Educar en (y con) la incertidumbre
Decía Zygmunt Bauman que el malestar se alimenta de tres elementos: la incertidumbre, la fragilidad y la inseguridad. Desde hace algún tiempo estamos experimentando los tres, y especialmente la incertidumbre. Siempre ha estado presente, pero es ahora cuando presenta su rostro más angustioso. Y, quizás, la Educación es uno de los ámbitos en los que más se ha enraizado.
El asunto no es nuevo; los procesos. Obedecer, esforzarse en una tarea, rendir lo esperado o aprender los contenidos propuestos se presentaban como el requisito para que, llegado el momento, se cumplieran las promesas de un futuro cierto y seguro. Ahora, en cambio, mensajes de tipo u otros similares en boca de nuestros adolescentes y jóvenes están a la orden día, y nos sitúan a padres y profesores ante un paisaje borroso con más que certidumbres. ¿Qué enseñar, qué pueden ser más útiles o cuáles los métodos más acordes para educar en (y con) esta incertidumbre?
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