LAS SORPRESAS DE ATACAMA
Llegamos a la Región de Atacama durante la tarde, hasta el aeropuerto que queda en Caldera, Copiapó, pero cometí un error garrafal: había dejado mi polerón en la maleta. Si hay una caricatura creada a fuego, es que en el norte hace calor siempre, lo que es mentira ya que, durante las noches, el viento trae una sensación bastante fría. Partir contando esto puede advertir al viajero confiado que, como yo, logra llegar hasta aquí subestimando el clima.
La Región de Atacama es reconocida por un fenómeno natural que realmente enamora: el desierto florido, que es estudiado y apreciado por muchos visitantes. Pero también cuenta con otras maravillas que no pueden quedar afuera, como sus costas, cordilleras, valles y humedales.
Llegué a Caldera, el punto de partida de esta aventura. A veces, esta ciudad pasa desapercibida en comparación con cotizados balnearios como Bahía Inglesa; aunque tiene sus propios atractivos, como sus construcciones, su centro cultural y el museo Casa Tornini.
Esa noche descansamos en el hotel Quinta Estación, que cuenta con dos pisos equipados de amplias habitaciones y un espacio común, decorado con formaciones rocosas de distintos tipos. Los colores y los diseños adornan este lugar destinado al desayuno, incluido para quienes se hospedan.
El día partiría temprano a la mañana siguiente. Se venía un camino largo en dirección al río Huasco. La primera parada sería para apreciar la fauna de esta región, siendo los humedales, nuestro foco de atención.
Huasco y Carrizal Bajo
Nuestra primera visita fue al humedal de Huasco, que se ubica a
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