Jasy
Por Louisa Ramos
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¡Perdón! No se debe esperar una disculpa de quien te ha ofendido, solo hay que soltarlo y ya. Conoceremos a unas mujeres valientes que se enfrentaron a sus propios monstruos para renovarse. Por circunstancia desconocido tomaron bebida muy amarga, pero sus amores eran más fuertes y los convirtieron en tragos dulces. Fueron llevadas al desierto, pero ellas la convirtieron en jardín y se abrieron nuevo camino para la felicidad, gracia al gran amor que poseían cada una de ellas.
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Jasy - Louisa Ramos
I
El tren
Jasy salió corriendo para abordar el tren 4 en la calle 149 y Grand Concoursé y así poder conectar con el tren 6 expreso en la calle 125... Eran las ocho y cuarenta de la noche. Por cierto, el último tren expreso pasa a las nueve de la noche en la 125 Harlem.
La tarjeta del metro se atoró y el último expreso de la noche se fue. Cuando llegó, en la 125 hacía dos minutos que pasó el tren. Miró hacia arriba y el tablero anunciaba que el próximo tren llegaría en dieciocho minutos, lo cual significa una larga espera para una persona que terminó el día cansada y con ganas de llegar a casita. Las estaciones de trenes suelen ser un lugar de mucho entretenimiento y muy ocupadas por la gente que van y vienen, pero esa noche parecía tranquila.
Había unas pocas personas esperando por diferentes conexiones y en un lado del metro un hombre jugando con su trompeta, imitando a Miles David. No sonaba mal y le dio gusto haber perdido el tren, porque le gustó oír la música.
Muy a menudo solía escuchar el Jazz en su casa con un buen vaso de vino para relajarse. Su esposo solía criticarle porque era latina y, según él, ella se esfuerza demasiado para integrarse a esta cultura.
La música es el mejor don que Dios le pudo haber regalado al hombre y ella la disfruta tanto porque la hace transportar a lugares celestiales. Se sentó en la banca y se puso a observar al trompetista y de pronto una mujer se le acercó preguntando por el tren que va a Parkchester. Ella no veía ningún problema en decirle que ella iba para allá. También ella se sentó a su lado y empezó hablando del clima, luego mencionó al Papa Benedicto XVI que, por cierto, había renunciado esos días.
La mujer parecía preocupada al respecto, pero lo que en realidad quería era la atención de la otra mujer, mientras seguía mirando al trompetista tratando de entender su melodía. Al fin el tren había llegado y la mujer abordo el tren con la otra, con ganas de seguir platicando. Se dio cuenta que no le interesaba mucho su conversación, cambió una vez más el tema. Entonces le preguntó qué hacía, le respondió que venía de la universidad.
—¿Para qué estudias?
—Para mejorar mi vida.
—¡Interesante! —dijo ella.
—¿Por qué?
—Bueno se supone que el saber te hace libre y te puedes defender. —Le respondió.
—Lindo concepto.
Jasy no es de carácter fácil, pero esta mujer capturó su atención. La mujer se sintió en confianza diciendo:
—No te creas, aquí como me ves tengo licencia de enfermera, pero lo poco que ejercí terminé en la calle porque en mi trabajo me tildaron de loca.
Le sonreí y le dije:
—Gracias por avisarme —ella dijo:
—No es por nada, la vida es muy difícil después de tanto intento uno se cansa y es mejor que uno se haga pasar por loca, realmente, así nadie te molesta.
Le pregunté de dónde venía., ella respondió que venía de ver a su psiquiatra, lo cual no parece inusual, porque en la cultura de ella, la gente acostumbra a exhibir solo las virtudes, Paraguay
. También me dijo que estaba cansada. Le pregunto de qué. Esta mujer estaba agobiada, no era que no quería trabajar según ella había luchado mucho, pero todo era en vano. No hallaba un trabajo que le durara, después de un tiempo siempre terminaba perdiendo su empleo. Ningún trabajo le duraba siempre, por alguna razón, terminaba renunciando o viceversa.
