Vampiros del Huasco
Por Charly Purple
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¿Qué relación podría tener Greta Garbo con la resurrección de un nazi en la iglesia barco del puerto de Huasco? Asesinatos misteriosos, apariciones fantasmagóricas, cuadrillas que persiguen al chupacabras por las dunas del desierto de Atacama bajo las órdenes de un alcalde corrupto en una tierra plagada por mitos y leyendas changas y diaguitas, una escalada vampírica aterra a un pueblo que se enfrenta el poder de grandes corporaciones que los contaminan con el poder de sus negras chimeneas, un investigador privado llegará al Huasco para desentrañar la verdad oculta tras un atentado perpetrado por un grupo de ecofeministas radicales. Una novela de folk terror sobre uno de los pueblos más emblemáticos de la costa norte de Chile.
Charly Purple
Escritor, rockero travestido de abogado, poeta de musas de sal, sátiro en rehabilitación crónica de los vicios de la carne y la morcilla.El Fan Fiction "The Chilean Fiction", fue su primera novela, aunque ha escrito otras novelas y cuentos que una ex novia quemó en un furioso ataque de celos. Posteriormente publicó en formato papel y digital la novela "Cocinando con Caníbales", una violenta sátira política sobre los parlamentarios chilenos. El ensayo "El Momio en mi placard", es su última publicación digital. Proximamente publicará la novela "Los Vampiros del Huasco", gracias a un Fondart del Consejo nacional de la Cultura y las Artes de Chile.También ha sido dirigente estudiantil y predicador callejero, fue bombero y asistió de polizonte a reuniones de los Masones. Toca la guitarra y compone canciones en que el alcohol y las mujerzuelas son tema recurrente. Tiene múltiples acreedores en la banca, un número inferior de amantes despechadas y cada vez menos clientes insatisfechos, por lo que no contesta el teléfono a números desconocidos.Dice que pagará sus deudas con lo que recaude como escritor digital.
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Vampiros del Huasco - Charly Purple
Vampiros del Huasco.
Edición Pandemia
By Charly Purple
Smashwords Edition
Copyright 2020 Charly M. Purple
Smashwords Edition, License Notes
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Charly M. Purple
Vampiros
del Huasco
Lo trágico de los pueblos pequeños
era que los sucesos nunca acababan de disiparse.
Alan Heathcock. Volt.
¡Bienvenido a mi casa!
¡Entre libremente y por su propia voluntad!
Bram Stoker. Drácula.
Primera Parte
El Correo
Asunto: Remite antecedentes de investigador de su compañía.
Srs. compañía de seguros SwitzCare Global Security
De mi consideración:
Junto con saludar, me permito enviar a ustedes este correo que tiene por objetivo comunicarles una información relevante que ha llegado a mi conocimiento y que puede ser de vuestro interés.
Con ocasión de las pesquisas efectuadas por la desaparición del ciudadano chileno Dante Polidor Iglesias Moravia, investigador contratado por vuestra compañía de seguros para efectuar diligencias en el puerto de Huasco, hemos encontrado un material electrónico que habría dejado tras su paso por la localidad, el que presumo puede resultarles de interés, considerando los servicios contratados al investigador chileno.
El material, que se incorpora como documento adjunto a este correo, fue encontrado tras la revisión de uno de los correos personales del investigador Iglesias Moravia y se encontraba rezagado y encriptado en la carpeta de borradores. El antecedente fue soslayado, en un primer momento, por los detectives de la Brigada de Informática de la Policía de Investigaciones que colaboraron con la investigación por presunta desgracia
, iniciado a raíz de la denuncia interpuesta por sus colegas de despacho tras su desaparición en el puerto.
El material me fue entregado mucho tiempo después por los detectives de la Brigada de Investigaciones, cuando el caso ya se encontraba cerrado. Sin embargo, en atención al contenido y los hechos que en ellos se relata, mi jefatura ha considerado que se trata de asuntos que escapan a nuestra investigación y que no revisten de la seriedad suficiente para continuar con el esclarecimiento de los hechos. Por esas razones se me ha ordenado su destrucción y proceder inmediatamente con el archivo de la causa.
