El Primer Encuentro
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En El Primer Encuentro, hemos explorado, cómo personas de distintos orígenes y culturas, han compartido sus historias, únicas de su Primera vez. A medida que profundizamos en la diversidad de estas experiencias, descubrimos la riqueza y complejidad que aporta cada una de ellas.
A través de estas historias cortas y sencillas, pero aleccionadoras, fomentaremos la empatía, el respeto y la comprensión mutua, entre las personas. Cada historia, crea un ambiente enriquecedor y transformador para todos los involucrados, en este libro encontrarás experiencias diversas, que tejen conexiones significativas para abrir las puertas hacia un mundo inexplorable.
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El Primer Encuentro - Elisa Coromoto Tovar Linares
El Principio De Los Tiempos
La Bendición
En la antigüedad, la Bendición a los Primogénitos
era un concepto, una práctica que tenía un significado importante en diversas civilizaciones y tradiciones religiosas. La bendición se otorgaba al primer hijo nacido de una familia y tenía implicaciones tanto sociales, históricas, culturales y espirituales; por ejemplo:
Herencia: En muchas culturas, el primogénito recibía una porción más significativa de la herencia en comparación con sus hermanos menores. Esta práctica aseguraba que el mayor, asumiera el papel de guía, siendo quien tendría también, la responsabilidad en el cuidado y manejo de los bienes familiares, después del fallecimiento de los padres.
Liderazgo: el primogénito solía ejercer una posición privilegiada en la estructura familiar, para la toma de decisiones importantes.
Bendición espiritual: en muchos contextos religiosos, la bendición tenía un significado espiritual, se creía que recibirla del padre o líder religioso, otorgaba una protección divina y un favor especial de Dios.
Reconocimiento de la continuidad familiar: el nacimiento del primogénito, se consideraba un evento trascendental, ya que aseguraba la continuidad de la línea familiar, por lo tanto era digno de celebración y reconocimiento especial.
Considero importante inculcarle a nuestros hijos, estas maneras de seguir con las tradiciones familiares. Fui criada en un entorno, donde lo primero que uno hacía con respecto a nuestros familiares mayores, era pedir la bendición, eso marcaba el respeto que uno sentía hacia la persona mayor. Me gusta esta práctica, ya que por el mero hecho de tener canas en su cabellera, denotan que han tenido el privilegio de llegar a un punto en el que tienen más experiencia que uno.
De la unión de mis padres, soy la primogénita, aunque no soy hija única, tengo la responsabilidad de educar a mis generaciones venideras con estas manifestaciones de amor, como las que me enseñaron mis padres.
Mi hija y mi nieto, son hijos únicos. Les he enseñado, que en nuestra familia se debe continuar con estas prácticas ancestrales. No tengo que decirles pidan la bendición, ellos saben que lo deben hacer.
Esto cultiva el amor y respeto hacia las personas mayores. Pienso que el continuar practicando estas reglas (porque en mi familia es una regla), evita que el ser humano se crea superior a todos.
En la última conversación que tuvimos con una dama hermosa llamada Lala Pila, nos comunicamos por Facetime, ella estaba en Norteamérica y nosotras en Europa. Quería que viera a mi nieto, al saludarle, él le dijo: ¡ Bendición! ¿Cómo estás?
. Ella volteó hacia mi hermana, quien se encontraba a su lado, y le dijo: ¡Que lindo! ¡le están educando bien!
. Esas palabras viniendo de ella, que considerábamos una madre, (porque ya la nuestra había partido al otro plano), hicieron que se me nublaran los ojos, sentí como si hubiese recibido esa bendición por parte de mi mamá.
Lalita, como le decíamos de cariño, representaba esa generación de gente maravillosa que se nos está yendo. A escasos dos o tres meses después de ese contacto, ella partió al encuentro con el Señor.
Legar esa responsabilidad en nuestros hijos, harán de ellos personas dignas de admirar, porque serán seres respetuosos que tanta falta hace en la sociedad de hoy, a la que llamamos, la sociedad moderna
.
Recuerdo que mi mamá, cuando nos levantábamos y por distracción no pedíamos la bendición, nos decía, ¡salude! ¿O es que yo dormí con usted?
. Estando en la misma casa, a veces lo veía gracioso. Me decía mentalmente, pero si vivimos juntos.