Uno de ellos era el encierro de una oficina, le produce claustrofobia. Y si tuviera que trabajar en algo más ligero, o que no requiere encierro la paga sería muy poco.
Y estar recibiendo ordenes de una persona que, a lo mejor estaba menos educada que ella, era fatal... También trabajar por un salario en condiciones precarias, lo consideraba esclavitud moderna. Por eso y por aquello se inventó una condición para poder recibir un cheque del gobierno y no tener que trabajar nunca más. Estos parecen fáciles y puede que solucione gran parte de su angustia, pero como toda cosa también tiene regla, porque todo el mes tenía que reportarse con su psiquiatra para poder continuar recibiendo los beneficios.
Ella no contaba con eso y ahora se estaba frustrando. La trabajadora social en cargo, le retiró sus beneficios, porque clínicamente no presentaba ningún desorden y además era joven podía conseguir un trabajo y vivir dignamente.
Cuando le había cancelado el cheque de compensación, para reactivarlo se presentó en la corte con una acusación de discriminación y hostigamiento de parte de la trabajadora social. El estado le mandó a nueva evaluación con un psiquiatra. Estaba cansada de fingir que estaba desequilibrada y deseaba poner punto final a eso. Este proceso no hay forma de evadirlo porque el psiquiatra tiene la última palabra.
En la puerta del consultorio estaba colgada la foto de una familia de chimpancés. Ella la miró fijamente y le pareció curioso que en un consultorio tuvieran fotos de animales y no de su propia familia. Cuando el doctor le preguntó sobre sus días ella, simplemente, respondió muy bien. Él le dijo:
—¿Tu sabe porque estás aquí? —ella respondió que sí.
—¡Dime!
—Orden judicial.
Él dijo:
—Bueno, bueno... Observación normal, respuesta normal, comunicación uh.
Se dio cuenta que no debió responder bien, porque el doctor parecía alegre y le dijo que le dio gusto que sea así.
Para su propósito eso no era buena señal, porque ella necesitaba la carta del doctor y que especificara sus necesidades especiales. Se paró de un zarpazo y fingió no ser ella misma, dando un paso hacia la puerta donde se hallaba la foto de un chimpancé y su familia. Ella preguntó al doctor si ya terminó. Este le respondió que aún no.
Pero ella insiste que debe irse, que está cansada y antes de avanzar afuera le preguntó, si la foto de la pared eran miembros de su familia y eso fue suficiente para que el doctor le firmaba irreversible
en la carta, lo cual era favorable para ella, pero al mismo tiempo humillante.
No le estaba prestando atención de todo hasta ese momento que vio el brillo de sus ojos y se atrevió a preguntarle, porqué le molesta si el objetivo era eso. No, por nada, dijo ella. El me vio como una amenaza, escribió rápido y me despacho, no duré ni cinco minutos después de eso. Eso fue doloroso para ella, porque él no quería lidiar con eso. Sintió un dolor en el estómago y se puso a caminar el parque central arriba y abajo. Se preguntaba y se contestaba así misma por qué lo hacía y la respuesta martillaba en su cabeza, simplemente, necesidad y necesidad.
Repetía la frase una y otra vez y con una voz sollozo: Me trató como un leproso, que humillación caray
.
Jasy pensaba mientras observaba a la mujer. Ella no era terapeuta, no tiene como pronosticar o tratar ningún tipo de desorden o mal, pero ella no se veía bien y en sus cuarenta años solo ha estado trabajando en la casa de personas, con los niños en la escuela y grupo de oración en una iglesia. La experiencia con esta gente no le ayuda mucho a uno porque estos parecen un lugar de gente estables, pero algo curioso le vino en la mente. Le pregunté con el mayor respeto que se merece, si no está enferma porque no puede trabajar para ganar su dinero dignamente, en vez de pasar humillación sin necesidad alguna. El trabajo es saludable para la persona: le dijo. Te levanta la autoestima porque puedes proveer tus propias necesidades y otros beneficios. Ella respondió ese no era el punto. ¡Entonces! ¿Cuál era? Ella dijo que el trabajo no es para ella. Puso a la madre como ejemplo, según ella la madre había trabajado toda su vida en una factoría y tres meses antes de retirarse se enfermó de los pulmones, en consecuencia, de eso falleció.
