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Dris valiente
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Libro electrónico97 páginas1 hora

Dris valiente

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Dris valiente es una obra intensa y visceral que nos arrastra a un viaje épico a través de
la vida y las experiencias de Dris, un marroquí emigrado a España, y sus amigos, mientras se embarcan en una aventura por varios países europeos.
La prosa, intensa y sin concesiones, nos sumerge en la realidad de estos personajes, descubriendo los temas más espinosos y controversialmente humanos, desde el oscuro mundo del consumo de drogas y la prostitución, hasta las complejidades de la inmigración y la criminalidad.
Los personajes revelan su intimidad y luchas a través de confesiones y diálogos que se desarrollan con una autenticidad palpable, forjando un vínculo íntimo entre el lector y las vidas de estos protagonistas. En el corazón de la trama, Dris, un individuo ajeno al amor y motivado por la sed de venganza, se encuentra con una chispa inesperada cuando cruza caminos con Denia, una joven cuya presencia despierta sentimientos hasta entonces desconocidos.
Dris valiente es una invitación a explorar realidades y culturas fascinantes y desconocidas; cambiando de tono de manera hábil, desde momentos oscuros hasta pinceladas de humor negro. Te transportará a través de Europa y te hará sentir como si tú mismo estuvieras viviendo esta aventura inolvidable.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 nov 2023
ISBN9788411817257
Dris valiente

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    Dris valiente - Khalil Bargach El Gzouli

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Khalil Bargach El Gzouli

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: María V. García López

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Celia Jiménez

    ISBN: 978-84-1181-725-7

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    Así te mantendré vivo para meterte en líos.

    Era tu especialidad. Lo que más te gustaba hacer. Descansa en paz hermano mayor.

    PRÓLOGO

    Dentro de estas páginas, te aventurarás en un viaje literario inigualable. Esta novela te transporta a lugares remotos de Europa, a través de los ojos de Dris, un chico marcado por la vida, cuya búsqueda de identidad y sed de venganza lo llevará por senderos inexplorados.

    El autor te adentra en un mundo de realismo sin tapujos, donde los temas tabú como el consumo de drogas, la prostitución y la inmigración se presentan con una franqueza desgarradora. La narrativa se teje a través de confesiones y diálogos que establecen una complicidad profunda entre los personajes y aquellos que se aventuran en estas páginas.

    El protagonista, Dris, quien desconoce el amor y busca venganza, experimenta un cambio inesperado cuando conoce a Denia, lo que añade una dimensión humana y vulnerable a la trama.

    La novela no se contenta con explorar los temas más sombríos de la vida, sino que también arroja una mirada crítica y mordaz sobre el contexto político y social de Marruecos.

    La narrativa de la obra fluye con una maestría que se traduce en un cambio de tono hábil y dinámico, pasando de momentos de oscuridad profunda a toques de humor negro que inyectan vida en la trama. Este cambio de matices en la narración otorga a la historia un ritmo vibrante y cautivador que atrapa al lector en una montaña rusa emocional.

    Más allá de una simple narración, esta novela se convierte en una puerta de entrada hacia la exploración de realidades y culturas fascinantes y enigmáticas que suelen permanecer en el anonimato.

    Confesiones

    Esnifó la rayota de cocaína con un billete de 200 dirhams. Se veía al enrollarlo una corona dorada con su estrella de cinco puntas junto a la cara seria del rey de Marruecos. Siguió con el dedo índice los restos esparcidos sobre la bandejita negra de Swarovski recién calentada con un microondas que tenía detrás de él. Lamió su dedo y lo pasó sobre sus encías. Se le acercó una hermosa latina con un escote muy pronunciado y un pantalón súper corto y muy apretado que no parecía de su talla. Se inclinó y le besó lentamente mientras le cogía el billete para tomarse su raya.

