¿Cuándo comenzó tu interés por los temas de misterio?
–Empezó en mi niñez en Tortosa, donde pasaba largas temporadas con mis abuelos paternos en un ambiente rural. Mi abuelo Sebastià era zahorí y con una varita de avellano o sosteniendo un reloj a modo de péndulo, localizaba cauces de agua subterránea. Mi abuela Encarnación era curandera de gracias, es decir, tenía la faculta de curar el “mal dels espatllats” (el mal de los estropeados), es decir, aquellos que se encontraban mal por una dolencia difusa no específica, o que les dolía todo. Ella, con unas hierbas, lo remediaba. Todo esto me impresionaba. y así fue cómo se sembró en mí la semilla del misterio. Más tarde me fui a vivir a Suiza y allí, procedente de la cultura francesa, tuve acceso a libros de temas esotéricos.
“Hasta casi la década de 1960, la literatura OCULTISTA estaba prohibida en España.”
EN EL PUNTO DE MIRA DE LA POLICÍA
Desde muy joven te convertiste en pionero en la divulgación de estos temas.
–Hasta casi los años 1960, la literatura ocultista estaba prohibida en España. Hacia finales de esa década, conocí al profesor – (1909-1991)–, quien intentaba impartir cursos sobre hipnosis y parapsicología en la España franquista. El venía de América y yo de Europa, y me aceptó como alumno. Luego a principios de 1970 fundamos el primer Centro de Superación Personal en Barcelona, legalmente autorizado, pero bajo vigilancia diaria de la policía franquista. Se hacían conferencias y cursos sobre ciencias psíquicas, entonces llamadas ocultas. Como responsable de los eventos, el delegado gobernativo que era un inspector de la policía franquista me amenazaba con lo siguiente: “Si descubrimos que sois masones, iréis directos a la cárcel”. Yo no era masón, pero sí que era rosacruz porque con ellos aprendía alquimia, aunque en realidad