No estoy a favor ni contra, pero la idea de no trabajar y colectar el dinero que su madre se ganó, le dio sentimientos encontrados. Ella estaba haciendo justicia a su madre. Le dijo que lamentaba escuchar eso, pero en su interior o, mejor dicho, su opinión personal considera que no era la forma de cobrar.
Ella no salía de su asombro y empezó a balbucear, tal vez ella no estaba loca pero no era de todo normal. Imagínense si todos quisierais hacer justicia a todo lo que nos afecta. El mundo sería un caos. Gracias a que somos un poco civilizados, este sigue siendo un lugar bonito, lleno de maravillas hechas por el Padre Celestial, aunque a veces no podemos evitar la injusticia que cometen los grandes o la propia naturaleza, como: los terremotos, huracanes que devoran a la humanidad sin tener clemencia. Si nos ponemos a pensar en ellos, parecen que son enemigos de la humanidad, pero la fiesta debe continuar y debemos ser fuertes y tolerantes.
También pensó en lo más pequeños; debemos de enseñar a nuestros hijos a ser fuertes para confrontar con disciplina y enmendar lo que está mal, reparar lo que tiene reparación o de lo contrario olvidarlo. El tren anunciaba la próxima estación a Parkchester y la calle 177. Jasy se para, para acercar más a la puerta de salida y cuando el tren se abrió solo se dispuso a bajar las escaleras rumbo a la calle, no se percató de si la mujer estaba allí. Lo único de lo que estaba segura era de que la mujer le arruinó la noche. Quería decirle muchas cosas acerca del sacrificio y de la esperanza, pero algo le impidió, no era la hora ni el lugar para eso. Su esposo, con frecuencia, le decía: No te metas con personas frustradas porque puede ser contraproducente
. Pero le preguntó que hay acerca de la caridad, corregir al equivocado o, simplemente, darle una opinión.
Tal vez sea cierto, pero tal vez era la oportunidad para ella evangelizarla; pero no pudo hacerlo. Se sintió tonta y desubicada, tanto estudio bíblico y luego no saber ponerlo en práctica. Se acordó de miles de cosas, de lo cual prefiere no hablar. Había superado todo tipo de problemas y estaba tratando de terminar una carrera, pero siempre abandonaba. En su resumen aparecen una serie de experiencias, conocimientos de estos y de aquellos. Al paso que va, ella también necesita una terapia.
No sabía si trabajar en ellos alguna vez, también pensó en su familia, amigos y las oportunidades que desperdició en todos esos años. Se sintió ignorante, en realidad, y recordó una plática que tuvo con un profesor. Este le había preguntado si creía acerca de la guerra.
Ella no entendía por qué este le había preguntado eso. Juzgando así rápido se puede dar una opinión: (la ignorancia). Y la pregunta porque la gente cree en la guerra, especialmente los hombres. Con una desaprobación absoluta y agitando su cabeza dijo: Eso debe terminar alguna vez
. Ahora no entendía porque trajo en su mente y qué relación tiene eso con la mujer en el tren. Bueno ella estaba teniendo un conflicto con ella y con el sistema y, en serio, Jasy cree que el hombre no ha avanzado mucho en sus conocimientos.
¿Por qué matar y al mismo tiempo inventar medicina avanzada, trasplante y crear niños en el laboratorio? Esto es una locura, porque no vivimos como animales. Apareamos cuando debemos encargar la cigüeña, así practicaríamos más la abstinencia y evitaríamos embarazos no deseados y enfermedades venéreas.
Se puso, en serio, a reflexionar