Memorias Infantiles Y Sus Revoltijos
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Memoria Infantiles y sus Revoltijos es una coleccin de memorias imprimidas en la mente de un hombre, en cual a mayor edad, las buelve a vivir de nuevo para satisfacser la nesesidaded de rencontrar su identidada.
En este relato de su mente soadora, le da nuevamente vida a un pasada, en una forma culturalistica. Cuando las nuves vailavan con la luna, su mente nublada le dava nuevamene armonia a los recuerdos infantiles de su niez. Por segunda vez vivia su nies y por segunda vez no pudo dejar su mente que coninuara inorando la probresa de la inocencia.
Despues de tantas noches de desbelo, el sol finalmente renace de nuevo en su mente y la paz y tranquilidad regreso a su mente, claro solamente fu un sue
Fredy E. Carranza, Sr.
Fredy Carranza Sr. nacio en la ciudada de la eterna primavera, hace mucho tiempo. A pequeña edad le dio Polio en su cuerpo, vivio su niñes en los hospitals y al aire libre con sus tios. A la edad de doce años gruso la frontera y el resto de su vida la a pasada luchando con los revoltijos de su mente soñadora.
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Memorias Infantiles Y Sus Revoltijos - Fredy E. Carranza, Sr.
Contents
Memorias Del Inicio
Memorias Del Pueblo
Memorias De La Capital
Memorias Del Extranjero
El Autor
Memorias Infantiles y sus Revoltijos:
Para el Fruto de mi Vida
Con Mucho Amor
Daniel Carranza
Joceline Carranza
Fredy Carranza Jr.
Introducción
La fecha era el 19 de mayo del año 1963, en un pueblo pequeño llamado Olopa del Departamento de Chiquimula en Guatemala, Centro América. Allí, Nació en el suelo de una humilde vivienda, un niño, al cual la vida y sus revoltijos le guiarían por un camino muy especial.
Todo empezó cuando se le reventó la bolsa y la tierra lo cubrió con su manto. A los gritos de la pobre mujer, llegó corriendo su mamá, la cual venia acompañada de su sirvienta.
Avísale al señor
_dijo la viejita.
¿Donde está?
_ le pregunto la sirvienta
¡Búscalo por el pueblo, pero movete pasmada!
_ le contestó la ancianita.
Finalmente, después de que la pobre indita recorriera el pequeño pueblo, buscándolo por el billar y la cantina, finalmente lo encontró con los amigos practicando la marimba. Señorcito
_le dijo, _Lo necesitan en su casa, la señora ya dio a luz.
El hombre caminó apresuradamente hacia su vivienda, entró a la casa, abrió la puerta del cuarto. ¿Que es?
_ pregunto.
¡Cuidado, que te paras en la criatura!
_le respondieron preocupadamente.
¿Donde está?
_preguntó ansiosamente.
Allí, envuelto en una toalla, al pie de la puerta
_le dijeron.
Los meses pasaron y la señora tenía que regresar a su trabajo. Ella daba clases en una escuela de primaria a niños de otro pueblecito cercano. Cercano porque solamente tenía que caminar un par de kilómetros de ida y de vuelta. La mayor parte del tiempo, su mamá le cuidaba los hijos, pero habían veces que no, porque su mamá tenía una tiendecita de dulces, la cual tenía que atender. Muchas veces aquella mujer caminaba hacia su trabajo con el recién nacido en la cintura, y otras veces con su hija agarrada de la mano, la cual apenas empezaba a caminar. Los años pasaron y la señora continuaba su rutina de madre y de maestra.
A los dos años se encontraba la señora en frente del Santo San Martín
. Se encontraba rezándole que su criatura naciera sana y salva, ella esperaba su tercer retoño. Este niño nació sin ningún problema, Dios le había bendecido nuevamente. A la misma vez el varoncito de en medio empezaba a enfermarse. El niño empezó con calenturas, las cuales se formaron en fiebres, nada le calmaba aquella fiebre que le cubría como fuego ardiente. A las dos semanas se le murió toda la parte izquierda del cuerpo.