No obstante esas instrucciones y, considerando que conocí personalmente al investigador Iglesias Moravia, sumado a que me consta que muchos de los acontecimientos descritos en sus apuntes, efectivamente ocurrieron en la ciudad puerto, es que me siento en el imperativo moral y ético de hacerlos llegar a quienes encargaron la investigación, a fin de que sean los que decidan el curso de acciones a seguir.
Debo dejar en claro que, lamentablemente, estos antecedentes son los únicos que existen en lo concerniente a la investigación desplegada en Huasco por vuestro agente, puesto que una vez que hubo desaparecido la noche del uno de noviembre recién pasado desde el hotel Holanda, sus pertenencias desaparecieron también con él, de modo que los hechos relatados en el documento adjunto no constan de elementos de prueba material alguno, excepto la memoria de quienes entregaron sus testimonios y aquellos que resultan de hechos públicos y notorios y que podrán ser cotejados por ustedes revisando los medios de prensa regionales de la época.
Sin otro particular
Atentamente
Ángel Fernández Georg.
Fiscal Jefe
Fiscalía local del Huasco
Segunda Parte
El Archivo Adjunto (N.1)
Esta noche.
Escribo las palabras finales de estos apuntes, en esta, la que será mi última noche en el pueblo. Mis horas postreras en la modesta habitación del pequeño hotel Holanda ubicado en una de las esquinas más empinadas del puerto de Huasco. Aunque bien podría tratarse de algún hotel ubicado en un pueblo pequeñito y olvidado como cualquier otro. Podría ser Tocopilla, Mejillones, o un recodo de Tal Tal, Puchuncaví o Ventanas. Sin embargo es Huasco, supongo. A estas alturas todo se siente tan nebuloso y onírico, que bien podría tratarse de la pesadilla de una mujer en Villa Diodati, como de una resaca en la barra de un bar en Bohemia Moravia o hasta podría tratarse del pensamiento aletargado de un choto que mira las estrellas en una noche cálida bebiendo cerveza Quilmes, de esas ásperas de tres cuartos, en algún parquecito en Granadero Baigorria.
Pero finalmente es aquí, en Huasco, siempre es aquí, en este purgatorio de aguas celestes y olivos que parecen caminar desde el pasado, entre flores y calaveras, el Huasco, me repito.
Pueden ser también los momentos terminales de mi existencia, debo advertirles desde ya. Un sentimiento ominoso de que todo llega a su fin me embarga el espíritu mientras escribo estas líneas.
Este cobertor acolchado, uno con flores estampadas sobre un fondo azul eléctrico, que huele a una potente mezcla de naftalina, humedad y detergente barato, que me abrigará por última noche en la cama de media plaza que le ha servido de refugio a mis sueños. Reconozco que casi llegué a habituarme a las paredes color terracota y al ambiente grisáceo de la pieza single número trece en que me he alojado durante mi estadía en el puerto.
Huasco es un pequeño poblado de la costa norte de Chile, una vesícula rocosa de hollín y olivos tristemente arrodajada sobre el Océano Pacífico en la entrada noroeste del confín del mundo. Si no fuera por el sonido enervante y monótono del tren de carga industrial, que atraviesa amartillando de manera crónica e inmisericorde la ciudad día y noche, podría haberme sentido a gusto descansando al son violento de las olas del mar rompiendo contra las rocas que habitan la orilla, como gigantescos bichos de piedra mojada que bostezan impávidos frente a los latigazos que Neptuno hace caer a pocos metros de mi ventana.
La tenue luz amarillenta de una lámpara instalada junto a una mesa redonda, de esas de terraza que improvisé como frío escritorio de vidrio para trabajar, ilumina por mitades horizontales la habitación y deja a la vista un alto de papeles, planos, fotografías y documentos que he recopilado durante estos meses de labor investigativa.
Cuando finalmente estoy a punto de levantarme a apagar la luz y acostarme, advierto algo en lo que no había reparado nunca antes. Una vieja y polvorienta trenza de ajos cuelga desde un clavo oxidado detrás de la puerta.
