1 cuento, 2 cuentos, 3...
Por Sinelia Peixoto
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—¿Sabes lo que estás haciendo? —Oí a Amanda preguntar, pero estaba muy concentrada en el dolor que sentía para poder responder. Nadie me dijo que dolía tanto. No he leído nada sobre esto, pero he visto películas y gente gritar en situaciones como esta, pero aún así, ¿cómo era posible que doliera tanto?
¡Dios mío, todavía soy una niña! Una niña teniendo un hijo. ¡No quería ser madre a los dieciséis años!
Escuchamos historias sobre lo bueno que es tener un hijo y que el embarazo es una bendición, pero está aquí... Durante todo el embarazo tenía mareos. Cuando comía, temblaba y vomitaba. Subí de peso. Dejé de estudiar por causa de esto, perdí amigos, perdí el año en la escuela, perdí mi vida, perdí a mi familia. Lo perdí todo.
Cuando Amanda se enteró, se molestó mucho, porque ella también cree que debemos conservarnos para esa persona especial que un día encontraremos. Pero yo no soy así. No soy tan fuerte como para luchar contra todos y Alex ya me había dado un ultimátum. Me dijo que no esperaría un año más. Tuve miedo de lo que mi amiga diría, pero después de que la desesperación pasó de ella, simplemente me abrazó y dejó que yo llorara en su hombro.
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1 cuento, 2 cuentos, 3... - Sinelia Peixoto
TABLA DE CONTENIDO
Almas gemelas
¿Somos ositos de peluche?
Formando a Alicia
¿Es ciego el amor?
Confesiones de una madre divorciada
Ágata
Las dudas de Lili
El Diario de Gugu
¿Existen las almas gemelas?
Yo y la batería
La bella durmiente
SOBRE LA AUTORA:
––––––––
Sinélia nació en Brasilia el 6 de diciembre de 1977. Estudió en la Facultad de Letras Portugués/Inglés y maestría en la Universidad de Liverpool, Liverpool, Inglaterra. Es profesora. Participó en la Bienal del Libro 2015, fue conservadora de la feria del libro en Brasilia 2016 y participó en la Bienal del Libro 2016 en São Paulo y en Brasilia. A Sinélia siempre le ha gustado escribir. En su adolescencia, publicó poemas en la escuela donde estudió. Tiene dos hijos, está divorciada y sabe muy bien por lo que pasan y sufren las mujeres en estos días, teniendo que cuidar de la casa, de la familia, de sí mismas y trabajar fuera al mismo tiempo. Por Qué Eu? es el primer libro de la trilogía del yo, escrito para la mujer de hoy, que es dueña de sí misma, trabajadora, diva, madre, luchadora, fuerte, que afronta la vida con agallas y que también puede ser romántica, no pierde su dulzura, su feminidad y belleza interior, su deseo de crecer, de ser mejor y de conocerse cada vez más a sí misma. Sus cuentos, poemas y novelas en el sitio www.amazon.com.br son libros que nos muestran que lo logramos todo con amor y dedicación, con la fuerza de voluntad y el valor para asumir nuestra responsabilidad de luchar por algo mejor.
Sus redes sociales son:
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AGRADECIMIENTOS
––––––––
En primer lugar quiero agradecer a mis padres: Sinair y Helia, a mis padres adoptovos: Lori y Barry; y a todos aquellos que de una u otra manera contribuyeron como inspiración: a mis amigos con historias sobre sus vidas, neurosis y problemas; a mis hermanos con sus propias experiencias y opiniones; a las personas que pasaron por mi vida o se sentaron conmigo en la mesa de un bar, simplemente para darme una idea e inspirarme, sin siquiera saber que estaba en ese proceso de vaciar mi alma. A mis hijos que siempre me motivan, mi eterno amor y gratitud. A mis mejores amigos que siempre me apoyan, especialmente a Marília Lacerda y Soraia Sorice, que leen todo lo que escribo. Sobre todo quiero agradecer a Dios por la oportunidad de tocar el corazón de las personas, al mismo tiempo que puedo llegar a mi corazón, comprenderme y aceptarme como ser humano, que fracasa, pero que siempre trata de superarse y ser mejor cada día. Gracias por creer en mi trabajo y a todos ustedes por adquirir y difundir este libro.
Almas Gemelas
Sinélia Peixoto
—¿Sabes lo que estás haciendo? —Oí a Amanda preguntar, pero estaba muy concentrada en el dolor que sentía para poder responder. Nadie me dijo que dolía tanto. No he leído nada sobre esto, pero he visto películas y gente gritar en situaciones como esta, pero aún así, ¿cómo era posible que doliera tanto?
¡Dios mío, todavía soy una niña! Una niña teniendo un hijo. ¡No quería ser madre a los dieciséis años!
Escuchamos historias sobre lo bueno que es tener un hijo y que el embarazo es una bendición, pero está aquí... Durante todo el embarazo tenía mareos. Cuando comía, temblaba y vomitaba. Subí de peso. Dejé de estudiar por causa de esto, perdí amigos, perdí el año en la escuela, perdí mi vida, perdí a mi familia. Lo perdí todo.
Cuando Amanda se enteró, se molestó mucho, porque ella también cree que debemos conservarnos para esa persona especial que un día encontraremos. Pero yo no soy así. No soy tan fuerte como para luchar contra todos y Alex ya me había dado un ultimátum. Me dijo que no esperaría un año más. Tuve miedo de lo que mi amiga diría, pero después de que la desesperación pasó de ella, simplemente me abrazó y dejó que yo llorara en su hombro.
Los amigos son así, nos entienden, pueden hasta enfadarse en algún momento, pero después nos perdonan y nos entienden. Ella me pidió que le contase todo. Le expliqué lo que había sucedido con Alex, dijo que no era esa maravilla que la gente habla, pero ella quería saber más. La curiosidad de un adolescente es algo insaciable, siempre queremos más.
