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Enseñanza virtual para la innovación universitaria
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Enseñanza virtual para la innovación universitaria

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Este libro ofrece claves que ayudan a profesores e intituciones a utilizar las Tecnologías de la Información y de la Comunicación –TIC- como un elemento de innovación y cambio educativo. Expone ejemplos y reflexiones sobre propuestas concretas y sitúa esta reflexión en una búsqueda permanente de la calidad en la enseñanza universitaria con tecnologías.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jun 2006
ISBN9788427730434
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    Enseñanza virtual para la innovación universitaria - Manuel Cebrián de la Serna

    1

    Innovar con tecnologías aplicadas a la docencia universitaria

    Aproximación a la definición de innovación educativa

    Existen diversos enfoques a la hora de definir qué se entiende por innovación en educación, todo depende de la óptica y el contexto de definición (Hannan, A. y Silver, H. 2000), de «la imagen» de la innovación que se posea (Altrichter, H. y Elliot, J. 2000), o de «la visión» de universidad que se tenga.

    El contexto particular de las innovaciones (instituciones, promotores de la innovación y profesores innovadores) define y hace explícito, con servicios institucionales y acciones concretas, un sentido diferente, según cada caso, del concepto de innovación educativa. También sucede que lo que para unos puede ser una innovación, para otros puede no serlo, lo que en un momento histórico fue innovador, nuevo o importante, en otro momento histórico puede dejar de serlo.

    Personalmente estamos más animados a definir innovación desde una actitud más comprometida con la práctica; es decir, nuestro trabajo en el campo de la innovación está animado por la búsqueda de cambios que provoquen una mejora en las instituciones y en las prácticas educativas. Esta es la razón por la que definimos innovación asociándola en un primer momento con el concepto de cambio, porque ambos son dos conceptos muy relacionados, tanto que no entenderíamos uno sin el otro. No podemos comprender que se persiga una innovación en educación que no busque a la vez, un cambio y mejora en las conductas, en los pensamientos y planteamientos pedagógicos, en los procesos y la organización, en las metodologías, en las técnicas y recursos, en las normativas y legislación, etc.

    Del mismo modo, el cambio ha de estar planificado por un proyecto de innovación, pues de lo contrario, éste sería un cambio fortuito e improvisado; que si bien, podría ser positivo, necesitaría una comprensión de lo que ha sucedido y, un compromiso de todos los implicados en el proceso para que, al menos, se pudieran mantener aquellos cambios que dieron buenos resultados. Además de estar planificado debería ser intencional, deliberado, sistemático, comprendido y compartido por todos.

    Esta idea de innovación como un cambio deliberado e intencional, la recogen algunos autores como Mat Miles: «Generalmente, parece útil definir la innovación como un cambio deliberado, nuevo y específico que se piensa que va a ser más eficaz para conseguir los objetivos de un sistema» (Nichols, 1983). En la misma línea añade House (1979), que la innovación educativa es «el intento deliberado y sistemático de cambiar las escuelas mediante la introducción de nuevas ideas y técnicas».

    Es interesante que un proyecto de innovación posea una difusión, comprometiendo si fuera posible al mayor número de personas en la universidad, incluido el personal de la administración y los servicios. Este compromiso supone un esfuerzo por comprender los procesos, un consenso en su análisis y en la toma de nuevas decisiones. Para algunos, la comprensión es un elemento clave de toda innovación (Fullan, M. 1982).

    Algunas concepciones sobre la innovación ponen el acento en la difusión e implementación; y otras, se centran más en el desarrollo profesional y en las oportunidades que brinda la innovación para la formación. Como señala el profesor De la Torre (1992) «la innovación posee el objeto de gestionar los cambios específicos (en ideas, materiales, o prácticas del curriculum) hasta su consolidación, con miras al crecimiento personal e institucional». En cualquier modo, ambos aspectos no están reñidos, más bien se complementan. Estos elementos, difusión y desarrollo, definen en algunos casos dos enfoques bien diferentes según se haga más hincapié en uno u otro aspecto.

