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Ocurrió: Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho
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Libro electrónico158 páginas2 horas

Ocurrió: Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho

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Información de este libro electrónico

Este libro trae informes sobre diversas reacciones a los actos de vida y muerte. Pequeñas historias que aclararán en gran medida al lector sobre la espiritualidad las diversas reacciones postmorte, como la del joven que ya había desencarnado y no lo reconocía. Y el juicio apresurado de un ex esposo que ve la frivolidad donde hay desesperación.
Estas y muchas otras historias hacen que la lectura sea fascinante.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 ene 2023
ISBN9798215350782
Ocurrió: Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho

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    Ocurrió - Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho

    Romance Espírita

    OCURRIÓ

    Por el espíritu

    ANTÓNIO CARLOS

    Psicografía de

    VERA LÚCIA MARINZECK DE CARVALHO

    Traducción al Español:      

    J.Thomas Saldias, MSc.      

    Trujillo, Perú, Mayo 2022

    Título Original en Portugués:

    Aconteceu
    © Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho

    World Spiritist Institute      

    Houston, Texas, USA      

    E– mail: contact@worldspiritistinstitute.org

    De la Médium

    Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho (São Sebastião do Paraíso, 21 de octubre – ) es una médium espírita brasileña.

    Desde pequeña se dio cuenta de su mediumnidad, en forma de clarividencia. Un vecino le prestó la primera obra espírita que leyó, El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec. Comenzó a seguir la Doctrina Espírita en 1975.

    Recibe obras dictadas por los espíritus Patrícia, Rosângela, Jussara y Antônio Carlos, con quienes comenzó en psicografía, practicando durante nueve años hasta el lanzamiento de su primer trabajo en 1990.

    El libro Violetas na Janela, del espíritu Patrícia, publicado en 1993, se ha convertido en un éxito de ventas en el Brasil con más de 2 millones de copias vendidas habiendo sido traducido al inglés, español, francés y alemán, a través del World Spiritist Institute.

    Del Traductor

    Jesus Thomas Saldias, MSc., nació en Trujillo, Perú.

    Desde los años 80's conoció la doctrina espírita gracias a su estadía en Brasil donde tuvo oportunidad de interactuar a través de médiums con el Dr. Napoleón Rodriguez Laureano, quien se convirtió en su mentor y guía espiritual.

    Posteriormente se mudó al Estado de Texas, en los Estados Unidos y se graduó en la carrera de Zootecnia en la Universidad de Texas A&M. Obtuvo también su Maestría en Ciencias de Fauna Silvestre siguiendo sus estudios de Doctorado en la misma universidad.

    Terminada su carrera académica, estableció la empresa Global Specialized Consultants LLC a través de la cual promovió el Uso Sostenible de Recursos Naturales a través de Latino América y luego fue partícipe de la formación del World Spiritist Institute, registrado en el Estado de Texas como una ONG sin fines de lucro con la finalidad de promover la divulgación de la doctrina espírita.

    Actualmente se encuentra trabajando desde Peru en la traducción de libros de varios médiums y espíritus del portugués al español, así como conduciendo el programa La Hora de los Espíritus.

    Era mi deseo dedicar este trabajo a mis amigos. Cuando la imagen de ellos vino a mi mente, vi con alegría que eran muchos. Tantos que la lista sería inmensa. Y los amo, los quiero con todo mi corazón. Gracias a Dios tengo muchos amigos, desencarnados y encarnados.

    Y me sirvo de ellos en los momentos difíciles, y nunca me ha faltado el calor de su amistad y ayuda.

    Por eso, a todos aquellos que son recíprocos a mi afecto, quisiera dedicar con ternura este libro.

    Con mucho amor...

    Vera

    En la encarnación anterior de Taciana tenía diecisiete años y estaba en su segundo año de secundaria.

    Estudiaba por la mañana y por la tarde hacía todas las labores de la casa, pues su madre, para ayudar con los gastos de la casa, trabajaba como jornalera. Vivía en una casa pequeña y sencilla en un barrio residencial. Ellos eran pobres. Taciana, como casi todos los jóvenes, soñaba con tener objetos caros, como buena ropa, y estudiar en una escuela privada. Era más soñadora que egoísta. Era de mediana estatura, cabello y ojos castaños, resaltando la sonrisa cautivadora y agradable.

