Si no recuerda, no se preocupe, no es usted, es el mundo en que vivimos: hiperpolarizado. Últimamente, he escuchado que es imposible dialogar. Como si nos hubiesen convencido de que esta polarización no tiene remedio. En la fila del pan o en el cumpleaños del abuelo, hay una tendencia a querer conversar solo con propios y cansancio para conversar con ajenos. Como si el único remedio a la polarización fuera el pensamiento único.
Esto puede funcionar en ciertos ámbitos o para ciertos temas. Pero, tarde o temprano, uno tendrá que hablar con quien piensa diferente. Si vemos el diálogo como un derby de fútbol y