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El Mapa Conceptual y el Diagrama Uve: Recursos para la Enseñanza Superior en el siglo XXI
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El Mapa Conceptual y el Diagrama Uve: Recursos para la Enseñanza Superior en el siglo XXI
Libro electrónico248 páginas2 horas

El Mapa Conceptual y el Diagrama Uve: Recursos para la Enseñanza Superior en el siglo XXI

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Los Mapas Conceptuales, el programa CMap Tools y los Diagramas V tienen un gran potencial para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje, el diseño adecuado de materiales curriculares e instruccionales y para una evaluación, entendida como motor real de los procesos de mejora continua de la calidad docente. El libro hace operativos estos planteamientos presentando una diagnosis de la situación actual a la luz de las exigencias educativas del nuevo siglo: describe estas herramientas de aprendizaje, así como su utilidad y aplicaciones, dedicando un estudio exhaustivo al software informático CMap Tools para la elaboración creativa de Mapas Conceptuales. Finalmente, enfatiza la utilidad de los Mapas Conceptuales y de los Diagramas V en la docencia, presentando modelos de conocimiento realizados por alumnos de Magisterio en este contexto teórico-práctico.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 may 2023
ISBN9788427730663
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    El Mapa Conceptual y el Diagrama Uve - Fermín Mª González García

    1

    El nuevo milenio: visión desde la educación

    A lo largo de la historia, se han sucedido diversos modelos/paradigmas teóricos en los distintos campos del conocimiento y de las actividades humanas, modelos que partían de estados previos de relativo equilibrio y con una duración variable. Tales modelos eran aceptados por una mayoría, fundamentalmente por su adecuación para interpretar la realidad y facilitar una mejor adaptación a la misma. Dichas revoluciones/cambios se produjeron con un desarrollo temporal amplio de tal modo que, aun con los inevitables traumas personales asociados, permitieron una mejor adaptación personal y colectiva.

    La realidad actual nos presenta un marco de referencia distinto, como resultado de los extraordinarios cambios experimentados en la dos últimas décadas y nos plantea la necesidad de una rápida e inteligente reacción del sistema educativo. Será necesario para ello una mayor liberalización del mismo para responder con planteamientos eficaces a los retos de la nueva situación. Tendrá que replantearse la institución escolar, su misión actual y su visión futura, con un liderazgo real asumido por las personas más capaces. La acreditación de los centros educativos será función del nivel de calidad alcanzado, aspecto éste, afortunadamente, objetivable.

    A este respecto el modelo europeo EFQM (European Foundation for Quality Management) está siendo implementado con éxito en varias comunidades autónomas de España, conduciendo a una mejora de la gestión y generando un mayor número de oportunidades para la mejora de la docencia y/o de la investigación (Burillo, Alfonso, González y Mallor, 1999). Por otra parte, al Plan Nacional de Evaluación de la Calidad de las Universidades se han incorporado ya la mayoría de las universidades públicas y privadas, como una demostración palpable de la sensibilidad existente hacia esta temática.

    Hechas estas importantes consideraciones y sin ánimo de ser exhaustivo, al menos nueve son, en mi opinión, las razones que justificarían la necesidad de innovación del sistema educativo (ver Figura 1.1), para que nos permitiera así abordar, con garantías de éxito, los retos que este apasionante primer siglo del tercer milenio nos plantea.

    Exigencias de la sociedad del conocimiento y de la información

    Drucker (1993) dio las claves para la definición de la sociedad actual. Una sociedad del conocimiento y de la información donde, fundamentalmente, van a primar la inteligencia y el conocimiento como los factores más importantes del progreso social y económico. Una sociedad donde la ética de la responsabilidad sustituirá a la ética de la obligación. En donde los profesionales serán trabajadores del conocimiento, es decir, personas cuyo trabajo no dependerá de lo que les diga otro, sino de sí mismos.

    El sistema educativo que la sociedad del conocimiento necesita será el que, a través de centros educativos de calidad, proporcione alfabetización universal, motivación para aprender y disciplina para una instrucción y aprendizaje continuos. Deberá ser un sistema abierto a personas con niveles de formación distintos, donde se impartirán conocimientos, no sólo como contenidos sino como procesos. Deberá facilitar un aprendizaje individual, continuo, motivador e ilusionante; centrado en los puntos fuertes del alumno.