A primera vista no parece más que la ostentación del mal gusto del posadero, ese viejo solterón de nariz ganchuda y piel porosa, parecido al viejo actor Max Schreck, que montado en su convertible rojo se empeña, sin éxito ni pudor, en seducir a jovencitas a las que, apostaría mi vida, triplica en edad. Sin embargo, me reconozco impresionado ante esa imagen de ajos trenzados colgando detrás de la puerta, que en vez de parecerme una coincidencia estrafalaria y prosaica, se revela como un compendio infausto de todo lo que he vivenciado en el pueblo durante estos últimos meses.
La visión me despierta del letargo y me espanta el sueño. Ahí va el tren, martillando el suelo rocoso, otra vez y otra vez. Finalmente termino por levantarme a buscar mi tablet para continuar con estos apuntes hasta recobrar la tranquilidad.
Quiero dejar en claro algunas cosas básicas sobre mí, ahora que estoy finalizando estas notas. Mi nombre es Dante Polidor Iglesias Moravia, pero mi nombre no es relevante en esta historia, lo realmente importante es lo que hago y lo que hago es investigar, para eso me pagan. Soy un detective privado.
Trabajé por casi diez años como detective estatal, en la desconocida Brigada de Delitos Holísticos y Paranormales de la Policía de Investigaciones de Chile, hasta que finalmente me retiré para independizarme y montar mi propia oficina privada.
La brigada de detectives en la que me desempeñé en esos años, era la sucesora del antiguo Departamento 50, esa mítica repartición de la PDI que se dedicaba a desbaratar células del Tercer Reich en Chile durante la Segunda Guerra Mundial y a otra clase de investigaciones poco ortodoxas, como los primeros avistamientos de ovnis, el estudio de criptogramas y otros asuntos que bordeaban lo paranormal y que también eran objetivos de seguimiento de parte de las SS alemanas, el malvado enemigo de los chicos buenos de esos años. No obstante ese pasado glorioso, nuestra brigada nunca alcanzó a gozar de una reputación honrosa, ni de un prestigio digno de encomio. Las razones de ello resultan evidentes a los ojos de los detectives de hoy. Como podrán imaginarse, recibimos el desdén profesional de nuestros colegas producto de la desconfianza que ocasionaba la naturaleza de nuestras labores. Nadie parecía comprender la importancia de nuestro oficio, cuando asombrados se enteraban de que existía nuestra repartición.
Nosotros nos encargábamos de todo aquello que tuviese que ver con delitos vinculados de alguna manera con magia negra, malogrados exorcismos, terapias medicinales alternativas, lecturas de cartas, rituales satánicos, chamanismo, falsos profetas o redentores aquejados de complejos mesiánicos bipolares. Hasta eventuales contactados por seres extraterrestres eran derivados a nuestro departamento, en expedientes sellados adentro de una caja negra de cartón forrado y cinta adhesiva cruzada en forma de equis, para mayor inri, entregada por mano, con la cortesía que implicaba la sonrisa estúpida e invariablemente congelada en el rostro de quien fuese el subcomisario de turno.
Los dos pares de detectives que trabajábamos en esa sección, con la formidable tarea que implicaba atender todos los casos holísticos y metafísicos del territorio nacional, éramos observados por el resto, como una banda de chiflados inútiles, tan extravagantes y timadores, como lo eran los propios imputados que perseguíamos en nuestros operativos.
Dado que nuestras siglas eran BDHP
(Brigada de Delitos Holísticos y Paranormales), nuestros colegas nos cambiaron el orden de las letras y nos llamaran la Brigada HDP. Graciosísimos ellos. Aprendimos, sin embargo, a convivir con esa molesta y desconfiada condescendencia con la que nuestros compañeros de labores nos saludaban cada mañana, muchos de ellos envanecidos especialistas en extraoficiales quitadas de drogas.
El escaso presupuesto, y el aun más escuálido respeto y valoración por mi trabajo, terminaron por derrumbar mis ganas, y de paso, me dieron el valor necesario para retirarme de las fuerzas e iniciar mi propio emprendimiento, dedicándome finalmente al ejercicio privado.
