION

    PUBLISHED BY:

    Colección Púlpito on Smashwords

    * * * * *

    Hay 1001 zombis por persona

    Episodio 1

    Copyright 2012 Carlos Gómez

    cegemartin@gmail.com

    http://coleccionpulpito.blogspot.com

    twitter: http://www.twitter.com/PLPito

    All rights reserved. Without limiting the rights under copyright reserved above, no part of this publication may be reproduced, stored in or introduced into a retrieval system, or transmitted, in any form, or by any means (electronic, mechanical, photocopying, recording, or otherwise) without the prior written permission of both the copyright owner and the above publisher of this book.

    This is a work of fiction. Names, characters, places, brands, media, and incidents are either the product of the author's imagination or are used fictitiously. The author acknowledges the trademarked status and trademark owners of various products referenced in this work of fiction, which have been used without permission. The publication/use of these trademarks is not authorized, associated with, or sponsored by the trademark owners.

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor.

    La presente novela es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y sucesos en él descritos son producto de la imaginación del autor. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

    Smashwords Edition License Notes

    This ebook is licensed for your personal enjoyment only. This ebook may not be re-sold or given away to other people. If you would like to share this book with another person, please purchase an additional copy for each person you share it with. If you're reading this book and did not purchase it, or it was not purchased for your use only, then you should return to Smashwords.com and purchase your own copy. Thank you for respecting the author's work.

    Hay 1.001 ZOMBIS POR PERSONA

    EPISODIO 1

    (v1.1)

    9- Pasando revista

    10- Dónde se perdió la señal

    11- En marcha

    12- Recuerdos del infierno

    13- Hay que irse de Quitetown

    14- La mina

    15- Atrapados

    16- No sin mis cosas

    * * * * *

    9 - PASANDO REVISTA

    David, el falso teniente, caminó en silencio por el pasillo, seguido de cerca por Pete, hasta llegar a la entrada principal de la casa. Abrió la puerta, salió al exterior y aspiró una profunda bocanada de aire fresco; necesitaba un poco de oxigeno después de haber interrogado a aquellos dos idiotas y haber matado al coronel McKeegan.

    En realidad su muerte había supuesto un verdadero alivio, porque el coronel había sido una pesada carga hasta aquel momento; el haber tenido que fingir tanto tiempo, desde que se encontraron hacía dos días, le había provocado un estrés excesivo.

    Ahora podía reflexionar sobre la situación actual en la que se encontraban y pensar acerca de los próximos pasos a dar. Por lo menos habían perdido un día de misión y tenían que recuperarlo como fuera.

    La temperatura de la mañana aún era fría pero David estaba sudando acalorado tras la tensión del momento. Para aliviar un poco el calor se desabrochó un botón de la camisa.

    - Esto es otra cosa. - Comentó a su ayudante con una amplia sonrisa en los labios mientras contemplaba como algunos de sus hombres iban y venían, atareados junto a los camiones.

    Los síntomas de buen humor habían vuelto a su cara. Ahora que volvía a tener el mando, sin las ataduras del coronel que le habían impedido centrarse en los asuntos que eran realmente importantes, podría moverse con total libertad. Volvía a ser el David de antes.

    - ¿Nos quitamos ya estos estúpidos uniformes? - Insistió Pete, incómodo con la ropa que llevaba puesta. - Ya estamos dentro, no los necesitamos para nada más.

    - No, aún no. - Contestó David. - Son un disfraz perfecto, mientras estemos acompañados por extraños, los usaremos.

    Con la palabra extraños se refería principalmente a George y John que estaban encerrados en el sótano de la casa.

    - Me siento como un jodido payaso con esto puesto. - Protestó Pete malhumorado.

    David no le hizo caso, conocía demasiado bien a Pete para tomarse en serio sus quejas; él era un hombre de acción, incluso de una instintiva brutalidad, y aquellos tiempos muertos lo impacientaban y exasperaban.

    David y Pete eran dos personalidades opuestas pero complementarias. David era inteligente, asusto y con una sonrisa amble pero sutilmente maliciosa, que asomaba de forma perenne en su cara; eso contrarrestaba la fuerza, agresividad y el instinto de su ayudante. Pete era una autentica máquina de matar que David controlaba de forma maquiavélica como a una marioneta: era su mastín del infierno. Eso hacía les hacía ser un dúo realmente temible: fuerza e inteligencia unidas en dos hombres sin escrúpulos.

    - ¿Cuántos hombres del coronel han sobrevivido? - Preguntó David a su ayudante.

    - Sólo la chica.

    - ¡Ah, sí! La chica,.. – respondió David mientras hacía un esfuerzo por recordarla.- ¿Crees que sospecha algo?

    - No, creo que no, pero... - Pete hizo amago de sacar su pistola. -¿Quieres que la mate?

    - No, no.- Respondió David pensando que aún podría sacar algún provecho de ella. - Puede sernos útil. Siempre habrá tiempo de matarla más adelante.

    Miró hacia los camiones, donde estaban sus hombres disfrazados de soldados con tareas de mantenimiento o subiendo cajas y bolsas en la parte trasera.

    - ¿Y de los nuestros? - Preguntó. - ¿Cuántos hombres nos quedan?

    - Veintiocho, además de nosotros dos y.... - Pete señaló a un imberbe adolescente con el pelo teñido de verde y un pircing en la ceja. - ...el niñato ese.

    - Fénix,.. - Dijo David mirando al joven atentamente. - Hay que cuidar de él, es importante,... de momento.

    El adolescente del pelo verde, al darse cuenta de la presencia de David, se dirigió hacia él visiblemente molesto.

    - ¡David! Dile a esos simios que tengan cuidado con el equipo. - Protestó indignado. - Es muy frágil.

    - ¿A quiénes llamas simios? -

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1