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Realmente era lo que ella deseaba...: It What Was Truly What She had Wished For...
Realmente era lo que ella deseaba...: It What Was Truly What She had Wished For...
Realmente era lo que ella deseaba...: It What Was Truly What She had Wished For...
Libro electrónico88 páginas1 hora

Realmente era lo que ella deseaba...: It What Was Truly What She had Wished For...

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Información de este libro electrónico

Pasó por el infortunio de una enfermedad que la llevó a la muerte y a volver a la vida, además de muchas circunstancias en su vida que casi la llevan a la muerte.

She went through the misfortune of an illness that led her to death and return to life, in addition to many other circumstances in her life that almost led to her death.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 jul 2021
ISBN9781662489389
Realmente era lo que ella deseaba...: It What Was Truly What She had Wished For...

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    Realmente era lo que ella deseaba... - Nania Rodríguez

    cover.jpg

    Realmente era lo que ella deseaba...

    It What Was Truly What She had Wished For...

    Nania Rodríguez

    Derechos de autor © 2021 Nania Rodríguez

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING, INC.

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2021

    ISBN 978-1-66248-937-2 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-66248-938-9 (Versión Electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Tabla de contenido

    I

    II

    III

    Chapter 4

    I

    Como todo, lleno de alegría y tristezas es basado este pequeño y maravilloso libro. Comenzaré: La vida comenzó en un bello país llamado Colombia y la ciudad Bogotá. Un clima frío, pero exótico. Le sobrevivió a cuatro hermanos hombres. Cuando tenía quince años le dio apendicitis, en el hospital en que estuvo, el cual es muy famoso en esa ciudad y cuyo nombre no vale la pena mencionar, fueron atendidas por una mujer robusta grande como 1,70 de estatura y unos 80 kilos, su cabello enroscado en una mona con una bandita a su alrededor y vestida de blanco, no le creyeron al diagnóstico del médico que decía que ella debía ser internada inmediatamente, porque tenía apendicitis, no les importó el dolor tan hijuemadre que ella sentía, no podía incorporarse recta, ya que el dolor era tan intenso y sentía náuseas todo el tiempo, su cara pálida y con ojeras; llevaba unos cuatro días en esa situación, antes quedó en espera, hasta que se le reventó su apéndice.

    Recuerda tanto que llevaba una falda de jean blanca y tenía mucha hambre. Su mamá le preguntó a los encargados que las tenían en espera que si había algún inconveniente de comer algo. No ninguno, vayan, coma tranquila, le dijo la mujer robusta a su hermosa madre.

    Tenía tanta hambre, que le compró un delicioso sándwich de pollo con un jugo, el sándwich tenía un olor peculiar y hasta el día de hoy no lo soporta. Solo fue darle el primer mordisco e inmediatamente su estómago se inflamó y saltó el botón de su falda; asustados decidieron internarla, pero ya era muy tarde, su apéndice se había reventado y su madre bella decidió llamar a otra clínica donde fui trasladada de inmediato.

    Nació en un buen hogar con una madre muy dedicada y amorosa, pero muy joven. Un padre, que en ese entonces, machista y el cual habían deseado que naciera un niño y no una niña, pero por destinos de la vida les nació una niña; su nombre, Natalia.

    Le sobrevivió a cinco hermanos hombres, que les encantaba hacerla llorar. Tenían la peculiaridad de ponerse de muy mal humor. Les encantaban las chanzas, cosas que, a Natalia, siempre le molestaron. Pero ella los amaba los trataba muy maternalmente; eso es típico en la mujer. Ellos la amaban, pero gozaban molestarla, eso la hizo ser muy fuerte y aprender a no dejarse de nadie.

    Cuando eran adolescentes y los invitaban a alguna fiesta, ellos se encargaban de no dejarla bailar con quien ellos no quisieran. Así que dejó de salir con sus hermanos, prefería quedarse en casa. Muchas personas invitaban a sus hermanos a fiestas con la condición de que la llevaran, así que ellos se ponían en la tarea de rogarle para ellos poder ir a esas fiestas que tanto amaban. Habían momentos que la convencían y los acompañaba, pero muchas más que no les aceptó.

