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Aprender a convivir: El conflicto como oportunidad de crecimiento
Aprender a convivir: El conflicto como oportunidad de crecimiento
Aprender a convivir: El conflicto como oportunidad de crecimiento
Libro electrónico201 páginas2 horas

Aprender a convivir: El conflicto como oportunidad de crecimiento

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La obra, de lectura sencilla y muy práctica, se estructura en cinco grandes apartados. El primero aborda una aproximación conceptual al conflicto y a los conceptos asociados al mismo, así como a las causas que lo determinan. El segundo se dedica a la mediación como una vía privilegiada, aunque no única, para la búsqueda de soluciones. El tercero, se centra en el estudio de los conflictos y la violencia en el ámbito escolar, presentando resultados de investigaciones recientes, que muestran la panorámica existente en España sobre el tema. El cuarto apartado, ofrece al docente más de 30 técnicas para resolución de conflictos, perfectamente descritas, que puede utilizar directamente con sus alumnos en el aula. Estas técnicas se agrupan en tres grandes bloques: técnicas de Análisis y Diagnóstico, técnicas de Comunicación y Negociación y técnicas de creación de buen Clima a través de la Convivencia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 may 2023
ISBN9788427730168
Aprender a convivir: El conflicto como oportunidad de crecimiento

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    Aprender a convivir - Gloria Pérez Serrano

    1. Aproximación al conflicto

    La negación del conflicto es la negación de la convivencia en sí misma.

    La interacción personal que se genera en el proceso de socialización puede dar lugar a conflictos. Su adecuada resolución repercute en el crecimiento personal y en el aprendizaje. El conflicto y la gestión del mismo, se hayan vinculados al contexto cultural. Existen una serie de elementos que contribuyen a generar conflictos sociales, entre los que se pueden mencionar:

    Un contexto sociocultural degradado y empobrecido propicia la exclusión social. La carencia de recursos genera situaciones de marginación.

    El entorno multicultural en el que no están integradas las diferentes etnias y culturas, puede ser un caldo de cultivo de acciones violentas.

    Construcciones urbanísticas de emergencia, de aluvión, mal planificadas y equipadas, situadas generalmente en los cinturones de las grandes ciudades.

    La no existencia de fuerzas vivas creadoras de identidad local.

    La perspectiva histórica del conflicto ha evolucionado a lo largo del tiempo desde una visión judeocristiana (antes y después de Cristo) de carácter dualista, pasando por el positivismo (en torno al siglo XIX) hasta el enfoque constructivista (s. XX y XXI).

    La corriente constructivista aporta una óptica positiva del conflicto y una visión de la realidad desde múltiples perspectivas, en las que cada una de ellas no son excluyentes sino complementarias. Esta complementariedad enriquece la visión de la realidad. Se percibe el conflicto como algo natural asociado a la dinámica de la vida cotidiana. No tiene por qué ser algo negativo, sino que se puede contemplar como una oportunidad para generar cambios deseables.

    Estos aspectos, la visión dual (tradicional) y la perspectiva objetiva (positivismo), han influido notablemente en la interpretación del conflicto en nuestro contexto cultural. Tal y como indica Del Campo (2002: 165): Otorgar papeles de buenos y malos o entrar en una lógica de perdedores y ganadores, ha supuesto entender el conflicto como una situación negativa y rechazable, impidiendo aprovechar las potencialidades que éste puede presentar si se le atribuye un sentido positivo, vinculado al desarrollo y enriquecimiento personal.

    Este capítulo aborda el conflicto y sus orígenes. Del mismo modo, se presenta una aproximación conceptual, a la vez que se señala la diferencia entre términos afines. Se analizan las causas que influyen directamente en su surgimiento. Finalmente, se hace hincapié en las actitudes que los sujetos muestran ante los mismos.

    Origen de los conflictos

    El conflicto es inherente a la condición humana. Es importante afrontarlo e intentar resolverlo en el momento en que se produce y no esperar que se resuelva por sí mismo o que el tiempo se encargue de resolverlo. Si se prolonga en el tiempo éste seguirá aumentando como una bola de nieve, y afectará no sólo a las personas implicadas en un primer momento, sino que se proyectará en las relaciones de otros miembros de la comunidad. En muchas ocasiones, la discusión o «lo que hace saltar la chispa» no refleja el problema planteado en el momento, sino que tiene su origen en conflictos anteriores no resueltos.

    Generalmente, el conflicto se asocia a términos negativos como hostilidad, guerra y violencia. Se producen conflictos cuando existe un desacuerdo o diferencia de opiniones, intereses o necesidades entre las personas. El desacuerdo puede variar en intensidad, según la postura de los implicados. Puede producirse por una pequeña molestia, hostilidad o por una diferencia de opiniones hasta llegar a una pelea y/o enfrentamiento total.

