Cuaderno de California
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Giuseppe Caputo
[...]
Nadie conoce el origen de
la palabra California.
Alguien nos dijo: "Vengo de California".
Lo que en mi idioma significa "ningún lugar".
[...]
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Cuaderno de California - Santiago Espinosa
Acantilados
Ahora conduces.
El carro avanza por las curvas donde el océano
se estrella entre los acantilados, incesante.
Nunca pensamos que estos fueran los paisajes,
las rocas lunares y los pinos.
Para llegar a este lugar
tuvimos que perder todas las rutas,
sabiendo que esta amarga transparencia
ocurre en los sueños de ambos.
Y tú recuerdas el gesto algo ridículo
cuando nos despedimos,
o esas primeras veces en que fuimos
al mar, pensando en las distancias.
Y ha sido siempre así.
Los autos que cruzan evitando los precipicios.
Las casas con sus luces encendidas hasta tarde.
La espuma que persiste ferozmente contra los acantilados.
Reflexión en los Cayucos
1
Sin haberlo planeado detuvimos
el carro en la autopista,
al frente del mar y de las piedras
oscurísimas.
Cumpliendo una promesa muy distante
bajamos el camino entre la niebla,
una senda de arenas
compactadas por el viento y la sal,
las huellas indecisas de los otros.
2
Escuchamos el océano
detrás de una pendiente.
El lento chapoteo
entre las piedras
partidas.
Lo que a menudo recordamos
cuando juntamos nuestros
cuerpos en la noche.
Cuando juntamos
nuestros cuerpos.
3
Si alguien nos viera caminar hacia la costa
creería que dos almas muy antiguas
han regresado hasta el mar,
desandando los caminos polvorientos.
Dos compañeros terrestres
tomándose las manos,
las gafas de sol,
como si descendieran
desde lo más blanco
del cielo
y ya no hubiera carreteras
en el mundo.
Cuidándose de no despertar
con sus pisadas
las huellas dormidas en la arena.
4
Oíamos el tiempo sobre el mar.
Estábamos solos.
Ningún carro se había parqueado
con excepción del nuestro.
Y yo pensaba que la muerte
o la locura
era escuchar eternamente
el rumor de las olas
contra las piedras,
las olas contra las piedras.
Como se escucha el océano
en las páginas de un libro.
Y tú pensabas que los mares
solo titilan a distancia,