No iba a cambiar de especialidad a esas alturas de la vida, eso habría significado desaprovechar los años de experiencia y los contactos de toda mi carrera policíaca, de manera que mi despacho se especializó en el rubro que por tantos años ejercí, la investigación de fraudes relacionados con asuntos paranormales o supuestamente místicos y ancestrales, resolviendo encargos que buscaban, principalmente, esclarecer estafas de charlatanes, asesorar de vez en cuando a equipos periodísticos de la televisión y hasta apoyar a los creyentes e iniciados en la búsqueda de elementos de investigación que avalaran sus más profundas creencias esotéricas o religiosas.
Contra todo pronóstico, el negocio alcanzó la prosperidad suficiente como para subsistir y mantener una estabilidad económica totalmente desconocida para un policía honesto, y para mi fortuna, eso ocurrió al poco tiempo de echar a andar el negocio. Eso facilitó que mis excolegas se sumaran más tarde como empleados, lo que puede darles una idea aproximada de la carga de trabajo que alcanzamos a tener.
Mis principales clientes, como dije, han sido los programas de televisión basura. Sus productores, sujetos frenéticos y de apariencia sobreexcitada, estaban siempre ávidos por exponer casos repletos de misterio barato con el que mejorar su sintonía. Ellos conformaron nuestro ingreso fijo. Inmediatamente después vendrían las farmacéuticas y los laboratorios químicos, quienes nos pagaban muy bien por la elaboración de informes sobre estafas relacionadas con productos naturales, ancestrales y homeopáticos, catalogados como milagrosos, cuyo éxito comercial, además de poner en riesgo la salud de los consumidores, les mermaba la clientela. Por último, fue la propia Iglesia Católica, más interesada en esclarecer asuntos místicos que en resolver las denuncias en contra de su personal más lujurioso, quienes nos solicitaban informes para desvirtuar y desmentir toda clase de milagros publicitados por las religiones de la competencia. De vez en cuando la madre iglesia, nos solicitaba también, asesorar a sus abogados del diablo
, sacerdotes ad hoc encargados de investigar posibles fraudes en la manifestación de milagros atribuidos a sus santos en potencia.
Generalmente mis misiones se resolvían de manera rápida y sencilla. Finalmente el fraude era demostrado, la yerbita no era milagrosa, los ovnis nunca aparecieron, la foto estaba trucada, y el oro no llovía desde el cielo del templo. Sin embargo, en algunas ocasiones, cosa que también ocurrió en mis años como policía estatal, el caso no tenía ninguna explicación racional y por lo tanto no quedaba más remedio que concluir que existían elementos de carácter místico o del extrarradio de la razón humana. Contrariamente a lo que pudiese uno imaginar, esa conclusión era la que dejaba más satisfechos a nuestros clientes. Aprendí que la gente adora los milagros, inclusive aquellos que buscan incansablemente negar su existencia.
Fue así que terminé enfrascado en la investigación de los extraños eventos suscitados en el Valle del Huasco. El caso de Huasco ha sido uno de esos casos complejos, de esos que te dejan con más interrogantes que certezas y que por lo mismo, no se olvidarán fácilmente.
Casi un año después de los eventos que pusieron al puerto de Huasco en todos los noticiarios del país, tras los atentados ecofeministas que destruyeron las instalaciones de Smoke&Bone, fue una compañía aseguradora suiza, un cliente totalmente nuevo y que nos tomó por sorpresa, quien contrató los servicios de mi oficina para esclarecer una serie de puntos ciegos que a sus investigadores no les cuadraban en absoluto.
Los suizos tenían muchas dudas acerca de lo que había ocurrido realmente en el pequeño puerto del norte de Chile, y pensaban que era factible que el atentado hubiese sido utilizado como excusa o tapadera para ocultar problemas de otra índole. La desconfianza era consecuencia de una serie de extraños sucesos acaecidos los meses previos a la destrucción de las industrias, hechos que habrían sido atestiguados por la comunidad porteña y que escapaban a toda explicación racional.
De este modo, es que me instalé por el lapso de seis meses en el Valle del Huasco para investigar exhaustivamente los hechos que relato en esta historia y