    Con un rostro pálido pero despierto. La mirada algo melancólica. Pasó su lengua alrededor de sus labios. Tenía la boca seca y no paraba de moverse. Daba un par de sorbos rápidos de un vaso de vodka y decía a su amigo:

    —Khay Rachid, eran unos tiempos de mierda, pero creo que estaba feliz. Feliz como un cerdo en la mierda.

    Hablaba rápido como si quisiera contar todas sus historietas en una frase. Encendía un Marlboro y seguía contando:

    —Era el invierno de 1991. Me habían detenido por pertenecer a un movimiento político de estudiantes comunistas en la universidad de Dhar al Mhraz de Féz que estaba prohibido en Marruecos. ¿Por qué cojones tenía que ir ahí desde Larache a estudiar derecho? Derecho en Marruecos, solo un tonto podía creer eso.

    Dio unas caladas pequeñas al cigarrillo y dijo como si se auto culpara:

    —Solo tenía miedo de que me follen tío, estaba acojonado.

    Le pareció saleroso a su amigo que se río a carcajadas, pero la latina no entendía árabe, no le hacía gracia lo que decían y estaba allí mirando Instagram en su móvil todo el tiempo, solo se levantaba para servirles tragos, esnifar o ir al baño.

    —Cariño, luego te explico todo lo que estamos hablando, te lo traduciré todo —dijo mirando a la chica luego a su amigo y siguió:

    —Claro, yo era guapete, tenía el pelo largo, gustaba a las chicas y escuchaba la música de Nirvana. En Marruecos de los años 90 casi nadie escuchaba la banda de Kurt Cobain. A mí me molaba tío, esta mezcla de amargura en su voz, acordes fáciles como las del blues y la letra que no entendía en su momento pero que rimaba de la ostia.

    Desde finales de los 80 hubo muchos enfrentamientos entre grupos estudiantiles extremistas, llegó muy lejos este odio. Los estudiantes islamistas habían librado una batalla campal contra los marxistas, matando a un adorable y conocido líder estudiantil llamado Ait El Jid Mohamed ben Aissa. Le aplastaron la cara con una piedra enorme que se usaba para hacer los bordillos de las aceras. E iban salvajemente a por los demás. Pillaron a otro líder llamado Noureddin Jarir, le dieron una paliza de muerte y lo tiraron desde el tejado del buffet del campus universitario. Todo con la mirada de las fuerzas de seguridad del Estado marroquí que odiaba a los comunistas y a mí también. Me acuerdo de los garrotes, las miradas asesinas, los machetes, cadenas de motos, barras de hierro, piedras y como si de la Guerra Santa se tratara, de vez en cuando se escuchaba: ¡¡¡Takbiiir!!! ¡¡¡Allaho akbar: Takbiir!!! Allaho akbar. Y entonces como bajo el efecto de alguna droga, salían en todas las direcciones a matar a los enemigos de Dios, enemigos de Alá jalla jalaloho. Había que exterminarnos como ratas, quemar las semillas del pensamiento racional en las universidades marroquís. Prohibir la música, el baile y los libros de filosofía. Y eso para Idriss El Basri que en aquel momento era el ministro de Interior marroquí, le hacía caer la baba. Le iba de perla que no quede ninguno de nosotros, meternos miedo y aterrorizarnos. ¡Qué tiempos! ¿Cómo podía ser tan estúpido?

    —Joder, tío, ¿cómo te libraste? —le preguntó Rachid.

    —Por el poder del amor, mi polla torcida y mal circuncidada o quizás Alá a quien renuncié hacía tiempo aún tenía planes para mí. ¡Yo qué sé! —dijo esto, bebió un sorbo de su vaso y continuó:

    —Dormíamos en turnos. Nos habían puesto con los presos comunes en la cárcel de Ain kadous en Fez, un asco tío, más bien un vertedero. Éramos unos 23 o 25 en una habitación. Todos sucios y malolientes, rascándose todo el rato sus pelos, sus pieles y sus partes íntimas. Tfú. Aún puedo sentir este olor.

    En la Universidad había cogido el gustito de interrumpir las clases de los profesores durante las manifestaciones estudiantiles para la liberación

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