    Existen conflictos en todos los grupos humanos. Se producen en las relaciones entre las personas y los grupos (desprecio, agresividad, afán de protagonismo, de poder, de reconocimiento...); por la forma de ser de las personas (problemas de identidad, tensiones...); por la actitud ante el trabajo y la falta de responsabilidad para asumir las tareas (apatía, desmotivación, envidia...).

    Es un fenómeno natural, inherente a la condición humana que, si se resuelve favorablemente supone una oportunidad para aprender. Si se busca una solución satisfactoria es imprescindible que las partes implicadas tomen conciencia de su existencia, decidan afrontarlo, dediquen el tiempo necesario e intenten buscar soluciones implicando a las partes. Ahora bien, un conflicto que se alarga en el tiempo es más difícil de solucionar.

    Todos los miembros de la comunidad deben ser conscientes de su responsabilidad para resolver los conflictos, dado que éstos no se resuelven si no cooperan todos y si no toman parte activa en la búsqueda de soluciones. También se debe tener en cuenta que quien agrede minimiza el conflicto, en tanto que el agredido lo exagera.

    Existen diferentes formas de gestionar los conflictos. Según Amorós y Del Campo (2000), pueden agruparse en tres categorías:

    Acuerdos entre partes. Las partes implicadas en el conflicto se pondrán de acuerdo para buscar una solución de manera consensuada y sin la intervención de otros participantes.

    Procesos mediados. Los implicados tienen la voluntad de llegar a un acuerdo pero no son capaces de alcanzarlo por sí mismos. Intervendrá una persona, objetiva y neutral, con el fin de obtener un acuerdo satisfactorio para las partes y resolver el conflicto.

    Soluciones de autoridad. Intervendrá una persona con autoridad que impondrá la solución que determine en función de la norma establecida.

    Apelar a la jerarquía para resolver los conflictos, en muchas ocasiones no contribuye a su resolución, sino más bien a cumplir las normas establecidas. Esta falsa solución, por imposición, suele ser fuente de nuevos conflictos.

    Se debe tener en cuenta que un conflicto se considera un proceso que requiere de un tiempo, por lo que su resolución no debe entenderse sólo como una acción puntual y concreta que acabará con todos los problemas.

    En los adultos la resolución de conflictos presentan ciertas dificultades, al ponerse en juego sus propios intereses, marcados por el estatus que ocupan. El método de resolución de disputas viene determinado por el protagonismo adoptado por cada uno. Por lo tanto, para resolver un conflicto hay que:

    Tomar conciencia de que existe.

    Aceptarlo como tal (no ignorarlo). No minimizar el conflicto.

    Tratar de involucrar a los implicados para intentar resolverlo.

    Aceptar, si es preciso, una instancia mediadora para restablecer la comunicación, que ayude a las partes a generar alternativas de solución satisfactorias.

    Para resolver los conflictos es importante partir del concepto de la igual dignidad de los seres humanos; sin sentirse unos superiores a los otros. Si no se logra percibir al otro como un ser igual a uno mismo, el conflicto no se resolverá. Si contemplamos al otro como objeto, con una visión deshumanizada, no sólo no se resolverá el conflicto sino que podrán aparecer, con más facilidad, manifestaciones de violencia. Los implicados en el conflicto tienen que tener una predisposición positiva para resolverlo.

    Existen aspectos que favorecen y otros que no favorecen la resolución de conflictos. En el cuadro que sigue enumeramos los más importantes.

    Cuando la resolución de conflictos afecta a un grupo o comunidad, sus componentes deben tener la convicción de que la solución irá en beneficio de todos. Es conveniente recordar de vez en cuando que el bien común está por encima del bien particular y que, por tanto, los problemas afectan a todos y es imprescindible resolverlos para establecer la armonía.

    Para saber actuar ante un conflicto se deben tener en cuenta una serie de aspectos:

    Causas que lo provocan. Muchas veces vienen generadas por luchas de poder.

    Los protagonistas. Cómo viven el conflicto los implicados.

    El contexto en el que se produce.

    Estamos viviendo en una sociedad en la que las conductas agresivas y competitivas se reflejan en el comportamiento cotidiano y en los diferentes ámbitos, como la calle, los medios de comunicación, los grupos sociales y políticos e, incluso, en muchas familias.

    Conviene partir de la base de que el conflicto es inevitable. Si bien, no siempre implica violencia. Si se resuelve de modo positivo hace crecer a las personas. Hay que tener en cuenta que la violencia es una respuesta aprendida y que se pueden resolver los conflictos a través del diálogo.

    En el cuadro que sigue, mostramos qué se debe hacer o no hacer cuando existe un conflicto.

    Tal como se ha indicado: el conflicto es como el agua, se necesita para vivir y también para el progreso. Pero cuando existe demasiada agua en un lugar equivocado, hay que construir puentes y canales para evitar la catástrofe. Pues bien, construir puentes y canales para que los conflictos no deriven en catástrofes, es lo que llamamos

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