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Tres formas de atravesar un río
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Tres formas de atravesar un río
Libro electrónico73 páginas52 minutos

Tres formas de atravesar un río

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Tres formas de atravesar un río, de la argentina Agustina Atrio, es el relato de un viaje a través del agua, una celebración de la vida, pero también del desarraigo. Con una voz brutalmente honesta nos habla de la imposibilidad de tener un domicilio fijo, una identidad estable, un pie anclado en tierra.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 mar 2021
ISBN9788412716016
Tres formas de atravesar un río
Autor

Agustina Atrio

Agustina Atrio (Rosario, Argentina, 1990) es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario. Vivió en Madrid durante varios años, donde llevó a cabo su proyecto Despaseando, una reflexión a través de la investigación y la práctica acerca de las ciudades, el género y el caminar. Actualmente reside en Zúrich.

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    Tres formas de atravesar un río - Agustina Atrio

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    TRES FORMAS

    DE ATRAVESAR

    UN RÍO

    Agustina Atrio

    Primera edición: marzo 2021

    © Agustina Atrio

    © Ediciones Menguantes

    menguantes.com

    Imagen de cubierta:

    Río Paraná, Agustina Atrio

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    Todos los derechos reservados.

    No está permitida ninguna forma de reproducción, distribución, comunicación o transformación de esta obra sin autorización previa por escrito por parte de la editorial.

    Para mis compañeros de viaje

    Giselle, Alejandro, Emilio y Tommaso

    Los otros embajadores me advierten de carestías,

    de concusiones, de conjuras o bien me señalan

    minas de turquesas recién descubiertas, precios

    ventajosos de las pieles de marta, propuestas de

    suministros de armas damasquinas. ¿Y tú?

    —preguntó a Polo el Gran Kan—. Vuelves

    de comarcas tan lejanas y todo lo que sabes

    decirme son los pensamientos que se le ocurren

    al que toma fresco por la noche sentado en

    el umbral de su casa.

    Italo Calvino,

    Las ciudades invisibles

    Prólogo

    El sonido del despertador irrumpe en la noche y me saca de la cama. Es hora de partir. Se repite la escena de otra madrugada en la que desperté a mis padres para despedirme. En su camisón de verano, descalza, en el hall de casa, mi madre me dice: «Que encuentres lo que vas a buscar».

    Este es el relato de un viaje a través del agua: origen, destino y medio atravesado desde el que observo la tierra. ¿Por qué el agua? Porque cerca de ella me siento cómoda, me invade la calma y el paisaje rellena mis agujeros de persona urbana, aquellos que se forman al vivir rodeada de cemento.

    El agua, sin embargo, no es el motor de este viaje. Lo es una serie de búsquedas: el deseo de experimentar la vida en lugares nuevos, el amor, las casualidades. El agua no motivó mi búsqueda, pero en cada lugar que transité me descubrí deseándola y yendo a su encuentro cuando la sentía lejos.

    Trazo el camino de estos viajes fragmentados, conectados por el agua y los convierto en un solo recorrido. En este relato de agua dulce y salada reinvento, recuerdo, reviso, recreo; tejo memorias, imágenes y pensamientos.

    Para reconstruir esta historia a través de diversos paisajes me acompañan personas que han dedicado su vida al río, cronistas de las aguas; con ellos he descubierto ciudades desde sus ríos y no ríos desde sus ciudades.

    PARANÁ

    No river tastes like the Paraná

    Nací en Rosario, urbe bañada por el río Paraná, el segundo río más largo de Sudamérica después del Amazonas. Mi vida allí fue vasta como su cauce y mis recuerdos están regados por sus aguas de color marrón.

    Según la clasificación de Köppen, Rosario tiene un clima subtropical húmedo o pampeano: en invierno las temperaturas no son bajas pero el frío se mete en los huesos y en verano el calor húmedo es asfixiante —las sábanas de la cama se pegan a la piel, los baños refrescantes dan un alivio demasiado breve y los mosquitos son un habitante urbano cercano, invencible e inevitable—. Cuando comienza el buen tiempo, es frecuente ver lagartijas reptando por las paredes, acercándose a las lámparas para alimentarse de los insectos allí reunidos; por las noches, los murciélagos planean bajo, pasando cerca de los paseantes; una teme que se enreden en los cabellos en uno de sus vuelos. Cuando la humedad parece no poder aumentar más y ya no es posible ni recordar el propio nombre, un viento se levanta para dar lugar a una tormenta que finalmente estalla. Rayos y truenos se adueñan de los sonidos de la ciudad y el agua cae a baldazos. Mi cuerpo, el de una urbanita acalorada más, es aliviado por unas horas. Rosario es, resumiendo, una ciudad húmeda, fluvial y verde.

    La ciudad se encuentra en la margen derecha del río, su límite oriental. El Paraná que la baña nace en Brasil entre los estados de São Paulo, Minas Gerais y Mato Grosso do Sul. En su camino hacia el sur del continente, el río corre por tierras de los guaraníes, cuya toponimia se entremezcla con nombres elegidos también por otros pueblos.

    Pronuncio estas palabras, tantas veces repetidas, pero no escuchadas, y toman ahora un nuevo sentido: Oberá, Curuzú Cuatiá, Carcarañá… Revelan una historia y arman un mapa oral formado por relatos. Según la escritora Penelope Lively, amante de los jardines, «los nombres de los lugares te cuentan quién ha pasado por

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