Volver al origen
ES AQUÍ donde la gente le sonríe a la tierra, con la sensación constante de haber encontrado todo en un solo lugar. Aquellos que conocen y habitan aquí, saben que en estas lejanías se encuentra mucho.
Es inevitable, mientras continuamos el viaje, no llenar la mirada con esa belleza salvaje que se confunde entre el paisaje. Aquí la vida se logra percibir, abriéndose paso, más que en ningún otro lugar.
Bordeamos el lago Llanquihue entre montañas solitarias y gigantescas que nos hacen sentir pequeños ante tanta inmensidad. Lo único predecible es el silencio. La tranquilidad y la fuerza de la naturaleza corren río abajo, sin parar, en forma de cascadas o ríos torrentosos como el Petrohué. Sus aguas cristalinas y azules
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