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Metodología participativa en la Enseñanza Universitaria
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Libro electrónico316 páginas2 horas

Metodología participativa en la Enseñanza Universitaria

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El presente libro analiza en profundidad la metodología participativa (fundamentos y principios, posibilidades, etc.), así como las técnicas que las sustentan (tipología, características, cómo utilizarlas y construirlas, etc.). En la actualidad se está convirtiendo en un instrumento de primera línea para avanzar en la enseñanza universitaria, ya que sus principios se orientan hacia una educación para la acción, desarrollando una propuesta de nueva práctica pedagógica orientada a transformar y mejorar los procesos que se dan dentro del ámbito de la enseñanza superior, así como a dar respuesta a las necesidades e intereses del alumno y del aula. Esta nueva forma de entender la docencia universitaria viene avalada y respaldada por las directrices del Espacio Europeo de Educación Superior, de inmediata implantación.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 may 2023
ISBN9788427730700
Metodología participativa en la Enseñanza Universitaria

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    Metodología participativa en la Enseñanza Universitaria - Fernando López Noguero

    1

    Nuevos retos de la Enseñanza Universitaria

    «La vida no retrocede ni se detiene en el ayer,

    ¿por qué debe hacerlo la educación?»

    Tradicionalmente se ha considerado la educación como un proceso en el que el gran protagonista era el profesor, único portador y garante del conocimiento, y donde la relación comunicativa que se establecía en el aula era puramente transmisiva, jerárquica y unidireccional. Un proceso en el que los alumnos no tenían nada que aportar, nada que decir, nada que opinar, nada que cuestionar.

    Todos tenemos la imagen del profesor serio, adusto el ademán, hablando sesudamente ante un auditorio de alumnos que sentados en silencio tratan de acumular la mayor cantidad de información que se les está aportando, que no cuestionan y cuya principal trascendencia es reproducirla, con la mayor fiabilidad posible, en un futuro examen.

    Esta metodología ha perdurado prácticamente invariable durante siglos, no obstante, en la actualidad, esta perspectiva educativa, basada en la transmisión de información y fundamentada en la metodología expositiva, parece que no da cumplida respuesta a las demandas de la sociedad de nuestro tiempo ni, desde luego, se ajusta a los principios de la construcción del conocimiento que definen la mayor parte de las reformas educativas que han tenido lugar en los últimos años (De la Torre, 2000: 7).

    El ámbito universitario, como último escalón educativo de carácter formal, no puede quedar al margen de una realidad como la comentada, por lo que se impone cuestionar el actual rol del profesor en la enseñanza superior, así como repensar de forma seria la docencia universitaria.

    Hablamos de que el docente, de forma colaborativa, realice un giro significativo desde diferentes puntos de vista (pedagógico, epistemológico y psicosocial), en el que se haga indispensable la búsqueda de nuevas estrategias docentes, así como de nuevas alternativas que tomen en consideración los principios de creatividad, calidad, competencia y colaboración que propugnan, en busca de un nuevo modelo de sociedad, instituciones tan prestigiosas como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y que deberían ser tenidos en cuenta en cualquier iniciativa pedagógica innovadora y de formación del profesorado en los próximos años.

    Las necesidades sociales son muy diferentes a las de décadas pasadas y la educación como hecho humano y social por excelencia, debe dar respuesta a las mismas, en busca de un horizonte más amplio y un nuevo concepto pedagógico que lleve a cada persona a descubrir, despertar e incrementar sus posibilidades creativas. Así lo recoge el Informe Delors (1997: 96) al señalar que habría que buscar una concepción más amplia de la educación.

    Hablamos de ir más allá de la visión puramente instrumental que ha tenido la educación, considerada tradicionalmente como el camino obligatorio para conseguir determinadas metas (títulos, ventajas económicas, adquisición de un estatus, etc.) y considerar en su totalidad su dimensión de desarrollo pleno de la persona, es decir, la realización total del ser humano que, de forma integral, aprende a ser en un proceso ininterrumpido que se extiende a lo largo de la vida.

    Como defiende la ya citada Declaración de la UNESCO, ya no basta con que cada sujeto acumule al principio de su vida una reserva de conocimientos a la que recurrir después ilimitadamente. Por el contrario, debe estar en condiciones de aprovechar y utilizar, durante toda su existencia, cada ocasión que se le presente de actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber, adaptándose en todo momento y circunstancia a un mundo en permanente cambio¹.

