TORITO, TORITO
No sé nada de toros, aunque en una ocasión fui cornado por uno. Bueno, no era un toro toro sino una cabeza disecada de toro, enorme, ingeniosamente puesta en el manubrio de una bicicleta que sirve para que lo toreen los estudiantes de matadores que se reúnen en los Viveros de Coyoacán. Pues iba yo caminando de prisa y di la vuelta hacia una vereda por la que venía hecho la madre el toro bicicleta. Traté de hacerle una chicuelina pero fue en balde, pues me cornó, volé por los aires, mordí el polvo, apenas fui salvado por los subalternos, no amerité cirugía en la femoral yrecibí unaoreja.
Desarrollé una aversión instintiva contra la fiesta brava cuando un toro cogió al torero Capetillo en la televisión de la casa de mis abuelos. Eran las cinco y media en punto de la tarde, claro. El torero cayó muerto
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