    Salía con Daniel, un chico que vivía cerca de su casa. Él también era pobre, tenía diecinueve años y cursaba el tercer año de bachillerato nocturno.

    Trabajaba como vendedor en una zapatería. Durante el día, todavía hacía su servicio militar, el Tiro de Guerra. Honesto y trabajador, Daniel quería mucho a Taciana. Sin embargo, no hubo tiempo para citas, motivo de muchas quejas por parte de la joven.

    – Taciana – dijo su madre – la carnicería de la avenida ha cambiado de dueño, ve allí y compra carne más barata.

    A Taciana no le gustaba ir de compras a casa, pero fue. Entonces conoció al hijo del dueño de la carnicería, Aloísio, quien la atendió gentilmente se quedó encantado con ella. Taciana percibió su interés y lo animó. Aloísio tenía veintitrés años, trabajaba con su padre, que tenía otras carnicerías. Era alto, fuerte y un poco gordo.

    Por primera vez, Taciana no se molestó en ir de compras y empezó a pasar muchas veces por la carnicería. Estaba satisfecha con la atención de un chico mayor y acomodado. Durante la semana volvía más seguido a la carnicería, hablaba con Aloísio y aceptó en encontrarse con él por la noche, en la plaza cercana. Taciana fue a verlo i toda engalanada y feliz. Aloísio era educado, agradable para hablar y se sentía atraído por ella.

    Se encontraron varias veces. Taciana le ocultó a Aloísio que tenía novio.

    Sentía que le gustaba Daniel, pero Aloísio le parecía una aventura interesante.

    Ella también se sintió atraída por él.

    Daniel se enteró de los encuentros de Taciana con Aloísio y le pidió explicación.

    – Daniel – dijo la chica –, solo he estado hablando con Aloísio, no estoy saliendo con él. Tú eres el culpable, casi no te veo, no salimos y ni parece que estemos juntos.

    – La queja habitual – respondió Daniel –. Sabes que necesito estudiar y trabajar.

    Hago esto por ti, para que nuestro futuro sea mejor. No está bien que hables con otro en la plaza.

    – Daniel, quiero terminar nuestra relación y ser libre de hablar con quien quiera.

    Discutieron durante algunos minutos y terminaron la relación.

    Daniel estaba muy triste, sin embargo tenía esperanzas de volver a estar juntos pronto.

    Taciana se sintió libre.

    El otro día, Aloísio le pidió a Taciana que lo encontraran en la plaza a las ocho. La chica prometió ir antes de las ocho de la noche allí lo estaba esperando. Llegó Aloísio, se sentó y dijo:

    – Taciana, hoy retrasamos nuestro trabajo en la carnicería. Todavía tengo que cerrar el establecimiento y arreglar el cajero. Vine a avisarte que volveré a la carnicería, pero no me demoro; Cierro y vengo a conversar. ¿Me vas a esperar?

    – Sí, te espero, me quedaré aquí.

    Taciana esperó durante casi veinte minutos. Como Aloísio no volvía, decidió ir a su encuentro. La carnicería estaba cerca, a una cuadra de la plaza. Encontró la puerta abierta, la empujó, no vio a nadie, lo encontró extraño y decidió entrar.

    – ¡Aloísio! Luis! – Llamó bajo.

    Nadie respondió. Dio unos pasos más lentamente, pasó el mostrador y vio a Aloísio tirado en un charco de sangre, con un cuchillo clavado en el pecho. Entró en pánico y, queriendo ayudar sin saber cómo, tomó el cuchillo, limpió la sangre de su ropa y luego gritó desesperadamente.

    Pronto la carnicería estaba llena de gente. Llamaron a la policía y Taciana siguió gritando hasta que se desmayó. La policía la llevó a un hospital, donde solo la calmaron con somníferos, ya que volvía de desmayarse gritando de desesperación.

    La policía y la familia de Aloísio tenían la certeza que Taciana había cometido el crimen. Hablaron de todo. Que Aloísio intentó agarrar a Taciana y ella se defendió. Que pelearon. Que Taciana lo mató en un ataque de locura.

    Taciana, en el hospital, durmió varios días. Hasta que finalmente despertó, observó con curiosidad donde estaba, miró a la gente y se dio cuenta que al lado de su cama había otra, ocupada por una señora que la observaba.