    La sociedad que viene es y será la sociedad del conocimiento y, afortunada o desgraciadamente, no alcanzamos a saber con precisión cuáles serán sus necesidades; sin embargo, existen evidencias de que las exigencias del aprendizaje humano experimentarán un crecimiento exponencial.

    Así, para satisfacer estas nuevas necesidades a las que hacemos referencia, todos los ámbitos educativos, y especialmente la Universidad, no deberían conformarse con ser meros agentes transmisores de conocimientos; por el contrario, sería conveniente que trabajasen en profundidad las capacidades de los alumnos, así como fomentar, como una prioridad absoluta, actitudes sociales.

    En una sociedad que avanza constantemente en el campo científico y tecnológico, los conocimientos quedan desfasados con mucha rapidez. En esa situación, lo que va a permitir al sujeto adaptarse a la evolución constante del saber, no será el caudal de conocimientos que retenga sino su propia capacidad de aprendizaje, de autoformación permanente, de adaptación a nuevos conocimientos y habilidades, tal como se aprecia en la figura 1.1.

    Coombs (1985) resume todo lo anterior en las siguientes capacidades:

    Aprender a aprender y a desarrollar una curiosidad insaciable.

    Aprender a prever y a hacer frente a problemas nuevos, a analizarlos de un modo sistemático y a idear particulares soluciones alternativas.

    Aprender a extraer hechos pertinentes de fuentes diversas.

    Aprender las relaciones funcionales entre lo que se aprende en el centro educativo y el mundo real que existe fuera de ella.

    Una propuesta así es muy compleja y ambiciosa, ya que significa comprometer a los estudiantes y enseñantes con una dinámica educativa radicalmente diferente, opuesta a los valores e ideología de los sistemas tradicionales de enseñanza-aprendizaje. Sin embargo, a pesar de la dificultad planteada, la calidad de la educación se logrará en la medida que sepa dar respuesta a esos requerimientos y consiga adaptarse, por medio de los cambios oportunos, al ritmo cambiante de la sociedad.

    En efecto, la educación en general, y la Universidad en particular, se ven obligadas actualmente, en la sociedad que nos ha tocado vivir, a proporcionar las pautas para transitar en un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula necesaria para poder orientarse en él.

    Figura 1.1 Ejes de la formación y de la educación

    La Universidad ha sido garante durante siglos de las funciones tradicionales asociadas al progreso, a la construcción del conocimiento y a la transmisión del saber, haciendo suyos conceptos como investigación, innovación, enseñanza, formación, educación permanente, etc.

    De igual forma, la enseñanza superior se ha configurado desde los tiempos de la Edad Media como uno de los motores del desarrollo económico de la sociedad y uno de los polos de la educación a lo largo de la vida. Sin embargo, desde hace algunos años, se encuentra en franca crisis.

    Las causas de esta situación son múltiples, entre las que podríamos destacar: el desempleo que sufren sus egresados, la masificación de las aulas, la pérdida del monopolio absoluto que detentaba la enseñanza superior, el desequilibrio entre categorías de titulados disponibles, la sensación de que no está adaptándose a la realidad social de principios de milenio, la endogamia existente en su seno en muchas ocasiones, las críticas a la didáctica que se suele emplear, las deudas que actualmente arrastran a causa del extremo ajuste presupuestario que han sufrido en los últimos años, etc.

    La realidad es que, como señala Goldsmichdt² (1990) en sus doce paradojas de la enseñanza universitaria, a pesar de los problemas sociales, económicos, técnicos y científicos, y de la rapidez de los avances sociales y técnicos, las estructuras de la enseñanza y la organización de las titulaciones y disciplinas en las universidades han quedado claramente anquilosadas y, desde luego, no responden a las necesidades y exigencias de la sociedad actual.

    En síntesis, la propuesta formativa es rígida, caduca y trasnochada y, en ella, las unidades de enseñanza se encuentran tabicadas, los planes de estudio son muy especializados y la formación aparece de una manera fragmentada.

    Todas estas circunstancias han hecho que la Universidad se encuentre en la incómoda encrucijada de la desconfianza que inspira en el seno de la sociedad. Sin embargo, de la propia Universidad depende que esa imagen tan negativa se pueda cambiar por otra mucho más positiva, en la que se tienda hacia otro tipo de estructuras, metodologías, proyectos, etc. que recuperen la confianza en esta institución.