    Entendemos que los procesos y los planes de innovación puestos en marcha en las universidades pueden ser una oportunidad para mejorar los objetivos y servicios intrínsecos que las instituciones universitarias tenemos encomendadas, como una oportunidad para que el ejercicio profesional de la docencia se dignifique y se le atribuya un «sentido» profesional de progreso y desarrollo continuo, en el sentido que indica la Carta Magna de las Universidades Europeas (1972:35), para la cual el desarrollo profesional es «cualquier intento sistemático de mejorar la práctica, creencias y conocimientos profesionales del docente universitario, con el propósito de aumentar la calidad docente».

    Ambos objetivos de desarrollo (institucional y profesional) deben replantearse permanentemente a la luz de los cambios sociales y de una prospectiva sobre el futuro y la visión de la Universidad en la sociedad actual cada vez más dinámica que nos exige revisar permanentemente nuestros productos y nuestras relaciones e intercambios con ella. Es decir, la sociedad nos está reclamando cambios muy importantes en nuestros procesos internos de producción del conocimiento e investigación, así como, una relación más estrecha con su propio tejido productivo. Esto ha sido una de las causas del desarrollo experimentado en Finlandia, con una relación estrecha entre universidades, empresas y Administración, y con resultados conocidos por todos en su competencia tecnológica.

    Para concluir este apartado, y después de lo señalado anteriormente, definimos la innovación educativa como toda acción planificada para producir un cambio en las instituciones educativas que propicie una mejora en los pensamientos, en la organización y en la planificación de la política educativa, así como, en las prácticas pedagógicas, y que permita un desarrollo profesional e institucional con el compromiso y comprensión de toda la comunidad educativa.

    ¿Qué es un proyecto de innovación tecnológica aplicado a la enseñanza universitaria?

    Es un hecho cada vez más evidente la gran influencia social que está provocando el desarrollo tecnológico; siendo cada vez más las iniciativas en las diversas administraciones e instituciones para aprovechar las posibilidades que estas tecnologías nos ofrecen. Sin embargo, queda aún por ver si este desarrollo tecnológico y estas acciones administrativas serán motivo de reflexión profunda sobre la calidad de la enseñanza, y una oportunidad para repensar en la educación.

    En este sentido, entendemos que un software, un portal o una web pueden ser agentes de innovación cuando son producto o resultado de un proceso de mejora, o medio, material y una herramienta imprescindible para mejorar la calidad educativa facilitando la oportunidad para reflexionar sobre los procesos de comprensión que llevan al aprendizaje, y las circunstancias profundas que influyen en la enseñanza.

    De ahí el grave error de confundir desarrollo tecnológico con innovación tecnológica. No basta simplemente con la adquisición de la tecnología sino que necesitamos disponer de un verdadero proyecto innovador, un proyecto de mejora educativa, y después preguntarnos cuál es la tecnología adecuada. Podemos utilizar medios tradicionales y nuevas tecnologías sin variar el resultado en la enseñanza, por ejemplo, unos apuntes fotocopiados en reprografía y los mismos apuntes en Internet; o en otro ejemplo, una presentación con un retroproyector y la misma presentación con un ordenador y un proyector. Entonces ¿dónde radica la diferencia?, ¿para qué puede servir la tecnología en un proceso de innovación?, ¿es imprescindible disponer de la tecnología para realizar una innovación educativa?

    La utilización de tecnologías para un proyecto innovador puede entenderse desde dos grandes enfoques complementarios; por un lado, como un nuevo material didáctico que antes era imposible de producir, y que ofrece nuevas posibilidades audiovisuales y una nueva interacción entre los materiales y los alumnos; y por otro, como un medio, y no un producto, que permiten una nueva comunicación entre los elementos personales de la educación; tal es el caso de las nuevas posibilidades comunicativas que permite Internet entre docentes y alumnos, y entre los propios alumnos, en situaciones espacio temporales que serían difíciles de generar sin las tecnologías.