Me asusté cuando no me bajó la regla. Recuerdo que iba al baño cada diez minutos. Esperé cinco días, y esos cinco días fueron los más largos de toda mi vida. Lloraba escondida, golpeaba mi barriga, saltaba, corría, todo para ver si sentía algo, si la regla me bajaría, pero no me bajó.
Sabía que Alex no quería saber, que no asumiría su responsabilidad, solo tiene diecisiete años, no quiere un hijo ahora. ¡Pero tampoco se protegió! En ese momento, una racha de miedo surgió dentro de mí. Él no se protegió, no usó condón conmigo, ¿qué usó con las otras? Pudo haberme transmitido una enfermedad, ¿será? El embarazo es mejor que la enfermedad. Recibí el resultado y mi mente iba a mil, llenándose de ideas, dudas, enfermedades, todo de una sola vez. No abrí el examen allí, no me podría mantener el equilibrio. Volví a casa para saber ahí el resultado.
En casa, sola en el baño, me senté sobre el retrete y abrí el sobre. ¡Embarazada! Esa palabra resonaba en mis oídos. ¿Yo? ¡Embarazada! ¡Vaya, vaya! ¿Cómo puedo ser madre si ni siquiera soy hija? ¿Qué podré hacer a partir de ahora? No sé cuánto tiempo duré llorando en el baño, pero recuerdo a mi mamá golpeando la puerta para abrir y preguntando qué había pasado. Recuerdo haber abierto la puerta toda mojada, recuerdo que ella me envolvió en una toalla, me acompañó hasta la cama y me calmó.
Creo que pasaron mil cosas malas por su cabeza en aquel momento porque no podía explicar nada. Ella gritó y lloró, creyó que yo había sido asaltada, abusada y creyó que estaba en shock. En realidad, yo estaba en shock, pero por algo que yo misma había hecho, algo que yo me había buscado, algo que yo había creado por irresponsabilidad.
Me calmé cuando trajo una leche con canela. Fui al baño, tomé el examen que había caído detrás del retrete y lo entregué a mi madre. Ella lo leyó, bajó la cabeza, llenó sus ojos de lágrimas y lloró. Lloró copiosamente como nunca la había visto hacer. Lloró como un bebé cuando la madre no está. Lloró como yo había llorado antes y en ese momento, me sentía la peor de las personas. Decepcioné a la persona que me ama más que todo. Me decepcioné a mí misma también. Un hijo es para ser esperado con alegría, es para ser anhelado, querido; ese era mi miedo. Algo que no había premeditado o planeado estaba pasando y yo no sabía manejar esa situación. ¿Y cómo lidiar con eso si no soy adulta por completo aún? ¿Podré conseguirlo?
Amanda salió de la escuela y fue a verme, preocupada por mi ausencia en la clase después de dos días seguidos. Le mostré todo a ella, que lloró tanto como yo imaginaba. Tres vidas cambiarían ahora por causa de una acción no planificada y mal administrada por mí. Yo era la culpable por tanto sufrimiento. Le pregunté si el aborto sería una opción. Ella me dijo que de acuerdo con la iglesia no, pero de acuerdo con las feministas, sí.
Hoy en día, la simple posibilidad de poder hacer esta elección, ya es un gran avance para las mujeres; a pesar de saber que las clínicas que lo hacen son ilegales, entonces, en realidad, no sé cómo esto mejoraría la vida de las mujeres, si el aborto fuese legalizado, las clínicas necesitarían regularizarse y ser inspeccionadas regularmente.
Pero las iglesias creen que ese ser es un regalo, una vida que Dios mandó para cuidar y que sería un homicidio si intentaba matar a mi bebé. Ella me dejó pensando, acostumbrándome con la sensación de aquel embrión en mi vientre y me dijo que estaría allí para lo que fuera y viniera.
Nunca pensé en el aborto, ya que vi escenas e imágenes horribles, los médicos rompiendo piernas, brazos, sacando partes del niño y para mí parecía un homicidio. No tendría el valor de abortar si el feto tuviese más de dos meses. Pero tenía cinco semanas, aún era un granito, si yo quisiera, tenía que ser pronto. Decidí pensar en eso, pero tenía mareos, uno tras otro; días y días, en los que el baño era el mejor lugar de la casa. Permanecí sin comer a pesar del hambre que tenía. Cuando sentía el olor de la comida, necesitaba correr al baño. No pensé que el embarazo fuera algo tan aburrido y malo. Desistí del aborto porque el tiempo pasó muy rápido y no pude decidir. ¿La adopción es una opción?
Amanda y mi madre están a mi lado cuando los dolores aprietan, veo a una mirando a la otra, los abrazos empiezan y llega el dolor insoportable. Miró la carita de aquel niño recién nacido y se parece tanto a mí. A pesar de estar todo arrugado, la enfermera lo pone en mi pecho, miré hacia mi madre y vi su semblante de madre y de abuela. Miré a Amanda, y me di cuenta de que ella estaba llorando, pero todo lo que veo son flashes, pues la cabeza da vueltas y mi corazón acelerado.
En ese momento me pregunto si quiero ese bebé y la respuesta que tengo es: solo si ellas están conmigo
. Miro hacia Amanda y a mi madre y pido que me disculpen. Les digo que no sé ser madre, pero tampoco sé si quiero darlo en adopción. Necesito ayuda. Quiero que me enseñen y me ayuden a seguir en el camino correcto.
Mi madre mira a Amanda, las dos están llorando, ellas vienen a mí, me abrazan y sé que estarán conmigo siempre. Sé que puedo confiar en ellas dos, sé que tengo lo que necesito cuando estamos juntas, todo