    No obstante, todo ello pasa primero por un período de reflexión que finalice en una revisión crítica de la situación de la institución universitaria «desde dentro», algo a lo que no está acostumbrada la Universidad ya que, según el citado autor, a pesar de que la enseñanza universitaria representa una actividad trascendente, que requiere de una importante inversión de tiempo y recursos humanos y financieros, raramente es objeto de evaluación ni de reflexiones, debates o cambios en profundidad. Así, las iniciativas, públicas o privadas, para estimular la eficacia de la enseñanza en el ámbito universitario son prácticamente nulas³.

    La Universidad hoy. Retos e interrogantes

    «Si siempre haces lo que siempre

    has hecho, no llegarás más lejos

    de lo que siempre has llegado»

    En la actualidad, la enseñanza universitaria posee unas características que la definen como el proceso educativo de enseñanza superior que tiene lugar en una institución que actúa en la búsqueda, adquisición y construcción del saber científico, así como un constante proceso intelectual crítico de esos conocimientos. Abundando sobre el particular, según un documento de profesores universitarios comisionados por el Ministerio de Educación y Ciencia de España (MEC, 1992). Véase cuadro 1.1.

    La Universidad en nuestro país es poseedora de una larga tradición, contando con instituciones centenarias y de prestigio. Con el paso del tiempo, como señala De Juan (1995: 19), esta institución se ha visto especialmente influenciada por el modelo francés, aunque se van introduciendo algunas características de las universidades anglosajonas. Según el mismo autor, algunos de los rasgos actuales de la universidad española, generalizables a otros contextos nacionales de educación superior, ponen de manifiesto tales influencias francesas y anglosajonas, en los siguientes extremos:

    Los roles educativos están muy definidos. Tradicionalmente, en la Universidad, como en tantas otras instituciones educativas, el profesor es el que sabe y el alumno el que debe asimilar ese saber. Las expectativas creadas en torno del alumno se basan en la capacidad que tenga éste de reproducir lo más fielmente posible los conocimientos transmitidos por el docente.

    En este sentido, la paradoja número 5 de Goldsmichdt señala que, a pesar de la explosión del saber y la paulatina necesidad de concentrarse en lo esencial (aprender a aprender y a resolver problemas, desarrollar la creatividad, la capacidad de innovación y el espíritu crítico, aspectos considerados como prioritarios en la nueva sociedad del conocimiento), la Universidad continúa centrándose y volcando sus esfuerzos en la cantidad de conocimiento memorizado a corto plazo por los alumnos.

    Cuadro 1.1Presupuestos de la Enseñanza Universitaria (MEC, 1992)

    La enseñanza universitaria presupone el dominio de conocimientos, métodos y técnicas científicas que deben ser transmitidos críticamente. Por consiguiente, la enseñanza universitaria debería ir dirigida a que los alumnos:

    Adquieran una progresiva autonomía en su formación.

    Desarrollen capacidades de reflexión.

    Aprendan el manejo de lenguajes e instrumentos especializados.

    Aprendan el manejo de la documentación necesaria.

    Se desenvuelvan en el ámbito científico y profesional de su especialidad.

    Un elemento imprescindible para la educación de nivel universitario lo constituye la integración coherente del proceso de enseñanza/ aprendizaje con la investigación. De esto se derivan dos importantes consecuencias:

    La necesidad de sustituir una enseñanza que se limita a transmitir certezas, por una enseñanza en la que hagan su aparición los más diversos procesos de investigación.

    Que estos procesos resulten enriquecedores para el proceso de enseñanza/aprendizaje. Esto exige el conocimiento de teorías y estrategias pedagógicas por parte del profesor que le permitan desarrollar este tipo particular de enseñanza.

    Se deben tener también en cuenta los términos siguientes:

    Que los alumnos poseen sus propios presupuestos sobre el saber, la enseñanza y las disciplinas que estudian.

    Que los alumnos son, junto con el profesor, los protagonistas del proceso de enseñanza/aprendizaje.

    Que, en docencia, la elaboración del conocimiento es un proceso compartido y activo entre profesores y alumnos.

    Los saberes son estructurados, sistematizados y transmitidos organizadamente por el profesorado, plasmado en un plan de estudios y en programas de asignaturas.