    Erróneamente se ha insistido en que todos los alumnos hicieran el mismo trabajo, de la misma manera y en el mismo tiempo. Drucker llega a afirmar que la mayor parte de las energías de los profesores se emplean en producir una mediocridad respetable. A este respecto, las nuevas tecnologías podrían ser importantes en la asunción de tareas de ayuda al alumno en el aprendizaje rutinario/repetitivo, liberando al profesor/a de estas tareas específicas. Los ordenadores pueden permitirle tiempo disponible para enseñar, para dedicarse a la identificación de los puntos fuertes de sus alumnos y facilitar, así, la consecución de los logros individuales apropiados, a través de un aprendizaje significativo.

    En relación con la tecnología de la información, como ocurre con el mundo de la economía y de los negocios, así también en la educación, el énfasis se desplazará desde la tecnología a la información. Los alumnos tendrán que aprender a organizar la información como recurso clave, detectar regularidades en la misma, y ser capaces de reconceptualizar de forma creativa el aluvión de información que les llega a través de Internet y de los diferentes soportes y medios de comunicación. No olvidemos que serán nuestros alumnos los futuros trabajadores del conocimiento y la clave de su éxito será la productividad.

    Figura 1.1 Mapa Conceptual sobre las exigencias de un paradigma educativo para el siglo XXI (González, 2006)

    Otro importante cambio que afectará a los centros educativos será su compromiso con resultados. Todos tendrán que ser capaces de generar rendimiento/producto del conocimiento. El centro educativo deberá comprometerse con resultados, tendrá que responsabilizarse y deberá rendir cuentas. Conviene tener muy en cuenta que en la sociedad del conocimiento la enseñanza dejará de ser un monopolio de los centros educativos. En la sociedad del conocimiento y de la información priman la inteligencia y el saber como principales factores de progreso social y económico.

    La sociedad post-capitalista se identifica como una sociedad de las organizaciones en las que el individuo es reconocido como persona, cuyas ideas son valoradas en un marco en donde la ética de la obligación es sustituida por la ética de la responsabilidad.

    Peter Drucker, en su libro Post-capitalist society (1993, pp. 197-198), señala que el reto real al que se enfrenta la sociedad contemporánea no es la tecnología en sí misma, sino para qué se utiliza. Hasta la presente fecha, ningún país posee el sistema educativo que la sociedad del conocimiento necesita.

    La enseñanza no puede seguir siendo un monopolio de los tradicionales centros educativos. La educación en la sociedad post-capitalista ha de penetrar en la sociedad entera. Para ello, las organizaciones empleadoras (patronales) de todo tipo (empresas, organismos gubernamentales, entidades sin ánimo de lucro, etc.) deben convertirse también en instituciones de enseñanza y aprendizaje.

    Los centros educativos tendrán que organizarse para un aprendizaje continuo, tendrán que ser sistemas abiertos. El centro educativo tradicional, con etapas y edades fijas y con una preparación prescrita y estandarizada, es incompatible con la naturaleza del conocimiento y con las demandas de la sociedad del conocimiento. Lo que se necesita ahora es un nuevo axioma: cuanto mayor sea el nivel de escolarización que una persona tiene, con mayor frecuencia necesitará escolarización posterior (ibídem, pág. 205).

    La enseñanza dejará de ser un monopolio de los centros educativos. En muchas áreas, los centros educativos competirán con otras instituciones, que asumirán responsabilidades en los procesos de enseñanza/aprendizaje. En los Estados Unidos, las empresas y otros tipos de organizaciones invierten casi tanto dinero en formar a sus empleados adultos como el país en educar a los jóvenes en los distintos centros educativos.