Afligidamente, la pobre señora, la cual tenía que cargar con todo, llevo al niño al municipio del pueblo. Con el niño en una mano y el corazón en la otra, tomo la camioneta del pueblo, con la esperanza que llegaría a tiempo de salvarle la vida a aquel niño. Los especialistas lo tomaron en las manos para luego entregárselo diciéndole que aquel niño tenía polio. Estaba infectado con el virus de la poliomielitis. Lo vacunaron y le bajaron la fiebre. Tristemente regresó la señora a su pueblo, con la esperanza que tal vez, los ejercicios que le habían recomendado, pudieran revivirle el cuerpo a su pequeño nene.
Regreso a su casa, acostó al niño en una camilla y empezó a hacerle los ejercicios. Su corazón destrozado palpitaba con angustia y sus lágrimas escurrían en el cuerpo de aquel pequeño niño. Día y noche la señora se sentaba a hacerle sus ejercicios. Y cuando ella menos lo pensó, el cuerpo del niño empezó a despertar. Dios le había escuchado sus oraciones una vez más; aunque siempre, la naturaleza había dejado su señal de poder. Todo el cuerpo le había revivido al niño, menos la pierna izquierda, la cual sería su marca lo haría diferente para el resto de su vida.
Cuando el niño tenía (3) tres, la señora decidió entonces llevar al niño a la capital, al Centro de Rehabilitación, porque a esta altura el niño no podía caminar. Arrastrándose caminaba por el piso jalando la pierna enferma. Y cada vez que ella lo miraba, el corazón se le rompía de dolor. Sabia que al llevarlo al centro lo tenía que dejar allá, pero a la misma vez, quería lo mejor para el. Ella no podía hacer ya nada más por su hijo. Dios le había escuchado y había concedido un milagro, ahora le tocaba a ella hacer un sacrificio por el.
Los días pasaron y todo estaba listo. La señora tomó a su niño en los brazos y lo entregó a los médicos de aquel centro de recuperación. Ella le entregaba aquella gente extraña el fruto de su vida, el cual por su enfermedad lo llevaba en lo profundo de su vientre. Con los brazos vacíos y sus lágrimas sobre las mejillas, se retiraba poco a poco, dejando aquel niño que a gritos le llamaba desde un corralito. Los llantos de aquella criatura y las lamentaciones hacia su madre, resonaban en lo más hondo de su existencia. Sacando fuerzas de su amor hacia su hijo se marchó con una desesperada agonía en su alma y en su corazón.
Memorias Del Inicio
Capitulo Uno:
Aquí es cuando empieza mi historia, aquí es donde busco y encuentro las primeras memorias, el primer recuerdo de mi vida, en la cual esta historia es basada solamente. La primera angustia de la vida, la primera confrontación con el mundo, el primer día que sentí vida en mi mente y en mi cuerpo, el despertar de mi mente y el renacimiento de mi alma.
¡Mamá, mamá!
gritaba desesperadamente con los brazos abiertos, tratando de mover mi cuerpo hacia unas barandas para poderme parar. Miraba para arriba y se miraba el cielo. Era una sala grande, y la gente vestía de blanco. No sabía que hacia yo ahí, ni contumaz el porqué. Mi corazón brincaba y continuaba llorando.
No me acuerdo haber visto a mi mamá en esta ocasión. Lo único que sé, es que sentía una angustia que se apoderaba de mi pequeño ser. Este es mi primer recuerdo de la vida, mi primera memoria infantil. Nuevamente sentía nacer, no en carne ni hueso, sino en vida y conciencia. El nacimiento mental de una persona, la primera memoria de un ser humano.
No sé cuanto tiempo estuve en este lugar, y ni recuerdo ninguna otra ocasión en la cual sentía una mezcla de emociones. Solamente recuerdo un día por la mañana, cuando sentí una alegría intensa, fue cuando nuevamente mi mente despertó. Era el día en que mi mamá me iría a buscar. Creo que tenía como cinco años de edad.