    El método didáctico casi exclusivo de la Universidad es la lección magistral. Con ella se pretende transmitir el saber ordenado de los puntos de la asignatura considerados como fundamentales. La lección magistral, generalmente muy poco motivadora, suele tener como apoyo fundamental los apuntes, a veces también complementada por un libro de texto. Esta cuestión tiene mucho que ver con la realidad europea, así la paradoja número 2 de la enseñanza universitaria propuesta por Goldsmichdt (1990) señala que, a pesar de los grandes progresos de la psicología del aprendizaje y la pedagogía universitaria en los últimos años, los métodos de enseñanza se han quedado estancados en el empirismo y poseen como rasgos más destacados, su pobre capacidad estimulante y su escasa eficacia.

    Puesto que uno de los aspectos más valorados, si no el que más, del alumno es la capacidad de reproducir los contenidos trasmitidos por el profesor, éste se ve sometido a frecuentes controles con los que se comprueba su «capacidad reproductora». Este hecho entorpece la personalización del proceso educativo, que no puede detenerse y profundizar en el estudio de problemas que pudieran interesar al alumno. De esta forma, el estudio que se fomenta en el ámbito universitario se reduce a una cuestión repetitiva con muy poco margen para la discusión, la reflexión y el cuestionamiento crítico.

    El profesorado tiene un marcado carácter endogámico y funcionarial. A esta cuestión, debemos señalar otro problema importante a nivel de calidad docente en el ámbito universitario: siempre se premia más la labor investigadora que la docente, siendo además los méritos investigadores la cuestión prioritaria que se contempla a la hora de realizar una selección del profesorado en la Universidad.

    Así, la Universidad se encuentra en una encrucijada de difícil solución: por un lado, se trata de una institución que ha llegado al umbral de la sociedad del conocimiento con un gran prestigio, fruto de una labor de siglos; y por otro, sus propias estructuras y metodologías de trabajo se encuentran desfasadas y anquilosadas dado que bastantes de ellas provienen de la Edad Media y no responden a los retos de la sociedad actual conducentes a una mejor construcción y transmisión del conocimiento.

    Esta realidad no concluye en la descripción que hacíamos, antes bien, la situación de la Universidad es mucho más compleja y posee más aristas de las que hemos presentado anteriormente. En este sentido, finalizamos este apartado señalando la totalidad de paradojas de la enseñanza universitaria de Goldsmichdt (1990), a las que hace referencia De Juan (1995: 22-23), que plantean, de forma reveladora, muchos aspectos para la reflexión y que serán analizadas en apartados posteriores.

    Cuadro 1.2 Paradojas de Goldsmichdt

    Paradoja n.º 1: A pesar de que a nivel mundial existe una gran necesidad de personal cualificado de alto nivel (ingenieros, científicos, cuadros técnicos, etc.), el número de estudiantes que accede a estos estudios es todavía escaso. Por otra parte, las tasas de abandono y de fracaso, durante el primer ciclo, es muy elevada a pesar de que los estudiantes provienen de una elite seleccionada en institutos y prueba de madurez.

    Paradoja n.º 2: A pesar de los considerables progresos de la psicología del aprendizaje y de la pedagogía universitaria, los métodos de enseñanza en las Escuelas Superiores han quedado estancados en el empirismo y se caracterizan por su escasa eficacia y pobre capacidad estimulante.

    Paradoja n.º 3: Aunque la enseñanza constituye una de las misiones principales de un profesor, misión que puede ejercer durante más de 30 años, el criterio de selección casi exclusivo es su capacidad como investigador y no recibe, por otra parte, ninguna formación pedagógica antes ni después de su entrada en función.

    Paradoja n.º 4: A pesar de que la enseñanza universitaria representa una actividad importante, que requiere una notable inversión de tiempo y dinero, raramente es objeto de evaluación ni de reflexiones, debates o cambios en profundidad. Las fundaciones públicas o privadas para estimular la eficacia de la enseñanza son casi inexistentes.

    Paradoja n.º 5: A pesar de la explosión del saber y la creciente necesidad de concentrarse en lo esencial, de aprender a resolver problemas, de desarrollar la creatividad, la capacidad de innovación y el espíritu crítico, las Escuelas Superiores continúan poniendo el acento sobre la cantidad de conocimientos memorizados a corto plazo.

    Paradoja n.º 6: A pesar de que las exigencias profesionales y los problemas por resolver exigen una formación próxima a la vida real creativa, la enseñanza universitaria es, desde el primer ciclo, cada vez más teórica y distante de los problemas reales.

    Paradoja n.º 7: No hay buena relación entre los resultados académicos (notas obtenidas durante los estudios) y el éxito profesional. Mientras que en la vida activa se pone el acento sobre las evaluaciones continua y formativa y se aprecian especialmente el saber hacer y el

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