    En la sociedad del conocimiento, dentro de la cual nos movemos, los individuos son de importancia capital. El conocimiento no es impersonal, como el dinero. El conocimiento no reside en un libro, en una base de datos, en un programa informático; ellos sólo contienen información. El conocimiento está incorporado en la persona, que lo transporta, crea, aumenta o mejora, aplica, enseña y transmite, y lo utiliza correcta o erróneamente (ibídem, pág. 210). Lo que debe caracterizar a una persona educada en la sociedad del conocimiento es la habilidad para comprender los diferentes conocimientos. Sin tal comprensión los conocimientos por sí mismos serán estériles.

    Este mismo autor en su reciente libro, también de gran éxito, Management Challenges for the 21st Century (1999, pág. 97), alude a la idea de que durante cincuenta años la tecnología de la información se ha centrado en datos, en su elección, almacenamiento, transmisión, presentación. Las nuevas revoluciones de la tecnología de la información ponen el énfasis en la información, preguntándose cuál es el significado y el propósito de la información. Todo está obligando rápidamente a redefinir las tareas a realizar con ayuda de la información y a redefinir las instituciones que hacen esas tareas.

    Drucker afirma que lo que se necesita ahora no es más tecnología, más velocidad; sino definir la información, reconceptualizarla, lo que se necesita son nuevos conceptos. Probables consecuencias de este hecho serán que el centro de gravedad de la educación superior (enseñanza/aprendizaje post-secundarios) puede desplazarse hacia una educación profesional permanente de adultos que dure la totalidad de sus vidas de trabajo.

    Resumiendo, en educación, el énfasis también se desplazará desde la tecnología a la información como está ocurriendo en el mundo de la economía y de los negocios. En unos pocos años, seguramente no más de una o dos décadas, los distintos tipos de organizaciones y los individuos tendrán que aprender qué tipo de información necesitan y cómo conseguirla. Tendrán que aprender a organizar la información como su recurso clave y ser capaces de detectar regularidades y de reconceptualizar de forma creativa el aluvión de información que nos llega a través de las autopistas de la información y de los diferentes soportes y medios de comunicación.

    Para Drucker la contribución más importante de la gestión en el siglo XXI será incrementar la productividad del trabajo y del trabajador del conocimiento. El mencionado autor (ibídem, pág. 168) repite la idea de que la mayor parte de la gente (e igualmente la mayoría de los profesores y de las organizaciones) concentra sus esfuerzos en hacer de una persona incompetente otra mediocre. La energía, los recursos y el tiempo deberían destinarse a transformar una persona competente en un trabajador estrella.

    Nonaka y Takeuchi (1995), en su obra The Knowledge-Creating Company, hacen unas muy interesantes reflexiones sobre el conocimiento, que tienen unas indudables connotaciones educativas. Consideran, a diferencia de algunas interpretaciones de observadores occidentales, que el conocimiento expresado con palabras y números representa sólo la punta del iceberg. Para estos autores japoneses el conocimiento es fundamentalmente tácito (es decir, no fácilmente visible y expresable). Este conocimiento es altamente personal y difícil de formalizar, siendo, por tanto, difícil de ser comunicado y compartido por otros. El conocimiento tácito está enraizado profundamente en la experiencia individual, así como en los ideales, valores y emociones del individuo.

    El conocimiento explícito es formal y sistemático, puede ser expresado mediante palabras y números, es fácilmente comunicable y compartido en forma de datos, fórmulas científicas, procesos codificados o principios universales. Aunque las organizaciones/empresas occidentales están más acostumbradas a tratar del conocimiento explícito, el reconocimiento del conocimiento tácito y de su importancia ha sido crucial para considerar la organización no como una máquina para el procesamiento de la información sino como un organismo vivo.

    Nonaka y Takeuchi consideran que el principal reto al que se enfrentan las corporaciones es cómo captar, conservar e intercambiar el conocimiento tácito y cómo transformarlo en explícito. La explicación de cómo las organizaciones japonesas crean nuevo conocimiento se reduce a la conversión de conocimiento tácito en conocimiento explícito. A este respecto, Novak señala que el conocimiento explícito se muestra o explica fácilmente a otros, mientras que el tácito se construye a lo largo de la vida y con frecuencia no se sabe explicar a otros. En este contexto, los Mapas Conceptuales se revelan como una poderosa herramienta para transformar el conocimiento tácito en

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