    Al llegar a la clínica, la hospitalizaron de inmediato, con la suerte de que ya no era un simple apendicitis sino una peritonitis. La operaron tan maravillosamente, que el doctor le dejó algodón en el intestino (su nombre quisiera ella no acordarse, pero no puede olvidar).

    Como era de esperarse, no se recuperaba, antes iba de mal a peor.

    Decidieron operarla nuevamente, esta vez el doctor se dio cuenta de su grave error. Según lo que se supo, encontraron su intestino torcido y lleno de fibrosis adhiriéndose a sus órganos; su estómago y aparato reproductivo... difícil de creer y de entender. Pobre niña...

    Él trató de despegar sus intestinos, pero al tocarlos se deshacían y él decidió cerrar y dejar así. ¡Wow!, fabuloso doctor... ¿Qué mejoría iba a tener?

    Duró en ese estado tres meses, dándole un paro cardíaco, estuvo entubada. Ya no sabían qué hacer con ella; su doctor tomó otra inteligente decisión. Intentó ponerle un catéter, el cual resultó ser toda una frustración para él porque no pudo. Él decidió operarla nuevamente esa misma noche.

    Recuerda que se despidió de su mamá, sabía en el fondo que se iba a morir. Estaba tan flaquita que sus huesos se pegaban en la piel, no podía caminar, ya que no tenía fuerzas. Su mamá lloraba y decía: No hables así; Ma, yo voy a estar mejor, no te preocupes, le repetía constantemente.

    Su mamá amenazó al doctor y le dijo que si algo le pasaba él tenía toda la responsabilidad. Pensándolo bien, él tenía la culpa.

    Como sería la fe que tenía el doctor, que esa noche antes de la operación donde no podía probar ni agua, pero tenía tanta sed que le dijo: Por favor deme agua; sirvió un vaso y le dio, sabiendo ese señor que en unos minutos entraría en cirugía.

    ¡Se la bebió con tantas ganas! Desde ese momento se hicieron buenos amigos el agua y ella. La prepararon para operarla. Su hermosa madre sufriendo, ella le decía: Mamita, tranquila no llores, es hora de irme, te amo; No digas eso hija, le repetía su madre constantemente

    Pero Natalia se despedía, porque en el fondo de su corazón sabía que ya era el momento de irse.

    Es increíble, cuando tú sabes que vas a morir sientes tranquilidad y paz. La despedida es agradable. Es más duro para el que se queda que para el que se va.

    Realmente era lo que ella deseaba...

    La entraron a la sala de operaciones donde lo único que recuerda haber visto fue una lámpara gigante y una máscara de oxígeno que ponían sobre su rostro. No recuerda nada más.

    Quedó dormida y lo que viene fue una experiencia increíble.

    Recuerda levantarse de su cuerpo, ya no sentía la pesada carga que eran sus huesos. Al levantarse se vio a ella misma acostada y no había techo, solo paredes.

    A un lado veía a su familia a rodillada, llorando e intercediendo por ella. Ella no sentía nada; no sentí tristeza, no sentí dolor de verlos y dejarlos. Sentía paz.

    Se sentía liviana, tranquila. No había dolor, ni sufrimiento. Miró a su familia y luego miró hacia arriba. A lo lejos, una luz tan fuerte, tan brillante. Sabía que algo bueno vendría. Comenzó a danzar a medida que iba avanzando, daba votes en el aire, saltaba, tarareaba una hermosa melodía. Iba emocionada y feliz.

    En ese mismo momento, en la casa junto con otros familiares, su bisabuelita y su tía abuela estaban orando por ella. En una visión cuentan ellas que la vieron siendo llevada por dos ángeles.

    —La niña se murió.

    Eso fue lo que contaron y en ese mismo

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