Se abrieron dos puertas, y al final del pasillo se encontraba mi mamá con otra gente. La miré y empecé a caminar hacia ella. Mi mamá me miraba con lágrimas en los ojos. Rápidamente trataba de llegar hacia ella balanceándome de un lado a otro, porque las piernas las tenía tiesas. Cuando nuestros cuerpos se juntaron, sentí el calor y el amor de aquella madre, que nuevamente me cobijaba entre sus brazos.
Cuando me llevaron a casa, conocí a mi hermano y a mi hermana. Yo de ellos ni me acordaba. Sabía que tenía hermanos y eso era todo. Mi hermano tenía tres años y mi hermana tenia como siete años de edad. Mi hermano y yo jugábamos mucho. El siempre me daba todos sus juguetes, o mejor dicho yo se los quitaba. De mi hermana me recuerdo muy poco. Solamente que tenia el cabello muy largo, era flaquita y usaba lentes. Mi mamá seguía trabajando en la escuela y nos daba a cuidar a mi hermano y a mí. A mi hermana no porque siempre se mantenía con la abuela en la tienda.
A esta edad son pocas las cosas que recuerdo. Tal vez los recuerdos que mi memoria escogió retener en el banco memorial eran de una manera u otra significativas. En este repaso de mis memorias de antaño, recuerdo que enfrente de la casa donde vivíamos, vivían unos familiares quienes horneaban pan para vender en el pueblo. Yo siempre me escapaba de la casa, no se como lo hacía, lo único que recuerdo es que casi a gatas cruzaba la calle y me subía a la banqueta que era muy alta para mí. Después que la subía, me encaramaba sobre ella y miraba hacia abajo.
Me volteaba y caminaba hacia la puerta de aquella vivienda, abría la puerta un poquito y esperaba que nadie me estuviera mirando. Me recuerdo que el piso era de cuadros blancos y negros. En medio de aquella sala había un estante de vidrio en donde estaba el pan recién horneado y las quesadillas. Eso era lo que mas me gustaba. Abría la pequeña puerta de aquel estante y me comía todo lo que podía. Lo demás solamente lo pellizcaba. Muchas veces me descubrían y me llevaban de regreso a mi casa y a veces ni cuenta se daban que me había escapado.
Mis padres pronto se separaron. Hasta la fecha no se las razones, ni les pregunto, porque quien soy yo para criticar los problemas o las razones que tuvieron ellos para hacerlo. Cada quien tuvo sus razones y los dos deben de ser respetados por ellas por malas o buenas que hayan sido. Los dos se pelearon por nosotros en corte, pero mi madre gastándose lo poco que tenía, gano el juicio en la corte por nuestra custodia. Desde ese día, ella respondió, con la frente en alto, a los dos papeles que le correspondían; el de madre y el de padre.
Continuó trabajando como maestra, pero el dinero no le alcanzaba a la pobre. Y cada vez que me hacía los ejercicios se ponía triste al mirarme la pierna flaca y media muerta. Sabía que no podía continuar así. Como una buena madre, ella quería una mejor vida para sus hijos. Todo este tormento la convenció que la única solución que le quedaba era viajar a los Estados Unidos en busca de un mejor porvenir para su familia. Sabía que tenía que sacrificar aquella familia, sacrificarse ella misma, por la esperanza de un mejor futuro para sus hijos.
Memorias Del Pueblo
Capitulo Dos:
En 1969, mamá viajó hacia los Estados Unidos donde ya se encontraba mi tía y otros familiares. De la despedida no me acuerdo, solamente que a mi hermano y a mi nos llevaron con una mi tía. Ella y su familia vivían en un lugar llamado Concepción Las Minas. A mi hermana la dejó con mi abuela en Olopa. Mi tía vivía a orillas de ese pueblo, el lugar