    A pesar de esta diferenciación, sigue siendo fácil confundir innovación con tecnología, especialmente cuando nos detenemos sólo en el producto, que, sin duda, puede ser innovador al presentar gráficamente un concepto que antes era imposible de visualizar. Pero no es aquí donde radica el poder transformador de las tecnologías, pues es fácil que en el futuro encontremos productos o contenidos científicos de alta calidad en el mercado, si no totalmente gratis, quizás sí a bajo costo o subvencionados y publicitados por empresas, por lo que, los productos dejarían de ser un hecho innovador el profesor seguiría sin ser parte de su proceso, quedando así como un mero aplicador de productos.

    No obstante, no podemos quedarnos solo en este tipo de innovación de producto, sino intentar adentrarnos en un terreno más ambicioso que consiste en saber para qué puede servir esta tecnología, buscar cómo cambiar la enseñanza tradicional en un nuevo modelo donde la enseñanza esté más centrada en el aprendizaje del alumno (veremos este particular con más detalle en los próximos capítulos), y en definitiva, buscar el poder transformador que la enseñanza posee con el empleo de tecnologías.

    Efectivamente, no cabe hacerse la pregunta de si hoy son imprescindibles o no las tecnologías para desarrollar un proyecto educativo innovador. Entonces, ¿qué hemos de preguntarnos? Un profesor no se puede preguntar si al utilizar unos multimedia o Internet sus alumnos van a aprender más, o, en otro caso, no puede pretender comparar un mismo proceso con dos tecnologías distintas, porque cada tecnología ofrece diferentes posibilidades. Lo que sí debe preguntarse es ¿para qué puede servir esta o aquella tecnología en la mejora de los procesos de enseñanza y de aprendizaje?, ¿cuál es su mejor utilización para mi contexto y proceso particular? ¿qué tecnología puede proporcionarme los objetivos de innovación y mejora que necesito poner en marcha?

    Existen razones importantes para utilizar las tecnologías en la universidad, pero necesitamos plantear unas cuestiones orientativas para desarrollar los proyectos de innovación tecnológica. Muchos de los objetivos y proyectos de innovación que no se autodefinen como tales, albergan un aspecto tecnológico, y en otras ocasiones poseen objetivos donde aparece claramente la utilización de las tecnologías. Frecuentemente los objetivos de los proyectos de innovación educativa en las universidades utilizan las tecnologías como medio para desarrollar el proyecto o como objeto de atención prioritario. En esto coincide el trabajo de Hannan y Silver (2000) sobre la evaluación de las innovaciones educativas en las universidades, en el que encontramos frecuencias donde el 27% de los proyectos pretendían un objetivo explícito sobre tecnologías, y un 5 % sobre recursos para el aprendizaje.

    Dicho todo lo anterior cabría preguntarse ¿qué temas son posibles en un proyecto innovador que tenga como medio o como fin las tecnologías? Más adelante, en el capítulo tres, describiremos extensamente algunos ejemplos de proyectos de innovación, mientras que aquí plantearemos sólo algunos temas u objetivos:

    — Organización escolar. Podemos realizar proyectos de innovación tecnológica que tengan un componente organizador, por ejemplo, en una perspectiva macro, podemos preguntarnos sobre el momento de introducir la tecnología, y el tipo de tecnología a emplear dependiendo del ciclo o las asignaturas. En una perspectiva microaula, y para aquellos proyectos de enseñanza presencial que quieren apoyarse en las tecnologías, cabrían otras preguntas como qué parte de docencia virtualizar y cuál no, el nuevo modelo de enseñanza que voy a emplear en la parte presencial por el hecho de virtualizar parte de la docencia, o, dicho de otro modo, qué parte es presencial y cual virtual.