    – ¿No gritarás? – Preguntó la mujer.

    – ¡¿Yo?! – Dijo Taciana asombrada.

    – Sí, te despiertas y gritas, luego te ponen una inyección y te vuelves a dormir.

    – ¿Cómo se llama?

    – María del Carmen.

    – Bueno, me dijeron que te llamas Taciana.

    – No, mi nombre es María del Carmen. No conozco a nadie que se llame Taciana – dijo con seguridad.

    Amaneció tranquila, serena y lista. Pronto la enfermera vino a atenderla.

    El comportamiento de la paciente fue extraño, al igual que el hecho que dijo que se llamaba María del Carmen.

    Informó el hecho al médico de turno, quien no tardó en acudir a verla.

    – Caso de doble personalidad – diagnosticado –. No es nuestro

    especialidad. Mejor tener un tratamiento especializado. Enviémosla a un sanatorio.

    La familia de Taciana estaba desesperada con el suceso. Los padres fueron a visitarla, pero ella no los reconoció y, con la ayuda del jefe del padre de Taciana, la trasladaron a un Sanatorio. Taciana estaba tranquila y hablaba poco, solo insistía en que se llamaba María del Carmen.

    La familia de Aloísio no creía en la posible enfermedad de Taciana y presionó a la policía. Un comisario fue a visitarla y quedó sorprendido por su comportamiento. El tribunal dictaminó que Taciana no podía salir sin autorización.

    En el Sanatorio, quien atendió a Taciana fue el Dr. Cassiano, quien le recetó muchos medicamentos.

    El día de la visita, sus padres fueron a verla y Daniel los acompañó. Para sorpresa de todos, Taciana reconoció al muchacho, pero lo llamó de otra manera.

    – ¡Mario Luis! ¡Qué bueno verte! ¿Qué ropa extraña es esta? ¡Es graciosa!

    Daniel no supo qué responder y prefirió preguntar:

    – ¿Cómo estás? ¿Está bien?

    – No sé, dicen que estoy enferma y en un Sanatorio. – ¿Qué es el Sanatorio?

    Nunca he oído hablar de.

    – Es un lugar donde se curan los enfermos.

    – ¿Qué tengo?

    – No lo sé.

    Daniel se inquietó y mostró que ya se iba, Taciana trató de detenerlo.

    – ¡Mario Luis, no te vayas! No conozco a nadie en este lugar. Eres la primera persona conocida que veo aquí.

    ¡Me siento tan sola!

    – ¡Tengo que irme! ¡Hasta luego! Vuelvo otro día.

    – ¿Prometes volver?

    – Volveré.

    Daniel se fue. La madre de Taciana sufrió mucho al ver a su hija en ese estado y salió llorando. Taciana; sin embargo, mantuvo la calma.

    El Sanatorio en el que estaba internada Taciana estaba dirigido por un grupo espírita, que se reunía en el salón de visitas del Sanatorio dos veces por semana para oración, estudio del Evangelio y pases. Los enfermos que querían participar, acudían a la sala. Pero todos allí se beneficiaron del trabajo del grupo. El Dr. Cassiano era de familia espírita y decía ser espírita, pero tenía muchas dudas. Él y los líderes de la casa se llevaban bien.

    Era cariñoso con los pacientes y ellos lo querían mucho. Le encantaba lo que hacía.

    Examinó a Taciana y confirmó que no estaba fingiendo y que necesitaba ser hospitalizada.

    Daniel no se atrevía a ver a Taciana tan confundida.

    – Ella me llamó Mário Luiz como si ese fuera realmente mi nombre. ¿Qué pudo haberle pasado?

    La abuela de Daniel, doña Eloísa, era espírita. Asistió a un Centro Espírita, era médium y pasista. A Daniel le gustaba el Espiritismo, pero no asistía a ningún Centro por falta de tiempo.

    Creo que la abuela puede ayudarnos – pensó. Buscó a su abuela y le contó todo el problema, finalizando:

    – Abuela, por favor trata de ayudar a Taciana, de lo contrario se vuelve loca o va a la cárcel. La conozco muy bien, no está fingiendo como piensa la familia de Aloísio.

    Dicen que se inventó el nombre de María del Carmen para exonerarse. Pero, abuela, lo dice con mucha seguridad que su nombre es María del Carmen.

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