Por supuesto, jamás me hubiese atrevido a comentarlo en voz alta, en estos momentos tendría prótesis dental.
Los jóvenes de hoy día, ni siquiera saludan. Considero que no es culpa de ellos, porque la educación empieza por casa. Somos nosotros los que debemos enseñarles que hay que saludar, que hay que ayudar a alguien que lo necesite.
El otro día, vi un mensaje de esos que circulan en las redes, un niño como de diez años, estaba acompañado por su madre, iban en un tren, el chico estaba leyendo un libro y una señora que apreciaba la escena le pregunta a la madre, ¿cómo hizo para que al niño le gustara la lectura?
La madre le respondió, yo no hice nada, los niños imitan lo que hacen sus padres
.
Fin de la historia.
Eso es totalmente cierto, a mi hija le encanta en su tiempo libre, resolver puzles Binarios, donde tienes que pensar con los números. A mi nieto le encantan las matemáticas, y un día le dijo, ¡ mami, yo quiero hacer uno de esos, que tú haces!
.
Ella le explicó una sola vez como se resuelven. Yo observaba de lejos la cuestión. En pocos minutos había realizado uno él solo. Ella me comentó que algunos no eran tan sencillos, tenía que pensar, sacar cuentas, y él ya lo había pillado
. Como dicen los españoles. ¿Qué quiere decir esto?.
Que aunque parezca tonto, es cierto lo de la señora con su hijo y la lectura en el tren.
Ellos tratan de imitar lo que hacen los padres, entonces démosles buenos ejemplos.
Cap. 2
La Historia Del Principito
El Principito
Esta es la historia de un chico guapo, que vino a ponerle orden a la vida de unas gitanas. La historia está contada por mi mami. Por cierto, me apodan El Principito
.
Llegó La Hora De Salir.
Después de nueve largos meses de feliz espera, me correspondía ir al hospital. Fui acompañada por mi mamá, era muy temprano para la cita. Ella quería que yo conociese una parte de la ciudad. Fuimos, la recorrimos en bus, porque yo no podía caminar, debido al embarazo y el estrecho margen de tiempo que disponíamos. Aun así, nos bajamos en la parte más cercana a la playa, caminamos un poco y nos tomamos varias fotografías.
Transcurridas dos horas y media, regresamos al hospital. El tráfico estaba bastante pesado.
Cuando me presenté en la recepción del hospital para chequearme, no había nadie. Inmediatamente llegó una enfermera que tomó mi identificación y se marchó con ella, para ir a corroborar si me podían atender. Luego regresó diciendo que no, que ya los médicos se habían marchado.
Regresamos a casa, algo cansadas por el trajín del día. Nos fuimos a acostar, pero al ir al toilette a orinar, me percaté que habían pequeñas gotitas de sangre en el sanitario. Ya me habían advertido, que si sangraba o rompía fuente, me trasladase inmediatamente al hospital.
Así lo hicimos. Llegamos a la recepción y me registré. la asistente le dijo a mi mamá, que subiese por el ascensor y que nos encontraríamos arriba.
Las contracciones iban en aumento. Me preguntaron si quería
me colocaran la epidural. Respondí que no. Me hacían caminar
de un lado al otro, las contracciones comenzaban a incrementarse
cada minuto y la duración de éstas también.
Me trasladaron a una sala de parto y me dijeron, si quería ir al toilette, debería hacerlo en ese momento, porque una vez acostada, ya no me podría levantar.
Los dolores cada vez eran más fuertes. Me concentraba y repetía, Los milagros de Dios, no duelen
; pero al cabo de un rato gritaba, loos milaaagros de Dioos, noooo dueeelen.
Me encorvaba y se movía el sensor del monitoreo del bebé, eso era motivo para que me llamaran la atención. Al cabo de un rato, me preguntaron nuevamente si quería la epidural, contesté: ¡siiiii...!
, con muchas ies
.
Vinieron a colocármela, le pedí a una de las enfermeras me agarrase la cabeza para no moverme, así lo hizo. La primera vez, vino un enfermero que estaba siendo guiado por la doctora que le decía, no le metas mucho la aguja, porque ella es muy delgada y tiene los huesos muy afuera
. En ese momento me asusté, por la gravedad del asunto.
En la segunda inyección aplicada, sentí que el líquido se me iba al lado derecho de la pierna. Se lo comenté a la enfermera, ella volteó y le dijo a la doctora,