    Mejora de materiales. Elaboración de materiales docentes y gráficos de calidad; el uso de animaciones gráficas (por ejemplo, movimiento de moléculas para asignaturas de bioquímica); la introducción de materiales audiovisuales y en 3D; simulaciones y Realidad Virtual; materiales y guías para organizar el estudio a los estudiantes (test de autocontrol y autoevaluación).

    Mejora metodológica. Optimización de los laboratorios de informática como apoyo a la docencia. Herramientas informáticas para tratar la información por los propios alumnos, apoyo docente con herramientas mediadas por la red, etc.

    Mejora de las tutorías. Teletutorías que faciliten la comunicación entre alumnos y tutor utilizando la red, con la creación de materiales y listas de preguntas más frecuentes (FAQ-Frequently Asked Question), foro de discusión de la asignatura, etc.

    Mejora de la información general de los cursos. Información administrativa en la red (fechas de exámenes, trabajos de grupos, asignación de tareas...), información actualizada de eventos, etc.

    Desarrollo de proyectos de trabajo de colaboración a través de las tecnologías. Proyectos entre alumnos o entre alumnos y expertos que por diversas razones se encuentran dispersos y alejados, con dificultad de encontrarse en el mismo tiempo o espacio.

    Elementos a tener en cuenta en un proyecto de innovación tecnológica

    Una vez que nos hemos preguntado qué mejorar, deberíamos plantearnos otras cuestiones o elementos para redactar un proyecto de innovación tecnológica. Aquí vamos a describir sólo estos elementos fundamentales y cuestiones generales desde un aspecto pedagógico, dejando para más adelante un análisis más técnico, como pudieran ser los elementos de un curso en Internet o los pasos necesarios para desarrollar un proyecto de aprendizaje distribuido (Universidad de Alberta 2002).

    Dentro de un proyecto tendríamos los siguientes aspectos a considerar:

    Análisis y descripción del contexto: Diagnóstico de necesidades

    Se hace necesario partir de la descripción del contexto intentando analizar los elementos débiles y fuertes, los aspectos a mejorar por importancia o urgencia, las razones que justifiquen o detallen la situación de las prácticas…, es todo un cúmulo de datos que nos permitirá definir más tarde estrategias a seguir, tareas puntuales, objetivos concretos, con vista a una evaluación posterior del proyecto que nos posibilite saber si los planteamientos de partida eran los adecuados. Esta fase es importante y de ella saldrán la necesidad de mejoras, la selección de los objetivos definitivos, su prioridad y ordenación, etc.

    En un principio, pueden participar más personas de las que en definitiva van a desarrollar el proyecto, con sesiones de profesores y técnicas de dinámica de grupo que generan una reflexión guiada y productiva, actividad que no es fácil si nunca fuimos promotores o facilitadores de la reflexión (Brockbank y McGill 1998). En suma, reflexionando entre todos (área de conocimiento, departamento, junta de centro…) la situación de partida y los cambios que son necesarios, buscando entre todos responder a ¿qué mejorar y por qué innovar?

    En el caso de optar por proyectos de enseñanza virtual, cabría preguntarse, por ejemplo: ¿qué virtualizamos y para qué?, ¿qué mejoras del modelo de enseñanza y aprendizaje pueden proporcionarnos las tecnologías de Internet? Para responder a estas cuestiones, deberíamos realizar primero la búsqueda de ejemplos prácticos con éxito en la enseñanza distribuida y comprender los procesos y los modelos que deseamos poner en marcha.

    ¿Quién participa en la innovación?

    Es interesante que en la participación exista un planteamiento pragmático, ya que una cosa es saber entre todos qué necesitamos cambiar y por qué, y otra muy distinta con quién contamos o podríamos contar. En el total desarrollo del proyecto necesitaremos muchas más personas comprometidas que, sin estar implicados en la totalidad del mismo, necesitan conocerlo y apoyarlo en ciertos momentos. De ahí que resulte necesario que estos proyectos no partan de iniciativas individuales y como procesos aislados. Los proyectos deberían ser grupales, con claro conocimiento por parte de los departamentos y de la

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